14 DE JUNIO - MIÉRCOLES
10ª -SEMANA DEL T. O. - A
SAN ELISEO, profeta
Evangelio según san Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"No creáis que he venido a abolir la ley
o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
Os aseguro que antes pasarán el cielo y la
tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de/a ley.
El que se salte uno solo de los preceptos
menos importantes, y se lo enseñe asía los hombres, será menos importante en el
Reino de los Cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de
los Cielos".
1. El evangelio de Mateo coloca aquí una
sentencia de Jesús que, sin duda, ofrece una luz importante sobre lo que Jesús
vino a realizar. Es evidente que la vida y las enseñanzas de Jesús no se
ajustaron a la normativa religiosa que se observaba en Israel en los días en
que Jesús vivió y actuó, hasta el
momento de su muerte. Es más, Jesús no solamente
no se ajustó a la normativa establecida, sino algo mucho más fuerte: Jesús se enfrentó
a la religión oficial, a las prácticas religiosas, a los dirigentes de la
religión y —lo que es más radical— llegó a enfrentarse incluso con el Templo,
afirmando en público que aquel santuario era una "cueva de bandidos".
De ahí que, con toda razón, se puede afirmar que a Jesús lo mató la religión
del Templo y de los sacerdotes. Por todo esto, es lógico, y hasta inevitable,
hacerse la pregunta a la que Mateo
intenta aquí ofrecer una respuesta.
La pregunta es: - ¿Jesús vino a abolir la Ley
fundamental de la religión de Israel?
Y si es que no la
quiso abolir, entonces, - ¿qué es lo que pretendió?
2. La respuesta, que Mateo pone en boca de
Jesús, es breve y firme: "no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento".
Es necesario saber
que, para hablar de este "cumplimiento", Jesús no utiliza simplemente
el verbo
"téreó", "guardar". Tampoco el verbo "poleo",
"hacer". Mateo dice que Jesús vino a "llevar a plenitud",
"pleroó", lo que se dice en la Biblia sobre la Ley y los Profetas en
el A. T.
Esto supuesto, basta
saber algo del contenido de lo
que dijeron la Ley y los Profetas, para caer en
la cuenta de que "llevar a su plenitud" semejante contenido, entraña
una realidad total tan asombrosa e inabarcable, que aquí no es posible ni
insinuar lo que eso realmente contiene. En cualquier caso, lo que sí se puede
afirmar es que el Evangelio nos viene a decir que Jesús no vino a suprimir o
liquidar la religión, sino a darle un alcance, una amplitud y un significado
que, sin duda, no podemos ni imaginar.
3. - ¿A dónde o a qué nos lleva tal
"plenitud"?
Sin duda alguna,
Jesús nos enseñó que Dios no es como se lo representaban los israelitas. Dios
es inabarcable, inalcanzable. Es el Padre de Bondad y Misericordia, al que nos
acercamos mediante la bondad y la misericordia.
Lo que significa que
Jesús desplazó el centro de la religión. Ese centro ya no está en el Templo, ni
está en la Ley, ni en lo sagrado o lo ritual. A Dios lo encontramos en la
plenitud de lo humano. Lo que se manifiesta en las relaciones humanas con los
demás, que es lo que Jesús desarrolla en el sermón del monte (Mt 5-7).
Es la
"plenitud" desconcertante que acaba en la muerte de cruz, con todo lo
que eso representa y exige
hasta hoy. Y en el futuro impredecible.
SAN ELISEO, profeta
Año 850 a. de C.
Eliseo ("Dios es mi
salvación") es una figura dominante del siglo IX antes de Cristo.
Conocemos el nombre de su padre, Safat, originario de Abel Meholah, al sur de
Bewt-Shan, y sabemos que su familia era acomodada (1 Re 19, 16-19).
El Carmelo desde siempre
consideró a este discípulo de San Elías, de quien heredó su doble espíritu,
como su segundo padre espiritual.
Dios le elige directa y
especialmente (1 Re 19,16) para que vaya en seguimiento de Elías (1 Re 19,-9ss),
al cual sucederá después de la misteriosa desaparición de éste, heredando su
espíritu en la medida establecida por la Ley para los primogénitos: el doble
que los otros herederos [2 Re 2,1-15]. Su condición de "hombre de
Dios" se revela principalmente en los prodigios de todo género con que
está entretejida su vida. Los obra por sí mismo, para personas particulares y
para comunidades enteras.
Vivió hacia 850-800,
sucesor de san Elias, al que supera ciertamente por el número y lo llamativo de
sus milagros, pero no por su personalidad y su influencia religiosa. Así, Elías
es mencionado en el Nuevo Testamento, significativamente, 30 veces; Eliseo sólo
una vez (Lc 4,27).
Su historia, casi
legendaria y a veces plagiada de la de Elías, fue recogida en 1 y 2 Re (1 Re
19, 19-21,2 Re, 13-8, 15,9,1-15,13, 14,-21). Con la unción de Yehú provocó la
caída de la dinastía de Ajab. Gozaba de gran estimación entre los reyes Yosafat
(2 Re 3,12) y Yoás (2 Re 13,14-19). Parece que incluso sus propios huesos
obraban milagros (2 Re 13,20s).
Eliseo aparece en la
Biblia cuando Elías es arrebatado y su carisma pasa a Eliseo (2 Re 1), y
concluye con el milagro que tuvo lugar con el cadáver del profeta ya enterrado
(2Re 13,21).
La mayoría de las
narraciones, que semejan hermosas "florecillas", muestran a Eliseo
rodeado de unos grupos que reciben el nombre de "discípulos (o hijos) de
los profetas".
¿Los carmelitas sucesores de "los
hijos de los Profetas"?
Esta es una cuestión ya
superada, pero quizá sea bueno recordar aquí quiénes eran estos "hijos de
los Profetas" a los que muchos autores de dentro y fuera de la Orden
señalaron durante siglos como predecesores de los actuales carmelitas, que tienen
su verdadero origen a finales del siglo XII.
San Eliseo era el
Maestro y Padre de todos estos grupos, a quien acudían y obedecían: 2 Re
4,38;6, 1-2,12-21...
Quizá no nos
equivoquemos si consideráramos a esas confraternidades de profetas como los
últimos portadores de una fe en Yahvé, pura y sin mezcla; ni tampoco nos
equivoquemos, si estimamos en alto grado su importancia en orden a la
pervivencia de la fe en Yahvé, y en especial para el sello característico que
tendrá en adelante. En último término, éste es el punto del que partió aquella
inaudita radicación de la fe yahvista y del derecho divino que nos encontramos
en los profetas más tardíos.
Los sorprendentes
descubrimientos en las grutas situadas al noroeste del mar Muerto, no solamente
nos proporcionan noticia de un establecimiento de esenios de estricta
observancia, un siglo antes y un siglo después del nacimiento de Cristo, sino
que nos proporcionan también una visión exacta de las ordenanzas rigurosas de
su vida comunitaria dirigida autoritativamente (todo ello gracias al documento
llamado "Reglas de la secta"), muestran bajo nueva luz los relatos
referentes a las fraternidades de profetas de la época de Eliseo.
Su mensaje
- que estemos
dispuestos a dejarlo todo por seguir la llamada.
- que
procuremos encarnar el doble espíritu: oración y apostolado.
- que seamos
fieles a nuestro Maestro.
- que
procuremos el bien de todos nuestros hermanos.
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