21 DE JUNIO - MIÉRCOLES
11ª - SEMANA DEL T. O. – A
SAN LUIS GONZAGA, religioso
Evangelio según san Mateo
6, 1-6. 16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús
a sus discípulos:
"Cuidad de no practicar vuestra justicia
delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis
recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas
tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y
por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres, os aseguro que ya
han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no
sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha: así tu limosna quedará en
secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no
seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y
en las esquinas de/as plazas, para que los vea ¡agente. Os aseguro que ya han
recibido su paga.
Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto,
cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que
ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como
los farsantes que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os
aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la
cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre,
que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará”.
1. La experiencia de siglos confirma que las
prácticas religiosas y, en general, la observancia de las normas y rituales
sagrados han sido una fuente importante de "legitimación", de
"reconocimiento social", incluso de "prestigio", de “autoridad" y de "imagen respetable" en la
sociedad y ante la opinión pública.
Es verdad que, sobre todo
en Europa, a partir de la Ilustración (finales del S. XVIII), la observancia
religiosa (y la Religión en general) ha perdido fuerza de
-legitimación social".
El hecho de que una
persona sea "religiosa" no equivale, para mucha gente, a que sea una
persona "digna", "honesta" o "creíble". De todas maneras,
y en cualquier caso, debemos ser cautos cuando afirmamos
que la sociedad moderna se ha "secularizado"
casi por completo o poco menos.
Los expertos en
Sociología de la Religión están de acuerdo en que el "hecho religioso"
sigue presente en la moderna sociedad. Lo que sí es verdad es que la
religiosidad está viviendo un desplazamiento.
Lo central en
"lo religioso" se desplaza de "lo sagrado" a "lo
ético".
2. Jesús se dio cuenta de la importancia que
entraña esta situación. Una situación que, antes o después, tenía que venir.
Es una inmoralidad
utilizar la religiosidad para proyectar una buena imagen de sí mismo. Cuando se hace eso, se usa la religión, no
para acercarse a Dios, ni para hacerse mejor uno a sí mismo o ayudar a otras
personas. Se usa la religión para obtener estima, aprecio social, reconocimiento
público, etc.
3. El Dios del que habla Jesús no quiere
que vayamos por la vida buscando
reconocimiento, aprecio, famas y vanidades. Todo eso es miseria y quizá incluso
infantilismo. Ahora la religión se usa para favorecer a la derecha política, que
-a su vez- se sirve de la religión para conseguir votantes fieles y sumisos. No
y mil veces no.
Nuestra relación con
el Padre del Cielo no es auténtica, si utilizamos nuestra conducta religiosa
para conseguir beneficios, intereses,
importancia... La fe en Jesús es seguimiento de Jesús y su vida, hasta la
muerte. Y, si es preciso, muerte violenta.
Creer en Jesús, y en
el Padre que Jesús nos reveló, es despojarse del propio interés y beneficio.
Para vivir con y para los demás. Todo lo
que no sea eso, es engaño y falsedad.
SAN LUIS GONZAGA, religioso
Año 1591
San Luis Gonzaga (Luis en alemán significa: batallador glorioso).
San Luis
Gonzaga nació en Castiglione, Italia, en 1568. Hijo del marqués de Gonzaga; de
pequeño aprendió las artes militares y el más exquisito trato social. Siendo
niño sin saber lo que decía, empezó a repetir palabras groseras que les había
oído a los militares, hasta que su maestro lo corrigió. También un día por
imprudencia juvenil hizo estallar un cañón con grave peligro de varios
soldados. De estos dos pecados lloró y se arrepintió toda la vida.
La
primera comunión se la dio San Carlos Borromeo, Arzobispo de Milán.
San Luis
estuvo como edecán en palacios de altos gobernantes, pero nunca fijó sus ojos
en el rostro de las mujeres. Y así se libró de muchas tentaciones.
Su
director espiritual fue el gran sabio jesuita San Roberto Belarmino, el cual le
aconsejó tres medios para llegar a ser santo: 1º. Frecuente confesión y
comunión. 2º. Mucha devoción a la Stma. Virgen. 3º. Leer vidas de Santos.
Ante una
imagen de la Stma. Virgen en Florencia hizo juramento de permanecer siempre
puro. Eso se llama "Voto de castidad".
Cuando iba
a hacer o decir algo importante se preguntaba: "¿De qué sirve esto para la
eternidad?" y si no le servía para la eternidad, ni lo hacía ni lo decía.
Una vez
arrodillado ante la imagen de Nuestra Señora del Buen Consejo, le pareció que
la Stma. Virgen le decía: "¡Debes entrar en la Compañía de mi Hijo!".
Con esto entendió que su vocación era entrar en la Comunidad Compañía de Jesús,
o sea hacerse jesuita.
Le pidió permiso a su padre para
hacerse religioso, pero él no lo dejó. Y lo llevó a grandes fiestas y a
palacios y juegos para que se le olvidara su deseo de ser sacerdote. Después de
varios meses le preguntó: "¿Todavía sigue deseando ser sacerdote?", y
el joven le respondió: "En eso pienso noche y día". Entonces su padre
le permitió entrar de jesuita. (En un desfile de orgullosos jinetes en caballos
elegantes, Luis desfiló montado en un burro y mirando hacia atrás. Le silbaron,
pero con eso dominó su orgullo).
En 1581
el joven Luis Gonzaga, que era seminarista y se preparaba para ser sacerdote,
se dedicó a cuidar a los enfermos de la peste de tifo negro. Se encontró en la
calle a un enfermo gravísimo. Se lo echó al hombro y lo llevó al hospital para
que lo atendieran. Pero se le contagió el tifo y Luis murió el 21 de junio de
1591, a la edad de sólo 23 años. Murió mirando el crucifijo y diciendo
"Que alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor".
La madre
logró asistir en 1621 a la beatificación de su hijo.
San Luis
Gonzaga tuvo que hacer muchos sacrificios para poder mantenerse siempre puro, y
por eso la Santa Iglesia Católica lo ha nombrado Patrono de los Jóvenes que
quieren conservar la santa pureza. El repetía la frase de San Pablo:
"Domino mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre, no sea que, enseñando a
otros a salvarse, me condene yo mismo".
Sufría
mucho de mal de riñones y esta enfermedad lo obligaba a quedarse días enteros
quieto en su cama. Pero esta quietud le trajo un gran bien: le permitió
dedicarse a leer las Vidas de Santos, y esto lo animó muchísimo a volverse
mejor. (A veces sentía remordimiento porque le parecía que deseaba demasiado
irse al cielo). Su confesor San Roberto, que lo acompañó en la hora de la
muerte, dice que Luis Gonzaga murió sin haber cometido ni un sólo pecado mortal
en su vida.
Apenas el hijo se hizo religioso
su padre empezó a volverse mucho más piadoso de lo que era antes y murió
después santamente. Luis renunció a todas las grandes herencias que le
correspondían con tal de poder hacerse religioso y santo.
Santa
Magdalena de Pazzi vio en un éxtasis o visión a San Luis en el cielo, y decía:
"Yo nunca me había imaginado que Luis Gonzaga tuviera un grado tan alto de
gloria en el paraíso".
Un
oficio muy importante que hizo San Luis durante su vida fue ir de ciudad en
ciudad poniendo la paz entre familias que estaban peleadas. Cuando él era
enviado a poner paz entre los enemistados, estos ante su gran santidad,
aceptaban hacer las paces y no pelear más. Él era extraordinariamente amable y
bien educado.
Después
de muerto se apareció a un jesuita enfermo, y lo curó y le recomendó que no se
cansara nunca de propagar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
San Luis
fue avisado en sueños que moriría el viernes de la semana siguiente al Corpus,
y en ese día murió. Ese viernes es la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
La oración
que la Iglesia le dirige a Dios en la fiesta de este santo le dice:
"Señor: ya que no pudimos imitar a San Luis en la inocencia, que por lo
menos lo logremos imitar en la penitencia. Amén".
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