LUNES 5 DE JUNIO
9ª semana del T. O.- A
SAN BONIFACIO
Evangelio según san Marcos 12, 1-12
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en
parábolas a los sumos sacerdotes, a los letrados y a los senadores:
"Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un
lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó
de viaje.
A su tiempo envió un criado a los labradores, para pedir su
tanto del fruto de su viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron
con las manos vacías.
Les envió otro criado: a este lo insultaron y lo descalabraron.
Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos, los apalearon y los
mataron.
Le quedaba uno, su hijo querido, y lo envió el último, pensando
que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron; "Este es el
heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia".
Y agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará
la viña a otros.
¿No habéis leído aquel texto: “La piedra que desecharon los
arquitectos es ahora la piedra angular, es el Señor quien lo ha hecho, ha sido
un milagro patente?"
Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por
ellos, pero temieron a la gente, y se marcharon.
1. Esta
parábola tiene una actualidad que muchos
no se imaginan. Porque viene a decir que el convencimiento de un pueblo
o de una cultura, que está
persuadida
de poseer la verdadera religión y los verdaderos privilegios, conlleva un
peligro que puede llegar a ser un peligro mortal. Porque un pueblo que, en su
ADN (o sea, en sus mismas entrañas), lleva la seguridad de que la religión y la
vida tienen que ser como ellos la viven, eso desemboca en una postura fanática,
que se cierra a toda nueva apertura, a toda nueva enseñanza, a toda nueva
revelación. Es muy peligroso sentirse seguros en la posesión de la verdad, de
las costumbres y de las tradiciones.
2. Lo
peor de todo es que un pueblo (o un individuo, una institución...), que vive
así y piensa así, acaba en el fanatismo. Y sabemos que el fanático no cede.
Todo lo contrario: el fanático se siente tan seguro en sus ideas y su conducta,
que su persuasión más firme es que los demás tienen que cambiar.
Una persuasión, que es tan firme y tan fuerte,
que el fanático puede llegar a estar dispuesto a matar, si el otro no cambia.
3. Por
lo que da a entender esta parábola, los primeros cristianos interpretaron el
rechazo de Jesús (por los judíos) en clave de enfrentamiento y rechazo
fanático.
- ¿Ocurrió realmente así? - ¿Fue por eso por lo que mataron a Jesús?
Es un hecho que el judaísmo de entonces se
sintió seguro en su forma de vivir la relación con Dios, tal y como ellos la
vivían. Y no solo seguro, sino además con
el
convencimiento de que su religión -centrada en el Templo, los sacerdotes y el
culto sagrado- era (y tiene que ser) la única, la verdadera, la intocable. Y
fue por
eso,
porque Jesús se enfrentó a semejante posición intransigente, por lo que los
dirigentes judíos vieron que Jesús y ellos eran incompatibles. De ahí, la
decisión
que
tomaron: matar a Jesús.
Sobre todo, cuando se dieron cuenta de que la
fama
y
la popularidad de Jesús iba en aumento. Es lo que el evangelio de Juan relata
al final del capítulo once, después de la resurrección de Lázaro (Jn 11,47-53).
4. Es muy peligroso sentirse tan seguro, que no
se esté dispuesto a cambiar por nada del mundo. Y más peligroso es vivir en el
convencimiento de que son los demás los
que tienen que cambiar en sus ideas, conducta y
costumbres.
SAN BONIFACIO
Apóstol de Alemania
San Bonifacio nació hacia
el año 680, en el territorio de Wessex (Inglaterra). Su verdadero nombre era
Winfrido. Ordenado sacerdote, en el año 716 con dos compañeros se encaminó a
Turingia; pero aún no era la hora de su apostolado. Regresó a su monasterio y
en el año 718 viajó a Roma para solicitar del papa Gregorio II autorización de
misionar en el continente. El Sumo Pontífice lo escuchó complacido y, en el
momento de otorgarle la bendición, le dijo: "Soldado de Cristo, te
llamarás Bonifacio". Este nombre significa "bienhechor".
En 719 se dirigió a Frislandia. Allí estuvo tres años; luego se
marchó a Hesse, convirtiendo a gran número de bárbaros. En Amoneburg, a orillas
del río Olm, fundó el primer monasterio. Regresó a Roma, donde el papa lo
ordenó obispo.
Poco después, en el territorio de Hesse, fundaba el convento de
Fritzlar. En el año 725 volvió a dirigirse a Turingia y, continuando su obra misionera,
fundó el monasterio de Ordruf. Presidió un concilio donde se encontraba
Carlomán, hijo de Carlos Martel y tío de Carlomagno, quien lo apoyó en su
empresa. En el año 737, otra vez en Roma, el papa lo elevó a la dignidad de
arzobispo de Maguncia. Prosiguió su misión evangelizadora y se unieron a él
gran cantidad de colaboradores. También llegaron desde Inglaterra mujeres para contribuir
a la conversión del país alemán, emparentado racialmente con el suyo. Entre
éstas se destacaron santa Tecla, santa Walburga y una prima de Bonifacio, santa
Lioba. Este es el origen de los conventos de mujeres. Prosiguió fundando
monasterios y celebrando sínodos, tanto en Alemania como en Francia, a
consecuencia de lo cual ambas quedaron íntimamente unidas a Roma.
El anciano predicador había llegado a los ochenta años. Deseaba
regresar a Frisia (la actual Holanda). Tenía noticias de que los convertidos
habían apostatado. Cincuenta y dos compañeros fueron con él. Atravesaron muchos
canales, hasta penetrar en el corazón del territorio. Al desembarcar cerca de
Dochum, miles de habitantes de Frisia fueron bautizados. El día de pentecostés
debían recibir el sacramento de la confirmación.
Bonifacio se encontraba leyendo, cuando escuchó el rumor de gente
que se acercaba. Salió de su tienda creyendo que serían los recién convertidos,
pero lo que vio fue una turba armada con evidente determinación de matarlo. Los
misioneros fueron atacados con lanzas y espadas. "Dios salvará nuestras
almas", grito Bonifacio. Uno de los malhechores se arrojó sobre el anciano
arzobispo, quien levantó maquinalmente el libro del evangelio que llevaba en la
mano, para protegerse. La espada partió el libro y la cabeza del misionero. Era
el 5 de junio del año 754.
El sepulcro de san Bonifacio se halla en Fulda, en el monasterio
que él fundó. Se lo representa con un hacha y una encina derribada a sus pies,
en recuerdo del árbol que los gentiles adoraban como sagrado y que Bonifacio
abatió en Hesse. Es el apóstol de Alemania y el patriarca de los católicos de
ese país.
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