1ª-
SEMANA DE CUARESMA
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús
a sus discípulos:
"Cuando recéis no uséis muchas palabras
como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe
lo que os hace falta antes que se lo pidáis.
Vosotros rezad así: Padre nuestro del cielo,
santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como
en el cielo, danos hoy el pan nuestro, perdónanos nuestras ofensas, pues
nosotros hemos perdonado a los que nos
han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.
Porque si perdonáis a los demás sus culpas,
también vuestro Padre del Cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a
los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas".
1. Ponerse a rezar es manifestar deseos. El
"Padre nuestro" no es una bella plegaria para recitarla de
carrerilla. El "Padre nuestro" es la expresión de los deseos que
mandan en nuestra vida. - ¿Es eso lo que
cada cual dice cuando reza esta plegaria?
El Padre no quiere
que hablemos mucho en la oración. Lo que importa son las convicciones que
determinan nuestra conducta y organizan nuestros
hábitos de vida. Esas convicciones son las que
expresa el "Padre nuestro".
2. Ante todo, que el nombre santo de Dios no sea
jamás utilizado para lo que no se debe utilizar: para legitimar poderes o
falsedades, para tranquilizar
conciencias perversas, para justificar
violencias.
Después, el anhelo
por la llegada del Reino, es decir, que los criterios del Evangelio vayan
impregnando el tejido social. En tercer lugar, que se haga lo que Dios quiere,
no lo que interesa a quienes tienen poder para imponer sus intereses.
3. El Padre quiere que no nos falte el pan: que
no nos falte lo indispensable para vivir con dignidad. Y sobre todo, el Padre Dios quiere que seamos
capaces de perdonar. Nos interesa mucho. Porque la medida del perdón que demos
será exactamente la medida del perdón que recibiremos. El que no perdona no
tiene perdón. En este sentido, se puede afirmar que la capacidad de perdonar es lo que mide nuestra
capacidad de amar, de ser buenas personas, de vivir como gente que pasa por la vida haciendo el bien.
SAN ELEUTERIO
Nació en
Nicopoli en Epiro. Mártir. Elegido en el 175, murió en el 189. Mandó a Fugacio
y Damián a convertir a los bretones. Suprimió algunas costumbres hebraicas
sobre la pureza e impureza de las viandas de las cuales los cristianos daban
gran importancia.
Martirologio
Romano: En
Roma, san Eleuterio, papa, al que los famosos mártires de Lyon, apresados
entonces, escribieron una célebre carta para que mantuviera la paz en la
Iglesia (189).
Etimológicamente: Eleuterio = Aquel que se comporta con generosidad y
libertad, es de origen griego.
San
Eleuterio, natural de Nicópolis, ciudad de Grecia, diácono y discípulo del
Santo Pontífice Aniceto, sucedió a San Sotero en el pontificado el año 175.Tuvo
en su tiempo alguna paz y tranquilidad la Iglesia, y con esta quietud se iba
multiplicando maravillosamente, y en Roma muchos caballeros y señores, cansados
ya de la superstición de sus vanos dioses y de la crueldad y abominaciones de
sus emperadores, por la doctrina y predicación del Santo Pontífice Eleuterio,
recibían la luz del Evangelio y se convertían al Señor.
Y no
menos en las otras provincias y reinos descubría sus claros rayos y
resplandores nuestra Santa Religión; particularmente se vio esto en Britannia,
que ahora llamamos Inglaterra, porque Lucio su rey, habiendo entendido la santa
vida y milagros de los cristianos, y, que poco antes Marco Aurelio emperador
había alcanzado por oración de ellos una gran victoria contra los marcomanos, y
que por esto permitían que viviesen en su ley y que algunos caballeros y
senadores romanos se habían bautizado y seguido al estandarte de Cristo, movido
del mismo Señor, envió solemne embajada con Elvano y Meduino, criados suyos, a
San Eleuterio, suplicándole que le enviase algunos ministros suyos, para que a
él y a toda su casa y reino hiciese cristianos y los reconociese como a ovejas
suyas y del rebaño del Señor.
No se
puede creer la alegría que el Santo Pontífice Eleuterio recibió con esta
embajada; y para cumplimiento de lo que por ella se pedía, envió a Fugacio y
Donacio, que otros llaman Damiano, varones dignos de tan grande empresa, a
Britannia, para que enseñasen los misterios de nuestra San Fe a Lucio y a su
reino, y con el agua del santo bautismo los reengendrasen en Cristo. Ellos
fueron, y lo hicieron, y todo conforme al deseo y orden de Eleuterio; y el rey
se bautizó y fue Santo, y como de tal hizo mención de él el Martirologio romano
al 3 de diciembre, y su reino públicamente aceptó la fe de Jesús, y fue el
primero del mundo que por público decreto y común parecer de los moradores de
él recibió y profesó la religión cristiana; puesto caso que en España y
Francia, y en los otros reinos y provincias, ya había en este tiempo muchos
cristianos. Esta conversión de Lucio fue en el año de 183, según el cardenal
Baronio.
Con la
paz que tuvo la Iglesia en este tiempo, se levantaron algunos herejes que la
turbaron, como los Valentinianos, Marcionistas, Severianos, y otros más; a los
cuales el Pontífice Eleuterio resistió valerosamente, y fue ayudado de San
Ireneo, discípulo de San Policarpo, y de Papías, que habían enviado de la
Iglesia de Lyon de Francia, y en el tiempo que estuvo en ella escribió contra
los herejes, y les hizo la guerra como varón doctísimo, confutando los
disparates que ellos enseñaban, con la doctrina y tradiciones apostólica que él
había aprendido; y después volvió a Lyon, de donde fue obispo y mártir
gloriosísimo.
Y
porque algunos herejes enseñaban que Dios había creado muchas cosas malas, y
que no se había de comer algunos manjares, por ser tales, Eleuterio mandó que
nadie desechara por superstición género alguno de manjar de las creaturas que
Dios hizo para servicio del hombre; no porque no sea lícito y loable de
abstenerse de manjares regalados y gustosos para mortificar y refrenar la carne
y sus apetitos, o porque no se deba obedecer a la Iglesia cuando nos manda
abstenernos de ellos en los días de ayuno, que esto es necesario, sino porque
no se han de desechar, por pensar que son malos de su naturaleza.
Ordenó
asimismo que ningún sacerdote fuera depuesto, sin que primero fuese legítimamente
convencido de algún grave delito, y que ningún ausente fuese condenado antes de
ser oído; pues Cristo no condenó, ni dejó de comulgar a Judas, con saber quién
era, porque aún no era notorio su pecado. Dió tres veces órdenes en el mes de
diciembre, y en ellas ordenó 12 presbíteros, 8 diáconos y 15 obispos; y después
de haber gobernado santamente la Iglesia romana, fue martirizado, dando su vida
por Cristo, siendo Cómodo emperador, aunque los Martirológios romanos antiguos
no declaran con que género de muerte fue coronado. Su cuerpo fue sepultado en
el Vaticano.
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