lunes, 19 de febrero de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 20 DE FEBRERO - MARTES - 1ª- SEMANA DE CUARESMA SAN ELEUTERIO





20  DE FEBRERO   - MARTES -
1ª- SEMANA DE  CUARESMA

Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Cuando recéis no uséis muchas palabras como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso.   No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que se lo pidáis.
Vosotros rezad así: Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros   hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.
Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del Cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas".

1.  Ponerse a rezar es manifestar deseos. El "Padre nuestro" no es una bella plegaria para recitarla de carrerilla. El "Padre nuestro" es la expresión de los deseos que mandan en nuestra vida.  - ¿Es eso lo que cada cual dice cuando reza esta plegaria?
El Padre no quiere que hablemos mucho en la oración. Lo que importa son las convicciones que determinan nuestra conducta y organizan nuestros
hábitos de vida. Esas convicciones son las que expresa el "Padre nuestro".

2.  Ante todo, que el nombre santo de Dios no sea jamás utilizado para lo que no se debe utilizar: para legitimar poderes o falsedades, para tranquilizar
conciencias perversas, para justificar violencias.
Después, el anhelo por la llegada del Reino, es decir, que los criterios del Evangelio vayan impregnando el tejido social. En tercer lugar, que se haga lo que Dios quiere, no lo que interesa a quienes tienen poder para imponer sus intereses.

3.  El Padre quiere que no nos falte el pan: que no nos falte lo indispensable para vivir con dignidad. Y   sobre todo, el Padre Dios quiere que seamos capaces de perdonar. Nos interesa mucho. Porque la medida del perdón que demos será exactamente la medida del perdón que recibiremos. El que no perdona no tiene perdón. En este sentido, se puede afirmar que la   capacidad de perdonar es lo que mide nuestra capacidad de amar, de ser buenas personas, de vivir como gente   que pasa por la vida haciendo el bien.

SAN  ELEUTERIO

 
Nació en Nicopoli en Epiro. Mártir. Elegido en el 175, murió en el 189. Mandó a Fugacio y Damián a convertir a los bretones. Suprimió algunas costumbres hebraicas sobre la pureza e impureza de las viandas de las cuales los cristianos daban gran importancia.

Martirologio Romano: En Roma, san Eleuterio, papa, al que los famosos mártires de Lyon, apresados entonces, escribieron una célebre carta para que mantuviera la paz en la Iglesia (189).

Etimológicamente: Eleuterio = Aquel que se comporta con generosidad y libertad, es de origen griego.
San Eleuterio, natural de Nicópolis, ciudad de Grecia, diácono y discípulo del Santo Pontífice Aniceto, sucedió a San Sotero en el pontificado el año 175.Tuvo en su tiempo alguna paz y tranquilidad la Iglesia, y con esta quietud se iba multiplicando maravillosamente, y en Roma muchos caballeros y señores, cansados ya de la superstición de sus vanos dioses y de la crueldad y abominaciones de sus emperadores, por la doctrina y predicación del Santo Pontífice Eleuterio, recibían la luz del Evangelio y se convertían al Señor.
Y no menos en las otras provincias y reinos descubría sus claros rayos y resplandores nuestra Santa Religión; particularmente se vio esto en Britannia, que ahora llamamos Inglaterra, porque Lucio su rey, habiendo entendido la santa vida y milagros de los cristianos, y, que poco antes Marco Aurelio emperador había alcanzado por oración de ellos una gran victoria contra los marcomanos, y que por esto permitían que viviesen en su ley y que algunos caballeros y senadores romanos se habían bautizado y seguido al estandarte de Cristo, movido del mismo Señor, envió solemne embajada con Elvano y Meduino, criados suyos, a San Eleuterio, suplicándole que le enviase algunos ministros suyos, para que a él y a toda su casa y reino hiciese cristianos y los reconociese como a ovejas suyas y del rebaño del Señor.
No se puede creer la alegría que el Santo Pontífice Eleuterio recibió con esta embajada; y para cumplimiento de lo que por ella se pedía, envió a Fugacio y Donacio, que otros llaman Damiano, varones dignos de tan grande empresa, a Britannia, para que enseñasen los misterios de nuestra San Fe a Lucio y a su reino, y con el agua del santo bautismo los reengendrasen en Cristo. Ellos fueron, y lo hicieron, y todo conforme al deseo y orden de Eleuterio; y el rey se bautizó y fue Santo, y como de tal hizo mención de él el Martirologio romano al 3 de diciembre, y su reino públicamente aceptó la fe de Jesús, y fue el primero del mundo que por público decreto y común parecer de los moradores de él recibió y profesó la religión cristiana; puesto caso que en España y Francia, y en los otros reinos y provincias, ya había en este tiempo muchos cristianos. Esta conversión de Lucio fue en el año de 183, según el cardenal Baronio.

       Con la paz que tuvo la Iglesia en este tiempo, se levantaron algunos herejes que la turbaron, como los Valentinianos, Marcionistas, Severianos, y otros más; a los cuales el Pontífice Eleuterio resistió valerosamente, y fue ayudado de San Ireneo, discípulo de San Policarpo, y de Papías, que habían enviado de la Iglesia de Lyon de Francia, y en el tiempo que estuvo en ella escribió contra los herejes, y les hizo la guerra como varón doctísimo, confutando los disparates que ellos enseñaban, con la doctrina y tradiciones apostólica que él había aprendido; y después volvió a Lyon, de donde fue obispo y mártir gloriosísimo.

Y porque algunos herejes enseñaban que Dios había creado muchas cosas malas, y que no se había de comer algunos manjares, por ser tales, Eleuterio mandó que nadie desechara por superstición género alguno de manjar de las creaturas que Dios hizo para servicio del hombre; no porque no sea lícito y loable de abstenerse de manjares regalados y gustosos para mortificar y refrenar la carne y sus apetitos, o porque no se deba obedecer a la Iglesia cuando nos manda abstenernos de ellos en los días de ayuno, que esto es necesario, sino porque no se han de desechar, por pensar que son malos de su naturaleza.

Ordenó asimismo que ningún sacerdote fuera depuesto, sin que primero fuese legítimamente convencido de algún grave delito, y que ningún ausente fuese condenado antes de ser oído; pues Cristo no condenó, ni dejó de comulgar a Judas, con saber quién era, porque aún no era notorio su pecado. Dió tres veces órdenes en el mes de diciembre, y en ellas ordenó 12 presbíteros, 8 diáconos y 15 obispos; y después de haber gobernado santamente la Iglesia romana, fue martirizado, dando su vida por Cristo, siendo Cómodo emperador, aunque los Martirológios romanos antiguos no declaran con que género de muerte fue coronado. Su cuerpo fue sepultado en el Vaticano.

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