lunes, 5 de febrero de 2018

Párate un momento: El evangelio del dia 6 DE FEBRERO - MARTES – 5ª- SEMANA DEL T. O. - B SAN PABLO MIKI Y COMPAÑEROS MARTIRES



6 DE FEBRERO   -  MARTES –
5ª- SEMANA DEL T. O. - B

Lectura del santo evangelio según san Marcos 7, 1-13
       En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos letrados de Jerusalén y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras (es decir, sin lavarse las manos). (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).
Según eso, los fariseos y los letrados preguntaron a Jesús:
"¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?
"Él les contestó:
"Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos. 
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres'.
Y añadió:
       "Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición.
Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre y el que maldiga a su padre o a su madre tiene pena de muerte. En cambio, vosotros decís: "Si uno le dice a su padre o a su madre: los bienes con que podría ayudarte los ofrezco al Templo", ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre; invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os transmitís; y como estas hacéis muchas'.

1.  Los ritos de purificación, que consisten en lavatorios corporales, eran (y siguen siendo) importantes en muchas religiones. Tales ritos se basan en la idea según la cual hay acciones, animales, comidas, enfermedades o actos humanos, sobre todo los relacionados con la sexualidad, que "manchan" la
conciencia y por eso dejan al ser humano en condiciones   de "indignidad" para acercarse a "lo sagrado" (Lv 11-15; Dt 14 y 19).
Esto tiene el gran peligro de que, en la conciencia de muchas personas, puede convertir determinadas    acciones religiosas en formas o manifestaciones de   magia.

2.  Jesús desobedece estos preceptos y rituales religiosos. Sus discípulos también.  Y además Jesús les dice a los fariseos y a los letrados que todas esas normas religiosas no sirven para nada y son un "culto vacío", que equivale a lo que Is 29, 13 califica como precepto humano y rutina. Un hecho que se sigue produciendo entre personas religiosas y en los ceremoniales eclesiásticos. Se anteponen las normas litúrgicas humanas a los principios más básicos del Evangelio y de la ética. Lo cual viene ocurriendo desde los orígenes más primitivos de la religión que se conocen.
En la historia del hecho religioso, los ritos de sacrificios funerarios aparecieron miles de años antes que la idea o la experiencia de Dios. Y es que, como bien se ha dicho, "Dios es un producto tardío en la historia de la religión" (G. van der Leeuw, Walter Burkert).

3.  Por desgracia, es frecuente encontrar personas y   grupos muy fieles y observantes de los ritos religiosos, pero al mismo tiempo esas personas fieles y observantes son unos perfectos ladrones y seres deshumanizados.   Es lo que Jesús afirma con el ejemplo concreto de la práctica establecida por los hombres de la religión que engañaban a la gente para quedarse con el dinero que
se debía dedicar a atender a los padres ancianos y desamparados.  Así, la religión anteponía los intereses del Templo a las necesidades de las personas. Por eso Jesús denuncia provocativamente la hipocresía y el cinismo de la religión. Porque esto es una de las cosas que más daño hacen a la gente y su fe en Dios.

4.   Los ritos, cumplidos fielmente, tranquilizan la conciencia y liberan de los sentimientos de culpa.
 - ¿No será este el motivo por el que las personas religiosas son tan observantes y cumplidoras? 
Con una misa o un "padrenuestro", muchas
personas se quedan en paz. Pero ¿es eso la religión que nos enseñó Jesús?

SAN PABLO MIKI Y COMPAÑEROS MARTIRES

Mártires de Japón
Martirologio Romano: En Nagasaki, en Japón, pasión de los santos Pablo Miki junto con veinticinco compañeros, Declarada una persecución contra los cristianos, ocho presbíteros o religiosos de la Compañía de Jesús o de la Orden de los Hermanos Menores, procedentes de Europa o nacidos en Japón, junto con diecisiete laicos, fueron apresados, duramente maltratados y, finalmente, condenados a muerte. Todos, incluso los adolescentes, por ser cristianos fueron clavados en cruces, manifestando su alegría por haber merecido morir como murió Cristo (1597).
El primero que llevó el anuncio de la fe cristiana a Japón fue San Francisco Javier, quien trabajó allí en de 1549 a 1551. En pocos años los cristianos llegaron a ser unos 300.000. Humanamente hablando, es doble el “secreto” que hizo posible esta expansión: el respeto que los misioneros jesuitas tuvieron por los modos de vida y las creencias japonesas no directamente opuestas a la enseñanza cristiana, y el empeño de insertar elementos locales en la predicación y en la administración.
Fue catequista jesuita un joven llamado Pablo Miki, nacido entre los años 1564 y 1566, de una rica familia de Kyoto. Quería ser sacerdote, pero su ordenación fue postergada “sine die”, porque la única diócesis todavía no tenía obispo. Además, en 1587 el emperador Toyotomi Hideyoshi, que se propuso la conquista de Corea, cambió su actitud benévola para con los cristianos y publicó un decreto de expulsión de los misioneros extranjeros.
La orden se cumplió en parte: algunos misioneros permanecieron en el país de incógnito, y en 1593 algunos franciscanos españoles, dirigidos por Pedro Bautista, llegaron a Japón procedentes de Filipinas y fueron bien recibidos por Hideyoshi. Pero poco después vino la ruptura definitiva, incluso por motives políticos anti-españoles y anti-occidentales. El 9 de diciembre fueron arrestados seis franciscanos (Pedro Bautista, Martín de la Asunción, Francisco Blanco, Felipe Las Casas, Francisco de San Miguel y Gonzalo García), tres jesuitas (Pablo Miki, Juan Soan de Gotó y Santiago Kisai) y quince laicos terciarios franciscanos, a los que se les añadieron después otros dos, que eran catequistas.
Después de haberles cortado el lóbulo izquierdo, los 26 fueron llevados de Meaco a Nagasaki, para exponerlos a la burla de las muchedumbres, que más bien admiraron la heroica valentía que manifestaron sobre todo en el momento de la muerte, cuando fueron crucificados en una colina de Nagasaki el 5 de febrero de 1597. Despertaron gran conmoción las palabras de perdón y de testimonio evangélico pronunciadas por Pablo Miki desde la cruz, y la serenidad y valentía que demostraron Luis Ibaraki (de 11 años), Antonio (de trece) y Tomás Cosaki (de catorce), que murieron cantando el salmo: “Laudate, pueri, Dominum...”

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