jueves, 15 de febrero de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 16 DE FEBRERO - VIERNES DESPUÉS DE CENIZA santa Juliana, virgen y mártir




 16  DE FEBRERO  - VIERNES  
DESPUÉS  DE  CENIZA

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 14-15
      En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercaron a Jesús preguntándole:
      "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y en cambio, tus discípulos no ayunan?".
Jesús les dijo:
"¿Es que pueden guardar luto los amigos del novio mientras el novio está con ellos?". Llegará el día en que se lleven al novio y entonces ayunarán".

1.  Está claro que Jesús no enseñó a sus discípulos las normas religiosas sobre el ayuno.  Jesús estaba persuadido de que privarse de alimentos o de otras
cosas pensando que a Dios le agrada que nos privemos de lo que nos gusta, eso no lo quiere Dios. Jesús quiere que seamos capaces de compartir nuestro pan con los que no tienen. Porque eso es fuente de abundancia, como ocurrió en la multiplicación de los panes. Pensar que cuando lo pasamos mal, Dios se pone contento, eso no es pensar en Dios, sino en un mito monstruoso y, por
tanto, enteramente falso.

2.  El proyecto del Reino de Dios es como una fiesta de bodas, un banquete regio (Mt 22, 10; Lc 14, 15-24), en el que entran todos, malos y buenos (Mt 22,
10). Dios es el primero que quiere para todos, y antes   que ninguna otra cosa, nuestra felicidad. Una felicidad de la que nadie quede excluido.  Sobre todo, que no   queden excluidos los más desgraciados de este mundo, aquellos a quienes peor ha tratado la vida. Y quienes han perdido la esperanza de un futuro feliz después de su propia muerte.

3.  El "día en que se lleven al novio y entonces habrá que ayunar" no puede indicar el tiempo después   de la muerte y resurrección del Señor.  Porque eso
no cuadra con la constante presencia de Jesús en la vida de los cristianos (Mt 28, 20).
La alegoría de Mt 25 1-13 sigue hablando de la presencia del "novio". Lo más probable es que la última referencia al ayuno es un indicio de que, cuando se escribió el evangelio de Mateo, había cristianos que   ayunaban y quisieron justificar su costumbre añadiendo    al texto algo que nunca dijo Jesús. Eso es lo que hoy explican los más autorizados comentarios de los evangelios sinópticos (U. Luz, M. Joel. F. Bovon, etc.).


Cuando llegó la paz de Constantino, la matrona Sofronia tomó las reliquias del cuerpo de la mártir Juliana con la intención de llevarlas consigo a Roma. Por una tempestad, tuvo que desembarcar en Puzoli donde le edificó un templo que luego destruyeron los lombardos. Las reliquias se vieron peligrar y prudentemente se trasladaron a Nápoles donde reposan y se veneran con gran devoción.
En Nicomedia tuvieron lugar los hechos, de mil maneras narrados y con toda clase de matices comentados, en torno a esta santa que hizo un proyecto de su vida contrapuesto al deseado por su padre. Los narraré escuetamente adelantando ya que fue por la persecución de Maximiano.
Juliana es hija de una conocida familia ilustre pero con un padre pagano metido en el ejercicio del Derecho - que cuando llega el momento llega a convertirse en perseguidor de los cristianos - y una madre agnóstica. Ella, por la situación del entorno familiar nada favorable para la vivencia cristiana, se ha hecho bautizar en secreto. Además, se le ha ocurrido entregarse enteramente a Cristo y no entra el casamiento en sus planes de futuro. Este es el marco.
La dificultad del caso comienza cuando Eluzo, que es un senador joven, quiere casarse con Juliana. La cosa se pone aún más interesante porque, conociendo que Eluzo bebe los vientos por su hija, ya ha concertado el padre el matrimonio entre el senador y la joven, comprometiendo su honorabilidad.
La supuesta novia lo recibe amablemente y con cortesía haciendo gala de su esmerada educación. Pero, al llegar el momento culminante de los detalles matrimoniales, salta sobre el tapete una condición al aspirante con la intención de desligarse del compromiso. No lo aceptará -le dice- mientras no sea juez y prefecto de la ciudad. Claro que eso era como pedir la luna; pero se vio pillada en sus palabras ya que, en poco tiempo, gracias a influencias, dinero y valía personal, Eluzo se ha convertido en juez y prefecto de Nicomedia; además, continúa insistiendo en sus pretensiones matrimoniales con Juliana. La doncella mantiene la dignidad dándole toda clase de felicitaciones y parabienes, al tiempo que le asegura no poder aceptar el matrimonio hasta que se dé otra condición imprescindible para cubrir la sima que los separa: debe hacerse cristiano.
Ante tamaño disparate es el propio Eluzo quien pondrá al padre al corriente de lo que está pasando y de la «novedad» que se presenta. «Si eso es verdad, seremos juez y fiscal para mi hija». Juliana sólo sabe contestar a su padre furioso que ansía ser la primera dama de la ciudad, pero que, sin ser cristiano, todo lo demás lo estima en nada.
«Por Apolo y Diana! Más quiero verte muerta que cristiana».
Convertida al cristianismo, se destacó por su entusiasmo y ardor en la difusión de la fe, por lo que fue encarcelada, torturada y finalmente decapitada el año 305. Su cuerpo fue trasladado a Cumas, en Italia, y posteriormente sus reliquias llegaron a España, donde en su honor los condes de Castilla levantaron el célebre monasterio de Santillana (Santa Ileana), uno de los mejores monumentos de la Edad Media española
En la conversación tratará a su padre con respeto y amor de hija, pero... «mi Salvador es Jesucristo en quien tengo puesta toda mi confianza». Vienen los tormentos esperados cuando las razones no son escuchadas. Estaño derretido y fuego; además, cárcel para darle tiempo a pensar y llevarla a un cambio de actitud. Finalmente, con 18 años, se le corta la cabeza el 16 de febrero del 308.
Alguna vez hay padres «se pasan» al forzar a sus hijos cuando tienen que elegir estado. Esto tiene más complicaciones si razones profundas, como la fe práctica, dificulta la comprensión de los motivos que distancian. ¿No pensaría el padre de Juliana que sin matrimonio y cristiana su hija sería desgraciada? Quizá con viva fe cristiana llegara a vislumbrar que Jesucristo llena más que el dinero, el poder, la dignidad y la fama.
Uno de los hechos más característicos de las «Actas», es la discusión que tuvo la santa con el demonio, el cual, disfrazado como un ángel de luz, trataba de persuadirla para que accediese a los deseos de su padre y de su pretendiente. Por ello, el arte medieval representaba comúnmente a Santa Juliana con una cadena o una cuerda disponiéndose a atar a un demonio alado.

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