miércoles, 14 de febrero de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 15 DE FEBRERO - JUEVES - DESPUÉS DE CENIZA SAN CLAUDIO DE LA COLUMBIERE





15 DE FEBRERO 
JUEVES - DESPUÉS DE CENIZA

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 22-25
    En aquel tiempo, dijo Jesús:
"El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar al tercer día".
Y dirigiéndose a todos, dijo:
"El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará.
¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?".

1.  El Padre del Cielo no quiere, en modo alguno, que sus hijos sufran.  Ni quiere que fracasen en la vida o que los maten. El Padre, del que nos habló Jesús, es siempre bueno (Mt 5, 43-48). De forma que se trata de un Padre que ni sabe, ni quiere, ni puede hacer el mal, permitir el mal, ser causa de sufrimiento para sus hijos. El Padre de Jesús no pudo querer el sufrimiento y la muerte en la cruz.
Entonces,  - ¿cómo se explica que Jesús pidiera a gritos escapar de aquella muerte (Hb 5, 7) y al mismo   tiempo tuviera que añadir "hágase tu voluntad"? (Mt 25, 39).  - ¿Cómo entender que Dios "entregara a su
Hijo a la muerte"? (Rm 8,  32).

2.  Lo que el Padre-Dios quiso es que Jesús se pusiera de parte de todos los que sufren por culpa de los que causan sufrimiento a los demás. Los que tienen poder (económico, político, religioso...) causan -con demasiada frecuencia- demasiado sufrimiento a los que carecen de poder.
Jesús se puso de parte de estos y fue víctima de aquellos. Por eso murió en la cruz. Dios no quiere más sufrimiento que el que brota de la lucha contra el sufrimiento.

3.  En el Nuevo Testamento hay textos sobre la muerte de Jesús que nos llevan a pensar en la teología judía del "sacrificio" (Lv 17, 11; Dt 12, 23) y la "expiación" (Ex 29, 36 s). Pero esa teología ya no vale para los cristianos. Porque Jesús murió colgado de una cruz para enseñarnos una cosa fundamental y decisiva, a saber: que la solidaridad y hacer el bien son los sacrificios que agradan a Dios (Hb 13, 16). Ya no se puede decir que sin derramamiento de sangre no hay perdón (Hb 9, 22).
El Padre de Jesús no es el "dios vampiro" que necesita sangre y dolor para aplacarse y perdonar. La muerte de Jesús no fue un ajuste de cuentas entre Dios y Dios. Fue el final de una vida para los demás.  Solo eso es lo que nos salva a los humanos.
El Nuevo Testamento no es una mera continuación del Antiguo.  La Ley y los Profetas llegaron hasta Juan Bautista; a partir de entonces, se anuncia el Reinado de Dios (Lc 16, 16). Juan representa el límite final de "lo antiguo"; Jesús es el punto de partida de "lo nuevo".

SAN CLAUDIO DE LA COLUMBIERE

(año 1641 -1682)
En la Iglesia Católica hay 12 santos que se llaman Claudio, y éste es el más moderno. Tiene el honor de haber sido el director espiritual de la propagadora de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, Santa Margarita María Alacoque.
Nació cerca de Lyon, en Francia, en 1641. De familia muy piadosa y acomodada, al principio sentía mucho temor a entrar a una comunidad religiosa. Pero llevado a estudiar a un colegio de los Padres Jesuitas, adquirió un enorme entusiasmo por esta Comunidad y pidió ser admitido como religioso jesuita. Fue admitido y en la ciudad de Avignon hizo su noviciado y en esa misma ciudad dio clases por bastantes años.
El año en que fue declarado santo San Francisco de Sales (1665) los superiores encomendaron a Claudio de la Colombiere que hiciera el sermón del nuevo santo ante las religiosas Salesas o de la Visitación. Y en aquella ocasión brillaron impresionantemente las cualidades de orador de este joven jesuita, y las religiosas quedaron muy entusiasmadas por seguir escuchando sus palabras.
El Padre Claudio preparaba con mucho esmero cada uno de sus sermones, y los escribía antes de pronunciarlos. No los leía al público, porque la lectura de un sermón le quita muchísima de su vitalidad, pero antes de proclamarlos se esmeraba por ponerlos por escrito. En Avignon, en Inglaterra, y en París impresionó muy provechosamente a los que lo escuchaban predicar.
Uno de los más provechosos descubrimientos de su vida fue el de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, tomado de las revelaciones que recibió Santa Margarita. Cuando Claudio cumplió los 33 años se propuso, después de hacer un mes de Retiros Espirituales, morir al mundo y a sus vanidades y dedicarse totalmente a la oración, a la vida interior, a la predicación y a la enseñanza del catecismo, y a dirigir cuantas más almas pudiera, por el camino de la santificación.
En 1675 el Padre Claudio fue nombrado superior del colegio de los jesuitas en Paray le Monial, la ciudad donde vivía Santa Margarita. Esta santa se encontraba en un mar de dudas, y no hallaba un director espiritual que lograra comprenderla. Le había contado a un sacerdote las revelaciones y apariciones que le había hecho el Sagrado Corazón de Jesús, pero aquel sacerdote, que sabía poco de mística, le dijo que todo eso eran engaños del demonio. Entonces ella se dedicó a pedirle a Nuestro Señor que le enviara un santo y sabio sacerdote que la comprendiera, y su oración fue escuchada.
Escribe así Santa Margarita: "El Padre Claudio vino a predicarnos un sermón, y mientras él hablaba oí en mi corazón que Jesucristo me decía: ‘He aquí al sacerdote que te he enviado’. Después del sermón fui a confesarme con él, y me trató como si ya estuviera enterado e informado de lo que me estaba sucediendo. En la segunda confesión que hice con él le informé que yo sentía una gran aversión y repugnancia a confesarme, y me dijo que me felicitaba por esto, pues con vencer la tal aversión podía cumplir aquel mandato de Jesús que dice: ‘El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo’. Este piadoso sacerdote me fue guiando con gran sabiduría, y demostrando un gran respeto por mi alma me fue diciendo todo lo bueno y lo malo que había en mi corazón, y con sus consejos me consoló muchísimo. Me insistía continuamente que aceptara cada día el que se cumpliera en mí todo lo que la Santa Voluntad de Dios permitiera que me sucediera, y me enseñó a apreciar los dones de Dios y a recibir las comunicaciones divinas con fe y humildad".
Claudio no sólo dirigió espiritualmente a la santa que el Sagrado Corazón escogió para hacerle sus revelaciones, sino que dedicó toda su vida restante y sus muchas energías en propagar por todas partes la devoción del Corazón de Jesús.
Fue enviado el santo sacerdote a Inglaterra, y allí, como predicador de los altos empleados del gobierno, logró muchas conversiones de protestantes hacia el catolicismo. Su tema favorito era la devoción al Sagrado Corazón. Pero los protestantes, que eran muy poderosos en aquel país, le inventaron toda clase de calumnias y obtuvieron que fuera puesto preso y condenado a muerte. Sólo la intervención del rey Luis XIV de Francia logró que no lo mataran. Pero los meses pasados en la prisión le destruyeron casi por completo su salud.
Fue expulsado de Inglaterra a Paray le Monial, la ciudad desde donde se propagó a todo el mundo la devoción al Corazón de Jesús. Santa Margarita le anunció que él moriría en aquella ciudad, y así sucedió el 15 de febrero del año 1682. Santa Margarita recibió una revelación en la cual se le decía que el Padre Claudio estaba ya en el cielo.
El Papa Juan Pablo II lo declaró santo en 1992.

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