martes, 27 de febrero de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 28 DE FEBRERO - MIÉRCOLES – 2ª- SEMANA DE CUARESMA - B SAN ROMAN





28  DE  FEBRERO - MIÉRCOLES –
2ª- SEMANA  DE  CUARESMA - B

Lectura del santo evangelio según san Mateo 20, 17-28
      En aquel tiempo, mientras iba Jesús subiendo a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo:
"Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los letrados, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen, y al tercer día resucitará".
Entonces se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó:
     "¿Qué deseas?".
Ella contestó:
"Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda'.
Pero Jesús replicó:
"No sabéis lo que pedís.
- ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?".
Contestaron:
     "Lo somos".
Él les dijo:
"Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre'.
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús reuniéndolos, les dijo:
"Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para dar su vida en rescate por muchos'.

1.   Las palabras de Jesús, que recoge este relato, tienen dos partes.
En la primera, Jesús afirma el camino y el destino que le espera: sufrimiento, fracaso, muerte de ignominia y después plenitud de vida.
En la segunda, los Doce proponen la categoría a la que ellos aspiran: puestos de importancia, tener poder y estar sobre los demás (la indignación de "los otros diez" indica que allí todos querían lo mismo). 
Se ve claramente que aquí se plantean dos destinos estrictamente opuestos.  Esto es lo que está sucediendo en la Iglesia desde hace más de mil novecientos años:  hombres revestidos de pompa y poder representando a un crucificado.

2.   Es tremendo el contraste que aquí se plantea.  Porque es el contraste que está en lo más determinante que hay en la vida: el prestigio y el poder.
Jesús sabe lo que le espera en Jerusalén; y va   derecho al desprestigio y el despojo.
Los Doce saben lo que hacen los jefes de los pueblos y los grandes de este mundo; y apetecen con astucias y enfados mandar como mandan los poderosos.
Lo preocupante del poder no es quién lo tiene, sino cómo lo ejerce.
¿Qué clase de poder puede tener un crucificado? ¿Qué forma de poder ejerce de facto un monarca   absoluto?

3.   Los católicos, como católicos, vivimos (y viviremos) perdidos y desamparados mientras la contradicción entre la debilidad de Dios (1 Cor 1, 25) y la potestad suprema, plena, inmediata y universal del Vicario de Cristo (Canon 331 del vigente Código de   Derecho Canónico) no se resuelva.
No será así entre vosotros, dice el Señor.

SAN ROMAN

Abad

Martirologio Romano: En el monte Jura, en la región lugdunense de la Galia, sepultura del abad san Román, que, siguiendo los ejemplos de los antiguos monjes, primero abrazó la vida eremítica y después fue padre de numerosos monjes (460).

Breve Biografía
Son escasas las noticias que han llegado hasta nosotros de este ilustre ermitaño y célebre fundador de Monasterios, sobre todo de su juventud y formación intelectual. Parece que apenas tenía estudios, pero sí gozaba de una sabiduría e inteligencia nada comunes y que en su hogar familiar había recibido una esmerada educación cristiana que, a pesar de las no pocas dificultades por las que el trajín de la vida le arrastró, jamás llegó a olvidar.
Su vida se mueve en aquellos años tan difíciles cuando el Imperio Romano de Occidente se desmorona y cuando los pueblos bárbaros venidos del norte de Europa amenazan avasallarlo todo. De hecho, reina la barbarie y la desolación. El cristianismo que hace poco ha conocido los aires de la libertad, al poder celebrar sus actos fuera de las catacumbas, encuentra ahora este enemigo al que tan sólo le interesa el materialismo y la barbarie, polos opuestos a la dulzura y valores eternos que predica la fe de Jesucristo.
La Divina Providencia iba dirigiendo los pasos de Román y poco a poco le hacía ver que aquella vida que llevaba no podía satisfacer ni llenar las ansias de su corazón. Estaba dotado de un carácter vivo, fogoso y expansivo. Por otra parte, también le arrastraba la soledad y la entrega a Dios en el silencio y la oración. ¿Quién vencerá la batalla?
Es ordenado sacerdote en Besancón por el ilustre Hilario de Arlés en tiempos tan difíciles para la Iglesia. No por cobardía, sino por necesidad interior, renuncia a todas las prebendas que podía ofrecerle su Ordenación sacerdotal y se retira a la soledad para vivir la vida eremítica. Allí pasa unos años no teniendo otra compañía que los árboles, las plantas y algunos animales. Toda su jornada la pasa entregado a la oración, a la mortificación y hace también algunos trabajos manuales.
Pronto se enteran algunos hombres, igual que él hambrientos de vida de mayor entrega al Señor, y le piden los acepte en su compañía... Así van echándose los cimientos de aquel género de vida que llamará la atención por aquellos alrededores y que será foco de virtudes cristianas. Román conocía bien la vida y escritos de los Padres del Desierto de Egipto, la Tebaida, etc... y pensó que, sin abandonar su Patria, en la misma Galia, podía él y los suyos organizar el mismo género de vida que aquellos Padres... De aquí surgió su célebre convento de Condat que será después la semilla de otros muchos Monasterios o una especie de lauras aglutinadas en torno al abad o padre espiritual de todo el Monasterio.
Cierto día se sumó a aquellos monjes el mismo hermano de Román, llamado Lupicino, que después también será inscrito en el Catálogo de los Santos. Entre los dos llevaban la dirección del Monasterio. Lupicino era más fogoso que Román y a veces era un tanto duro en las penitencias que él se imponía y quería también para los demás. Entonces aparecía Román, y con su gran bondad, traía la paz y descargaba a los monjes de penitencias exageradas.
Gracias al buen hacer de Román no hubo nunca escisiones en el Monasterio y todos vivían como verdaderos hermanos, teniendo, como dice el libro de los Hechos "un mismo sentir y siendo todo común entre ellos".
Román también supo ser duro e intransigente con los príncipes y nobles cuando veía que los derechos humanos y de la Iglesia eran pisoteados por ellos. Condat se había convertido en una de las escuelas más famosas de su tiempo y de allí salían fervorosos misioneros y trabajadores para todos los campos en la viña del Señor. Famosos se hicieron aquellos cenobios por su sabiduría, copia de códices, enseñanza de idiomas antiguos, composición de preciosos tratados de vida espiritual y obradores de muchos prodigios. Lleno de méritos expiraba el año 460.

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