4
DE FEBRERO – DOMINGO-
5ª
- SEMANA DEL T.O. – B
Lectura
del libro de Job (7,1-4.6-7):
Habló
Job, diciendo:
«El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son
los de un jornalero; Como el esclavo, suspira por la sombra, como el jornalero,
aguarda el salario. Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga;
al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar
vueltas hasta el alba.
Mis días corren más que la lanzadera, y se consumen sin esperanza.
Recuerda que mi vida es un soplo, y que mis ojos no verán más la dicha.»
Salmo
146,1-2.3-4.5-6
R/.
Alabad al Señor,
que sana los corazones
destrozados
Alabad
al Señor, que la música es buena;
nuestro
Dios merece una alabanza armoniosa.
El
Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a
los deportados de Israel. R/.
Él sana
los corazones destrozados,
venda
sus heridas.
Cuenta
el número de las estrellas,
a cada
una la llama por su nombre. R/.
Nuestro
Señor es grande y poderoso,
su
sabiduría no tiene medida.
El Señor
sostiene a los humildes,
humilla
hasta el polvo a los malvados. R/.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (9,16-19.22-23):
El hecho
de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí
si no anuncio el Evangelio!
Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero,
si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es
la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin
usar el derecho que me da la predicación del Evangelio. Porque, siendo libre
como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he
hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a
todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio,
para participar yo también de sus bienes.
Lectura
del santo evangelio según san Marcos (1,29-39):
En aquel
tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan
a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo
dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la
fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos
y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos
enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo
conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al
descampado y allí se puso a orar.
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:
«Todo el mundo te busca.»
Él les respondió:
«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también
allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando
los demonios.
La conducta atípica de Jesús.
El evangelio
del domingo pasado contaba el asombro causado por la predicación de Jesús y por
su poder sobre los espíritus inmundos. Todo eso ocurrió un sábado en la
sinagoga de Cafarnaúm. El evangelio de este domingo nos cuenta cómo terminó ese
sábado y qué ocurrió en los días siguientes.
Jesús cura en
sábado
La doctrina
de Jesús causó admiración porque enseñaba con autoridad, no como lo escribas. Y
esa misma autoridad la demuestra curando en sábado a la suegra de Pedro. Quien
lee este relato de Marcos no presta atención al hecho de que la curación tenga
lugar en sábado. Pero cuando se conocen los otros evangelios, y se sabe que una
de las acusaciones más fuertes contra Jesús fue la de curar en sábado, el
detalle adquiere mayor importancia.
Un relato de
milagro consta generalmente de los siguientes elementos:
a) se presenta
al enfermo, subrayando a veces la gravedad de la enfermedad;
b) el
interesado u otra persona pide su curación;
c) Jesús lo
cura, a veces con solo su palabra, a veces con algún tipo de acción;
d) el enfermo
demuestra que ha sido curado; p. ej., el paralítico carga con su camilla, el
cojo da saltos.
En nuestro
caso, el relato es extraordinariamente breve y todo se cuenta con rapidez:
La suegra de
Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de
la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
La fiebre de
la enferma no es de escasa importancia, le obliga a guardar cama. Y el hecho de
que se lo cuenten a Jesús significa que le preocupa a la familia. Él no dice
una palabra, se limita a tomarla de la mano y levantarla. Para demostrar que se
ha curado plenamente, se pone a servirlos.
Una feminista
radical estadounidense dedujo de este detalle final que ni siquiera el
evangelio libera a la mujer de su situación de esclavitud a los varones. Pero
es una visión demasiado norteamericana y actual del relato. Lo que quiere decir
Marcos no es que la mujer cristiana deba estar al servicio del varón, sino que
la suegra se curó plenamente.
Un día en la
vida de Jesús: ayuda y oración
Nosotros, no
sé desde cuándo ni por qué, comenzamos el nuevo día a las 0 horas, cuando
cualquier persona sensata está en la cama (menos muchos españoles). En la
Biblia, el día termina al ponerse el sol (a eso de las 17:30 o algo más tarde
según la época del año). Este detalle es importante para comprender lo que
cuenta Marcos.
Al anochecer,
cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La
población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos
males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les
permitía hablar.
Al ponerse el
sol termina el sábado, día de descanso, y comienza el día siguiente. La gente
puede caminar, comprar, etc., y aprovecha la ocasión para llevar ante Jesús a
todos los enfermos y endemoniados. En este contexto dice Marcos, casi de
pasada, que Jesús “expulsó muchos demonios; y como los demonios lo
conocían, no les permitía hablar.” Esta idea, que ya apareció el
domingo pasado en el relato del endemoniado y que se repetirá en otros
momentos, la presentó Wilhelm Wrede en 1901 como “el secreto mesiánico en
Marcos”. Jesús no quiere que la gente sepa desde el principio su verdadera
identidad, tienen que irla descubriendo poco a poco, escuchándolo y viéndolo
actuar.
Se levantó de
madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus
compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:
̶ Todo el mundo te busca.
Él les
respondió:
̶ Vámonos a otra parte, a las aldeas
cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.
Así recorrió
toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
No se dice
cuánto tiempo dedicó a curar a muchos de ellos. Se supone que hasta tarde. En
Israel, como en todo el Mediterráneo, la noche no cae de repente. Tampoco se
dice dónde cenan Jesús y sus discípulos, ni dónde se quedan a dormir. Los
evangelios no son biografías ni se detienen en detalles que consideran
secundarios.
En cambio, Marcos indica que Jesús se levantó de
madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Vienen a la mente
las palabras del Salmo 63: “¡Oh Dios, tu eres mi Dios, por ti madrugo!”
Estamos al comienzo del evangelio, y Marcos indica algo que será una constante
en la vida de Jesús: su oración, el contacto diario e intenso con el Padre, del
que saca fuerzas para llevar adelante su misión.
Esta misión
no se caracteriza por elegir lo cómodo y fácil. En Cafarnaúm toda la gente
pregunta por él, quiere verlo y escucharlo. Sin embargo, él decide recorrer de
nuevo toda Galilea. Ya lo había hecho solo, cuando metieron a Juan en la
cárcel. Ahora lo hace acompañado de los cuatro discípulos. Y no sólo predica,
también expulsa demonios.
Job, los
otros enfermos, Jesús y nosotros
El texto de
Job ha sido elegido como primera lectura pensando, probablemente, en los
enfermos a los que cura Jesús. Existe una gran diferencia entre ellos. Job es
el hombre destrozado por el sufrimiento, sin horizonte, que considera la vida
un absurdo, convencido de que sus días se consumen sin esperanza y de que sus
ojos no verán más la dicha. En cambio, los enfermos del evangelio y las
personas que los rodean alientan la esperanza de encontrar la curación en
Jesús, y la consiguen. De aquí no se pueden sacar conclusiones exageradas, como
si cualquier enfermo actual que confía en Jesús se vaya a ver curado de su
enfermedad. Pero, quien confía en él y se le acerca no terminará desilusionado
y amargado como Job.
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