19 DE FEBRERO – MARTES –
6ª – SEMANA DEL T. O. – C –
Lectura
del libro del Génesis (6,5-8;7,1-5.10):
Al ver el Señor que la
maldad del hombre crecía sobre la tierra, y que todo su modo de pensar era
siempre perverso, se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra, y le
pesó de corazón.
Y
dijo:
«Borraré
de la superficie de la tierra al hombre que he creado; al hombre con los
cuadrúpedos, reptiles y aves, pues me pesa de haberlos hecho.»
Pero
Noé alcanzó el favor del Señor.
El
Señor dijo a Noé:
«Entra
en el arca con toda tu familia, pues tú eres el único justo que he encontrado
en tu generación. De cada animal puro toma siete parejas, macho y hembra; de
los no puros, una pareja, macho y hembra; y lo mismo de los pájaros, siete
parejas, macho y hembra, para que conserven la especie en la tierra. Dentro de
siete días haré llover sobre la tierra cuarenta días con sus noches, y borraré
de la superficie de la tierra a todos los vivientes que he creado.»
Noé
hizo todo lo que le mandó el Señor. Pasados siete días, vino el diluvio a la
tierra.
Palabra
de Dios
Salmo: 28, 1a.2.3ac-4.3b.9c-10
R/. El
Señor bendice a su pueblo con la paz
Hijos de Dios, aclamad al
Señor,
aclamad la gloria del
nombre del Señor,
postraos ante el Señor
en el atrio sagrado. R/.
La voz del Señor sobre
las aguas,
el Señor sobre las aguas
torrenciales.
La voz del Señor es
potente,
la voz del Señor es
magnífica. R/.
El Dios de la gloria ha
tronado.
En su templo un grito
unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta por
encima del aguacero,
el Señor se sienta como
rey eterno. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Marcos (8,14-21):
En aquel tiempo, a los
discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca.
Jesús
les recomendó:
«Tened cuidado con la levadura de los fariseos
y con la de Herodes.»
Ellos
comentaban:
«Lo
dice porque no tenemos pan.»
Dándose
cuenta, les dijo Jesús:
«¿Por
qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois?
¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos
cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os
acordáis?»
Ellos
contestaron:
«Doce.»
«¿Y
cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?»
Le
respondieron:
«Siete.»
Él
les dijo:
«¿Y
no acabáis de entender?»
Palabra del Señor
1. Este pasaje polémico y extraño, en
el fondo, viene a enseñarnos algo muy
sencillo y, por otra parte, de notable
importancia. La situación que aquí se
plantea no se resuelve, ni se aclara,
explicando lo que era la levadura o como
se utilizaba la levadura en aquel tiempo. Todo
eso es lo que menos interesa. El
problema, que presenta este relato, es muy
sencillo. Se trata simplemente de
que los discípulos, que han visto ya dos
multiplicaciones de panes, ahora se
ponen preocupados porque se les ha olvidado
llevarse el poco pan que sería
necesario para saciar el hambre de un grupito
de personas que cabían en una
barca. Es una ridiculez.
2. Bueno, pues por semejante
ridiculez, Jesús les llama muy seriamente la atención y hasta les reprende. Y
llega a decirles que la "levadura" (la fuerza interior que los
transforma, como ocurre con la masa del pan) que les está transformando es la
misma que la de los fariseos y los herodianos.
- ¿Qué quiere decir Jesús con
esto?
Pues nada menos que, en definitiva, no
acaban de fiarse de Jesús.
En esto, exactamente lo mismo los
discípulos que los fariseos. Esto es lo que
merece reprensión.
- ¿Es que no tenéis ojos en la cara?
Después de lo que habéis visto, por
dos veces, ¿todavía seguís sin fiaros de que yo estoy aquí con vosotros?
3. Se puede ser "fariseo",
de muchas maneras y por muy distintos caminos.
Uno de estos caminos es la falta de confianza
absoluta en la presencia de
Jesús en nuestras vidas. Y de la seguridad que
eso nos tiene que dar, ante las carencias, los olvidos, los peligros, los
miedos, todo lo negativo que la vida nos
puede presentar, y que tantas veces sufrimos.
La inseguridad y el miedo a lo que nos
puede faltar, eso puede ser perfectamente una buena manifestación de la
levadura farisaica que llevamos dentro de nosotros mismos.
Creer en Jesús es fiarse de él cuando
la vida o las circunstancias no nos dan seguridad.
San Beato de Liébana
En
la región cántabra de Liébana, en Hispania, san Beato, presbítero y monje del
monasterio de San Martín de Turieno, que defendió la fe contra la herejía
adopcionista y escribió un célebre Comentario sobre el Apocalipsis (c. 802).
Poco se sabe de la vida de San Beato:
se considera comprobado que fue un monje de origen asturiano que a mediados del
Siglo VIII ingresó en el Monasterio de San Martín de Liébana -Santo Toribio a
partir del Siglo XII-, enclavado en los Picos de Europa, y que fue un firme
defensor de la fe cristiana amenazada por la invasión de la Península por los
sarracenos, iniciada en el año 713; y eso que el valle de Liébana, de difícil
acceso, permaneció inmune a la presencia musulmana.
Tampoco hay dudas sobre el hecho de
que era un erudito, bien formado en Teología y demás ciencias sagradas, cuyo
estudio fomentó entre los monjes de su monasterio. Sin embargo, su gran legado
es el Comentario al Apocalipsis, mundialmente conocido precisamente como el
Beato de Liébana, códice excepcional sabiduría.
En él, San Beato sitúa el fin del
mundo en el año 800, fecha en la que sitúa la sexta edad del mundo. Para
redactarlo, se inspiró en santos como Jerónimo, Agustín de Hipona, Ambrosio de
Milán, Gregorio Magno, Ireneo de Lyon e Isidoro de Sevilla. La obra tuvo una
influencia considerable a partir del Siglo X. Prueba también del carácter
duradero de los trabajos de San Beato es la publicación, en 1770 y a cargo del
Padre Flórez, de su otra obra Sancti Beati presbiteri hispanii Liebanensi in
Apocalipsim ac utriusque foederis paginae commentaria. Se sitúa la muerte de
San Beato en el año 798.
J.M. Ballester Esquivias (@jmbe12)
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