miércoles, 6 de febrero de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 7 DE FEBRERO - JUEVES – 4ª – SEMANA DEL T. O. – C – San Ricardo rey



7 DE  FEBRERO -  JUEVES –
4ª – SEMANA DEL T. O. – C –

Lectura de la carta a los Hebreos (12,18-19.21-24):

Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando. Y tan terrible era el espectáculo, que Moisés exclamó:
«Estoy temblando de miedo.»
Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.

Palabra de Dios

Salmo: 47

R/. Oh Dios, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo
Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra. R/.
El monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar. R/.

Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre. R/.
Oh Dios, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, oh Dios, tu alabanza
llega al confín de la tierra;
tu diestra está llena de justicia. R/.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,7-13):
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió:
«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Palabra del Señor

1.  Lo más seguro es que la práctica de mandar a los mensajeros del Evangelio de dos en dos se remonta a la costumbre   que viene del A. T., en el que se requiere el testimonio de dos personas para  establecer una prueba legal  (Deut 17, 6; 19, 5) (M. S. Hooker).
Lo que digan los apóstoles debe   ajustarse a toda verdad demostrable, como lo debe hacer todo el mundo. El sometimiento irracional, que acepta decisiones que no tienen justificante alguno, es una praxis que la Iglesia debería suprimir o corregir. El Evangelio exige transparencia.

2.  Por otra parte, la autoridad (exousía) que Jesús les concedió a sus apóstoles no es una autoridad "doctrinal" (capacidad de imponer la verdad), sino que es un poder "terapéutico", para expulsar demonios.   Lo que pretende   Jesús es liberar a la gente de las fuerzas del mal que causan sufrimiento a los humanos.
Lo más seguro es que la autoridad episcopal, como "poder doctrinal", se fue
elaborando en la segunda mitad del s. II y sobre todo durante el s. III, paralelamente con la elaboración de los "credos" que la Iglesia imponía a los fieles.
Esta forma de entender el episcopado cuajó definitivamente en el s. IV (D.
MacCulloch).

3.  Jesús entendía la misión de los "doce" de otra manera. Él la veía, no como
una misión de defensa de la verdad, sino como una vocación de ejemplaridad.  De ahí, el despojo que impone a los apóstoles: sin pan, sin alforjas, sin dinero, sin ropa de repuesto.  Y a merced de quien les quiera acoger   gustosamente, pero sin adulaciones ni concesiones.
La Iglesia, y no pocas de sus instituciones, justifican el capital, incluso el capital financiero, porque lo necesitan para el apostolado. Esto es literalmente contrario al Evangelio.
Jesús piensa que el dinero, el capital, la seguridad económica, todo eso es contrario a la voluntad y al proyecto del Evangelio. Esto es de lo más grave y urgente que la Iglesia (y quienes en ella estamos) tenemos que corregir y cambiar de raíz.

San Ricardo rey

En Luca, de la Toscana, san Ricardo Rey, padre de los santos Willibaldo y Waldburgis, el cual, peregrinando junto con sus hijos desde Inglaterra a Roma, falleció durante el camino (c. 720).

Era una familia de Wessex, compuesta del padre, cuyo nombre no se menciona, y sus hijos Wilibaldo y Winebaldo. Hicieron la travesía por el Sena, desembocaron en Rouen visitaron varios santuarios franceses y salieron para Roma. Pero en Lucca el padre murió y fue sepultado en la iglesia de san Frediano. Se registraron milagros en su tumba, donde están todavía sus reliquias y donde se observa su fiesta con devoción.
Su hijo Wilibaldo se unió más tarde a san Bonifacio y llegó a ser el primer obispo de Eichstätt en Baviera. Los detalles anteriores los debemos a un documento llamado el «Hodoeporicon», escrito por una de sus parientes, monja de Heidenheim, quien anotó los recuerdos que tenía sobre la vida del santo, tal como él se las relató de palabra. Dicho documento es la fuente de todo lo que sabemos del padre de san Wilibaldo y san Winebaldo y su hermana santa Walburga: pero esto no era suficiente para los fieles de Lucca y de Eichstátt, que tanto veneraban al santo varón. Entonces le inventaron un nombre «Ricardo», una vida y una posición: «rey de los ingleses». En realidad en Inglaterra no hubo ningún rey Ricardo antes de Corazón de León, y nada se sabe de la condición del padre de Wilibaldo, excepto que tenía buena posición social, pues podía costear viajes de larga duración. Sin embargo, en el Martirologio Romano antiguo se inscribía como «sanctus Richardus rex Anglorum», aunque en el actual se ha retirado esa caracterización de «rey de los ingleses», que sólo permanece en la iconografía del santo. Lo poco que sabemos acerca de él queda compensado por los amplios informes dignos de confianza sobre sus hijos.

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