viernes, 8 de febrero de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 9 de Febrero – SABADO – 4ª – Semana del T. O. – C – Santa Apolonia de Alejandría



9 de Febrero – SABADO –
4ª – Semana del T. O. – C –

Lectura de la carta Hebreos (13,15-17.20-21):

HERMANOS:
Por medio de Jesús, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que confiesan su nombre.
No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente; esos son los sacrificios que agradan a Dios.
Obedeced y someteos a vuestros guías, pues ellos se desvelan por vuestro bien, sabiéndose responsables; así lo harán con alegría y sin lamentarse, cosa que no os aprovecharía.
Que el Dios de la paz, que hizo retornar de entre los muertos al gran pastor de las ovejas, Jesús Señor nuestro, en virtud de la sangre de la alianza eterna, os confirme en todo bien para que cumpláis su voluntad, realizando en nosotros lo que es de su agrado por medio de Jesucristo.
A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

Salmo: 22

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

    El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
 Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
 Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,30-34):

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Él les dijo:
«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

Palabra del Señor

1.  Cuando leemos los relatos que nos presenta el Evangelio, tenemos que hacernos esta pregunta:
- ¿qué le preocupaba a Jesús?
O, para ser más precisos,
- ¿a qué era sensible aquel hombre singular?
Sin duda alguna, era sumamente
sensible a todo cuanto pudiera ser motivo, no digamos ya de sufrimiento, sino
incluso de simple malestar en las personas con las que convivía y se rozaba
a diario. Por eso, Jesús quiso llevarse a los discípulos a descansar a un sitio
tranquilo. Este simple hecho define la profunda humanidad de una persona.

2.  Más fuerte fue su reacción al ver el gentío que le buscaba. En este caso, el
sentimiento de Jesús fue más hondo: una "conmoción visceral'.
El verbo (splagch-nizomai), que utiliza Marcos (6, 34), se compone sobre la base del sustantivo splagchnon, que indica las entrañas, especialmente el corazón, la sede a la que atribuimos los sentimientos más profundos del ser humano (N. Walter).
Jesús se conmocionó, cosa que le ocurría con frecuencia (Mc 1, 41; 8, 2; Mt 9, 36; 14,14; 15, 32; 20, 34; cf. Mc 10,42; Lc 7, 13; Lc 9, 22).
Es el sentimiento determinante del padre del hijo extraviado (Lc 15, 20) y el del buen samaritano (Lc 10, 30 ss).

3.  Jesús no soportó ver aquel pueblo      abandonado por sus pastores, por sus
dirigentes religiosos, especialmente por los sacerdotes.  Es conmovedor leer el cap. 34 del profeta Ezequiel. Como hoy nos sentimos demasiado afectados cuando   nos enteramos del abandono en que viven más de la mitad de las parroquias de la Iglesia en el mundo. El Vaticano está cada día más sensible a la "ortodoxia doctrinal" y la observancia de los rituales", dos cosas por las que Jesús no se interesó jamás. Y, sin embargo, la corrupción de tantos clérigos es motivo diario de escándalos insoportables, que, paradójicamente, la Curia Romana (hasta el Papa actual) viene ocultando y consintiendo.  Seguimos en la Iglesia y la queremos. Pero, precisamente por eso, nos duelen tanto estas cosas.

Santa Apolonia de Alejandría

En Alejandría, en Egipto, conmemoración de santa Apolonia, virgen y mártir, la cual, después de haber sufrido muchos y crueles tormentos por parte de los perseguidores, para no verse obligada a proferir palabras impías prefirió entregarse al fuego antes que ceder en su fe.

Vida de Santa Apolonia de Alejandría

Sucedió en tiempos del emperador Felipe que es una época suave en la práctica de la fe cristiana. El lugar de los acontecimientos es Alejandría y por el año 248, previo a la persecución de Decio.
Sale a la calle un poeta con aires de profeta de males futuros; practicaba la magia, según se dice; va por las vías y plazas alejandrinas publicando, como agorero de males, las catástrofes y calamidades que van a sobrevenir a la ciudad si no se extermina de ella a los cristianos. No se sabe qué cosas dieron motivo para predecir esos tiempos aciagos, pero la verborrea produjo su efecto. El obispo Dionisio Alejandrino es el que relata el comienzo de la persecución. Tomaron violentamente al anciano Metro, sin respetar sus canas; le exigen blasfemias contra Jesucristo, se desalientan con su firmeza y acaban moliéndolo a palos y lapidándolo a las afueras de la ciudad. Luego van a por la matrona Cointa que es atada, arrastrada y también muerta a pedradas. Ahora la ciudad parece en estado de guerra; han crecido los tumultos; la gente va loca asaltando las casas donde puede haber cristianos. Se multiplican los incendios, los saqueos y la destrucción.
En Alejandría vive una cristiana bautizada desde pequeña y educada en la fe por sus padres; en los tiempos de su juventud decidió la renuncia voluntaria al matrimonio para dar su vida entera a Jesús. Se llama Apolonia y ya es entrada en años; los que la conocen saben mucho de sus obras de caridad, de su sólida virtud y de su retiro en oración; incluso presta ayuda a la iglesia local como diaconisa, según se estila en la antigüedad. Las hordas incontroladas la secuestran y pretenden obligarla a blasfemar contra Jesucristo. Como nada sale de su boca, con una piedra le destrozan los dientes. Después la llevan fuera de la ciudad amenazándola con arrojarla a una hoguera, si no apostata. Pide un tiempo para reflexionar. Se abisma en oración. Luego, ella misma es la que, con desprecio a la vida que sin Dios no vale, con paso decidido, pasa ante sus asombrados verdugos y entra en las llamas donde murió.
Los cristianos recogieron de entre las cenizas lo poco que quedó de sus despojos. Los dientes fueron recogidos como reliquias que distribuyeron por las iglesias.
Su representación iconográfica posterior la presenta sufriendo martirio de manos de un sayón que tiene una gran piedra en la mano para impartir el golpe que le destrozó la boca. Por eso es abogada contra los males de dientes y muelas.
También a nosotros nos asombra la decisión de santa Apolonia por parecerse a al suicidio. Algún magnánimo escritor habla de que «eso sólo es lícito hacerlo bajo una inspiración de Dios». Desde luego es susceptible de más de una glosa. Sólo que los santos, tan extremosamente llenos de Dios, adoptan en ocasiones actitudes inverosímiles y desconcertantes bajo el aguijón del Amor y ¡quién sabe si esas son «locuras» sólo para quien no tiene tanto amor! Al fin y al cabo, cada santo es el misterio de responder sin cuento a Dios.

(Fuente: archimadrid.es)

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