8 DE FEBRERO – VIERNES –
4ª –SEMANA DEL TIEMPO – C –
Lectura
de la Carta a los Hebreos (13,1-8):
HERMANOS:
Conservad
el amor fraterno y no olvidéis la hospitalidad: por ella algunos, sin saberlo, “hospedaron”
a ángeles.
Acordaos
de los presos como si estuvierais presos con ellos; de los que son maltratados
como si estuvierais en su carne.
Que todos respeten el matrimonio;
el lecho nupcial, que nadie lo mancille, porque a los impuros y adúlteros Dios
los juzgará.
Vivid
sin ansia de dinero, contentándoos con lo que tengáis, pues él mismo dijo:
«Nunca
te dejaré ni te abandonaré»; así tendremos valor para decir:
«El
Señor es mi auxilio: nada temo; ¿qué podrá hacerme el hombre?».
Acordaos
de vuestros guías, que os anunciaron la palabra de Dios; fijaos en el desenlace
de su vida e imitad su fe.
Jesucristo
es el mismo ayer y hoy y siempre.
Palabra
de Dios
Salmo:
26
R/. El
Señor es mi luz y mi salvación
El Señor es mí luz y mi
salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa
de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
Si un ejército acampa
contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la
guerra,
me siento tranquilo. R/.
Él me protegerá en su
tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo
escondido de su morada,
me alzará sobre la roca.
R/.
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu
rostro.
No rechaces con ira a tu
siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Marcos (6,14-29):
EN aquel tiempo, como la
fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él.
Unos
decían:
«Juan
el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso las fuerzas milagrosas
actúan en él».
Otros
decían:
«Es
Elías».
Otros:
«Es
un profeta como los antiguos».
Herodes,
al oírlo, decía:
«Es
Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado».
Es
que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel
encadenado.
El
motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano
Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener a la mujer de su hermano.
Herodías
aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes respetaba a
Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al escucharlo
quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto.
La
ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus
magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La
hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El
rey le dijo a la joven:
«Pídeme
lo que quieras, que te lo daré».
Y
le juró:
«Te
daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».
Ella salió a preguntarle
a su madre:
«¿Qué
le pido?».
La
madre le contestó:
«La
cabeza de Juan el Bautista».
Entró
ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
«Quiero
que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El
rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso
desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de
Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la
entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al
enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un
sepulcro.
Palabra
del Señor
1.
Sea cual sea la fecha en que se
produjo este crimen terrible, lo que no
admite duda es que el evangelio de Marcos lo
puso inmediatamente después
del envío misional de los apóstoles de Jesús.
No parece que sea un disparate pensar que
el envío misional, tal como lo explicó Jesús a sus discípulos, tiene una
relación directa con el final trágico que tuvo que sufrir Juan Bautista. En el
fondo, lo que Marcos nos dice es que
quien toma en serio la misión de ir anunciando la llegada del Reino de Dios; y además lo hace cumpliendo las condiciones
que impuso Jesús, el que organiza y
orienta la misión apostólica así, debe tener en cuenta que puede acabar como
acabó Juan, perseguido, preso y degollado.
La misión de Jesús a sus apóstoles es
una tarea peligrosa. Con tal que se cumpla como Jesús quiso.
2.
Hay que hacerse esta pregunta: los gobernantes de hoy ¿son más humanos
que los gobernantes del tiempo de Jesús? Es decir, ¿la política actual se ha humanizado
y ya no es tan inhumana como lo era la política de la Antigüedad?
Por lo general, un gobernante es un individuo
que manda e impone su voluntad, sea cual sea el sistema mediante el que
gobierna. Así fue antiguamente. Y así
sigue siendo ahora. Aunque ahora se haga de forma más disimulada.
Gobernante y tirano (quizá muy
disimulado) es, en el fondo, la misma cosa.
Desde Platón, hasta los cínicos y
estoicos, han asegurado que un tirano no es un verdadero gobernante, sino un esclavo
de sus propias pasiones (República
9, 573b-580a, 587b-e) (cf. Joel Marcus).
3.
Se ha dicho “seguramente con
razón” que "la violencia es ella misma un
producto de la cultura humana" (W. Sofsky).
Cosa que se comprende: La violencia engendra el caos, y el orden engendra violencia. Este dilema es insoluble.
Fundado en el miedo a la violencia, el orden genera él mismo violencia.
Por supuesto, Herodes fue un tirano.
Pero las tiranías se nos ofrecen y explican
como pretensiones de "orden",
también del orden democrático. Ser fiel
al Evangelio es meterse en peligros de muerte. ¿Hemos pensado esto en serio?
Santa Josefina Bakhita
Santa
Josefina Bakhita, virgen, nacida en la región de Darfur, en Sudán, que siendo
aún niña fue raptada y vendida en diversos mercados africanos de esclavos,
sufriendo dura cautividad, pero al obtener la libertad abrazó la fe cristiana e
ingresó en el Instituto de la Hijas de la Caridad (Canossianas), pasando el
resto de su vida en Schio, cerca de Vicenza, entregada a Cristo y al servicio
de los demás.
Vida de Santa Josefina
Bakhita
Infancia
Bakhita, que significa
"afortunada", es el nombre que se le puso cuando fue secuestrada, ya
que, por la fuerte impresión, nunca llegó a recordar su verdadero nombre.
Josefina es el nombre que recibió en el bautismo.
No se conocen datos exactos sobre su
vida, se dice que podría ser del pueblo de Olgossa en Darfur, y que 1869 podría
ser el año de su nacimiento. Creció junto con sus padres, tres hermanos y dos
hermanas, una de ellas su gemela.
La captura de su hermana por unos
negreros que llegaron al pueblo de Olgossa, marcó mucho en el resto de la vida
de Bakhita, tanto así que más adelante en su biografía escribiría:
"Recuerdo cuánto lloró mamá y cuánto lloramos todos".
En su biografía Bakhita cuenta su
propia experiencia al encontrarse con los buscadores de esclavos. "Cuando
aproximadamente tenía nueve años, paseaba con una amiga por el campo y vimos de
pronto aparecer a dos extranjeros, de los cuales uno le dijo a mi amiga: “Deja
a la niña pequeña ir al bosque a buscarme alguna fruta. Mientras, tú puedes
continuar tu camino, te alcanzaremos dentro de poco”. El objetivo de ellos era
capturarme, por lo que tenían que alejar a mi amiga para que no pudiera dar la
alarma.
Sin sospechar nada obedecí, como
siempre hacía. Cuando estaba en el bosque, me percate que las dos personas
estaban detrás de mí, y fue cuando uno de ellos me agarró fuertemente y el otro
sacó un cuchillo con el cual me amenazó diciéndome: “Si gritas, morirás !Síguenos!”.
Los mismos secuestradores fueron
quienes le pusieron Bakhita al ver su especial carisma.
En esclavitud
Luego de ser capturada, Bakhita fue
llevada a la ciudad de El Obeid, donde fue vendida a cinco distintos amos en el
mercado de esclavos.
Nunca consiguió escapar, a pesar de
intentarlo varias veces. Con quien más sufrió de humillaciones y torturas fue
con su cuarto amo, cuando tenía más o menos 13 años. Fue tatuada, le realizaron
114 incisiones y para evitar infecciones le colocaron sal durante un mes.
"Sentía que iba a morir en cualquier momento, en especial cuando me
colocaban la sal", cuenta en su biografía.
El comerciante italiano Calixto
Leganini compró a Bakhita por quinta vez en 1882, y fue así que por primera vez
Bakhita era tratada bien.
"Esta vez fui realmente afortunada -
escribe Bakhita - porque el nuevo patrón era un hombre bueno y me gustaba. No
fui maltratada ni humillada, algo que me parecía completamente irreal, pudiendo
llegar incluso a sentirme en paz y tranquilidad".
En 1884 Leganini se vio en la
obligación de dejar Jartum, tras la llegada de tropas Mahdis. Bakhita se negó a
dejar a su amo, y consiguió viajar con él y su amigo Augusto Michieli, a
Italia.
La esposa de Michieli los esperaba en
Italia, y sabiendo la llegado de varios esclavos, exigió uno, dándosele a
Bakhita. Con su nueva familia, Bakhita trabajo de niñera y amiga de Minnina,
hija de los Michieli.
En 1888 cuando la familia Michieli
compró un hotel en Suakin y se trasladaron para allá, Bakhita decidió quedarse
en Italia.
La conversión a la
religión
Bakhita y Minnina ingresaron al
noviciado del Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia, tras ser
aconsejadas por las hermanas. Esta congregación fue fundada en 1808 con el
nombre de Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia, pero son más
conocidas como Hermanas de Canossa.
Recién llegada, en el Instituto,
Bakhita conoció al Dios de los cristianos y fue así como supo que "Dios
había permanecido en su corazón" y le había dado fuerzas para poder
soportar la esclavitud, "pero recién en ese momento sabía quién era".
Recibió el bautismo, primera comunión y confirmación al mismo tiempo, el 9 de
enero de 1890, por el Cardenal de Venecia. En este momento, tomó el nombre
cristiano de Josefina Margarita Afortunada.
"¡Aquí llego a convertirme en una de
las hijas de Dios!", fue lo que manifestó en el momento de ser bautizada,
pues se dice que no sabía cómo expresar su gozo. Ella misma cuenta en su
biografía que mientras estuvo en el Instituto conoció cada día más a Dios,
"que me ha traído hasta aquí de esta extraña forma".
La Señora de Michieli volvió de Sudán
a llevarse a Bakhita y a su hija, pero con un gran coraje, Bakhita se negó a ir
y prefirió quedarse con las Hermanas de Canossa. La esclavitud era ilegal en Italia,
por lo que la señora de Michieli no pudo forzar a Bakhita, y es así como
permaneció en el Instituto y su vocación la llevó a convertirse en una de las
Hermanas de la Orden el 7 de diciembre de 1893, a los 38 años de edad.
Bakhita, la religiosa
Fue trasladada a Venecia en 1902,
para trabajar limpiando, cocinando y cuidando a los más pobres. Nunca realizó
milagros ni fenómenos sobrenaturales, pero obtuvo la reputación de ser santa.
Siempre fue modesta y humilde, mantuvo una fe firme en su interior y cumplió
siempre sus obligaciones diarias.
Algo que le costó demasiado trabajo
fue escribir su autobiografía en 1910, la cual fue publicada en 1930. En 1929
se le ordena ir a Venecia a contar la historia de su vida. Luego de la
publicación de sus memorias, se convirtió en un gran personaje, viajando por
todo Italia dando conferencias y recolectando dinero para la orden.
La salud de Bakhita se fue
debilitando hacia sus últimos años y tuvo que postrarse a una silla de ruedas,
la cual no le impidió seguir viajando, aunque todo ese tiempo fue de dolor y
enfermedad. Se dice que le decía la enfermera: "¡Por favor, desatadme las
cadenas… es demasiado!". Falleció el 8 de febrero de 1947 en Schio, siendo
sus últimas palabras: "Madonna! Madonna!"
Miles de personas fueron a darle el
último adiós, expresando así el respeto y admiración que sentían hacia ella.
Fue velada por tres días, durante los cuales, cuenta la gente, sus
articulaciones aún permanecían calientes y las madres cogían su mano para
colocarla sobre la cabeza de sus hijos para que les otorgase la salvación. Su
reputación como una santa se ha consolidado. Josefina ha sido recordada y
respetada como Nostra Madre Moretta, en Schio.
De esclava a santa
Fue santificada por el pueblo, por lo
que en 1959 la diócesis local comenzó las investigaciones para encontrarla
venerable. Todo salió muy bien y fue así como el 1 de diciembre de 1978 fue
declarada Venerable. Por tanto, el proceso para declararla santa empezó con
gran auge y el 17 de mayo de 1992 fue beatificada por Juan Pablo II junto a San
Josemaría Escrivá y se declaró día oficial de culto el 8 de febrero.
En la ceremonia de beatificación, el
Santo Padre reconoció el gran hecho de que transmitiera el mensaje de
reconciliación y misericordia.
Ella misma declaró un día: "Si
volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me
arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no
sería cristiana y religiosa".
S.S. Juan Pablo II la canonizó el 1 de
octubre del 2000. Lo cual, para los católicos africanos es un gran símbolo que
era necesario, para que así los cristianos y las mujeres africanas sean
honradas por lo que sufrieron en momentos de esclavitud.
Verdaderamente, Bakhita es la santa
africana y la historia de su vida es la historia de un continente, válida para
los católicos, protestantes, musulmanes o seguidores de cualquier otro tipo de
religión tradicional. Su espiritualidad y fuerza la han convertido en Nuestra
Hermana Universal, como la llamó el Papa.
(aciprensa)
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