martes, 19 de febrero de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 20 de Febrero – Miercoles – 6ª – Semana del T. O. – C – Beata Jacinta Marto




20 de Febrero – Miercoles –
6ª – Semana del T. O. – C –

Lectura del libro del Génesis (8,6-13.20-22):

PASADOS cuarenta días, Noé abrió la claraboya que había hecho en el arca y soltó el cuervo, que estuvo saliendo y retornando hasta que se secó el agua en la tierra.
Después soltó la paloma, para ver si había menguado el agua sobre la superficie del suelo. Pero la paloma no encontró donde posarse y volvió al arca, porque todavía había agua sobre la superficie de toda la tierra. Él alargó su mano, la agarró y la metió consigo en el arca.
Esperó otros siete días y de nuevo soltó la paloma desde el arca. Al atardecer, la paloma volvió con una hoja verde de olivo en el pico.
Noé comprendió que el agua había menguado sobre la tierra. Esperó todavía otros siete días y soltó la paloma, que ya no volvió.
El año seiscientos uno, el día primero del mes primero se secó el agua en la tierra. Noé abrió la claraboya del arca, miró y vio que la superficie del suelo estaba seca.
Noé construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar.
El Señor olió el aroma que aplaca y se dijo:
«No volveré a maldecir el suelo a causa del hombre, porque la tendencia del corazón humano es mala desde la juventud. No volveré a destruir a los vivientes como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra no han de faltar siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche».

Palabra de Dios

Salmo: 115,12-13.14-15.18-19

R/. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza

 ¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. R/.
    Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles. R/.
 Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén. R/.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8,22-26):
EN aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida.
Y le trajeron a un ciego pidiéndole que lo tocase.
Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó:
«Ves algo?».
Levantando los ojos dijo:
«Veo hombres, me parecen árboles, pero andan».
Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad.
Jesús lo mandó a casa diciéndole que no entrase en la aldea.

Palabra del Señor

1.   Los comentarios mejor documentados, sobre este extraño relato, nos hacen caer en la cuenta de que la sección del evangelio de Marcos, que va
de Mc 8, 22 hasta 10, 52, contiene las únicas historias de todo este evangelio
sobre curaciones de ciegos (8, 22-26 y 10, 46-50) (Joel Marcus). Y es que, en esta sección, Marcos insiste en el problema    que representa, tantas veces, la ceguera de los discípulos de Jesús. El mismo Jesús lo palpó en aquellos hombres que le acompañaban y que hasta le "seguían". ¿En qué problema o aspecto de la ceguera se fija aquí el Evangelio?

2.   Este relato dice que Jesús le untó con saliva los ojos. Aquí hay que advertir
que el Evangelio no utiliza el término normal, para expresar el órgano de la
visión, ophthalmos, sino la palabra ommata, que es un término más poético,
que los griegos usaban en contextos filosóficos (Joel Marcus).
No se trata de un problema literario o especulativo. El problema está en que Marcos presenta, inmediatamente después, la confesión de Pedro (sobre Jesús como Mesías) y el primer anuncio de la pasión y muerte violenta de Jesús (Mc 8, 27-33) (M. VóIkel).
El relato quiere decir que Jesús cura todas nuestras cegueras, sobre todo aquellas que no son problema de la vista, sino la ceguera del espíritu, la incapacidad para ver que Jesús, tal como vivía, iba derecho a la muerte. No vemos   lo que el miedo o los intereses mundanos nos impiden ver.

3.   El ciego que aquí se nos presenta veía cosas raras. Hasta confundir a los
hombres con árboles. Y Jesús se tuvo que emplear a fondo para que se diera cuenta de lo que tenía delante de sí. Es una forma casi poética de decirnos que vamos por la vida sin darnos cuenta y sin ver que es Jesús el que tenemos delante.  Más aún, que es Dios mismo el que sufre y muere en tantos y tantos, que avanzan   entre penas y humillaciones. En este mundo tan desbocado, tan extraviado, tan roto, solo Jesús, con su contacto, su cercanía, su vida misma, es el que nos abre, no ya los "ojos", sino la "mirada". Para que nos demos cuenta de lo que   tenemos delante y hacia dónde vamos.

Beata Jacinta Marto

En Ajustrel, cerca de Fátima, en Portugal, beata Jacinta Marto, la cual, siendo aún niña de tierna edad, aceptó con toda paciencia la grave enfermedad que le aquejaba, demostrando siempre una gran devoción a la Santísima Virgen María.

Vida de Beata Jacinta Marto

Nació en Aljustrel, Fátima, el 11 de Marzo de 1910. Fue bautizada el 19 de Marzo de 1910. Víctima de la neumonía cayó enferma en Diciembre de 1918. Estuvo internada en el Hospital de Villa Nueva de Ourém y por fin en Lisboa, en el hospital de D. Estefanía donde murió a las 22.30 horas del día 20 de Febrero de 1920.
Del 21 de Enero al 2 de Febrero de 1920, estuvo en el Orfanato de Nuestra Señora de los Milagros, en la Calle de Estrella, en Lisboa, casa fundada por la D. María Godinho, a quien Jacinta llamaba "Madrina". Fue celebrada la Misa de cuerpo presente en la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, en Lisboa, donde su cuerpo estuvo depositado hasta el día 24, día en que fue transportada a una urna para el cementerio de Villa Nueva de Ourém. Fue trasladada para el cementerio de Fátima el 12 de Septiembre de 1935, fecha en que la urna fue abierta.
El 1 de Mayo de 1951 fue finalmente trasladada a la Basílica del Santuario.
Más allá de las 5 Apariciones de la Cova de Iría y 1 de los Ángeles, Nuestra Señora se le apareció a Jacinta 4 veces más en casa durante la enfermedad, 1 en la Iglesia Parroquial en un jueves de la Ascensión, y aún en Lisboa en el Orfanato y en el hospital.
Su vida fue caracterizada por el Espíritu de sacrificio, el amor al Corazón de María, al Santo Padre y a los pecadores.
Llevada por la preocupación de la salvación de los pecadores y del desagravio al Corazón Inmaculado de María, de todo ofrecía un sacrificio a Dios, como les recomendará el Ángel, diciendo siempre la oración que Nuestra Señora les enseñará: “Oh Jesús, es por nuestro amor, por la conversión de los pecadores (y acrecentada, por el Santo Padre) y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María".

No hay comentarios:

Publicar un comentario