17 de ABRIL –
MIÉRCOLES SANTO – C –
San Aniceto papa
Lectura
del libro de Isaías (50,4-9a):
Mi Señor me ha dado una
lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada
mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados.
El
Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los
que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro
ante ultrajes ni salivazos.
El
Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como
pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor,
¿quién pleiteará contra mí?
Comparezcamos
juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque.
Mirad,
el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?
Palabra
de Dios
Salmo:
68,8-10.21-22.31.33-34
R/.
Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor
Por ti he aguantado
afrentas,
la vergüenza cubrió mi
rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los
hijos de mi madre;
porque me devora el celo
de tu templo,
y las afrentas con que
te afrentan caen sobre mí. R/.
La afrenta me destroza el
corazón, y desfallezco.
Espero compasión, y no
la hay;
consoladores, y no los
encuentro.
En mi comida me echaron
hiel,
para mi sed me dieron
vinagre. R/.
Alabaré el nombre de Dios
con cantos,
proclamaré su grandeza
con acción de gracias.
Miradlo, los humildes, y
alegraos,
buscad al Señor, y
revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a
sus pobres,
no desprecia a sus
cautivos. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (26,14-25):
En aquel tiempo, uno de
los Doce, llamado Judas Iscariote, a los sumos sacerdotes y les propuso:
«¿Qué
estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos
se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando
ocasión propicia para entregarlo.
El
primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él
contestó:
«ld
a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento
está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
Los
discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al
atardecer se puso a la mesa con los Doce.
Mientras
comían dijo:
«Os aseguro que uno de vosotros me va a
entregar.»
Ellos,
consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
«¿Soy
yo acaso, Señor?»
Él
respondió:
«El
que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar.
El
Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar
al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
Entonces
preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
«¿Soy
yo acaso, Maestro?»
Él
respondió:
«Tú
lo has dicho.»
Palabra
del Señor
1.
Ante todo, conviene dejar claro cuándo se celebró la "última
cena".
- ¿Fue en la fiesta religiosa de la
Pascua judía?
- ¿O se celebró la víspera?
Dicho de otra manera, la "última
cena"
- ¿fue la cena de Pascua?
- ¿O fue una cena de despedida
simplemente?
No se trata de una mera curiosidad
histórica. Lo que está en juego es si la
Eucaristía debe ser lo que fue para los primeros cristianos, "una
cena" en recuerdo de Jesús o debe ser un "rito religioso", una
misa.
Pues bien, según el evangelio de Juan
(el más seguro en esta cuestión) (U. Luz), la cena se celebró "antes de la
Pascua" (Jn 13, 1; 18, 28). Jesús, por tanto, murió el día de la
Preparación de la Pascua (Jn 19, 14; cf. 19, 31.42).
Es importante que a los cristianos se
les deje esto claro. Solo así, empezaremos a entender la Cena y la Eucaristía.
2. - ¿Por qué hizo Judas una cosa tan vergonzosa como fue vender y traicionar a
Jesús?
No fue por motivos políticos o
revolucionarios. Porque era un "sicario" (derivado de
"iscarios", de ahí el apodo de lscariote) (O. Cullmann), del grupo
más violento de los zelotas. Esto no pudo ser así, ya que, en los años 30 (del
s. I), no existían todavía los zelotas como grupo organizado. Tampoco parece
que fuera por motivos económicos.
Judas vendió a Jesús por treinta
monedas plata (Mt 27, 3-9; cf. 28, 12-15). Una cantidad que venía a ser la
décima parte de lo que costó el perfume con el que María ungió a Jesús en la
cena de Betania (cf. Mc 14, 5). Medido en plata, el cariño es diez veces más
caro y costoso que el odio.
3.
En definitiva, ¿qué podemos decir de la traición de Judas?
Jesús, al encarnarse en el mundo, se
humanizó. Y eso llevaba consigo pasar por donde pasa gran parte de la
humanidad.
Antes o después, pasamos por vernos
traicionados por personas de las que nos
hemos fiado y en las que hemos puesto nuestra confianza.
Traición es "quebrantar la
lealtad o la fidelidad". Por eso, el traidor es el modelo del que da el
golpe y clava el cuchillo donde más duele. Y es que, en realidad, Judas había
roto su relación de fidelidad (seguimiento) con Jesús. Por eso, sin duda, en la
cena, ya no le llama Kyrios (Señor), como hicieron los discípulos (Mt 26, 22),
sino que Judas se dirige a Jesús como Rabbi (Rabino) (Mt 26, 25), título del
leguleyo que somete a los alumnos (M. Hengel).
Judas no era un egoísta
"perrillero", ya que tiró el dinero en el Templo. Tampoco era un
sicópata, puesto que reconoció su culpa
y por eso se ahorcó (Mt 27, 5). El seguimiento de Jesús se basa en despojarse
de todo, para poner "toda la seguridad" de nuestra vida en Jesús (D.
Bonhoeffer, M. Hengel). Y esto es lo que perdió Judas.
En realidad, los jefes de los
sacerdotes no necesitaban la colaboración de Judas para arrestar a Jesús. Ellos
sabían bien quién era Jesús, dónde estaba y cómo apresarlo.
Entonces, lo de Judas, - ¿para
qué?
Para que quedase patente que Dios, en
Jesús, pasó por donde pasa lo más duro y humillante de la condición
humana.
Judas nos enseña lo que es seguir a
Jesús o dejar de seguirle.
- ¿Dónde y en qué ponemos nuestra
seguridad?
San Aniceto papa
Duodécimo
sucesor de San Pedro, defendió a la Iglesia de las herejías.
Vida
de San Aniceto papa
Las noticias que tenemos sobre su
vida son pocas. Es el duodécimo sucesor de san Pedro; fue papa entre san Pío I
y san Sotero; rigió a la Iglesia por el tiempo que duran once años- desde el
155 al 166- y era originario de Emesa, en Siria.
Las circunstancias en las que
trabajó vienen dadas por la situación social, política, económica y cultural de
la época. En el siglo II se utilizaba el griego como lengua cultual; los papas
suelen ser provenientes de familias humildes del pueblo; ser elegido para ese
servicio era elección para el martirio (hasta el siglo IV todos los papas
dieron su vida por la fe).
El cuidado o servicio a los
hermanos tenía que ser intenso, sacrificado, valiente, generoso y muy exigente
pero lleno de bondad. Los discípulos de Jesús que aumentaban cada día llevaban
aún una existencia precaria aún en los períodos de paz. Incluso con los
Antoninos, la muerte para el cristiano podía estar detrás de cualquier
acusación o acontecimiento; hasta el estoico Marco Aurelio pensó que la
paciencia de los mártires cristianos era fanatismo.
Había que esforzarse en llevar a
los paganos el misterio, porque el Reino era también para darlo a ellos. Fue
preciso contrarrestar a los pensantes paganos listos que, con sarcasmo, ironía
y calumnia, ridiculizaban el espíritu y vida de los cristianos. Por eso la fe
se hizo, además, apología.
A los cuidados hacia fuera hay
que añadir la atención primaria de la grey con los problemas que surgen desde
dentro. Ya pululaban por doquier versiones cristianas de fe que no coincidían
con el genuino modelo y era preciso mantener a cualquier precio la pureza de la
fe recibida. Esa era la situación del complejo sistema que luego se llamó
gnosticismo -se tienen por cristianos y enseñan el secreto conocimiento de lo
divino, reciben influencias platónicas y de religiones dualistas persas, forman
grupos cerrados, niegan la muerte expiatoria de Jesús y rechazan la
resurrección del cuerpo terrenal-. Marción era gnóstico, vivió en Roma y en
tiempo del papa Aniceto; decía que había dos principios: el bueno era Dios y el
espíritu maléfico creó el mundo, la materia y el cuerpo; se hizo rico con
negocios navieros; hacía estrago entre los cristianos sembrando confusión y
negando el valor del cuerpo con su rigorismo extremo. En estos cuidados
discurrió la vida de Aniceto.
Hubo un asunto peculiar que
merece comentario. Policarpo viene a Roma para tratar con el papa un tema
serio. Él fue en su tiempo discípulo directo de san Juan, el apóstol joven, y
ahora es el obispo de Esmirna. Con sus ochenta y cinco años quiere dejar
acordada la fecha de la principal fiesta cristiana. Los de Oriente siguen la
tradición joánica, mientras que los de Occidente siguen la tradición de Pedro.
No llegaron a ponerse de acuerdo. Es una cuestión -la de la Pascua- que tardará
en resolverse hasta el concilio de Nicea. Pero se despiden en comunión sin
romper la unidad ni quebrantar la caridad ¡Todo un ejemplo!
No hay datos explícitos y
concluyentes sobre el lugar y modo de su tránsito. El Liber Pontificalis
-aunque empleando una expresión extraña por lo inusual- lo coloca entre los
mártires; luego, la tradición constante de los martirologios habla de martirio
y señala la fecha del 17 de abril, aunque no es unánime. En lo referente al
lugar de su enterramiento, se señala en cementerio de san Calixto, donde con
frecuencia se enterró a los papas.
La reliquia de su cabeza fue
entregada al arzobispo de Múnich, Minucio, en el año 1590, y se venera en la
iglesia que rigen los jesuitas en la ciudad. Los restos reposan en el sarcófago
que soporta el altar Mayor -el que consagró el cardenal Merry del Val en 1910-
de la capilla del Pontificio Colegio Español de Roma; fueron traslados al que
entonces era palacio renacentista de los duques de Altemps, en el año 1604. Por
eso, en la bóveda está pintada, entre guirnaldas barrocas y múltiples
amorcillos, la apoteosis de san Aniceto, con capa desplegada y ascendiendo al
cielo.
https://www.santopedia.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario