6 de ABRIL – SÁBADO –
4ª – SEMANA DE CUARESMA – C –
Lectura
del libro de Jeremías (11,18-20):
EL Señor me instruyó, y
comprendí, me explicó todas sus intrigas. Yo, como manso cordero,
era llevado al matadero;
desconocía los planes que estaban urdiendo contra mí:
«Talemos
el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra de los vivos, que jamás se
pronuncie su nombre».
Señor
del universo, que juzgas rectamente, que examinas las entrañas y el corazón, deja
que yo pueda ver cómo te vengas de ellos, pues a ti he confiado mi causa.
Palabra
de Dios
Salmo:
7,2-3.9bc-10.11-12
R/.
Señor, Dios. mío, a ti me acojo
Señor, Dios mío, a ti me
acojo,
líbrame de mis
perseguidores y sálvame;
que no me atrapen como
leones
y me desgarren sin
remedio. R/.
Júzgame, Señor, según mi justicia,
según la inocencia que
hay en mí.
Cese la maldad de los
culpables,
y apoya tú al inocente,
tú que sondeas el
corazón y las entrañas,
tú, el Dios justo. R/.
Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos
de corazón.
Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Juan (7,40-53):
EN aquel tiempo, algunos
de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían:
«Este
es de verdad el profeta».
Otros
decían:
«Este
es el Mesías».
Pero
otros decían:
«¿Es
que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá
del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».
Y
así surgió entre la gente una discordia por su causa.
Algunos
querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los
guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les
dijeron:
«¿Por
qué no lo habéis traído?».
Los
guardias respondieron:
«Jamás
ha hablado nadie como ese hombre».
Los
fariseos les replicaron:
«También
vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído
en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos».
Nicodemo,
el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:
«¿Acaso
nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha
hecho?».
Ellos
le replicaron:
«¿También
tú eres galileo?
Estudia
y verás que de Galilea no salen profetas».
Y
se volvieron cada uno a su casa.
Palabra
del Señor
1.
El contraste, que presenta este relato, da que pensar: a Jesús lo comprendía
y lo seguía el "óchlos" (Jn 7, 49), la plebe ignorante, los
"nadies", los ignorantes, los muertos de hambre, "el pelotón de
los torpes", (H. Bietenhard).
Estas pobres gentes encontraban en
Jesús la solución de sus vidas. Sin embargo, los sacerdotes, los maestros de la
Ley, los sabios teólogos del Templo, no solo no entendían a Jesús, sino que lo
despreciaban y ni lo soportaban.
2.
En contraste con lo dicho, no creían en Jesús ni los "jefes",
ni los "fariseos". Es decir,
ni los "poderosos", ni los "observantes" aceptaban a Jesús.
Y buscaban las razones más pintorescas para justificar su rechazo. Por ejemplo,
que el Mesías no podía ser galileo; o que tendría que haber nacido en
Belén. Razones que no tienen peso
teológico alguno. La religión se resiste
al Evangelio y lo rechaza con la "verdad falseada", tan frecuente en
los ambientes de gente tan cercana a la religión como alejada del dolor del
pueblo.
3.
Resulta patente la conclusión, que es tan clara como la luz: son los
últimos de este mundo los que sintonizan con Jesús. Sin duda alguna, la Iglesia
naciente -lo mismo en los evangelios
sinópticos que en el evangelio de Juan-
expresa la preferencia de Jesús, de Dios, por
los que están abajo en la sociedad y en la historia. Al igual que la sintonía
de los últimos con el Evangelio de Jesús.
No se trata de una cuestión social. Es
un problema más profundo, que se resume en esta pregunta:
- ¿con quién sintonizamos en nuestra
vida?
- ¿Con los que fracasan o con los que
triunfan?
Aquí nos jugamos el "ser" o
el "no-ser" de nuestra realidad de seguidores de Jesús.
Santa Gala de Roma
En
Roma, santa Gala, hija del cónsul Símaco, la cual, al fallecer su cónyuge,
vivió cerca de la iglesia de San Pedro durante muchos años, entregada a la
oración, limosnas, ayunos y otras obras santas, y cuyo felicísimo tránsito fue
descrito por el papa san Gregorio I Magno (s. VI).
Santa Gala de Roma, era hija de
Q. Aurelio Memmio Simmaco, miembro del senado, durante muchos años consejero
del Rey Teodorico, que, sin embargo lo mandó matar en Ravena (525) por
sospechas infundadas de traición. Santa Gala fue entregada como esposa a un
joven patricio del que no se conoce el nombre. al año del casamiento enviudó, y
pese a que querían casarla nuevamente, prefirió consagrarse a Dios, primero en
el ejercicio de las obras de misericordia y más tarde retirándose a un
monasterio cerca de la Basílica vaticana.
Afirma San Gregorio que vivió
muchos años "en la simplicidad del corazón, dedicada a la oración,
distribuyendo grandes limosnas a los pobres". La decisión de la joven
viuda causó gran impresión en Roma, y sus ecos llegaron lejos. Desde Cerdeña, en
donde por segunda vez se encontraba en el exilio, San Fulgencio de Ruspe (que a
su paso por Roma había tenido ocasión de conocer a la familia de la santa), le
escribió una bellísima carta, casi un pequeño tratado de veintiún capítulos en
los que la confirma en la decisión tomada y le imparte consejos ascéticos.
Antes de morir la santa tuvo una
visión del Apóstol San Pedro invitándola al cielo. Por esta razón San Gregorio
en sus Diálogos, en el libro IV, dice que puede demostrarse la inmortalidad del
alma, a través de las apariciones y visiones que tuvieron algunas almas
selectas. Según la tradición, mientras la santa llevaba a cabo una de sus obras
de caridad se le apareció la Virgen. La milagrosa aparición se recuerda en una
pintura del siglo XI que se encuentra en la iglesia de Santa María en Portico
en Campitelli. La fiesta conmemorando tales apariciones, por concesión de la
Congregación de Ritos se celebra en Roma el 17 julio, mientras que en el
Martirologio Romano se conmemora el 5 de octubre. Hacia la mitad del siglo
XVII, por obra de M. A. Anastasio Odescalchi, con el permiso de Inocencio XI,
se funda en Roma un hospicio bajo el patrocinio de la Santa. Es allí en donde
Juan B. De Rossi desenvolvió durante muchos años su actividad. En 1940, se le
dedicó a la Santa una iglesia parroquial.
http://www.es.catholic.net/
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