10 de ABRIL – MIÉRCOLES –
V – SEMANA DE CUARESMA – C –
Lectura
de la profecía de Daniel (3,14-20.91-92.95):
En aquellos días, el rey
Nabucodonosor dijo:
«¿Es
cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no teméis a mis dioses ni adoráis la
estatua de oro que he erigido?
Mirad:
si al oír tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y
todos los demás instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua
que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis, seréis arrojados inmediatamente
al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?».
Sidrac,
Misac y Abdénago contestaron al rey Nabucodonosor:
«A
eso no tenemos por qué responderte. Si nuestro Dios a quien veneramos puede
librarnos del horno encendido, nos librará, oh rey, de tus manos. Y aunque no
lo hiciera, que te conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos
la estatua de oro que has erigido».
Entonces
Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro
desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de
costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y
Abdénago y los echasen en el horno encendido.
Entonces
el rey Nabucodonosor se alarmó, se levantó y preguntó, estupefacto, a sus
consejeros:
«¿No
eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?».
Le
respondieron:
«Así
es, majestad».
Preguntó:
«Entonces,
¿cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el fuego sin sufrir
daño alguno? Y el cuarto parece un ser divino».
Nabucodonosor,
entonces, dijo:
«Bendito
sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus
siervos, que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y entregaron sus
cuerpos antes que venerar y adorar a otros dioses fuera del suyo».
Palabra
de Dios
Salmo: Dn
3,52.53.54.55.56
R/. A
ti gloria y alabanza por los siglos
V/. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres.
Bendito tu nombre, santo
y glorioso. R/.
V/. Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.
V/. Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.
V/. Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas
los abismos. R/.
V/. Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Juan (8,31-42):
En aquel tiempo, dijo
Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si
permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres».
Le
replicaron:
«Somos
linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis
libres”?».
Jesús
les contestó:
«En
verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no
se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo
os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin
embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de
lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a
vuestro padre».
Ellos
replicaron:
«Nuestro
padre es Abrahán».
Jesús
les dijo:
«Si
fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de
matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo
hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».
Le
replicaron:
«Nosotros
no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».
Jesús
les contestó:
«Si
Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido.
Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».
Palabra
del Señor
1.
El Evangelio dice, de forma tajante, que donde hay fe en Jesús hay
libertad.
Lo cual quiere decir: si la fe en Jesús es
auténtica, esa fe produce personas libres. En otras palabras, donde no hay
libertad, tampoco hay fe. La fe en Jesús y la libertad van siempre juntas. No
puede haber fe auténtica que no produzca
personas libres.
La llamada "vida espiritual",
a veces, nos engaña. Pues hay gente muy espiritual que no puede vivir sin
sumisión a un poder que le dé seguridad.
2. El Evangelio -y Jesús en él-
produce personas libres porque, mediante la fe,
los creyentes conocen la verdad. Pero ¡atención!,
que, al hablar de la "verdad",
no nos estamos refiriendo solo ni principalmente,
a verdades religiosas, a dogmas de fe. La verdad de la que habla Jesús es la adhesión y la identificación con
él. Los catecismos y los dogmas que no llevan a las personas a vivir como
vivió Jesús, no contienen la verdad de la que
habla el Evangelio.
3.
Todos pensamos que somos libres, cuando en realidad estamos más condicionados,
controlados y sumisos de lo que nos imaginamos.
En la cultura actual se ha producido
un cambio radical. Se trata del cambio en nuestra experiencia del poder. Lo que ahora manda en nosotros no es ya el
poder opresor, sino el poder seductor. La moderna sociedad tecnológica dispone
y maneja los mecanismos de seducción más eficaces que hasta ahora se han
inventado. Y mediante la seducción, nos
controlan la manera de pensar, de vestir, de comer, de descansar, de
trabajar...
La gran tarea de la religión y de la
Iglesia, en este momento, tendría que ser hacernos más libres frente a tantos
controles.
No para hacer cada cual lo que se le
antoje, sino para estar más disponibles al
servicio de la bondad y la misericordia.
San Miguel de los Santos
En
Valladolid, ciudad de España, san Miguel de los Santos, presbítero de la Orden
de la Santísima Trinidad, que se entregó por completo a obras de caridad y a la
predicación de la palabra de Dios. (1625)
Nació un 29 de septiembre de 1591
en Vic (Barcelona, España), en el seno de una familia muy piadosa y siendo el
séptimo de ocho hermanos.
Ingresa en el convento de los
trinitarios calzados de Barcelona en 1603. En 1606 inicia el noviciado en San
Lamberto (Zaragoza), profesando el 30 de septiembre de 1607.
Llevado por el espíritu de la
reforma, se pasa a la descalcez. Toma el nuevo hábito en Oteiza, cerca de
Pamplona. Realiza su segundo noviciado en Madrid y Alcalá de Henares,
profesando en esta ciudad el 29 de enero de 1609.
Fue conventual en La Solana y
Sevilla de 1609 a 1611. Estudió filosofía en Baeza desde 1611 a 1614, año que
fue enviado a Salamanca a cursar la teología. Al cabo de un año regresó a
Baeza, donde concluyó sus estudios teológicos. Desconocemos el lugar y fecha de
su ordenación. Durante los siete años que reside en Baeza (1615-1622) ejerció
de confesor, predicador y vicario. Finalmente es enviado a Valladolid en mayo
de 1622, como ministro del convento, en donde fallece el 10 de abril de 1625, a
los treinta y tres años.
Vivió su ideal cristiano en la
descalcez trinitaria, con sencillez y rigurosa observancia. Destacó por su
profundidad mística, mostrada, sobre todo, en su devoción al sacramento de la
Eucaristía y en sus frecuentes éxtasis. Se distinguió también por la continua
mortificación de su cuerpo y por una intensa vida de apostolado. Se le atribuye
un breve tratado místico sobre la tranquilidad del alma. La Orden Trinitaria lo
reconoce como patrón de la juventud trinitaria. Fue
beatificado el 2 de mayo de 1779 y canonizado el 8 de junio de 1862, fecha en
que, la Orden de la Santísima Trinidad, celebra su
fiesta.
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