3 de ABRIL – MIÉRCOLES –
4ª – SEMANA DE CUARESMA – C –
Lectura
del libro de Isaías (49,8-15):
ESTO dice el Señor:
«En
tiempo de gracia te he respondido, en día propicio te he auxiliado; te he
defendido y constituido alianza del pueblo,
para restaurar el país, para
repartir heredades desoladas,
para decir a los
cautivos: “Salid”,
a los que están en
tinieblas: “Venid a la luz”.
Aun
por los caminos pastarán,
tendrán praderas en
todas las dunas; no pasarán hambre ni sed,
no les hará daño el
bochorno ni el sol; porque los conduce el compasivo y los guía a manantiales de
agua.
Convertiré
mis montes en caminos, y mis senderos se nivelarán. Miradlos venir de lejos;
miradlos, del Norte y
del Poniente, y los otros de la tierra de Sin. Exulta, cielo; alégrate, tierra;
romped a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece
de los desamparados».
Sion
decía:
«Me
ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha
olvidado».
¿Puede
una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus
entrañas?
Pues,
aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré.
Palabra
de Dios
Salmo:
144,8-9.13cd-14.17-18
R/.
El Señor es clemente y misericordioso
El Señor es clemente y
misericordioso,
lento a la cólera y rico
en piedad;
el Señor es bueno con
todos,
es cariñoso con todas
sus criaturas. R/.
El Señor es fiel a sus
palabras,
bondadoso en todas sus
acciones.
El Señor sostiene a los
que van a caer,
endereza a los que ya se
doblan. R/.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas
sus acciones.
Cerca está el Señor de
los que lo invocan,
de los que lo invocan
sinceramente. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Juan (5,17-30):
En aquel tiempo, Jesús
dijo a los judíos:
«Mi
Padre sigue actuando, y yo también actúo».
Por
eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo quebrantaba el
sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Jesús
tomó la palabra y les dijo:
«En
verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo
que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo,
pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras
mayores que esta, para vuestro asombro.
Lo
mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da
vida a los que quiere.
Porque
el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para
que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no
honra al Padre que lo envió.
En
verdad, en verdad os digo:
quien
escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en
juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.
En
verdad, en verdad os digo:
llega
la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y
los que hayan oído vivirán.
Porque,
igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener
vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del
hombre.
No
os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro
oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida;
los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.
Yo
no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo,
porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».
Palabra
del Señor
1.
La curación del paralítico de la piscina, realizada en sábado y, para
colmo, diciéndole al hombre curado que se llevase la camilla a su casa
precisamente
en el día que todo eso estaba prohibido, todo
eso junto, indignó a los dirigentes religiosos hasta tal punto, que el IV
evangelio no duda en asegurar que aquellos dirigentes de la religión tenían
ganas de matarlo. Es verdad que lo que
hizo Jesús fue una violación provocativa de la "interpretación oficial"
(la Halaká) que se hacía de la Torá (la Ley). Y, además, Jesús actuó así en
Jerusalén y en plena fiesta de Pentecostés (R.
E. Brown).
Efectivamente, la violación
consciente de la ley en sábado era
castigada con la lapidación.
2.
Así las cosas, ¿cómo justificó Jesús lo que acababa de hacer? En el relato
mítico de la creación se dice que el día
séptimo Dios descansó (Gen 2, 2). Por
eso los judíos observantes, hasta hoy, afirman
que "el Shabbat... es el día de la
liberación, el día que, desde los albores de
la vida universal, la libertad triunfa sobre la fatalidad y proclama la
absoluta libertad del Creador" (La voz de la
Torah, I).
Así las cosas, lo que Jesús les dijo a
los observantes judíos fue que él hacía lo que ve hacer al Padre. Esa fue toda
su argumentación.
3.
Esto nos quiere decir lo siguiente: lo que el Padre hace constantemente
-también el sábado- es "dar vida".
Dios es incesantemente la fuente de la vida, de la plenitud de la vida, lo
mejor de la vida.
El Padre es, por tanto, fuente de
felicidad, de bondad, de respeto, de estima, de cariño, de todo lo que más
dichosa hace nuestra vida. Pues si eso
es lo que hace siempre el Padre, eso mismo es lo que siempre hace Jesús.
Esto explica la curación del
paralítico. Y explica en qué consiste el eje y el centro de la vida cristiana:
hacer la vida más humana y más feliz.
San Ricardo de Wyche
En
Chichester, en Inglaterra, san Ricardo, obispo, que, desterrado por el rey
Enrique III y restituido después en la sede, se mostró generoso en ayudar a los
pobres.
Vida
de San Ricardo de Wyche
A finales del siglo XII nace
Ricardo, en Wyche, en una familia de trabajadores del campo. Choca la
austeridad y dureza permanente de su vida con el estilo de los grandes de su
tiempo. Los obispos son "lores" y amantes de los cuidados humanos;
los monjes abundan en la prosperidad y el lujo; los nobles son ambiciosos y en
el trono se aprecia una corriente fuertemente regalista. La clase baja del
pueblo es pobre y está sumida en la ignorancia y en la superstición. Ricardo es
enérgico e intransigente cuando se tratan asuntos en los que está presente la
injusticia, la inmoralidad o la avaricia. Posiblemente esta condición natural
en él sea lo que le lleva a un distanciamiento, cuando no rechazo de los
poderosos. El caso es que la austeridad vivida en casa de sus padres -cuando
fue niño- debió prepararle para la misión que había de desempeñar de adulto.
Marcha para estudiar a Oxford
donde tiene buenos maestros franciscanos y dominicos; y como los recursos no
estiran más, pasó hambre y frío. Una corta estancia en París y vuelta a Oxford,
graduándose en Artes. En Bolonia aprende durante siete años los cánones,
haciendo lo que hoy llamaríamos la carrera de Derecho. Cuando vuelve a Oxford
es nombrado Canciller de la Universidad, Canciller del arzobispado de
Canterbury y también de Lincoln, donde estaba de obispo su antiguo amigo y
profesor Grosseteste. Ejerce la docencia en Orleáns por dos años y allí se
ordena sacerdote.
El Arzobispo de Canterbury lo
nombra obispo de Chichester, a la muerte del obispo Ralph Neville. Y aquí
comienza una etapa de dificultades mayores y de vigoroso testimonio.
El rey Enrique III, que se
apodera por sistema de los beneficios eclesiásticos vacantes, se opone
rotundamente a esta elección. Además, prefiere para la sede libre a Roberto
Passelewe por razones de "erario real". Interviene el papa Inocencio
IV que está presidiendo en este tiempo el concilio de Lyon, confirmando el
nombramiento de Ricardo y consagrándolo personalmente, el 5 de marzo de 1245.
Pero esto pone peor las cosas. Y es que el alto prestigio adquirido por el
papado desde el siglo IX ha venido a menos desde que se hundió la Casa de
Hohenstaufen y los papas se han inclinado hacia Francia; la rivalidad existente
entre Inglaterra y Francia provoca de rebote reacciones contra Roma que se
manifiestan en un fuerte nacionalismo inglés, en la resistencia del trono a
aceptar las decisiones del papa y en intransigencias e intromisiones en las
materias mixtas. Hasta los Legados pontificios son mal recibidos, si no ignorados,
en la corte inglesa.
En estas circunstancias, el
nombramiento de Ricardo ha caído, humanamente, en mal momento. El rey ha
mandado cerrarle físicamente las puertas del palacio episcopal y ha prohibido
darle cobijo y dinero. El temor de la gente a la venganza real lleva a que se
vea a Ricardo-obispo vagabundo por su legítima diócesis, haciendo de obispo
misionero, viajando a pie y desprovisto de servicio. Debía ser una estampa
curiosa en la época en que los obispos eran "lores" y jamás trabajaban
sin séquito. Visita las casas de los pescadores y catequiza a los humildes con
quienes comparte alimento. ¡Todo un escándalo para altos eclesiásticos que
gustan de fastuosidades y de monjes que disfrutan de buena mesa! Condena los
abusos de poder y los vicios de la época con extraordinaria energía; de modo
especial presenta una defensa a ultranza del derecho frente a la arbitrariedad
y al abuso de poder; predica la doctrina evangélica frente al nepotismo
reinante.
Fueron ocho años de obispo en que
supo mantenerse, con fortaleza, libre de presiones. De hecho, nadie se explica
cómo fue posible reunir una y otra vez a su Cabildo para sacar adelante las
Constituciones que son de esa época y sientan los modos de hacer en adelante,
señalando una praxis pastoral distinta y más adecuada a los principios
evangélicos.
Murió en la casa-asilo
-"Mas-Dieu"- para sacerdotes pobres y peregrinos, a los 55 años.
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