martes, 2 de abril de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 3 de ABRIL – MIÉRCOLES – 4ª – SEMANA DE CUARESMA – C – San Ricardo de Wyche




3 de ABRIL – MIÉRCOLES –
4ª – SEMANA DE CUARESMA – C –

Lectura del libro de Isaías (49,8-15):

ESTO dice el Señor:
«En tiempo de gracia te he respondido, en día propicio te he auxiliado; te he defendido y constituido alianza del pueblo,
para restaurar el país, para repartir heredades desoladas,
para decir a los cautivos: “Salid”,
a los que están en tinieblas: “Venid a la luz”.
Aun por los caminos pastarán,
tendrán praderas en todas las dunas; no pasarán hambre ni sed,
no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el compasivo y los guía a manantiales de agua.
Convertiré mis montes en caminos, y mis senderos se nivelarán. Miradlos venir de lejos;
miradlos, del Norte y del Poniente, y los otros de la tierra de Sin. Exulta, cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados».
Sion decía:
«Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado».
¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré.

Palabra de Dios

Salmo: 144,8-9.13cd-14.17-18

R/. El Señor es clemente y misericordioso

 El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.
    El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.
 El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.

Lectura del santo evangelio según san Juan (5,17-30):

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo».
Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Jesús tomó la palabra y les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro.
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.
Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
En verdad, en verdad os digo:
quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.
En verdad, en verdad os digo:
llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.
Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.
Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».

Palabra del Señor

1.  La curación del paralítico de la piscina, realizada en sábado y, para colmo, diciéndole al hombre curado que se llevase la camilla a su casa precisamente
en el día que todo eso estaba prohibido, todo eso junto, indignó a los dirigentes religiosos hasta tal punto, que el IV evangelio no duda en asegurar que aquellos dirigentes de la religión tenían ganas de matarlo.  Es verdad que lo que hizo Jesús fue una violación provocativa de la "interpretación oficial" (la Halaká) que se hacía de la Torá (la Ley). Y, además, Jesús actuó así en Jerusalén y en plena fiesta de Pentecostés (R.  E. Brown).
Efectivamente, la violación consciente   de la ley en sábado era castigada con la lapidación.

2.  Así las cosas, ¿cómo justificó Jesús lo que acababa de hacer?  En el relato
mítico de la creación se dice que el día séptimo Dios descansó (Gen 2, 2). Por
eso los judíos observantes, hasta hoy, afirman que "el Shabbat...  es el día de la
liberación, el día que, desde los albores de la vida universal, la libertad triunfa sobre la fatalidad y proclama la absoluta libertad del Creador" (La voz de la
Torah, I).
Así las cosas, lo que Jesús les dijo a los observantes judíos fue que él hacía lo que ve hacer al Padre. Esa fue toda su argumentación.

3.  Esto nos quiere decir lo siguiente: lo que el Padre hace constantemente
-también el sábado- es "dar vida". Dios es incesantemente la fuente de la vida, de la plenitud de la vida, lo mejor de la vida.
El Padre es, por tanto, fuente de felicidad, de bondad, de respeto, de estima, de cariño, de todo lo que más dichosa hace nuestra vida.  Pues si eso es lo que hace siempre el Padre, eso mismo es lo que siempre hace Jesús.
Esto explica la curación del paralítico. Y explica en qué consiste el eje y el centro de la vida cristiana: hacer la vida más humana y   más feliz.

San Ricardo de Wyche


En Chichester, en Inglaterra, san Ricardo, obispo, que, desterrado por el rey Enrique III y restituido después en la sede, se mostró generoso en ayudar a los pobres.

Vida de San Ricardo de Wyche

A finales del siglo XII nace Ricardo, en Wyche, en una familia de trabajadores del campo. Choca la austeridad y dureza permanente de su vida con el estilo de los grandes de su tiempo. Los obispos son "lores" y amantes de los cuidados humanos; los monjes abundan en la prosperidad y el lujo; los nobles son ambiciosos y en el trono se aprecia una corriente fuertemente regalista. La clase baja del pueblo es pobre y está sumida en la ignorancia y en la superstición. Ricardo es enérgico e intransigente cuando se tratan asuntos en los que está presente la injusticia, la inmoralidad o la avaricia. Posiblemente esta condición natural en él sea lo que le lleva a un distanciamiento, cuando no rechazo de los poderosos. El caso es que la austeridad vivida en casa de sus padres -cuando fue niño- debió prepararle para la misión que había de desempeñar de adulto.

Marcha para estudiar a Oxford donde tiene buenos maestros franciscanos y dominicos; y como los recursos no estiran más, pasó hambre y frío. Una corta estancia en París y vuelta a Oxford, graduándose en Artes. En Bolonia aprende durante siete años los cánones, haciendo lo que hoy llamaríamos la carrera de Derecho. Cuando vuelve a Oxford es nombrado Canciller de la Universidad, Canciller del arzobispado de Canterbury y también de Lincoln, donde estaba de obispo su antiguo amigo y profesor Grosseteste. Ejerce la docencia en Orleáns por dos años y allí se ordena sacerdote.
El Arzobispo de Canterbury lo nombra obispo de Chichester, a la muerte del obispo Ralph Neville. Y aquí comienza una etapa de dificultades mayores y de vigoroso testimonio.
El rey Enrique III, que se apodera por sistema de los beneficios eclesiásticos vacantes, se opone rotundamente a esta elección. Además, prefiere para la sede libre a Roberto Passelewe por razones de "erario real". Interviene el papa Inocencio IV que está presidiendo en este tiempo el concilio de Lyon, confirmando el nombramiento de Ricardo y consagrándolo personalmente, el 5 de marzo de 1245. Pero esto pone peor las cosas. Y es que el alto prestigio adquirido por el papado desde el siglo IX ha venido a menos desde que se hundió la Casa de Hohenstaufen y los papas se han inclinado hacia Francia; la rivalidad existente entre Inglaterra y Francia provoca de rebote reacciones contra Roma que se manifiestan en un fuerte nacionalismo inglés, en la resistencia del trono a aceptar las decisiones del papa y en intransigencias e intromisiones en las materias mixtas. Hasta los Legados pontificios son mal recibidos, si no ignorados, en la corte inglesa.
En estas circunstancias, el nombramiento de Ricardo ha caído, humanamente, en mal momento. El rey ha mandado cerrarle físicamente las puertas del palacio episcopal y ha prohibido darle cobijo y dinero. El temor de la gente a la venganza real lleva a que se vea a Ricardo-obispo vagabundo por su legítima diócesis, haciendo de obispo misionero, viajando a pie y desprovisto de servicio. Debía ser una estampa curiosa en la época en que los obispos eran "lores" y jamás trabajaban sin séquito. Visita las casas de los pescadores y catequiza a los humildes con quienes comparte alimento. ¡Todo un escándalo para altos eclesiásticos que gustan de fastuosidades y de monjes que disfrutan de buena mesa! Condena los abusos de poder y los vicios de la época con extraordinaria energía; de modo especial presenta una defensa a ultranza del derecho frente a la arbitrariedad y al abuso de poder; predica la doctrina evangélica frente al nepotismo reinante.
Fueron ocho años de obispo en que supo mantenerse, con fortaleza, libre de presiones. De hecho, nadie se explica cómo fue posible reunir una y otra vez a su Cabildo para sacar adelante las Constituciones que son de esa época y sientan los modos de hacer en adelante, señalando una praxis pastoral distinta y más adecuada a los principios evangélicos.
Murió en la casa-asilo -"Mas-Dieu"- para sacerdotes pobres y peregrinos, a los 55 años.



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