martes, 30 de abril de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 1 de MAYO – MIÉRCOLES – 2ª – SEMANA DE PASCUA – C – SAN JOSE OBRERO





1 de MAYO – MIÉRCOLES –
2ª – SEMANA DE PASCUA – C –

 Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,17-26):

EN aquellos días, el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera, diciéndoles:
«Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida».
Entonces ellos, al oírlo, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con todos los suyos, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos de los hijos de Israel, y mandaron a la prisión para que los trajesen.
Fueron los guardias, no los encontraron en la cárcel, y volvieron a informar, diciendo:
«Hemos encontrado la prisión cerrada con toda seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro».
Al oír estas palabras, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes atinaban a explicarse qué había pasado. Uno se presentó, avisando:
«Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo».
Entonces el jefe salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.

Palabra de Dios

Salmo: 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.
El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,16-21):

TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Palabra del Señor

1.  Este evangelio toca el fondo. Jesús presenta a Dios, no solo como amor, sino sobre todo como "exceso de amor".  Un amor tan grande, que se trata de un "padre", que quiere tanto al mundo, que le "entregó a su Hijo único".
Un cariño así, si hablamos del cariño   desde donde únicamente lo podemos
entender, la experiencia humana, eso es   algo que no sucede entre seres humanos.   Ningún padre entrega a su hijo a un   mundo tan violento, tan cruel y peligroso como este mundo en que vivimos.

2.  Lo peor que hemos hecho los cristianos con este Dios no ha sido "ofenderlo", sino "deformarlo". Porque, en lugar de definirlo (en nuestros "Credos de
Fe") como "Padre amoroso", lo hemos definido como "Padre todopoderoso". Un "poderoso", que (en su original griego) es el pantokrátor, el título imperial que se aplica al "amo del mundo". 
Hemos sustituido el amor por el poder. Así lo dice el "Credo" del concilio de Nicea (a. 325) (DH 125). De hecho, este fue el título que utilizaron los emperadores de    Roma, concretamente durante el mandato   de los Antoninos, cuando hombres tan absolutistas como Nerón o Domiciano se hicieron adorar como dioses (Pierre Grimal).  
Yo no creo en el "emperador del Imperio".  Creo en el Padre que nos explicó Jesús.

3.  El Padre, que presenta Jesús en el Evangelio, es el Padre que no hace
diferencias entre buenos y malos (Mt 5, 45 par).
Es el Padre que quiere tanto al "hijo perdido", que lo espera impaciente. Y cuando lo ve venir, corre hacia él, no sea que (por ser un canalla) se lo vayan a linchar. Y lo abraza y lo besa. Y le organiza un banquete de fiesta (Lc 15, 11-32).
Es el Dios que se identifica con cada ser humano. De forma que el mandato   final de Jesús es que "os améis unos a otros, como yo os he querido... En esto se conocerá que sois discípulos míos"
(Jn 13, 34-35).
Aquí ya, desaparece Dios, solo queda el amor al ser humano. Con el ser humano se identifica Dios.

SAN JOSE OBRERO


El 1 de mayo la Iglesia celebra la Fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores, fecha que coincide con el Día Mundial del Trabajo. Esta celebración litúrgica fue instituida en 1955 por el Siervo de Dios, Papa Pío XII, ante un grupo de obreros reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
El Santo Padre pidió en esa oportunidad que “el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”.
Pío XII quiso que el Santo Custodio de la Sagrada Familia, “sea para todos los obreros del mundo, especial protector ante Dios, y escudo para tutela y defensa en las penalidades y en los riesgos del trabajo”.
Por su parte, San Juan Pablo II en su encíclica a los trabajadores “Laborem exercens” destacó que “mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido ‘se hace más hombre’”.
Posteriormente, en el Jubileo de los Trabajadores en el 2000, el Papa de la Familia dijo: “Queridos trabajadores, empresarios, cooperadores, agentes financieros y comerciantes, unid vuestros brazos, vuestra mente y vuestro corazón para contribuir a construir una sociedad que respete al hombre y su trabajo”.
“El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene. Cuanto se realiza al servicio de una justicia mayor, de una fraternidad más vasta y de un orden más humano en las relaciones sociales, cuenta más que cualquier tipo de progreso en el campo técnico”, añadió”.
Se cristianizó una fiesta que había sido hasta el momento la ocasión anual del trabajador para manifestar sus reivindicaciones, su descontento y hasta sus anhelos. Fácilmente en las grandes ciudades se observaba un paro general y con no menos frecuencia se podían observar las consecuencias sociales que llevan consigo la envidia, el odio y las bajas pasiones repetidamente soliviantadas por los agitadores de turno. En nuestro occidente se aprovechaba también ese momento para lanzar reiteradas calumnias contra la Iglesia que era presentada como fuerza aliada con el capitalismo y consecuentemente como el enemigo de los trabajadores.
Fue después de la época de la industrialización cuando toma cuerpo la fiesta del trabajo. Las grandes masas obreras han salido perjudicadas con el cambio y aparecen extensas masas de proletarios. También hay otros elementos que ayudan a echar leña al fuego del odio: la propaganda socialista-comunista de la lucha de clases.

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