jueves, 11 de marzo de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 12 DE MARZO - VIERNES – 3ª – SEMANA DE CUARESMA - B SAN SIMEON EL TEÓLOGO

 

 


12 DE MARZO - VIERNES –

3ª – SEMANA DE CUARESMA - B

SAN SIMEON EL TEÓLOGO

 

Lectura de la profecía de Oseas (14,2-10):

 

ESTO dice el Señor:

«Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tropezaste por tu falta. Tomad vuestras promesas con vosotros, y volved al Señor.

Decidle:

 “Tú quitas toda falta, acepta el pacto. Pagaremos con nuestra confesión: Asiria no nos salvará,

no volveremos a montar a caballo,

y no llamaremos ya ‘nuestro Dios’

a la obra de nuestras manos.

En ti el huérfano encuentra compasión”.

“Curaré su deslealtad, los amaré generosamente, porque mi ira se apartó de ellos.

Seré para Israel como el rocío,

florecerá como el lirio, echará sus raíces como los cedros del Líbano.

Brotarán sus retoños y será su esplendor como el olivo, y su perfume como el del Líbano.

Regresarán los que habitaban a su sombra, revivirán como el trigo, florecerán como la viña, será su renombre como el del vino del Líbano.

Efraín, ¿qué tengo que ver con los ídolos?

Yo soy quien le responde y lo vigila.

Yo soy como un abeto siempre verde, de mí procede tu fruto”.

¿Quién será sabio, para comprender estas cosas, inteligente, para conocerlas?

Porque los caminos del Señor son rectos: los justos los transitan, pero los traidores tropiezan en ellos».

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 80,6c-8a.8bc-9.10-11ab.14.17

 

R/. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz

 

 Oigo un lenguaje desconocido:

«Retiré sus hombros de la carga,

y sus manos dejaron la espuerta.

Clamaste en la aflicción, y te libré. R/.

    Te respondí oculto entre los truenos,

te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.

Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;

¡ojalá me escuchases, Israel! R/.

    No tendrás un dios extraño,

no adorarás un dios extranjero;

yo soy el Señor, Dios tuyo,

que te saqué del país de Egipto. R/.

 ¡Ojalá me escuchase mi pueblo

y caminase Israel por mi camino!

Los alimentaría con flor de harina,

los saciaría con miel silvestre». R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,28b-34):

 

EN aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:

«¿Qué mandamiento es el primero de todos?».

Respondió Jesús:

«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”.

El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».

El escriba replicó:

«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».

Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:

«No estás lejos del reino de Dios».

Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

 

Palabra del Señor

 

1.  Este relato plantea un problema que toca el centro mismo de todo el Evangelio. El problema está en esto: El letrado le pregunta a Jesús solamente cuál es el primer mandamiento, o sea el más importante de todos (D. C. Allison, Joel Marcus).

A lo que Jesús responde recordando la Shemá o declaración fundamental de la fe (Mt 12, 29-30; Deut 6,4-5).

Pero Jesús recuerda además el texto de Lev 19, 18, que es inseparable del primero (Gal 5, 14; Rom 13, 8-10; St 2, 8-12). 0 sea, no es posible amar a Dios, si no se ama igualmente al prójimo.

 

2.  Dando un paso más, hay que preguntarse: si Jesús unió el amor al prójimo (sobre el que no le habían preguntado) con el amor a Dios (que es lo que le preguntaron), - ¿por qué unió lo uno con lo otro? - ¿Por qué, a juicio de Jesús no es posible separar el amor a Dios del amor al prójimo?

 

3.  Porque Dios es, por definición, "el   Trascendente". Es decir, "a Dios nadie lo ha visto jamás" (Jn 1, 18; cf. 14, 8-10; 1 Jn 4, 12).

0 sea, Dios "nos trasciende", no está a nuestro alcance. Lo propio y definitorio del Trascendente está en que es "incomunicable". Los humanos solo podemos comunicarnos con "lo inmanente". Y, por tanto, cuando decimos que amamos a Dios, bien puede ocurrir que no sea a Dios a quien estamos amando, sino que estemos amando la "representación" que nosotros nos hacemos de Dios. Y ocurre que cada cual se representa a Dios como le conviene. Pero la única realidad humana, en la que Dios se ha encarnado, ha sido nuestra propia humanidad. Por eso Jesús le dijo al apóstol Felipe: "Quien me ve a mí está viendo a Dios" Un 14, 9).

No es posible relacionarse con Dios y amar a Dios, si no se ama "lo humano", a cualquier "ser humano".  "Quien no ama a su hermano a quien está viendo, a Dios, a quien no ve, no puede amarlo" (1 Jn 4, 20b).

Es más: Jesús llegó al culmen humanístico más radical cuando, en la Última Cena, en el momento en que los otros evangelios relatan la institución de la Eucaristía, el IV evangelio pone en boca de Jesús el mandamiento nuevo: "que os améis unos a otros como yo os he amado. En esto conocerán que sois discípulos míos" (Jn 13, 34-35).

Aquí ya el amor a Dios, ni se menciona.  Solo queda en pie el amor a los demás. Lo que quieras a la gente, eso es lo que quieres a Dios. Todo lo que no sea eso, es puro engaño.

 

SAN SIMEON EL TEÓLOGO

 


Nuevo Teólogo

(949–1022)

 

San Simeón el Nuevo Teólogo (949–1022) es el último de los tres santos de la Iglesia Ortodoxa al que se dio el título de teólogo de ahí que también recibiera el adjetivo de «Nuevo». Los otros son san Juan el Apóstol y san Gregorio Nacianceno. San Simeón fue un poeta que personificó la tradición hesicasta mística. Escribió que los seres humanos podían y debían experimentar a Dios directamente. Sus obras influyeron en la controversia hesicasta del siglo XIV. Su discípulo más famoso fue Nicetas Estetatos, su ayudante de celda, que también escribió su vida.

Nacido en Galacia, Paflagonia, su padre le preparó una educación en Constantinopla en la vida oficial. Fue más tarde asignado como cortesano para atender al emperador Basilio. Abandonó su vida como cortesano para retirarse a un monasterio a la edad de 27 años bajo el Viejo Simeón el Pío en el Monasterio de Studion. Más tarde se convirtió en abad del monasterio de San Mamés en Constantinopla.

La estricta disciplina monástica que pretendía Simeón dolió a algunos en el monasterio. Un día, después de la liturgia algunos de los monjes le atacaron y casi le mataron. Después fueron expulsados del monasterio y Simeón pidió que se los tratara con lenidad. También de las autoridades eclesiásticas Simeón padeció una severa oposición que encontraba sus obras suficientemente fastidiosas para excluirle de Constantinopla. Así que abandonó la ciudad y residió en el monasterio de Santa Makrina cruzando el Bósforo. Con el tiempo se hizo un recluso.

Simeón no estaba educado en filosofía griega, pero sabía bastante de la vida de la iglesia. A menudo hablaba a partir de su experiencia personal directa y a veces atacó a algunos eruditos a quienes veía como personas que pretendían tener un conocimiento del que carecían.

Algunas de las obras de Simeón fueron: Discursos catecúmenos, Himnos de Amor divino y los Tres Discursos teológicos.

 

 

 

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