lunes, 15 de marzo de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 17 DE MARZO - MIERCOLES – 4 – SEMANA DE CUARESMA - B - SAN PATRICIO, primer obispo de Málaga

 

 

 


17 DE MARZO - MIERCOLES –

4 – SEMANA DE CUARESMA - B         

SAN   PATRICIO,

primer obispo de Málaga

                                                           

Lectura del libro de Isaías (49,8-15):

 

ESTO dice el Señor:

«En tiempo de gracia te he respondido, en día propicio te he auxiliado; te he defendido y constituido alianza del pueblo,

para restaurar el país, para repartir heredades desoladas,

para decir a los cautivos: “Salid”,

a los que están en tinieblas: “Venid a la luz”.

Aun por los caminos pastarán,

tendrán praderas en todas las dunas; no pasarán hambre ni sed,

no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el compasivo y los guía a manantiales de agua.

Convertiré mis montes en caminos, y mis senderos se nivelarán. Miradlos venir de lejos;

miradlos, del Norte y del Poniente, y los otros de la tierra de Sin. Exulta, cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados».

Sion decía:

«Me ha abandonado el Señor,

mi dueño me ha olvidado».

¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas?

Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 144,8-9.13cd-14.17-18

 

R/. El Señor es clemente y misericordioso

 

 El Señor es clemente y misericordioso,

lento a la cólera y rico en piedad;

el Señor es bueno con todos,

es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

    El Señor es fiel a sus palabras,

bondadoso en todas sus acciones.

El Señor sostiene a los que van a caer,

endereza a los que ya se doblan. R/.

 El Señor es justo en todos sus caminos,

es bondadoso en todas sus acciones.

Cerca está el Señor de los que lo invocan,

de los que lo invocan sinceramente. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (5,17-30):

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:

«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo».

Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.

Jesús tomó la palabra y les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro.

Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.

Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.

En verdad, en verdad os digo:

quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.

En verdad, en verdad os digo:

llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.

Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.

No os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.

Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».

 

Palabra del Señor

 

1.  La curación del paralítico de la piscina, realizada en sábado y, para colmo, diciéndole al hombre curado que se llevase la camilla a su casa precisamente en el día que todo eso estaba prohibido, todo eso junto, indignó a los dirigentes religiosos hasta tal punto, que el IV evangelio no duda en asegurar que aquellos dirigentes de la religión tenían ganas de matarlo.  Es verdad que lo que hizo Jesús fue una violación provocativa de la "interpretación oficial" (la Halaká) que se hacía de la Torá (la Ley). Y, además, Jesús actuó así en Jerusalén y en plena fiesta de Pentecostés (R.  E. Brown).

Efectivamente, la violación consciente de la ley en sábado era castigada con la lapidación.

 

2.  Así las cosas, ¿cómo justificó Jesús lo que acababa de hacer?  En el relato mítico de la creación se dice que el día séptimo Dios descansó (Gen 2, 2). Por eso los judíos observantes, hasta hoy, afirman que "el Shabbat...  es el día de la liberación, el día que, desde los albores de la vida universal, la libertad triunfa sobre la fatalidad y proclama la absoluta libertad del Creador" (La voz de la Torah, I).

Así las cosas, lo que Jesús les dijo a los observantes judíos fue que él hacía lo que ve hacer al Padre. Esa fue toda su argumentación.

 

3.  Esto nos quiere decir lo siguiente: lo que el Padre hace constantemente -también el sábado- es "dar vida". Dios es incesantemente la fuente de la vida, de la plenitud de la vida, lo mejor de la vida.

El Padre es, por tanto, fuente de felicidad, de bondad, de respeto, de estima, de cariño, de todo lo que más dichosa hace nuestra vida.  Pues si eso es lo que hace siempre el Padre, eso mismo es lo que siempre hace Jesús.

Esto explica la curación del paralítico. Y explica en qué consiste el eje y el centro de la vida cristiana: hacer la vida más humana y más feliz.

 

SAN   PATRICIO,

primer obispo de Málaga


San Patricio (¿Málaga?, siglo III - Galia, 16 de marzo de 307) figura ya como obispo de Málaga en las actas del Concilio de Elvira, cerca de la ciudad de Granada, celebrado entre el año 300 y 313, y que estuvo acompañado, como consejeros, de sacerdotes malagueños de Teba, Ronda la Vieja y Alhaurín el Grande. En este Concilio se da fuerza a la presentación del cristianismo y se intensifica profundamente el número de conversiones, de manera que se llenaban los templos a rebosar y hubo que construir muchos nuevos.

Ejerció su apostolado durante el gobierno del emperador romano Diocleciano y el tetrarca de occidente Maximiano, en cuyo tiempo los cristianos sufrieron una dura persecución religiosa, con numerosos mártires, entre los que destacan san Ciriaco y santa Paula, los patronos de Málaga, que según la leyenda popular fueron martirizados a orillas del Guadalmedina. El mismo Patricio fue objeto de esta cruel persecución de los cristianos, y tuvo que estar constantemente de acá para allá. Tuvo que expatriarse a las Galias, donde murió el 16 de marzo de 307.

El papa Gregorio XVI decretó su culto público. No hay datos de sus sucesores episcopales hasta el año 579.

Tiene dedicada una calle en Málaga, en la zona de la Victoria y una iglesia en el barrio de Huelin.

 

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