23 DE MARZO - MARTES –
5ª – SEMANA DE CUARESMA – B –
Santo Toribio de Mogrovejo
Lectura del libro de los Números (21,4-9):
En aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar
Rojo, rodeando el territorio de Edón.
El pueblo se cansó de caminar y
habló contra Dios y contra Moisés:
«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni
pan ni agua, y nos da náuseas ese pan sin sustancia».
El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y
murieron muchos de Israel.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que
aparte de nosotros las serpientes».
Moisés rezó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió:
«Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de
serpientes quedarán sanos al mirarla».
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando
una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba
la vida.
Palabra de Dios
Salmo: 101,2-3.16-18.19-21
R/. Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti
Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco,
escúchame enseguida. R/.
Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los
indefensos,
y no desprecie sus
peticiones. R/.
Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado
alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su
excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la
tierra,
para escuchar los gemidos de los
cautivos
y librar a los condenados a
muerte. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan (8,21-30):
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no
podéis venir vosotros».
Y los judíos comentaban:
«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir
vosotros”?».
Y él les dijo:
«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este
mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros
pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados».
Ellos le decían:
«¿Quién eres tú?».
Jesús les contestó:
«Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar
muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al
mundo lo que he aprendido de él».
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
Y entonces dijo Jesús:
«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que
no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que
me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le
agrada».
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor
1. Lo primero que hay que tener en cuenta es que Jesús se enfrenta a los "fariseos". Es decir, se enfrenta a los hombres más "religiosos". ¿Y cuál es el motivo del enfrentamiento? Lo notable de este conflicto está en que Jesús se enfrenta con "los hombres más religiosos" porque, siendo tan "religiosos" como eran, no se enteraban ni de lo que es Dios, ni cómo es Dios, y menos aún de lo que Dios quiere.
¿En qué está el problema?
2. Se trata, nada menos, que de "el problema central de
todo el Evangelio".
La cuestión está en esto: Jesús afirma (y se apropia) tres veces la fórmula: Yo soy (égó eimi) (Jn 8, 23. 24. 28). Esta fórmula es la revelación del nombre de Yahvé que Dios da de sí mismo, cuando se manifestó a Moisés (Ex 3, 14) para decirle que quería liberar a su pueblo de la esclavitud que sufría en Egipto.
No se trata de una definición metafísica del "ser" de Dios (G. Von Rad). Sino que se trata de una explicación del "actuar" de Dios, que no soporta ver el sufrimiento de los esclavos (Ex 3, 1 ss). Y esto justamente es lo que Jesús se aplica a sí mismo. Precisamente ante los fariseos, ante los hombres más observantes y religiosos.
3. - ¿Qué significa y que nos dice todo esto?
No creer en el "Yo soy" equivale a negar que la totalidad de la
realidad divina se nos ha manifestado en la persona, en la vida y en la
conducta de Jesús (J. Zumstein).
O sea, en la vida que llevó Jesús es donde vemos a Dios y encontramos a
Dios. Concreta y especialmente cuando Jesús fue levantado (Jn 8, 28). Es decir,
en Jesús condenado, ejecutado y levantado en la cruz, ahí es donde vemos a Dios
y donde lo encontramos.
Nada de esto les cabía en la cabeza a los fariseos. La mentalidad de un hombre muy "religioso" está atiborrada de ritos, ceremonias sagradas, santos, curas, templos y capillas, rezos abundantes... En una mentalidad así, no queda sitio para los esclavos, los que sufren. Y menos, para un patíbulo (o una cruz) donde cuelgan a un subversivo.
Santo Toribio de Mogrovejo
Nació en Mayorga (León, España) en
1538. Estudió Derecho en las universidades de Coimbra y Salamanca. Fue
propuesto por el rey Felipe II al Papa Gregorio XIII para el arzobispado de Lima
como sucesor de fray Jerónimo de Loaysa.
Lleno de celo apostólico, reunió
numerosos sínodos y concilios que promovieron con mucho fruto la vida religiosa
de todo el virreinato. Defendió con valentía los derechos de la Iglesia, con
gran dedicación trabajó por su grey y mostró preocupación, sobre todo, por la
población autóctona. Murió en el año 1606.
Fue ordenado sacerdote y obispo. Llegó a Paita en marzo de 1581 e hizo por
tierra el fatigoso camino hasta su sede. Ingresó en Lima el12 de mayo de aquel
año. Convocó y presidió el III Concilio Limense (1582-1583), al cual asistieron
prelados de toda Hispanoamérica, y en el que se trataban asuntos relativos a la
evangelización de los indios. De esa histórica asamblea salieron luminosas
normas de pastoral, así como textos de catecismo en castellano, quechua y aymara
(los primeros libros impresos en Sudamérica).
Santo Toribio visitó innumerables poblados de su amplísimo territorio, uno
de los más extensos y difíciles del mundo. A las visitas pastorales dedicó 17
de sus 25 años de obispo. Recorrió la hostil topografía peruana, desde
Chachapoyas y Moyobamba hasta Nazca. Resumió sus itinerarios al escribir: “Mas
de 5,200 leguas, muchas veces a pie, por caminos muy fragosos y ríos, rompiendo
por todas las dificultades y careciendo algunas veces de cama y comida”. La caridad
de Cristo lo impulsaba a administrar los sacramentos ya instruir a los fieles,
a aliviarlos y ayudarlos.
Celebró hasta 13 sínodos. Fundó el Seminario de Lima (1590) y lo puso bajo
la advocación de su patrono, Santo Toribio de Astorga.
Agobiado por los trabajos y la austeridad de sus penitencias, murió en Saña
el 23 de marzo de 1606, Jueves Santo. Fue un infatigable misionero, gran
organizador de la Iglesia sudamericana y denominado protector de los indígenas.
Beatificado por Inocencio XI en 1679. Canonizado por Benedicto XIII en 1726.
En 1983 Juan Pablo II lo proclamó Patrono del Episcopado latinoamericano.
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