10 DE MARZO - MIERCOLES –
3ª – SEMANA DE CUARESMA – B
Stª Mª Eugenia
Milleret, virgen
Lectura del libro del Deuteronomio (4,1.5-9):
MOISÉS habló al pueblo, diciendo:
«Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que,
cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor,
Dios de vuestros padres, os va a dar.
Mirad: yo os enseño los mandatos y decretos, como me mandó el Señor, mi
Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar
posesión de ella.
Observadlos y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra
inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de
todos estos mandatos, dirán:
“Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación”.
Porque ¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos
como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?
Y ¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan
justos como toda esta ley que yo os propongo hoy?
Pero, ten cuidado y guárdate bien
de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón
mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos».
Palabra de Dios
Salmo: 147,12-13.15-16.19-20
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión.
Que ha reforzado los cerrojos de
tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro
de ti. R/.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como
ceniza. R/.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus
mandatos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,17-19):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a
abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de
cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe
así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».
Palabra del Señor
1. Es de suma importancia saber que estos versículos del sermón
del monte "son de los más difíciles del Evangelio" (Ulrich Luz).
Si, en el sermón del monte, Jesús presenta su proyecto, resulta sumamente difícil
entender cómo el mismo Jesús puede afirmar que él no vino a este mundo para
"disolver", "destruir" o "dejar sin validez"
(katalyó) la ley o los profetas, o sea lo que se nos había dicho en el Antiguo
Testamento sobre Dios, la religión, la ética, todo, todo.
Jesús no ha venido para prolongar y hacer más exigente la religión
del judaísmo. A juicio de Jesús, todo el Antiguo Testamento fue solamente una
preparación. La
plenitud de lo que aquello significaba -y tiene que significar
ahora- es algo mucho más profundo
y entraña una plenitud que es lo que nos
explica la vida que llevó Jesús.
2. Cuando Jesús dice que no ha venido para abolir la ley o los
profetas, este texto de Mateo presenta a Jesús como quien, precisamente porque
cambió la ley y tantas otras cosas, el resultado no consiste en que dejó sin
validez el A. T., sino que llevó todo aquello a su plenitud, al cumplimiento
pleno (plerosai) (Mt 5, 17). Que no se cumple sola o simplemente "por la
fe" (Rom 3, 31), sino por lo central que hay en los evangelios: "el
seguimiento de Jesús'.
3. Y es que el cambio, que representa el Evangelio respecto al
A.T., es más fuerte de lo que muchos se imaginan. Jesús no vino a fundar una
religión más exigente que la del judaísmo. Jesús no fundó ninguna
religión.
¿Cómo iba a fundar una religión un hombre que fue asesinado por los
responsables y dirigentes de la religión?
Lo que hizo Jesús fue sustituir la "religión" por un
"proyecto de vida". Tan radicalmente humano y laico, que es un
proyecto que no se puede vivir sin la base y la fuerza de la fe, la oración y,
sobre todo, el seguimiento de la forma de vida que llevó Jesús.
Stª Mª Eugenia
Milleret, virgen
Santa María
Eugenia de Jesús es fundadora de la Congregación de las Hermanas de la
Asunción para la educación cristiana de niñas y adolescentes |
Santa María
Eugenia de Jesús (Anna Milleret de Brou) nació en Metz (Francia) el 25 de
agosto 1817 en una familia de origen italiano. Después de la
muerte de su madre en 1832 Anna experimentó un período de fuerte apatía, la
cual tuvo una especial sacudida por medio de la predicación del Padre
Lacordaire, durante la Cuaresma de 1836. Impulsado por religiosas, Anna-Maria
cumplió con el deseo del abad Teodoro Combalot, quien había querido fundar,
desde mucho, una comunidad de monjas para la educación de las hijas de la
burguesía liberal. Después de un
período de "aprendizaje" y el estudio de la teología, el 30 de
abril 1839 nació en París, la nueva congregación "Instituto de la
Asunción de María." En 1844, Anna Milleret de Brou, toma el nombre María
Eugenia de Jesús y asumió la conducción de esta Obra hasta su muerte el 10 de
marzo de 1898. Biografía de Santa María Eugenia de Jesús
Anna Milleret de Brou, nació en Metz (Francia) el 25 de agosto 1817,
creció en una familia de origen italiano, y en un clima determinante por la
actitud radical del Padre, quien era un liberal que despreciaba la religión. Por el
contrario, su madre era profundamente religiosa, y se las ingenió para educar
a su hija de acuerdo a los principios cristianos. Anna pasó su
adolescencia en el Colegio de Metz, donde recibía educación católica, tenía
una iluminación especial en el día de su primera comunión que anunciaba su
vocación; lamentablemente a 13 años sufrió una grave enfermedad y la obligó a
interrumpir sus estudios
En 1930, durante el periodo de la revolución contra el rey Carlos
X (que llevará al trono de Francia a Philippe de Orleans), el papá
de Anna perdió su propiedad, y dos años más tarde en 1832, cuando tenía 15
años, su madre murió, víctima del cólera. Las desgracias
sufridas, las limitaciones financieras, la escasa asistencia a las prácticas
religiosas de la familia en la que se fue a vivir, se la llevaron total de
apatía y frialdad, no sólo iba a carecer de la falta de piedad y sentido
religioso, sino también sufriría en su alma una profunda insatisfacción.
La verdadera conversión del
corazón
Una predicación en la Cuaresma de 1836, realizada por el Padre Lacordaire,
sacudió su alma. Tan profunda fue la predicación de este Padre que Anna
rompió con su apatía, y la empujó para cumplir votos con el abad Teodoro
Combalot, con la dirección espiritual del Padre que le predicó este mensaje
que le tocó su corazón. El Abad Teodoro,
tenía en mente desde hace algún tiempo, fundar una comunidad de religiosas
dedicadas a la educación de las niñas de la buena sociedad, por lo que estaba
buscando un alma sensible e inteligente que le ayudará a cumplir esa meta. El Padre
Teodoro, vio en Anna Milleret una fuerte vocación, y la invitó a que
asistiera a una especie de noviciado que dictaban las monjas benedictinas en
París, y que luego se dirigiera a las monjas de la Visitación en la Dauphine,
donde podría perfeccionarse en el estudio de la teología dogmática y moral,
la pedagogía y en las Sagradas Escrituras. Luego de esto el
Padre Combalot convence a Anna para que asuma este proyecto, y ella lo acepta
como un designio divino del Creador y se deja guiar por el Abad Teodoro.
El 30 de abril 1839, nace la nueva congregación "Instituto de la
Asunción de María" dedicada a la educación de las jóvenes de la
aristocracia y la burguesía liberal que estaban siendo educadas de manera
hostil contra la religión, y así, a sus 22 años, María Eugenia se convierte
en Fundadora de esta congregación En la Navidad de
1844 las primeras hermanas hicieron sus votos y Anna Milleret tomó el nombre
de María Eugenia de Jesús.
Años más tarde la comunidad contará con 16 hermanas de cuatro
nacionalidades. María Eugenia quería para sus hijas una completa "acción
contemplativa", el rezo del Oficio Divino como la devoción principal,
porque es la oración oficial de la Iglesia, y el centro de su espiritualidad
sería centrada en Jesús Eucaristía.
El Instituto finalmente fue aprobado por la Santa Sede el 11 de abril de
1888, la madre fundadora gobernó hasta su muerte. En sus últimos
años de su vida, María Eugenia de Jesús experimentará poco a poco el
debilitamiento físico, vivido en la humildad y en el silencio, en una vida
totalmente centrada en Jesucristo. Su muerte
ocurrió el 10 de marzo 1898 en Auteuil (París) María Eugenia de
Jesús fue beatificada el 09 de febrero 1975 por el Papa Pablo VI y finalmente
canonizada por Benedicto XVI 03 de junio 2007 |
No hay comentarios:
Publicar un comentario