domingo, 13 de junio de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 14 - DE JUNIO – LUNES – 11ª – SEMANA DEL T. O. – B – Digna, Anastasio y Félix, Mártires de Córdoba

 

 


14 - DE JUNIO – LUNES –

11ª – SEMANA DEL T. O. – B –

Digna, Anastasio y Félix,

Mártires de Córdoba

 

    Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (6,1-10):

 

   Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice:

    «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación.

    Para no poner en ridículo nuestro ministerio, nunca damos a nadie motivo de escándalo; al contrario, continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios con lo mucho que pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la verdad y la fuerza de Dios.

    Con la derecha y con la izquierda empuñamos las armas de la justicia, a través de honra y afrenta, de mala y buena fama. Somos los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen.

 

Palabra de Dios

 

    Salmo: 97,1.2-3ab.3cd-4

 

    R/. El Señor da a conocer su victoria

     

   Cantad al Señor un cántico nuevo,

porque ha hecho maravillas:

su diestra le ha dado la victoria,

su santo brazo. R/.

 

   El Señor da a conocer su victoria,

revela a las naciones su justicia:

se acordó de su misericordia y su fidelidad

en favor de la casa de Israel. R/.

     

    Los confines de la tierra han contemplado

la victoria de nuestro Dios.

Aclamad al Señor, tierra entera;

gritad, vitoread, tocad. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,38-42):

 

   En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

    «Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente".

    Yo, en cambio, os digo:

    No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.»

 

Palabra del Señor

 

1.   La "ley del talión", extendida en las culturas orientales antiguas, fue asumida por Israel:  "vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, cardenal por cardenal" (Ex 21, 23-25; cf. Lv 24, 19 s; Dt 19, 21).

Se sabe que esta ley fue una liberación y un alivio para las gentes más oprimidas de la antigüedad. En todo caso, aceptó la represión de la violencia con la misma violencia.

 

2.   Jesús anula esta ley que, en la práctica, es la legitimación de la venganza. Pero Jesús llega mucho más lejos. Porque no se limita a anular la ley de la venganza, sino que además dispone la renuncia a la propia dignidad (la bofetada), la renuncia a la propiedad (dar la capa al ladrón), y la renuncia a la defensa (no negarse nunca a dar con creces).

En definitiva, se trata de que, no solo no te vengues de quien te humilla, te pide lo tuyo o se aprovecha de ti, sino que seas generoso con él, hasta llegar al exceso de lo que razonablemente supera todo límite.

Jesús no solo invita a refrenar la agresividad, sino que invita a soportar la agresividad del violento.

 

3.   Es evidente que, al pedir estas cosas, Jesús propone algo que es provocativo. - ¿Por qué? 

Sin duda, porque por aquí va el único camino eficaz que conduce a la eliminación de la violencia.  Nunca deberíamos olvidar que la violencia constituye un círculo cerrado sobre sí mismo que se alimenta en la propia violencia, que así se hace más fuerte y, además, se perpetúa. Los "excesos" de no-violencia, que propone Jesús, son "un gemido del oprimido" (a sigh of  the oppressed. K. Tagawa), que desarma al violento.

Pero no basta cualquier gemido.  Tiene que ser tan fuerte como las renuncias que plantea Jesús. Y conviene caer en la cuenta de que, para exigir tanta renuncia, Jesús no invoca ni el motivo del Reino, ni nada relacionado con Dios. El asunto es tan grave, que Jesús consideró que ya era bastante con presentar el tema en toda su crudeza.

 

Digna, Anastasio y Félix, 

Mártires de Córdoba


 

 

En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santos mártires Anastasio, presbítero, Félix, monje, y Digna, virgen, que murieron el mismo día. Anastasio, por confesar su fe cristiana ante los jueces musulmanes, fue decapitado, y con él murió también Félix, originario de Getulia, en África del Norte, que había profesado la fe católica y la vida monástica en Asturias. Digna, aún joven, por haber reprendido al juez por la muerte de los dos anteriores, fue decapitada de inmediato. († 853)

 

 

Breve Biografía

 

 

San Anastasio era un sacerdote de Córdoba, hombre venerable que había sido elevado al sacerdocio después de largos años pasados en el estado monástico. Al día siguiente del martirio de san Fándilas, se presentó ante los cónsules de la ciudad y atacó también él, en términos vehementes, a los enemigos de la fe. Inmediatamente le cortaron la cabeza. Al mismo tiempo ejecutaron a un monje llamado Félix, originario de Getulia, en África, que había venido por azar a España; allí se había convertido y abrazado el estado monástico. Ambos cuerpos, decapitados, se exhibieron junto al río, como el de San Fándilas.

En la tarde de ese mismo día, martirizaron igualmente a una joven religiosa, llamada Digna. Esta que, a causa de su profunda humildad, se consideraba la última de todas sus hermanas, decía con frecuencia de la manera más emocionante: «No me llaméis Digna, sino Indigna, porque mi nombre debe expresar lo que soy». Durante un sueño vio a santa Ágata deslumbrante de belleza y con lirios y rosas en sus manos. La santa mártir le dio una rosa roja, exhortándola a combatir valerosamente por Cristo. Desde entonces, Digna sintió un vivo deseo de martirio y, cuando los rumores de la ejecución de Anastasio y de Félix llegaron hasta ella, comprendió que su hora había llegado. Salió secretamente del monasterio y se presentó ante el juez para reprocharle abiertamente los asesinatos que acababa de cometer con hombres sin más culpa que la de adorar al verdadero Dios y de confesar a la Trinidad Santísima. A su vez, Digna fue decapitada y colgada, como los mártires que le precedieron. La Iglesia ha reunido a estos tres mártires el día 14 de junio.

                               

 

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