17 - DE JUNIO – JUEVES –
11ª – SEMANA DEL T. O. – B –
Santa Teresa de Portugal
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios
(11,1-11):
Ojalá me toleraseis unos cuantos desvaríos; bueno, ya
sé que me los toleráis. Tengo celos de vosotros, los celos de Dios; quise
desposaros con un solo marido, presentándoos a Cristo como una virgen intacta.
Pero me temo que, igual que la serpiente sedujo a Eva con su astucia, se
pervierta vuestro modo de pensar y abandone la entrega y fidelidad a Cristo.
Se presenta cualquiera predicando un Jesús
diferente del que yo predico, os propone un espíritu diferente del que
recibisteis, y un Evangelio diferente del que aceptasteis, y lo toleráis tan
tranquilos.
¿En qué soy yo menos que esos
superapóstoles? En el hablar soy inculto, de acuerdo; pero en el saber no, como
os lo he demostrado siempre y en todo.
¿Hice mal en abajarme para elevaros a
vosotros?
Lo digo porque os anuncié de balde el
Evangelio de Dios. Para estar a vuestro servicio, tuve que saquear a otras
Iglesias, aceptando un subsidio; mientras estuve con vosotros, aunque pasara
necesidad, no me aproveché de nadie; los hermanos que llegaron de Macedonia
proveyeron a mis necesidades.
Mi norma fue y seguirá siendo no seros
gravoso en nada. Lo digo con la verdad de Cristo que poseo; nadie en toda Acaya
me quitará esta honra. ¿Por qué?, ¿porque no os quiero? Bien lo sabe Dios.
Palabra de Dios
Salmo: 110,1-2.3-4.7-8
R/. Justicia y verdad son las obras de tus manos, Señor
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los
rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras
del Señor,
dignas de estudio para
los que las aman. R/.
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura
por siempre;
ha hecho maravillas
memorables,
el Señor es piadoso y
clemente. R/.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos
merecen confianza:
son estables para
siempre jamás,
se han de cumplir con
verdad y rectitud. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,7-15):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras,
como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No
seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo
pidáis.
Vosotros rezad así:
"Padre nuestro del cielo, santificado sea
tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues
nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la
tentación, sino líbranos del Maligno."
Porque si perdonáis a los demás sus culpas,
también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a
los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»
Palabra del Señor
1. No rezamos para informar a Dios de lo que pensamos que
nos hace falta. Según la idea comúnmente aceptada, Dios sabe lo que
necesitamos antes de que se lo digamos. Tampoco rezamos para mover a Dios
a que quiera lo que nosotros queremos.
Rezamos porque es humano acudir a quien pensamos que nos puede ayudar. Lo
cual quiere decir que, cuando rezamos, expresamos nuestros deseos
más sinceros y más apremiantes.
2. Según lo dicho, la oración es la mejor expresión de cómo es
nuestra religiosidad y para qué nos moviliza. En esto radica la
importancia singular que tiene la oración que Jesús nos enseñó. En
esta oración, Jesús nos dice lo que, ante todo, nos tiene que interesar en la
vida. Es decir, los motivos y los valores que han de movilizar nuestro
comportamiento.
3. El tema de Dios es decisivo, quizá lo más decisivo, para
movilizarnos hacia el bien o hacia el mal. La creencia en Dios ha hecho santos
y ha humanizado a mucha gente. Como ha hecho criminales y ha deshumanizado a tantas personas. Por eso Jesús
dice que, cuando acudimos a Dios, solo tengamos en la cabeza a un Padre, jamás
a un Déspota o un Tirano.
Que le pidamos, es decir, que lo más apremiante para nosotros sea que nadie
le falte al respeto a ese nombre, o sea que no lo utilice para mandar, en
nombre de Dios, lo que nunca se debe mandar: privar a las personas de su
libertad, de su dignidad, de su felicidad.
Y, menos aún,
para conseguir que la gente se sienta mal, se sienta culpable, amenazada,
indigna. Si de Dios pensamos y sentimos así, lo demás que dice el "Padre
nuestro" resulta lógico y es la mejor oración que se puede hacer.
Santa Teresa de Portugal
En Lorvaô, en Portugal, santa
Teresa, quien, reina de León y madre de tres hijos, al perder a su esposo
abrazó la vida regular en un monasterio fundado por ella misma, bajo la
disciplina cisterciense.
Vida de Santa Teresa de Portugal
Santa Teresa, reina de Portugal, (1175-1250). Hija de don Alonso IX de León
y de Dª. Dulce de Aragón. Monja cisterciense en San Benito de Lorbaño, cerca de
Coimbra. se casó con su primo, el rey Alfonso IX de León. Tras varios años de
feliz vida marital (y varias hijas), el matrimonio fue declarado nulo por el
parentesco demasiado estrecho entre ella y Alfonso y no haber recibido las
dispensaciones apropiadas. Alfonso se casó con doña Berenguela, la madre de
Fernando III el Santo.
Teresa volvió al monasterio cisterciense de San Benito de Lorbao, próximo a
Coimbra. Allí se entregó a la práctica de todas las virtudes hasta su muerte,
en gran ancianidad, el 17 de junio de 1250. Fue enterrada en su mismo
monasterio, junto a la tumba que ella había dispuesto veinte años antes para su
santa hermana Sancha, virgen clarisa, fundadora del convento de Santa María de
las Cellas.
Teresa pudo fácilmente haber guardado rencor, no lo hizo así. Con su ayuda
se alcanzó un acuerdo pacífico.
Guardar rencor es como montar en bicicleta con una piedra en el zapato. A
veces se va para un lado, pero la mayoría de las veces hace que cada pedalada
sea miserable.
Lo peor de los rencores es la amargura que crean en nuestra alma. A menudo
la persona a la que guardamos rencor ni siquiera sabe que estemos molestos y
enfurecidos con ella. Acabamos por gastar extraordinarias cantidades de tiempo
labrando y planeando nuestra venganza, para acabar descubriendo que la venganza
nunca es tan dulce como creemos que lo va a ser. Si mantienes rencor contra
alguien o contra algo, ahora es el momento de sacarte la piedra del zapato.
Tienes la garantía de que te sentirás mejor y caminarás mejor.
El 20 de mayo de 1705 el Papa Clemente XI confirmó su culto.
Fuente: catholic.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario