5 - DE JUNIO – SÁBADO –
9ª – SEMANA DEL T. O. – B –
SAN BONIFACIO, obispo y mártir
Lectura del libro de Tobías (12,1.5-15.20):
Así es que lo llamó y le dijo: «Como paga, toma la mitad de todo lo que has
traído, y vete en paz.»
Entonces Rafael llamó aparte a los dos y les
dijo:
«Bendecid a Dios y proclamad ante todos los
vivientes los beneficios que os ha hecho, para que todos canten himnos en su
honor. Manifestad a todos las obras del Señor como él se merece, y no seáis
negligentes en darle gracias.
Si el secreto del rey hay que guardarlo, las
obras de Dios hay que publicarlas y proclamarlas como se merecen.
Obrad bien, y no os vendrá ninguna
desgracia. Más vale la oración sincera y la limosna generosa que la riqueza
adquirida injustamente. Más vale hacer limosnas que atesorar dinero. La limosna
libra de la muerte y espía el pecado. Los que hacen limosna se saciarán de
vida. Los pecadores y los malhechores son enemigos de si mismos.
Os descubriré toda la verdad sin ocultaros
nada. Ya os dije que si el secreto del rey hay que guardarlo, las obras de Dios
hay que publicarlas como se merecen. Pues
bien, cuando Sara y tú estabais rezando, yo presentaba al Señor de la gloria el
memorial de tu oración. Lo mismo cuando enterrabas a los muertos. Y cuando te
levantaste de la mesa sin dudar y dejaste la comida por ir a enterrar a aquel
muerto, Dios me envió para probarte; pero me ha enviado de nuevo para curarte a
ti y a tu nuera Sara.
Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que
están al servicio de Dios y tienen acceso ante el Señor de la gloria. Así,
pues, bendecid al Señor en la tierra, dad gracias a Dios. Yo subo ahora al que
me envió. Vosotros escribid todo lo que os ha ocurrido.»
Palabra de Dios
Salmo: Tb 13,2.6.7.8
R/. Bendito sea Dios, que vive eternamente
Él azota y se compadece,
hunde hasta el abismo
y saca de él,
y no hay quien escape
de su mano. R/.
Veréis lo que hará con vosotros,
le daréis gracias a
boca llena,
bendeciréis al Señor
de la justicia
y ensalzaréis al rey
de los siglos. R/.
Yo le doy gracias en mi cautiverio,
anuncio su grandeza y
su poder a un pueblo pecador. R/.
Convertíos, pecadores,
obrad rectamente en su
presencia:
quizá os mostrará
benevolencia
y tendrá compasión. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,38-44):
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la
gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas!
Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza,
buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los
banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos.
Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.»
Estando Jesús sentado enfrente del arca de
las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban
en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en
el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que
les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para
vivir.»
Palabra del Señor
1. Jesús nos dice, en este evangelio, que no debemos tener miedo a
criticar en público a dirigentes religiosos cuyo comportamiento no es ejemplar
precisamente, sino todo lo contrario.
Aquí, la crítica es muy concreta y muy fuerte. Es concreta porque se dirige
expresamente a los "letrados", es decir, los maestros de la ley. Eran
los teólogos de entonces. Pero teólogos "oficiales", valga la
expresión. Porque actuaban con autoridad a la que se sometían los ciudadanos
creyentes. Y es una crítica fuerte porque Jesús los presenta como un grupo ante
el que hay que tomar precauciones y alejarse de ellos.
2. ¿En qué estaba el peligro de los letrados?
¿Por qué aquellos hombres eran tan peligrosos?
Es curioso que, siendo hombres profesionales de la enseñanza magisterial,
lo que Jesús censura en ellos no es su enseñanza (lo que enseñan), sino su
forma de vida: cómo visten, la vanidad de los notables que se complacen en ser
saludados con reverencias por las calles, la búsqueda de los primeros puestos.
Y, sobre todo, lo que más duramente censura Jesús es la utilización de los
rezos y de las prácticas religiosas para devorar los bienes de las viudas. O
sea, lo que Jesús no soporta, de ninguna manera, es la ambición de poder y la
codicia de dinero. Ahí y en eso es donde Jesús ve el máximo peligro.
Es, a juicio de Jesús, algo tan grave, que en eso es en lo que se nos
presenta el máximo peligro, según el criterio de Jesús.
3. Y es que los criterios de Jesús, sobre el valor del dinero, nos
resultan a nosotros sencillamente desconcertantes. Para Jesús, en efecto, el
valor del dinero no está en la cantidad que se percibe, sino en la generosidad
con que se da.
Eso es lo que Jesús elogia en la pobre viuda que echa una pequeña moneda en
el cepillo del Templo. Cosa que contrasta con las importantes cantidades que
daban los ricos. Por eso, en la sociedad, se aprecia más a los ricos y
potentados que a los necesitados que se ayudan mutuamente en lo poco que
tienen.
4. Sin duda alguna, andamos muy lejos de la mentalidad de Jesús y de
su Evangelio en cuanto se refiere al poder y al dinero.
Con criterios evangélicos, estos temas se tienen que entender y vivir como
los vivía Jesús, no como los viven y enseñan en los centros de estudios
políticos o económicos.
El Evangelio ve la vida de otra manera. No en función del interés, sino del
sufrimiento de quienes peor lo pasan en la vida.
SAN BONIFACIO, obispo y mártir
Apóstol de Alemania
San Bonifacio, obispo
y mártir Memoria
Nació en Inglaterra hacia el 673; hizo su profesión
religiosa en el monasterio de Exeter. El año 719 marchó a Alemania a predicar
la fe cristiana, obteniendo notable éxito. Consagrado obispo de Maguncia, fundó
o instauró, con ayuda de varios compañeros, numerosas iglesias en Baviera,
Turingia y Franconia, congregó diversos concilios y promulgó leyes.
Fue asesinado por unos
paganos durante la evangelización de los frisones en el año 754, y su cuerpo
fue sepultado en la abadía de Fulda.
San Bonifacio
nació hacia el año 680, en el territorio de Wessex (Inglaterra). Su
verdadero nombre era Winfrido. Ordenado sacerdote, en el año 716 con dos
compañeros se encaminó a Turingia; pero aún no era la hora de su apostolado.
Regresó a su monasterio y en el año 718 viajó a Roma para solicitar del papa
Gregorio II autorización de misionar en el continente. El Sumo Pontífice lo
escuchó complacido y, en el momento de otorgarle la bendición, le dijo:
"Soldado de Cristo, te llamarás Bonifacio". Este nombre significa
"bienhechor".
En 719 se dirigió a Frislandia. Allí estuvo tres años;
luego se marchó a Hesse, convirtiendo a gran número de bárbaros. En Amoneburg,
a orillas del río Olm, fundó el primer monasterio. Regresó a Roma, donde el
papa lo ordenó obispo.
Poco después, en el territorio de Hesse, fundaba el
convento de Fritzlar. En el año 725 volvió a dirigirse a Turingia y,
continuando su obra misionera, fundó el monasterio de Ordruf. Presidió un
concilio donde se encontraba Carlomán, hijo de Carlos Martel y tío de
Carlomagno, quien lo apoyó en su empresa. En el año 737, otra vez en Roma, el
papa lo elevó a la dignidad de arzobispo de Maguncia. Prosiguió su misión
evangelizadora y se unieron a él gran cantidad de colaboradores. También
llegaron desde Inglaterra mujeres para contribuir a la conversión del país
alemán, emparentado racialmente con el suyo. Entre éstas se destacaron santa
Tecla, santa Walburga y una prima de Bonifacio, santa Lioba. Este es el origen
de los conventos de mujeres. Prosiguió fundando monasterios y celebrando
sínodos, tanto en Alemania como en Francia, a consecuencia de lo cual ambas
quedaron íntimamente unidas a Roma.
El anciano predicador había llegado a los ochenta años.
Deseaba regresar a Frisia (la actual Holanda). Tenía noticias de que los
convertidos habían apostatado. Cincuenta y dos compañeros fueron con él.
Atravesaron muchos canales, hasta penetrar en el corazón del territorio. Al
desembarcar cerca de Dochum, miles de habitantes de Frisia fueron bautizados.
El día de pentecostés debían recibir el sacramento de la confirmación.
Bonifacio se encontraba leyendo, cuando escuchó el
rumor de gente que se acercaba. Salió de su tienda creyendo que serían los
recién convertidos, pero lo que vio fue una turba armada con evidente
determinación de matarlo. Los misioneros fueron atacados con lanzas y espadas.
"Dios salvará nuestras almas", grito Bonifacio. Uno de los
malhechores se arrojó sobre el anciano arzobispo, quien levantó maquinalmente
el libro del evangelio que llevaba en la mano, para protegerse. La espada
partió el libro y la cabeza del misionero. Era el 5 de junio del año 754.
El sepulcro de san Bonifacio se halla en Fulda, en el
monasterio que él fundó. Se lo representa con un hacha y una encina derribada a
sus pies, en recuerdo del árbol que los gentiles adoraban como sagrado y que
Bonifacio abatió en Hesse. Es el apóstol de Alemania y el patriarca de los
católicos de ese país.
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