domingo, 6 de junio de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 8 - DE JUNIO – MARTES – 10ª – SEMANA DEL T. O. – B – Santiago Berthieu, Presbítero y Mártir Jesuita

 

 


8 - DE JUNIO – MARTES –

10ª – SEMANA DEL T. O. – B –

Santiago Berthieu,

Presbítero y Mártir Jesuita

 

    Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,18-22):

 

   ¡Dios me es testigo! La palabra que os dirigimos no fue primero «sí» y luego «no».

    Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado, no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí»; en él todas las promesas han recibido un «sí». Y por él podemos responder: «Amén» a Dios, para gloria suya. Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros.

    Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.

 

Palabra de Dios

 

    Salmo: 118,129.130.131.132. 133.135

R/. Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo

 

   Tus preceptos son admirables,

por eso los guarda mi alma. R/.

 

    La explicación de tus palabras ilumina,

da inteligencia a los ignorantes. R/.

 

   Abro la boca y respiro,

ansiando tus mandamientos. R/.

 

   Vuélvete a mí y ten misericordia,

cómo es tu norma con los que aman tu nombre. R/.

                              

   Asegura mis pasos con tu promesa,

que ninguna maldad me domine. R/.

 

   Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,

enséñame tus leyes. R/.         

 

    Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,13-18):

     

    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

    «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?

    No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.   Vosotros sois la luz del mundo.   No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.     Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»

 

Palabra del Señor


       1.   Estas palabras van dirigidas a los mismos a quienes se refieren las bienaventuranzas.   A esas gentes, que eran pobres, que sufrían, que se veían

perseguidas, ofendidas y calumniadas, les dice Jesús que ellos son la sal de la tierra y la luz del mundo.

Cuando se lee el Sermón del Monte, conviene fijarse en que este texto lo dice Jesús a renglón seguido de las bienaventuranzas, sin separación, sin otra aclaración. El criterio de Jesús es que los que están abajo en la historia son la sal de la tierra y la luz de este mundo.

 

2.   El criterio de Jesús es que el condimento y la luz, que hacen soportable este mundo, no son los intelectuales, ni los políticos, ni los notables, ni los eclesiásticos, sino los vencidos y los que están abajo en la historia. Lo cual nos parece una contradicción y un despropósito sin pies ni cabeza. 

       - ¿Por qué Jesús tensa las cosas hasta este extremo?

Porque nos quiere decir a todos que el problema más grave que tenemos es el sufrimiento que, por acción o por omisión, nos causamos unos a otros. Y eso es lo que más urge remediar.   Eso está antes que los saberes de los intelectuales, que los poderes de los políticos, que las influencias de los notables, y que los dogmas y normas de los predicadores religiosos. 

Lo más apremiante, en cualquier momento de la historia, es que la gente deje de sufrir o, en todo caso, que sufra menos.

 

3.   Cuando se hace eso, el mundo se ilumina y se glorifica a Dios. La vida tiene sentido.

 

 Santiago Berthieu,

Presbítero y Mártir Jesuita


Martirologio Romano: En Ambiatibes, en Madagascar, San Jacobo Berthieu, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, que tanto en la paz como en la guerra trabajó incansable en favor del Evangelio, y tras ser expulsado hasta tres veces de las misiones, fue encarcelado e invitado vanamente a la apostasía, siendo muerto finalmente por quienes odiaban la fe. († 1896)

Fecha de beatificación: 17 de Octubre de 1965 por Pablo VI

Fecha de canonización: 21 de octubre de 2012 por S.S. Benedicto XVI.

            

    Nacio el 28 de Noviembre de 1838, en Polminhac, Francia. Murió mientras él estaba acompañando a refugiados que estaban intentando evitar ataques de otra tribu.

 

     Misionero francés en Madagascar, disfrutó cinco años pacíficos de actividad misionera antes de que los movimientos de independencia y rebeliones de tribus rivales le obligara a que trasladarse de lugar a lugar.

           

    Berthieu fue un sacerdote diocesano durante nueve años antes de que él decidiera entrar en los Jesuitas a los 35 años de edad. Él incluso se fijó hacer su misión en Madagascar antes de que él terminara noviciado. Él hizo sus votos justo antes de empezar su primera misión en la isla Sainte-Marie. Catequizó a niños, realizaba su ministerio sacramental y cuidó de los enfermos hasta que en marzo de 1880 el gobierno francés expulsó a los Jesuitas y los forzaron al destierro.

 

     Mientras Berthieu dedicaba su energía a cultivar un huerto o jardín que creció durante el tiempo que él no pudo ejercer ningún ministerio sacerdotal.

 

     En 1885 la paz volvió cuando un tratado fue firmado; Berthieu volvió a abrir la misión en Ambositra, Madagascar. Entonces en diciembre de 1891 que él empezó a evangelizar a las personas en el distrito de Anjozorofady, a corta distancia al norte de Tananarive.

 

     Berthieu tenía 18 misiones que visitar, pero su trabajo se interrumpió varias veces por nueva guerra. En 1895 la rebelión de Malagasy contra Francia lo forzó a irse lejos, poco después él pudo devolver, pero otra rebelión se levantó entre las personas de Menalamba. Cuando las batallas estuvieron muy cerca, el coronel francés local el 25 de mayo pidió a las personas salieran del pueblo para sacarlos de peligro. En junio 6 Berthieu fue aconsejado de llevar a sus feligreses a la capital, Tananarive.

 

     Ellos empezaron el viaje pero fueron atacados por la tribu Menalamba y se separaron buscando resguardo en cualquier pueblo cualquier que ellos pudieran encontrar. Berthieu y algunas de sus acompañantes encontraron hospitalidad, pero al día siguiente los Menalamba llegaron al pueblo y arrestaron al misionero. Ellos lo despojaron de su indumentarioa y lo golpearon antes de obligarle a que caminara bajo la fría lluvia hacia el pueblo donde su vivía su jefe.

 

     Berthieu se negó a aceptar la oferta de aquel hombre, que prometió salvarle la vida y darle un puesto de counsejero en la tribu Menalamba, si él renunciara su fe. Berthieu contestó que él se moriría antes de abandodar su religión. Varios hombres lo atacaron con garrotes; un golpe a la cabeza lo mató.

 

     Sus secuestradores descargaron su cuerpo y luego lo arrojaron al río, nunca fue recuperado. Era el 8 de Junio de 1896.

                     

Autor: Xavier Villalta

 

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