19 - DE JUNIO – SÁBADO –
11ª – SEMANA DEL T. O. – B –
San
Romualdo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios
(12,1-10):
Toca presumir. Ya sé que no está bien, pero paso a las
visiones y revelaciones del Señor.
Yo sé de un cristiano que hace catorce años
fue arrebatado hasta el tercer cielo, con el cuerpo o sin cuerpo, ¿qué sé yo?
Dios lo sabe. Lo cierto es que ese hombre fue arrebatado al paraíso y oyó
palabras arcanas, que un hombre no es capaz de repetir.
De uno como ése podría presumir; lo que es
yo, sólo presumiré de mis debilidades. Y eso que, si quisiera presumir, no
diría disparates, diría la pura verdad; pero lo dejo, para que se hagan una
idea de mí sólo por lo que ven y oyen. Por la grandeza de estas revelaciones,
para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de
Satanás que me apalea, para que no sea soberbio.
Tres veces he pedido al Señor verme libre de
él; y me ha respondido:
«Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en
la debilidad.»
Por eso, muy a gusto presumo de mis
debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo
contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las
persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil,
entonces soy fuerte.
Palabra de Dios
Salmo: 33,8-9.10-11.12-13
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor
El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles
y los protege.
Gustad y ved qué bueno
es el Señor,
dichoso el que se
acoge a él. R/.
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta
a los que le temen;
los ricos empobrecen y
pasan hambre,
los que buscan al
Señor no carecen de nada. R/.
Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el
temor del Señor;
¿hay alguien que ame
la vida
y desee días de
prosperidad? R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,24-34):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Nadie puede estar al servicio de dos amos.
Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al
primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
Por eso os digo: No estéis agobiados por la
vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os
vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el
vestido?
Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan,
ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis
vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir
una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo
crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en
todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos.
Pues, si a la hierba, que hoy está en el
campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por
vosotros, gente de poca fe?
No andéis agobiados, pensando qué vais a
comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan
por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo
eso.
Sobre todo, buscad el reino de Dios y su
justicia; lo demás se os dará por añadidura.
Por tanto, no os agobiéis por el mañana,
porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.»
Palabra del Señor
1. El principio ético que, de entrada, plantea aquí Jesús es
tajante: "No podéis
vivir como esclavos de dos
amos".
El texto, en efecto, establece la relación entre el "amo"
(kyrios) y el "esclavo" (doúlos) (Mt 6, 24 a). Y afirma, sin
restricción alguna, que no es posible que un mismo esclavo esté al servicio de
dos amos.
Conviene recordar que, en el judaísmo del tiempo de Jesús, existía la
esclavitud. Era más mitigada que en otros pueblos, concretamente era
obligatoria solo durante seis años (Ex 21, 2; Deut 15, 12; cf. Jn 8, 35) (J. Jeremias).
Y el trato que se daba a los esclavos judíos debía ser humanitario (cf. Mt
10, 24-25; Jn 13, 16; 15, 20).
2. En todo caso, el esclavo se compraba en el mercado y era
propiedad del amo. De ahí la fuerza de la frase de Jesús: "No
podéis servir como esclavos
(deouleúein) a Dios y al
dinero".
El texto no se refiere a que la relación con Dios pueda ser una relación de
esclavitud, ya que el Dios de Jesús es siempre Padre.
La fuerza de esta sentencia evangélica está en que quien centra su vida en
el
dinero, lo que hace es constituir
al dinero en amo, al tiempo que él mismo se vende como esclavo a semejante
dueño. Así, el codicioso, creyendo que es libre, en realidad es un hombre que
ha perdido su libertad. Y vive a merced de lo que mande el mercado y sus
turbias maniobras.
3. La larga exhortación de Jesús a no vivir angustiados por la
comida y el
vestido debe interpretarse como
una liberación del agobio, pero jamás como
un abandono de la propia responsabilidad.
Ahora, más que nunca, hay que
urgir esa responsabilidad, no para
atesorar, sino para producir. La producción es la mejor puesta en práctica de
la caridad. La profesión implica "la idea de una misión impuesta por
Dios" (M. Weber).
San Romualdo
Nació en Ravena, hacia la mitad del
siglo X. Practicó la vida eremítica y, durante varios años, recorrió diversos
lugares en busca de la soledad y fundando pequeños monasterios. Luchó
denodadamente contra la relajación de costumbres de los monjes de su tiempo,
mientras se esforzaba en adquirir la propia perfección. Murió hacia el año
1027.
VIDA DE SAN ROMUARLDO
San Romuarldo nace en Ravena (Italia),
950 d.C.?. Hijo de la familia Onesti, duques de Ravena que gobernaban la
ciudad.
Fue educado sin formación cristiana
por lo que se dejó arrastrar por el mundo. Sin embargo, de vez en cuando
experimentaba fuertes inquietudes y serios remordimientos de conciencia.
Su padre desafió a un hombre a duelo.
Se llevó a Romualdo como testigo y este vio con horror como su padre mataba a
aquel hombre. Romualdo decidió irse a un monasterio benedictino a la montaña
donde permaneció tres años en oración y penitencia. El superior temía que el
padre de Romualdo se vengara y no lo recibía de monje. Por fin lo aceptó por la
intercesión del Arzobispo.
Su vida ejemplar molestó a los otros
monjes y Romualdo se alejó. Se encontró solo con un monje rudo y áspero llamado
Marino. Esa convivencia le ayudó a progresar rápidamente en su vida de
penitencia. Juntos lograron muchas conversiones: la del Jefe civil y militar de
Venecia, el Dux de Venecia (quién fue a vivir en oración y soledad y llegó a
ser San Pedro Urseolo); incluso la del padre de Romualdo quien arrepentido se
retiró a un convento donde estuvo hasta la muerte.
Llegaron entonces terribles
tentaciones de impureza. Escribe el Padre Salesman:
La imaginación le presentaba con toda
viveza los más sensuales gozos del mundo, invitándolo a dejar esa vida de
sacrificio y a dedicarse a gozar de los placeres mundanos. Luego el diablo le
traía las molestas y desanimadoras tentaciones de desaliento, haciéndole ver
que toda esa vida de oración, silencio y penitencia era una inutilidad que de
nada le iba a servir. Por la noche, con imágenes feas y espantosas, el enemigo
del alma se esforzaba por obtener que no se dedicara más a tan heroica vida de
santificación. Pero Romualdo redoblaba sus oraciones, sus meditaciones y
penitencias, hasta que al fin un día, en medio de los más horrorosos ataques
diabólicos, exclamó emocionado: "Jesús misericordioso, ten compasión de mí",
y al oír esto, el demonio huyó rápidamente y la paz y la tranquilidad volvieron
al alma del santo.
Después de muchos sufrimientos y
rechazos a manos de otros monjes, el año 1012 fundó una nueva comunidad a la
que llamó "Camaldulenses" (religiosos del Campo de Málduli, nombre
del benefactor que regaló las tierras). Observan silencio perpetuo y se dedican
a la oración.
En una visión vio una escalera por la
cual sus discípulos subían al cielo, vestidos de blanco. Cambió entonces el
antiguo hábito negro de sus religiosos por un hábito blanco.
San Romualdo deseaba ser mártir. Con
esa intención se propuso ir a Hungría, pero cada vez que emprendía el viaje se
enfermaba. Comprendió que su entrega total a Dios debía ser donde ya estaba.
Hizo muchos milagros y profetizó su
muerte con 20 años de anterioridad. En los últimos años tenía arrebatos
místicos y exclamaba: "Amado Cristo Jesús, ¡tú eres el consuelo más grande
que existe para tus amigos!".
Desde el año 1012 existen monasterios
Camaldulenses esparcidos por el mundo donde se observa perpetuo silencio para
dedicarse a la oración.
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