sábado, 10 de julio de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 12 - DE JULIO – LUNES – 15ª – SEMANA DEL T. O. – B – San Juan Gualberto

 

 

 


12 - DE JULIO – LUNES –

15ª – SEMANA DEL T. O. – B –

 San Juan Gualberto

    Lectura del libro del Éxodo (1,8-14.22):

 

   En aquellos días, subió al trono en Egipto un Faraón nuevo, que no había conocido a José, y dijo a su pueblo:

    «Mirad, el pueblo de Israel está siendo más numeroso y fuerte que nosotros; vamos a vencerlo con astucia, pues si no, cuando se declare la guerra, se aliará con el enemigo, nos atacará, y después se marchará de nuestra tierra.»

    Así, pues, nombraron capataces que los oprimieron con cargas, en la construcción de las ciudades granero, Pitom y Ramsés. Pero, cuanto más los oprimían, ellos crecían y se propagaban más.     Hartos de los israelitas, los egipcios les impusieron trabajos crueles, y les amargaron la vida con dura esclavitud: el trabajo del barro, de los ladrillos, y toda clase de trabajos del campo; les imponían trabajos crueles.

    Entonces el Faraón ordenó a toda su gente:

    «Cuando nazca un niño, echadlo al Nilo; si es niña, dejadla con vida.»

 

Palabra de Dios

 

    Salmo: 123,1-3.4-6.7-8

 

    R/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor

 

   Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

–que lo diga Israel–,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros. R/.

 

   Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó

en presa a sus dientes. R/.

 

   Hemos salvado la vida,

como un pájaro de la trampa del cazador;

la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,34–11,1):

 

    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

    «No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.

    El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí.

    El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo.

    El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.»

    Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

                   

Palabra del Señor

 

1.  Lo que dice Jesús sobre la espada que divide a la familia resulta lógicamente provocativo y duro de aceptar. Para entenderlo, es necesario recordar que la familia judía del tiempo de Jesús era distinta de la actual. Era la "familia patriarcal", en la que el padre y patriarca tenía todos los derechos, mientras que la mujer y los hijos no tenían más que obligaciones, la sumisión era total. Eso precisamente es lo que Jesús no tolera. Y porque no lo tolera, puede afirmar que ha venido a "sembrar" los conflictos que simbolizan las "espadas".

 

2.  Los conflictos que anuncia Jesús en la familia no provienen de que en ella unos crean en Jesús y otros no. Lo que Jesús ataca no es un problema de fe religiosa, sino una estructura familiar opresora, en la que:

 

1) No hay libertad para decidir.

2)  Hay una desigualdad total de derechos entre hombres y mujeres. 

 

Las divisiones que enumera Jesús son conflictos generacionales y de sexos. No habla para nada de enfrentamientos religiosos.

 

3.  La familia reproduce lo que es la sociedad, y es la institución transmisora del modelo de sociedad existente y de los valores que la determinan. El movimiento, que originó Jesús, en cuanto movimiento socio-religioso de una revolución de valores, afecta, antes que nada, a la fuente donde se trasmiten los valores y así se perpetúan los conflictos sociales y de relaciones humanas.

Aquí está el nudo del problema más fuerte que a muchos nos plantea el Evangelio.

 

San Juan Gualberto


 

 

Religioso benedictino -Año 1073

En el monasterio de Passignano, en la Toscana, san Juan Gualberto, abad, que después de perdonar por el amor de Cristo al asesino de un hermano suyo, vistió el hábito monástico, y más tarde, deseando practicar una vida de mayor austeridad, puso los cimientos de una nueva familia monástica en Valumbrosa.

 

 

Vida de San Juan Gualberto

 

 

Nació en Florencia, de familia muy rica y su único hermano fue asesinado. Era heredero de una gran fortuna y su padre deseaba que ocupara altos puestos en el gobierno.

Un Viernes Santo iba este santo por un camino rodeado de varios militares amigos suyos, y de pronto se encontró en un callejón al asesino de su hermano. El enemigo no tenía a donde huir, y Juan dispuso matarlo allí mismo. El asesino se arrodilló, puso sus brazos en cruz y le dijo: "Juan, hoy es Viernes Santo. Por Cristo que murió por nosotros en la cruz, perdóname la vida". Al ver Gualberto aquellos brazos en cruz, se acordó de Cristo crucificado. Se bajó de su caballo. Abrazó a su enemigo y le dijo: "Por amor a Cristo, te perdono".

Siguió su camino y al llegar a la próxima iglesia se arrodillo ante la imagen de Cristo crucificado y le pareció que Jesús inclinaba la cabeza y le decía: "Gracias Juan".

Desde aquel día su vida cambió por completo. En premio de su buena acción, Jesús le concedió la vocación, y Juan dejó sus uniformes militares y sus armas y se fue al convento de los monjes benedictinos de su ciudad a pedir que lo admitieran como religioso. Su padre se opuso totalmente y exigió al superior del convento que le devolvieran a Juan inmediatamente.

Cuando el papá vio al antiguo guerrero convertido en sencillo y piadoso monje se echó a llorar, y dándole su bendición se retiró.

En aquellos tiempos, el peor defecto que había en la Iglesia era la Simonía, es decir, algunos compraban los altos cargos, y así llegaban a dirigir la Santa Iglesia algunos hombres indignos. En el convento de Florencia, donde estaba Juan, se murió el superior, uno de los monjes fue con el obispo y con dinero hizo que lo nombraran superior a él. También el obispo había comprado su cargo.

Gualberto no pudo soportar esta indignidad y se retiró de aquel convento con otros monjes y antes de salir de la ciudad, declaró públicamente en la plaza principal que el superior del convento y el obispo merecían ser destituidos porque habían cometido el pecado de simonía. Más tarde logró que los destituyeran.

 

Fundador.

 

Se fue a un sitio muy apartado y silencioso, llamado Valleumbroso y allá fundó un monasterio de monjes benedictinos que se propusieron cumplir exactamente todo lo que San Benito había recomendado a sus monjes. El monasterio llegó a ser muy famoso y le llegaron vocaciones de todas partes. Con los mejores religiosos de su nuevo convento fue fundando varios monasterios más y así logró difundir por muchas partes de Italia las buenas costumbres, y fue atacando sin misericordia la simonía y las costumbres corrompidas. Las gentes sentían gran veneración por él.

Después de haber logrado que muchas personas abandonaran sus vicios y se convirtieran y que muchos sacerdotes empezaran a llevar una vida santa, y gozando del enorme aprecio del Papa y de numerosos obispos, murió el 12 de julio de 1073, dejando muchos monasterios de religiosos que trataban de imitarlo en sus virtudes y llegaron a gran santidad.

Que sus ejemplos sean de gran provecho para nuestra alma.

 

 

 

 

 

 

                               

 


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