domingo, 25 de julio de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 27 - DE JULIO – MARTES – 17ª – SEMANA DEL T. O. – B – SAN PANTALEON



27 - DE JULIO – MARTES –

17ª – SEMANA DEL T. O. – B –

SAN   PANTALEON

    Lectura del libro del Éxodo (33,7-11;34,5b-9.28):

 

      En aquellos días, Moisés levantó la tienda de Dios y la plantó fuera, a distancia del campamento, y la llamó «tienda del encuentro». El que tenia que visitar al Señor salía fuera del campamento y se dirigía a la tienda del encuentro.

       Cuando Moisés salía en dirección a la tienda, todo el pueblo se levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, mirando a Moisés hasta que éste entraba en la tienda; en cuanto él entraba, la columna de nube bajaba y se quedaba a la entrada de la tienda, mientras él hablaba con el Señor, y el Señor hablaba con Moisés. Cuando el pueblo vela la columna de nube a la puerta de la tienda, se levantaba y se prosternaba, cada uno a la entrada de su tienda.

       El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo. Después él volvia al campamento, mientras Josué, hijo de Nun, su joven ayudante, no se apartaba de la tienda. Y Moisés pronunció el nombre del Señor.

    El Señor pasó ante él, proclamando:

    «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.     Misericordioso hasta la milésima generación, que perdona culpa, delito y pecado, pero no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos y nietos, hasta la tercera y cuarta generación.»

    Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra.

    Y le dijo:

    «Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.»

    Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días con sus cuarenta noches: no comió pan ni bebió agua; y escribió en las tablas las cláusulas del pacto, los diez mandamientos.

 

Palabra de Dios

 

    Salmo: 102,6-7.8-9.10-11.12-13

 

    R/. El Señor es compasivo y misericordioso

 

    El Señor hace justicia

y defiende a todos los oprimidos;

enseñó sus caminos a Moisés

y sus hazañas a los hijos de Israel. R/.

 

   El Señor es compasivo y misericordioso,

lento a la ira y rico en clemencia;

no está siempre acusando

ni guarda rencor perpetuo. R/.

 

   No nos trata como merecen nuestros pecados

ni nos paga según nuestras culpas.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,

se levanta su bondad sobre sus fieles. R/.

 

    Como dista el oriente del ocaso,

así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre siente ternura por sus hijos,

siente el Señor ternura por sus fieles. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,36-43):

 

   En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa.

    Los discípulos se le acercaron a decirle:

    «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»

    Él les contestó:

     «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.

    Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

    Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»

 

Palabra del Señor

 

     1.  La parábola de la cizaña afirma:

                

 

1) Que, en este mundo y por todas partes, la buena hierba está siempre mezclada con la mala hierba. 

                

2) Que "los obreros del Señor" (Mt 13, 27 s) quieren enseguida arrancar la mala hierba.

        

3)  Que Jesús no quiere que se haga eso porque nadie está capacitado para distinguir la mala hierba de la buena y puede suceder que, pensando que se arranca la cizaña, lo que en realidad se hace es arrancar la buena semilla.

 

4) Que por eso hay que dejar las cosas de forma que solo cuando llegue la cosecha, o sea, "el fin del tiempo", entonces será el momento en que "los ángeles" harán la debida separación y darán a cada cual su merecido.

 

     2.  Hay demasiada gente que, no solo se siente capacitada, sino que además está empeñada en arrancar cuanto antes lo que ellos piensan que es la mala hierba. Son los intolerantes, los que no soportan al que hace o dice lo que ellos creen que no se debe hacer ni decir. Por eso no respetan el pluralismo, ni la diversidad.

     Exigen que todo el mundo les respete a ellos, pero ellos se consideran con derecho a no respetar al disidente, al diferente o sencillamente al otro.

 

     3.  En la sociedad civil existen los tres poderes (legislativo, judicial y ejecutivo) que tienen el deber de velar por el respeto de los derechos de los ciudadanos.

     Esto pertenece al poder civil. Pero lo que Jesús no quiere es que los "obreros del Reino de Dios" se dediquen a decidir ellos y a castigar a quienes no hacen las cosas como los hombres de la religión piensan que se tienen que hacer.

     La religión no tiene ni autoridad ni competencia para decidir lo que es cizaña en la sociedad, y menos aún tiene competencias para arrancar esa presunta cizaña.

 

SAN PANTALEON

 

275-+305

Pantaleón significa en griego "el que se compadece de todos".

Médico nacido en Nikomedia (actual Turquía). Fue decapitado por profesar su fe católica en la persecución del emperador romano Diocleciano, el 27 de julio del 305.

Lo que se sabe de San Pantaleón procede de un antiguo manuscrito del siglo VI que está en el Museo Británico.  Pantaleón era hijo de un pagano llamado Eubula y de madre cristiana. Pantaleón era médico. Su maestro fue Euphrosino, el médico mas notable del imperio.  Fue médico del emperador Galerio Maximiano en Nicomedia.

Conoció la fe pero se dejó llevar por el mundo pagano en que vivía y sucumbió ante las tentaciones, que debilitan la voluntad y acaban con las virtudes, cayendo en la apostasía. Un buen cristiano llamado Hermolaos le abrió los ojos, exhortándole a que conociera "la curación proveniente de lo más Alto", le llevó al seno de la Iglesia. A partir de entonces entregó su ciencia al servicio de Cristo, sirviendo a sus pacientes en nombre del Señor.

En el año 303, empezó la persecución de Diocleciano en Nikomedia. Pantaleón regaló todo lo que tenía a los pobres. Algunos médicos por envidia, lo delataron a las autoridades. Fue arrestado junto con Hermolaos y otros dos cristianos. El emperador, que quería salvarlo en secreto, le dijo que apostatara, pero Pantaleón se negó e inmediatamente curó milagrosamente a un paralítico para demostrar la verdad de la fe. Los cuatro fueron condenados a ser decapitados. San Pantaleón murió mártir a la edad de 29 años el 27 de julio del 304. Murió por la fe que un día había negado. Como San Pedro y San Pablo, tuvo la oportunidad de reparar y manifestarle al Señor su amor.

Las actas de su martirio nos relatan sobre hechos milagrosos: Trataron de matarle de seis maneras diferentes; con fuego, con plomo fundido, ahogándole, tirándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole una espada. Con la ayuda del Señor, Pantaleón salió ileso. Luego permitió libremente que lo decapitaran y de sus venas salió leche en vez de sangre y el árbol de olivo donde ocurrió el hecho floreció al instante. Podría ser que estos relatos son una forma simbólica de exaltar la virtud de los mártires, pero en todo caso, lo importante es que Pantaleón derramó su sangre por Cristo y los cristianos lo tomaron como ejemplo de santidad.

En Oriente le tienen gran veneración como mártir y como médico que atendía gratuitamente a los pobres. También fue muy famoso en Occidente desde la antigüedad.

Se conservan algunas reliquias de su sangre, en Madrid (España), Constantinopla (Turquía) y Ravello (Italia).

 

El Milagro de su sangre

Una porción de su sangre se reserva en una ampolla en el altar mayor del Real Monasterio de la Encarnación en Madrid de los Austrias, junto a la Plaza de Oriente, Madrid, España. Fue tomada de otra más grande que se guarda en la Catedral italiana de Ravello. Fue donada al monasterio junto con un trozo de hueso del santo por el virrey de Nápoles. En Madrid lo custodian las religiosas Agustinas Recoletas dedicadas a la oración. Hay constancia de que la reliquia ya estaba en la Encarnación desde su fundación en el año 1616.

La sangre, en estado sólido durante todo el año, se licuefacciona [o ocurre el fenómeno de licuefacción], como la sangre de San Jenaro, sin intervención humana. Esto ocurre en la víspera del aniversario de su martirio, o sea, cada 26 de julio. Así ha ocurrido cada año hasta la fecha de este escrito, 2005, cuando se celebran 1700 años de su martirio. En ese año el milagro tuvo lugar mientras las religiosas oraban en el coro del templo y ante la presencia de cientos de visitantes. El monasterio abre las puertas al público para que todos sean testigos. En algunas ocasiones, la sangre ha tardado en solidificarse para señalar alguna crisis, como ocurrió durante las dos guerras mundiales.

Muchas veces se ha intentado explicar el fenómeno mediante mecanismos netamente naturales, como la temperatura o las fases de la luna. Sin embargo, ninguna de las explicaciones ha resultado satisfactoria para la ciencia.  La iglesia no se ha definido sobre el milagro. Las hermanas dicen sencillamente que es "un regalo de Dios".

Para facilitar la vista del público y evitar el deterioro de la reliquia, en el 1995 las monjitas instalaron monitores de televisión que aumentan diez veces la imagen de la cápsula que contiene la sangre del santo.

La sangre de un médico mártir se licúa. ¿Qué nos dice Dios con este portento?

Acaso no necesitamos este testimonio valiente de quien dio su vida por la fe.  Su sangre nos recuerda nuestra propia responsabilidad de vivir la fe en un tiempo donde tantos caen en la apostasía o simplemente en la indiferencia.  Cuanto necesitamos el ejemplo de San Pantaleón, quien supo vivir su profesión al servicio de Jesucristo.   

-SCTJM

 

 

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