lunes, 26 de julio de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 28 - DE JULIO – MIERCOLES – 17ª – SEMANA DEL T. O. – B – SAN VICTOR – I

 

 


28 - DE JULIO – MIERCOLES –

17ª – SEMANA DEL T. O. – B –

          SAN VICTOR – I

 

    Lectura del libro del Éxodo (34,29-35):

 

    Cuando Moisés bajó del monte Sinaí con las dos tablas de la alianza en la mano, no sabía que tenía radiante la piel de la cara, de haber hablado con el Señor. Pero Aarón y todos los israelitas vieron a Moisés con la piel de la cara radiante y no se atrevieron a acercarse a él.

    Cuando Moisés los llamó, se acercaron Aarón y los jefes de la comunidad, y Moisés les habló. Después se acercaron todos los israelitas, y Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí. Y, cuando terminó de hablar con ellos, se echó un velo por la cara.

    Cuando entraba a la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta la salida. Cuando salía, comunicaba a los israelitas lo que le habían mandado. Los israelitas veían la piel de su cara radiante, y Moisés se volvía a echar el velo por la cara, hasta que volvía a hablar con Dios.

 

Palabra de Dios

 

    Salmo: 98

 

    R/. Santo eres, Señor, Dios nuestro

 

   Ensalzad al Señor, Dios nuestro,

postraos ante el estrado de sus pies:

Él es santo. R/.

 

    Moisés y Aarón con sus sacerdotes,

Samuel con los que invocan su nombre,

invocaban al Señor,

y él respondía. R/.

             

    Dios les hablaba

desde la columna de nube;

oyeron sus mandatos

y la ley que les dio. R/.

 

   Ensalzad al Señor, Dios nuestro;

postraos ante su monte santo:

Santo es el Señor, nuestro Dios. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,44-46):

 

    En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

    «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

    El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»

 

Palabra del Señor   

 1.  Estas dos parábolas, aparentemente tan sencillas, nos enfrentan a un asunto capital: la diferencia entre creencia y convicción. Hay bastante gente que cree que lo que dicen los evangelios es verdad y que esa verdad nos conviene a todos.  Pero su creencia no pasa de eso, y por eso su fe no pasa de ser una fe que jamás se traduce en un comportamiento que esté de acuerdo con el Evangelio.  Por ejemplo, son personas que admiran las bienaventuranzas, pero jamás las cumplen.

 

2.  La convicción no se limita a la creencia. Una convicción se define por el hecho de que orientamos nuestro comportamiento conforme a ella (J. Habermas).  Por eso, la convicción consiste principalmente en el hecho de que está uno dispuesto a dejarse guiar en su actividad por la fórmula de la que está convencido (Ch. S. Peirce).

El que está convencido de una cosa, la hace. Y si no la hace, es que no está convencido de tal cosa. El que no se quita del tabaco es que no está convencido de que tiene que hacer eso. De ahí que las convicciones son las que determinan nuestros hábitos de vida y de conducta.

 

3.  Con las parábolas del tesoro y la perla, lo que Jesús quiere decir es que uno cree en el Evangelio cuando esa creencia llega a ser la convicción que determina nuestras decisiones y nuestros hábitos de comportamiento.

El que tiene y mantiene convicciones que nada tienen que ver con el Evangelio, se incapacita para creer en el Evangelio. Por ejemplo, creer en Jesús y no estar dispuesto a ceder ni pizca en lo que toca al honor o al dinero son cosas incompatibles.


SAN VICTOR – I



 

XIV Papa de la Iglesia y Mártir

 

Martirologio Romano: En Roma, san Víctor I, papa, africano de nacimiento, que fijó para todas las Iglesias la celebración de la fiesta de Pascua en el domingo que sigue inmediatamente a la Pascua judía (c. 200).

 

Breve Biografía

Natural de África. Hijo de Félix. Sucedió a san Eleuterio en el 189. Será el primer papa que afirme la existencia de un magisterio moral del obispado de Roma sobre los otros obispados de la Iglesia y comienza a sustituir el griego utilizado en la liturgia por el latín, aunque la misa seguirá celebrándose en griego hasta el año 230.

Durante su pontificado, Víctor sentó las bases para la celebración de los concilios al ordenar a los obispos del orbe cristiano que se reunieran en sínodos para considerar -confiaba él- la condena de la celebración de la Pascua según la costumbre judía que la celebraba el día 14 del mes de Nisán aunque no coincidiera en domingo.

Los obispos de Asia Menor, encabezados por Polícrates obispo de Éfeso, rehusaron abandonar la práctica que, según ellos y tal y como le expresó Polícrates al papa en una carta que le envió hacia 190 D.d J.C., esta práctica, conocida como “cuarto decimal” fue la de los apóstoles Felipe y Juan, y la de los santos Policarpo de Esmirna y Melitón de Sardes. Como respuesta, Víctor envió una carta a los obispos declarando excluidos de la comunión a las iglesias de Asia. Esta decisión trajo un gran revuelo entre los obispos. Entonces intervino san Ireneo de Lyon y, después de afirmar que él personalmente mantenía el domingo para la celebración de la Pascua, le rogaba al Papa Víctor a seguir la posición de sus predecesores y que aceptara la duplicidad de costumbre.

Parece ser que Víctor quiso imponer su voluntad sobre la celebración dominical de la Pascua, pues Blasto, que era un fuerte defensor de la práctica cuarto decimal se separó de la Iglesia creando un cisma.

Aproximadamente en el 198, Víctor excomulgó a Teodoto, un curtidor de Bizancio por practicar la doctrina adopcionista, aunque no pudo impedir que sus discípulos siguieron propagando sus ideas en Roma.

Por otra parte, estableció que, en casos de emergencia, se pudiese utilizar cualquier agua para el bautismo, sin necesidad de estar bendecida.

Mantuvo relaciones con la casa imperial a traves de Marcia, catecúmena cristiana que era la concubina del emperador Cómodo. Víctor le entregó una lista de cristianos condenados a las minas en Cerdeña y consiguió su liberación. Le sucedió san Ceferino.

San Víctor murió antes de que comenzase la persecución de Septimio Severo, pero las persecuciones que debió sufrir por su enérgico celo para defender la fe le merecen el título de mártir. Según San Jerónimo, este santo fue el primero en celebrar los sagrados misterios en latín.

Por: Cristina Huete García | Fuente: hagiopedia.blogspot.com

 

 


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