domingo, 18 de julio de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 20 - DE JULIO – MARTES – 16ª – SEMANA DEL T. O. – B – S. APOLINAR, OBISPO DE RAVENA Y MÁRTIR


 


      20 - DE JULIO – MARTES –

16ª – SEMANA DEL T. O. – B –

S. APOLINAR, OBISPO DE RAVENA Y MÁRTIR

     

    Lectura del libro del Éxodo (14,21–15,1):

 

   En aquellos días, Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos del Faraón y los carros con sus guerreros.

    Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egipcio, desde la columna de fuego y nube, y sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las hizo avanzar pesadamente.

    Y dijo Egipto:

    «Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto.»

    Dijo el Señor a Moisés:     «Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.»

    Y extendió Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su curso de siempre. Los egipcios, huyendo, iban a su encuentro, y el Señor derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó. Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda.     Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar. Israel vio la mano grande del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.

Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron un cántico al Señor.

 

Palabra de Dios.

        

    Salmo: Ex 15,8-9.10.12.17

 

    R/. Cantaré al Señor, sublime es su victoria

 

    Al soplo de tu nariz, se amontonaron las aguas,

las corrientes se alzaron como un dique,

las olas se cuajaron en el mar.

Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,

repartiré el botín, se saciará mi codicia,

empuñaré la espada, los agarrará mi mano.» R/.

 

   Pero sopló tu aliento, y los cubrió el mar,

se hundieron como plomo en las aguas formidables.

Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra. R/.

 

   Introduces a tu pueblo

y lo plantas en el monte de tu heredad,

lugar del que hiciste tu trono, Señor;

santuario, Señor, que fundaron tus manos. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Mateo (12,46-50):

 

   En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él.

    Uno se lo avisó:

    «Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo.»

    Pero él contestó al que le avisaba:

    «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?»

    Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo:

    «Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.»

 

Palabra del Señor

              

     1.  Es evidente que cuando Jesús, ya en torno a los treinta años, decidió irse de su pueblo y de su casa, abandonar su familia y su trabajo, para andar como carismático itinerante por ciudades y aldeas, tomó una decisión arriesgada para su futuro. Pero, por el solo hecho de alejarse de la familia, no se puede decir que cortara con ella. Para casi todo el mundo, llega el día en que se aleja de la casa paterna. Es ley de vida. Además, sabemos que Jesús tenía cuatro hermanos y algunas hermanas (Mc 6, 1-6), que sin duda siguieron cerca de la madre en la pequeña aldea donde vivían.

 

     2.  De este episodio no se puede deducir que Jesús se hubiera distanciado de su familia o que la hubiese dejado en un segundo plano en su vida. Ni con su respuesta Jesús quiso decir que la familia no tiene importancia o debe ser marginada. 

     Lo que Jesús deja claro es que las relaciones de parentesco no son las más fuertes. Ni tienen que ser las más determinantes para una persona.  De ser así, los hijos nunca deberían dejar a sus padres para formar ellos una nueva familia.

     Las relaciones de parentesco son enteramente necesarias.  Pero ni son un fin, sino un medio.  Más aún, las relaciones de parentesco son sanas constructivas cuando producen personas libres, que se relacionan por la fuerza de una "relación pura", la relación basada en la comunicación emocional transparente y libre.

 

     3.  Cuando Jesús habla de los discípulos como su nueva familia, lo que en realidad está diciendo es que lo importante en la vida es la "relación pura", no basada en ataduras que se nos imponen o en conveniencias e intereses que corrompen las relaciones entre personas.

     Los discípulos de Jesús le seguían y estaban con él porque entre ellos existía ese tipo de relación que debería ser motivadora para todos.

 

S. APOLINAR, OBISPO DE RAVENA Y MÁRTIR

 


Como sucede a menudo con los Santos del primer siglo, no hay muchas fuentes históricas sobre la vida de San Apolinar, el primer obispo de Rávena. Vivió en tiempos del Imperio Bizantino de Oriente. El encuentro con el apóstol Pedro parece ser decisivo en su vida. Algunas fuentes, sin embargo, datan la figura histórica del Santo más tarde, alrededor del 150-200.

      

     Seguir a Jesús hasta el fin del mundo

 

     Apolinar es un joven de grandes esperanzas, que vive en Antioquía con su familia de religión pagana. Un día alguien llega a su ciudad para hablar de una nueva forma de amarse los unos a los otros, así como Dios nos ama a nosotros. Su nombre es Pedro y sus palabras son las de Jesús, el Hijo de Dios a quien vio morir con sus ojos y luego resucitar para redimir a la humanidad, y de quien recibió el encargo de construir su Iglesia. Por esta razón, Pedro viaja por todas partes y en torno al año 44 llega precisamente a Siria. Apolinar fue fulgurado por la Palabra y decide seguirlo a Roma. Desde allí, Pedro lo envía a Classe, cerca de Rávena, donde la marina romana tenía una base con cientos de marineros, en su mayoría de tierras orientales. Algunas fuentes también describen una misión evangelizadora en Mesia y Tracia que duró unos 3 años.  

 

     Primer obispo de Rávena, para la ira de los paganos

 

     Apolinar es despierto, coge las cosas al vuelo y, sobre todo, habla bien. Logra llevar a muchos a la fe cristiana, obteniendo la conversión de familias enteras. Por eso Pedro le confía la construcción de la Iglesia de Rávena, de la que de hecho es nombrado pastor, es decir, primer obispo. Cuando llega a la ciudad cura a la esposa del tribuno, pero tan pronto como las autoridades se enteran, le piden que sacrifique ídolos a los dioses. Apolinar se niega: responde que los ídolos estaban hechos de oro y plata, materiales preciosos que hubiera sido mejor dar a los pobres, y así, es golpeado brutalmente. A pesar de este difícil debut, gobernaría esta iglesia durante unos 30 años, construyendo la reputación de "sacerdote" y "confesor" por la que es recordado.

 

     El martirio y la difusión del culto

 

     Apolinar interpreta perfectamente la misión pastoral del obispo, logrando conquistar a la fe las almas de muchos. Era normal que en un momento dado terminara en la mira de los paganos. Estamos bajo el reinado de Vespasiano, en el año 70 d.C. Incluso lo intiman a que no predique, pero él se niega a obedecer. Un día, al regresar de una visita a una leprosería, lo golpean tan fuerte que muere siete días después. En el lugar de su martirio – el  actual San Apolinar en Classe – se  construye una basílica consagrada en el año 549. Su culto se extiende rápidamente, incluso más allá de las fronteras de la ciudad: llega a Roma gracias a los papas Simmaco y Honorio I, mientras que el rey franco Clovis le dedica una iglesia cerca de Dijon. Finalmente, en el siglo IX, sus reliquias son llevadas a la ciudad, y conservadas en la iglesia que a partir de ese momento toma el nombre de San Apolinar el Nuevo.

 

  

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