sábado, 17 de julio de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 19 - DE JULIO – LUNES – 16ª – SEMANA DEL T. O. – B – Santa Áurea de Córdoba

 


       19 - DE JULIO – LUNES –

16ª – SEMANA DEL T. O. – B –

Santa Áurea de Córdoba

 

    Lectura del libro del Éxodo (14,5-18):

 

    En aquellos días, cuando comunicaron al rey de Egipto que el pueblo había escapado, el Faraón y su corte cambiaron de parecer sobre el pueblo, y se dijeron:

    «¿Qué hemos hecho? Hemos dejado marchar a nuestros esclavos israelitas.»

    Hizo preparar un carro y tomó consigo sus tropas: tomó seiscientos carros escogidos y los demás carros de Egipto con sus correspondientes oficiales. El Señor hizo que el Faraón se empeñase en perseguir a los israelitas, mientras éstos saltan triunfantes.

    Los egipcios los persiguieron con caballos, carros y jinetes, y les dieron alcance mientras acampaban en Fehirot, frente a Baal Safón. Se acercaba el Faraón, los israelitas alzaron la vista y vieron a los egipcios que avanzaban detrás de ellos y, muertos de miedo, gritaron al Señor.

    Y dijeron a Moisés:

    «¿No había sepulcros en Egipto?, nos has traído a morir en el desierto; ¿qué es lo que nos has hecho sacándonos de Egipto? ¿No te lo decíamos en Egipto:     "Déjanos en paz, y serviremos a los egipcios; más nos vale servir a los egipcios que morir en el desierto"?»

    Moisés respondió al pueblo:     «No tengáis miedo; estad firmes, y veréis la victoria que el Señor os va a conceder hoy: esos egipcios que estáis viendo hoy, no los volveréis a ver jamás. El Señor peleará por vosotros; vosotros esperad en silencio.»

    El Señor dijo a Moisés:

    «¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de sus guerreros.»

                        

Palabra de Dios

            

    Salmo: Ex 15,1-2.3-4.5-6

 

    R/. Cantaré al Señor, sublime es su victoria

 

    Cantaré al Señor, sublime es su victoria,

caballos y carros ha arrojado en el mar.

Mi fuerza y mi poder es el Señor,

él fue mi salvación.

Él es mi Dios: yo lo alabaré;

el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. R/.

 

    El Señor es un guerrero,

su nombre es «El Señor».

Los carros del Faraón los lanzó al mar,

ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes. R/.

 

   Las olas los cubrieron,

bajaron hasta el fondo como piedras.

Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible,

tu diestra, Señor, tritura al enemigo. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Mateo (12,38-42):

 

    En aquel tiempo, algunos de los escribas y fariseos dijeron a Jesús:

 «Maestro, queremos ver un signo tuyo.»

    Él les contestó:

    «Esta generación perversa y adúltera exige un signo; pero no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo; pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Cuando juzguen a esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que la condenen, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.»

 

Palabra del Señor

 

     1.  Se acercan a Jesús los letrados y los fariseos, los hombres del estudio teológico y los hombres de la observancia religiosa.  - ¿Para qué?  Para pedirle un "milagro" (semeion), un hecho prodigioso.

Aquellos hombres de entonces, como tantos de ahora, se piensan que a Dios se le encuentra en los hechos extraordinarios, en los prodigios. Esta mentalidad, que busca a Dios en los milagros, expresa algo sobrecogedor. El Gran Inquisidor (de F. Dostoyevski) le dice a Jesús: "Si te hubieras prestado a realizar el milagro..., habrías calmado la inquietud eterna de la humanidad, esa inquietud nacida del deseo de saber ante quién tiene uno que inclinarse. Pues no hay para el hombre libre cuidado más continuo y acuciante que el de hallar a un ser al que prestar acatamiento".

     La gente quiere milagros. Quiere "dioses", ante los que sus fieles y devotos desean quedar extasiados. Y así, vivir sometidos. Lo que no soporta nadie es la libertad.

       

     2.  Jesús responde calificando a aquellos hombres como "esta generación perversa y adúltera". El término "generación" (genea) aparece 25 veces en los evangelios, para designar al pueblo judío en tono amenazante.

     Esta expresión está tomada de la literatura apocalíptica judía, para indicar la última generación judía, que fue infiel a Dios (Hen 93, 9; Hab 2, 6 s; Jub 23, 16 ss; Mt 11, 16 par; Sal 77, 8; 94, 10; Mt 23, 36).

 

     3.  Todo esto indica que el cristianismo primitivo acusaba a la "última generación" de Israel de haber colmado la medida de sus pecados (V. Hasler).

     Es improbable que Jesús dijera estas cosas. Lo que aquí se expresa es el conflicto entre cristianos y judíos.

     Jesús no quería enfrentamientos y conflictos.

     Todo eso proviene de nuestras torpes inclinaciones y resentimientos.

     De este evangelio tendríamos que aprender a no decir lo que aquí se pone en boca de Jesús. Y conste que tiene una buena dosis de verdad lo que ha dicho Denis Guénoun:  "La religión se constituye como la diferencia entre religiones".

     De ahí que el cristianismo, "al constituirse como religión, necesitó de la diferencia religiosa, necesitó que el judaísmo fuera su otro: la religión falsa" (Daniel Boyarin). Pero es triste nacer así. Para vivir luego enfrentado con quienes no se identifican conmigo. Si fuera cierto que la religión lleva a eso, prefiero vivir

sin religión.

     La fe en Jesús y el amor a su proyecto, basta.

 

Santa Áurea de Córdoba

 


 

En Córdoba, en la provincia hispánica de Andalucía, santa Áurea, virgen, hermana de los santos mártires Adolfo y Juan, la cual, en una de las persecuciones realizadas por los musulmanes fue llevada ante el juez y, asustada, negó la fe, pero luego, arrepentida, se presentó de nuevo ante el mismo juez y, repetido el juicio, se mantuvo firme, venciendo al enemigo al derramar su sangre por Cristo.

 

Vida de Santa Áurea

 

Santa Áurea nació en Sevilla, en una acomodada y noble familia en la que la mayor parte eran mahometanos, pero su madre Artemia, era cristiana de probada virtud, fue ella quien la educó en las santas verdades de los Evangelios, más tarde Áurea demostraría con su vida y gloriosa muerte el ser digna de gozar de la eterna gracia. Sus hermanos Adulfo y Juan, también alcanzaron el triunfo del martirio, en aquellos días Áurea vivía en el monasterio de Cuteclara (Córdoba) dando ejemplo de devoción y caridad.

Su elevada alcurnia y la dado que muchos de sus parientes seguían la religión de Mahoma, fueron los motivos por los que nadie se había atrevido a delatarla; pero habiendo llegado la noticia de su fe a oídos de sus allegados en Sevilla, usando como subterfugio su parentesco, fueron a visitarla para comprobar lo que habían escuchado.

Gobernaba por entonces el Califato de Occidente, Mahomet, hijo de Abdrrahman, célebre por la terrible persecución que había emprendido contra los cristianos. Los parientes Áurea descubrieron que ella no solo era cristiana sino una ferviente religiosa, y apasionados por la doctrina de sus creencias, procuraron convencerla de convertirse en seguidora del falso profeta.

Fue fútil todos sus intentos, sus palabras chocaban contra la inamovible fe que Áurea tan sinceramente profesaba. Fue tal su enojo que tomaron la decisión de delatarla al cadi. El juez ordenó la llevasen al tribunal, y al verla vestida con el hábito religioso se irritó de tal modo que la amenazó con los más terribles castigos. Invocó, el juez, la noble sangre mahometana que circulaba en sus venas y lo que su familia sufriría por culpa de ella. Le prometió en cambio que si aceptaba las creencias familiares borraría la mancha que afectaba su ilustre estirpe y se salvaría de los duros tormentos que la esperaban si no aceptaba.

Áurea guardó silencio un momento dejándose llevar tal vez por el miedo, o bien de la idea de disimular su fe lo que no es lícito ni permitido a los cristianos en caso semejante, y el juez juzgándola vencida le concedió la libertad.

Recapacitó Áurea sobre lo que había acontecido, y avergonzada por su debilidad decidió no regresar al monasterio prefiriendo quedarse en una casa, posiblemente de alguno de sus parientes cristianos, donde sumergida en tiernas lágrimas confesó su pecado. Pidió a sus hermanos intercedieran ante el Señor a fin de tener una posibilidad de demostrar al mundo cuan profunda era su fe en Cristo.

No tuvo que esperar mucho para que su místico anhelo se hiciera realidad, fue delatada nuevamente, y conducida por segunda vez ante el cadi, en esta ocasión ella respondió, con un valor y una fortaleza inspiradas por el Espíritu Santo. La firmeza de Áurea encendió el colérico corazón de su juez, ordenando la encerraran en la más lóbrega prisión y que al día siguiente fuera conducida al suplicio. Áurea fue decapitada y luego su cuerpo colgado de los pies en un palo donde, pocos días antes había sido ajusticiado un reo de homicidio, luego sus restos fueron arrojados, junto con los de varios malhechores, al Guadalquivir.

 

fuente: Suplemento á la última edición del Año Christiano

 

 

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