miércoles, 28 de julio de 2021

PÁRATE UN MOMENTO: EL EVANGELIO DEL DIA 30 - DE JULIO – VIERNES – 17ª – SEMANA DEL T. O. – B – San Pedro Crisólogo



30 - DE JULIO – VIERNES –

17ª – SEMANA DEL T. O. – B –

 San Pedro Crisólogo

                                                                      

    Lectura del libro del Levítico 23,1. 4-11. 15-16. 27. 34b-37

 

   El Señor habló a Moisés:     «Estas son las festividades del Señor, las asambleas litúrgicas que convocaréis en las fechas señaladas.

    El día catorce del primer mes, al atardecer, es la Pascua del Señor. El día quince del mismo mes, es la fiesta de los Panes Ácimos dedicada al Señor.    Comeréis panes ácimos durante siete días. El primer día os reuniréis en asamblea litúrgica, y no haréis ningún trabajo servil. Los siete días ofreceréis al Señor oblaciones. El séptimo os volveréis a reunir en asamblea litúrgica, y no haréis ningún trabajo servil».

    El Señor habló a Moisés:

    «Di a los hijos de Israel: “Cuando entréis en la tierra que yo os voy a dar y seguéis la mies, llevaréis al sacerdote una gavilla como primicia de vuestra cosecha. Este la balanceará ritualmente en presencia del Señor, para que os sea aceptada; la balanceará el sacerdote el día siguiente al sábado. A partir del día siguiente al sábado en que llevéis la gavilla para el balanceo ritual, contaréis siete semanas completas: contaréis cincuenta días hasta el día siguiente al séptimo sábado y ofreceréis una oblación nueva al Señor. El día diez del séptimo mes es el día de la Expia­ción.

    Os reuniréis en asamblea litúrgica, ayunaréis y ofreceréis al Señor una oblación. El día quince de ese séptimo mes comienza la fiesta de las Tiendas dedicada al Señor; y dura siete días. El día primero os reuniréis en asamblea litúrgica. No haréis trabajo servil alguno.

    Los siete días ofreceréis al Señor oblaciones. Al octavo volveréis a reuniros en asamblea litúrgica y ofreceréis al Señor oblaciones. Es día de reunión religiosa solemne. No haréis trabajo servil alguno. Estas son las festividades del Señor, en las que os reuniréis en asamblea litúrgica, y ofreceréis al Señor oblaciones, holocaustos y ofrendas, sacrificios de comunión y libaciones, según corresponda a cada día”».

Palabra de Dios.

 

    Salmo 80:

 

    Aclamad a Dios, nuestra fuerza.

 

   Acompañad, tocad los panderos,

las cítaras templadas y las arpas;

tocad la trompeta por la luna nueva,

por la luna llena, que es nuestra fiesta. R/

 

    Porque es una ley de Israel,

un precepto del Dios de Jacob,

una norma establecida para José

al salir de Egipto. R/       

 

   No tendrás un dios extraño,

no adorarás un dios extranjero;

yo soy el Señor, Dios tuyo,

que te saqué de la tierra de Egipto. R/

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,54-58):

En aquel tiempo fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada:

«¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? 

¿No es el hijo del carpintero?

¿No es su madre María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas?

¿No viven aquí todas sus hermanas?

Entonces, ¿de dónde saca todo eso?»

Y aquello les resultaba escandaloso.

Jesús les dijo:

«Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.

 

Palabra del Señor

 

1.  Está claro en este relato que Jesús hablaba de manera que lo que decía sorprendía a quienes lo habían conocido desde niño. Les llama la atención y no se explican cómo, hasta poco antes, era un vecino más.

¿Qué había ocurrido?

La cosa, humanamente hablando, no tenía explicación. Sin duda, la clave está en lo que ocurrió en la experiencia del bautismo que Jesús recibió de manos de Juan el Bautista.

Allí Jesús tuvo una experiencia misteriosa y profunda: vio el cielo abierto, oyó la voz del Padre del cielo (Mt 3, 16-17), se sintió llamado a dar a conocer al Padre y su proyecto (Mt 11, 25-27).

¿Qué nos viene a decir esto?

 

2.  Jesús no impresionaba a la gente con lo que decía porque no había estudiado mucho.  Jesús había dicho que lo que él enseñaba eran cosas que quedan ocultas para los "sabios y entendidos" (Mt 11, 25) y cosas que paradójicamente las saben los "pequeños", los ignorantes, los sencillos. Esto, justamente, es lo que le ocurrió a Jesús. La experiencia religiosa le cambió. 

Pero no le cambió en "sabio", sino en "sencillo". Y lo que enseñaba era la sabiduría de los últimos, de los nadies, de los excluidos. Es el saber en el que el "ser" y el "deber ser" no se pueden disociar. El saber que nunca puede ser neutral ante la violencia y el sufrimiento que genera la tecnología y la llamada "ciencia" que hay detrás de esa tecnología. A esa sabiduría de los sencillos le tienen miedo los intelectuales y los clérigos. Porque si de veras la asumieran, cambiarían radicalmente las universidades, las parroquias, los conventos y las curias episcopales.

 

3.  El relato termina dejando claro que los "milagros" de Jesús no eran posibles donde faltaba la fe-confianza. Jesús no era un "omnipotente", tal como nosotros nos imaginamos eso. Jesús tenía una fuerza de espíritu que donde no encontraba acogida y respuesta dejaba de ser fuerza y nada podía hacer. He aquí el profundo misterio de la fuerza de espíritu que tenemos los humanos, cuando somos profundamente humanos.

 

 San Pedro Crisólogo

 

Año 451

 

Nació alrededor del año 380 en Imola, en la Emilia, y entró a formar parte
del clero de aquella población.

En el año 424 fue elegido obispo de Rávena, e instruyó a su grey, de la que era pastor celosísimo, con abundantes sermones y escritos.

Murió hacia el año 450.

 

Crisólogo significa: el que habla muy bien.

Este santo ha sido uno de los oradores más famosos de la Iglesia Católica. Nació en Imola (Italia) y fue formado por Cornelio obispo de esa ciudad, por el cual conservó siempre una gran veneración. Este santo prelado lo convenció de que en el dominio de las propias pasiones y en el rechazar los malos deseos reside la verdadera grandeza, y que este es un medio seguro para conseguir las bendiciones de Dios.

Pedro gozó de la amistad del emperador Valentiniano y de la madre de este, Plácida, y por recomendación de ellos los dos, fue nombrado Arzobispo de Ravena (la ciudad donde vivía el emperador). También gozó de la amistad del Papa San León Magno.

Cuando empezó a ser arzobispo de Ravena, había en esta ciudad un gran número de paganos. Y trabajó con tanto entusiasmo por convertirlos, que cuando él murió ya eran poquísimos los paganos o no creyentes en esta capital.

A la gente le agradaban mucho sus sermones (y por eso le pusieron el sobrenombre de Crisólogo, o sea: el que habla muy bien). Su modo de hablar era conciso, sencillo y práctico. Sabía explicar muy claramente las principales verdades de la fe. A ratos se entusiasmaba tanto mientras predicaba, que la misma emoción le impedía seguir hablando, y el público se contagiaba de su entusiasmo y empezaban muchos a llorar. En los dos meses más calurosos del verano dejaba de predicar y explicaba así jocosamente a sus oyentes el porqué de esta determinación: "en este tiempo de calores tan bochornosos no les predico, porque ustedes se apretujan mucho para escucharme y con estas temperaturas tan altas llegan los ahogos y trastornos, y después le echan toda la culpa de ello a mis sermones". La gente se admiraba de que en predicaciones bastante breves, era capaz de resumir las doctrinas más importantes de la fe. Se conservan de él, 176 sermones, muy bien preparados y cuidadosamente redactados. Por su gran sabiduría al predicar y escribir, fue nombrado Doctor de la Iglesia, por el Papa Benedicto XIII.

Recomendaba mucho la comunión frecuente y exhortaba a sus oyentes a convertir la Sagrada Eucaristía en su alimento de todas las semanas.

Murió el 30 de julio del año 451.

Quiera nuestro buen Dios concedernos que muchos predicadores y catequistas de nuestro tiempo merezcan también el apelativo de Crisólogos: los que hablan muy bien.

Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. (Lc, 8, 21)

  

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