jueves, 18 de noviembre de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 20 - DE NOVIEMBRE – SÁBADO – 33ª – SEMANA DEL T. O. – B – San Edmundo rey

  

 

20 - DE NOVIEMBRE – SÁBADO –

33ª – SEMANA DEL T. O. – B –

San Edmundo rey

 

     Lectura del primer libro de los Macabeos (6,1-13):

 

En aquellos días, el rey Antíoco recorría las provincias del norte, cuando se enteró de que en Persia había una ciudad llamada Elimaida, famosa por su riqueza en plata y oro, con un templo lleno de tesoros: escudos dorados, lorigas y armas dejadas allí por Alejandro, el de Filipo, rey de Macedonia, que había sido el primer rey de Grecia.

Antíoco fue allá e intentó apoderarse de la ciudad y saquearla; pero no pudo, porque los de la ciudad, dándose cuenta de lo que pretendía, salieron a atacarle.

Antíoco tuvo que huir, y emprendió el viaje de vuelta a Babilonia, apesadumbrado. Entonces llegó a Persia un mensajero, con la noticia de que la expedición militar contra Judá había fracasado: Lisias, que había ido como caudillo de un ejército poderoso, había huido ante el enemigo; los judíos, sintiéndose fuertes con las armas y pertrechos, y el enorme botín de los campamentos saqueados, habían derribado el arca sacrílega construida sobre el altar de Jerusalén, habían levantado en torno al santuario una muralla alta como la de antes, y lo mismo en Betsur, ciudad que pertenecía al rey. Al oír este informe, el rey se asustó y se impresionó de tal forma que cayó en cama con una gran depresión, porque no le habían salido las cosas como quería. Allí pasó muchos días, cada vez más deprimido.

Pensó que se moría, llamó a todos sus grandes y les dijo:

«El sueño ha huido de mis ojos; me siento abrumado de pena y me digo: "¡A qué tribulación he llegado, en qué violento oleaje estoy metido, yo, feliz y querido cuando era poderoso!"

Pero ahora me viene a la memoria el daño que hice en Jerusalén, robando el ajuar de plata y oro que había allí, y enviando gente que exterminase a los habitantes de Judá, sin motivo. Reconozco que por eso me han venido estas desgracias. Ya veis, muero de tristeza en tierra extranjera.»

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 9,2-3.4.6.16.19

 

R/. Gozaré con tu salvación, Señor.

 

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,

proclamando todas tus maravillas;

me alegro y exulto contigo

y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. R/.

 

Porque mis enemigos retrocedieron,

cayeron y perecieron ante tu rostro.

Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío

y borraste para siempre su apellido. R/.

 

Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,

su pie quedó prendido en la red que escondieron.

Él no olvida jamás al pobre,

ni la esperanza del humilde perecerá. R/.

 

      Lectura del santo evangelio según san Lucas (20,27-40):

 

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron:

«Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano.

Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último, murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.»

Jesús les contestó:

«En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»

Intervinieron unos escribas: «Bien dicho, Maestro.»

Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

 

Palabra del Señor


1.   Este relato insiste sobre el problema de la "otra vida".

El error de base de los saduceos (y de no pocos cristianos actuales) está en no tener en cuenta que la "otra vida" pertenece a "lo trascendente". Y lo trascendente es lo que nosotros no podemos ni saber, ni comprender. 

Si esto se hubiera tenido presente, no andaríamos dando vueltas a lo que jamás podremos saber. Lo que interesa es entender la enseñanza que da Jesús, en su respuesta a los saduceos.  Y, sobre todo, lo que esa respuesta puede representar para nosotros.

 

2.  Frente a la incredulidad de los saduceos, por lo que se refiere a la vida después de la muerte, Jesús afirma de forma clara y terminante que la fe en Dios es inseparable de la fe en la resurrección. Con lo cual Jesús quiere enseñar que la vida no se acaba con la muerte, sino que la muerte es el paso a otra forma de vida. En esto consiste lo central de la enseñanza que nos presenta aquí el Evangelio.

 

3.  En todo este asunto, los problemas se nos presentan cuando pretendemos saber cómo será la vida futura, sobre todo si, como les ocurría a los saduceos, intentamos explicar la vida posterior a la muerte a partir de lo que sabemos sobre la vida de este mundo. 

 Aceptemos, de una vez, que por ese camino no llegaremos nunca a saber en qué consiste la "vida eterna".  

Aceptemos, por tanto, que no es posible conocer cómo o en qué consiste la otra vida.

El punto central, en todo este complicado tema, está en saber si tiene (o puede tener) sentido una vida que, como bien sabemos, está condenada inevitablemente al fracaso y a la muerte. 

Esto supuesto, el mensaje genial de Jesús consiste en decirnos que ese fracaso y esa muerte inevitables no son sino el paso a otra forma de vida, que supera en plenitud y totalidad de sentido las limitaciones de esta vida. Al menos, la esperanza cristiana nos lleva a eso y es eso lo que nos deja como fuente de una felicidad que vence todas las desgracias y sufrimientos que encontramos en esta vida.

 

San Edmundo rey



Comenzó a gobernar sobre los anglos del Este cuando sólo tenía quince años, en el 855. Habiéndolo tomado prisionero los daneses, propusiéronle que abandonase su religión a lo que se negó resueltamente. En consecuencia, fue azotado y muerto a flechazos, el año 870.

 

Vida de San Edmundo rey

 

Offa es rey de Estanglia. Un buen día decide pasar el último tramo de su vida haciendo penitencia y dedicándose a la oración en Roma. Renuncia a su corona a favor de Edmundo que a sus catorce años es coronado rey, siguiendo la costumbre de la época, por Huberto, obispo de Elman, el día de la Navidad del año 855.

Pronto da muestras de una sensatez que no procede sólo de la edad. Es modelo de los buenos príncipes. No es amigo de lisonjas; prefiere el conocimiento directo de los asuntos a las proposiciones de los consejeros; ama y busca la paz para su pueblo; se muestra imparcial y recto en la administración de la justicia; tiene en cuenta los valores religiosos de su pueblo y destaca por el apoyo que da a las viudas, huérfanos y necesitados.

Reina así hasta que llegan dificultades especiales con el desembarco de los piratas daneses capitaneados por los hermanos Hingaro y Hubba que siembran pánico y destrucción a su paso. Además, tienen los invasores una aversión diabólica a todo nombre cristiano; con rabia y crueldad saquean, destruyen y entran al pillaje en monasterios, templos o iglesias que encuentran pasando a cuchillo a monjes, sacerdotes y religiosas. Una muestra es el saqueo del monasterio de Coldinghan, donde la abadesa santa Ebba fue degollada con todas sus monjas.

Edmundo reúne cómo puede un pequeño ejército para hacer frente a tanta destrucción pero no quiere pérdidas de vidas inútiles de sus súbditos ni desea provocar la condenación de sus enemigos muertos en la batalla. Prefiere esconderse hasta que, descubierto, rechaza las condiciones de rendición por atentar contra la religión y contra el bien de su gente. No acepta las estipulaciones porque nunca compraría su reino a costa de ofender a Dios. Entonces es azotado, asaeteado como otro san Sebastián, hasta que su cuerpo parece un erizo y, por último, le cortan la cabeza que arrojan entre las matas del bosque.

Sus súbditos buscaron la cabeza para enterrarla con su cuerpo, pero no la encuentran hasta que escuchan una voz que dice: "Here", es decir, "aquí".

Este piadosísimo relato tardío colmado de adornos literarios en torno a la figura del que fue el último rey de Estanglia exaltan, realzan y elevan la figura de Edmundo hasta considerarlo mártir que, por otra parte, llegó a ser muy popular en la Inglaterra medieval. Sus reliquias se conservaron en Bury Saint Edmunds, en West Sufflok, donde en el año 1020 se fundó una gran abadía.

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario