martes, 9 de noviembre de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 11 - DE NOVIEMBRE – JUEVES – 32ª – SEMANA DEL T. O. – B – SAN MARTIN DE TOUR

 


11 - DE NOVIEMBRE – JUEVES –

 32ª – SEMANA DEL T. O. – B –

SAN  MARTIN  DE  TOUR

 

    Lectura del libro de la Sabiduría (7,22–8,1):

 

La sabiduría es un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, móvil, penetrante, inmaculado, lúcido, invulnerable, bondadoso, agudo, incoercible, benéfico, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, todopoderoso, todo vigilante, que penetra todos los espíritus inteligentes, puros, sutilísimos.

La sabiduría es más móvil que cualquier movimiento, y, en virtud de su pureza, lo atraviesa y lo penetra todo; porque es efluvio del poder divino, emanación purísima de la gloria del Omnipotente; por eso, nada inmundo se le pega.

Es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad. Siendo una sola, todo lo puede; sin cambiar en nada, renueva el universo, y, entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo amigos de Dios y profetas; pues Dios ama sólo a quien convive con la sabiduría.

Es más bella que el sol y que todas las constelaciones; comparada a la luz del día, sale ganando, pues a éste le releva la noche, mientras que a la sabiduría no le puede el mal. Alcanza con vigor de extremo a extremo y gobierna el universo con acierto.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 118

 

R/. Tu palabra, Señor, es eterna

 

Tu Palabra, Señor, es eterna,

más estable que el cielo. R/.

 

Tu fidelidad de generación en generación,

igual que fundaste la tierra y permanece. R/.

 

Por tu mandamiento subsisten hasta hoy,

porque todo está a tu servicio. R/.

 

La explicación de tus palabras ilumina,

da inteligencia a los ignorantes. R/.

 

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,

enséñame tus leyes. R/.

 

Que mi alma viva para alabarte,

que tus mandamientos me auxilien. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,20-25):

 

En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús les contestó:

«El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.»

Dijo a sus discípulos:

«Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás.

Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.»

 

Palabra del Señor

 

1.  La respuesta de Jesús a los fariseos, que preguntan cuándo llega el Reino de Dios, entraña sus dificultades para poder comprenderla exactamente. La razón principal de tales dificultades radica en que el verbo (que utiliza Lucas   apokrínomai ) no tiene un significado preciso. Algunos lo traducen en el sentido de que el Reino "no está sujeto a cálculo" (J. A. Fitzmyer, J. Mateos), mientras que otros prefieren la traducción que pone el misal de la liturgia católica: el Reino "no vendrá espectacularmente".  En cualquier caso, lo que el texto de Lucas quiere indicar es que la venida del Reino de Dios no será nunca como los mortales la imaginamos.   ¿Por qué?

 

2.  Jesús afirma que el Reino de Dios está "entre vosotros" o, quizá mejor, está   "junto a vosotros". Así parece indicarla la preposición "éntos", con genitivo.  No se trata, pues, de que el Reino de Dios está "dentro de vosotros", en vuestro corazón de fariseos (M. Zerwick).

Se trata, más bien, de que el Reino de Dios está "junto a ellos", allí presente. Por eso se puede decir, con toda razón, que el   Reino de Dios no está en "lo espectacular", en "lo grandioso", sino en "lo cotidiano", en el ambiente en que todos nos movemos a diario, en la normalidad de la vida normal. 

El esplendor de lo llamativo será al final, en la consumación definitiva. En la situación presente, en lo que ahora vivimos, lo que toca es soportar y vivir con normalidad, honradez y hasta alegría, lo mismo que vivió Jesús: el proyecto de una vida en defensa del bien, de la igualdad y de la justicia.

Por más que todo eso lleve consigo el rechazo, la persecución, las dificultades y hasta la exclusión.

 

3.  En definitiva, se trata de comprender que hacer presente el Reino de Dios es, ni más ni menos, "hacer presente a Dios en lo cotidiano de la vida". 

Donde Dios está presente, está presente la bondad, el respeto, la ayuda mutua, la delicadeza en el trato, la honradez por encima de todo, y, mediante todo esto, la cercanía al que sufre, al que se ve maltratado, al que lo pasa mal, al que se siente mal.

Hacer presente el Reino de Dios es hacer presente la felicidad que está a nuestro alcance lograr para todos.

 

SAN  MARTIN  DE  TOUR

 


 

 Nació en Panonia, hacia el año 316, de padres paganos. Habiendo recibido el bautismo y renunciado a la milicia, fundó un monasterio en Ligugé (Francia), donde practicó la vida monástica bajo la dirección de san Hilario.

Más tarde, fue ordenado sacerdote y elegido obispo de Tours. Fue un modelo de buen pastor y fundó otros monasterios, trabajó en la formación del clero y evangelizó a los pobres.

Murió en el año 397.

 

San Martín nació en Panonia, Hungría, el 316. Sus padres eran paganos. Estudia en Pavía, donde conoce el Cristianismo. Su padre, que era tribuno militar, para desviarle del cristianismo, le obliga a ingresar en el ejército. Martín concilia sus deberes militares con sus aspiraciones cristianas. Vida ejemplar de monje y soldado: valentía y vida santa y caritativa.

Siendo militar sucedió el hecho tan tratado en la iconografía. Era invierno, y al entrar en Amiens, encuentra un mendigo casi helado, sin ropa. Divide su clámide en dos partes y entrega una al pobre. Cristo se le aparece vestido con la media capa: "Martín, catecúmeno, me ha cubierto con este vestido".

Pronto recibe el bautismo. Deja la milicia para seguir a Cristo. San Hilario de Poitiers quiere ordenarle de diácono. Él se queda de exorcista. Vuelve a su patria, convierte a su madre. De nuevo en Poitiers, funda Ligugé, auténtico monasterio misional. Allí pasa once años, feliz en su ambiente. Preguntado más adelante por qué profesiones había ejercido respondía: "fui soldado por obligación y por deber, y monje por inclinación y para salvar mi alma". Por eso hay quien resume la vida de Martín así: "soldado por fuera, obispo a la fuerza, monje por gusto".

Sulpicio Severo escribió Cartas y Diálogos y sobre todo la Vida de San Martin. Pocos libros habrán sido más leídos que éste, que ha servido de fuente para llevar por todas partes a través de cantares y poemas, representaciones teatrales, la pintura y la escultura la imagen de este Santo "el más popular y conocido de toda Europa".

Un historiador ha contado en Francia 3.667 parroquias dedicadas a él y 487 pueblos que llevan su nombre. Un buen número hay también en Alemania, Italia y España. Es simpático el párrafo en que Don Quijote enseña a Sancho la imagen de San Martín y le explica el caso de la capa.

Martín vivía feliz en Ligugé. Pero Tours se había quedado sin obispo. Un día del año 371, fue invitado a Tours con el pretexto de que lo necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la catedral toda la multitud lo aclamó como obispo de Tours, y por más que él se declarara indigno de recibir ese cargo, lo obligaron a aceptar. Establece cerca, para su humilde residencia, el monasterio de Marmoutiers, centro misionero de donde saldrán San Patricio y San Paulino de Nola. Desde allí parte para sus agotadoras correrías apostólicas, durante 35 años, por toda la Galia. Nada le retiene. Acusa a emperadores, reprime a los herejes, defiende a los débiles y a los condenados a muerte, realiza innumerables milagros, y entre ellos se le atribuye la resurrección de varios muertos. Su fama es indescriptible. Es llamado "el apóstol de las Galias" nadie hizo tanto como él por Francia católica y San Gregorio de Tours le invoca como "Patrón especial del mundo entero".

Tan intensos viajes apostólicos, tanta obra de caridad, hasta vaciarse totalmente, agotaron sus fuerzas físicas. Se veía morir. Sus discípulos le piden que no les deje huérfanos. Martín contestó: "Señor, si aún soy necesario, no rehúso el trabajo. Sólo quiero tu voluntad". La liturgia comenta: "¡Oh feliz varón, que ni temió morir, ni recusó la vida”!

Los discípulos querían colocarle más cómodo. "Dejadme así, les dijo, mirando al cielo, para dirigir mi alma en dirección hacia Dios". El demonio no dejaba de importunarle. "¿Qué haces ahí, gritó Martín, bestia sanguinaria? No hay nada en mí que te pertenezca, maldito. El seno de Abrahán me espera". Y entregó su alma a Dios. Era el 8 de noviembre del año 397.

Martín fue un asceta, un apóstol, un hombre de oración, muy influyente en toda la espiritualidad medieval. Su faceta principal, la caridad. El gesto de Amiens, dar media capa, fue superado, cuando siendo obispo, entregó su túnica entera a un mendigo gesto menos conocido. Sus mismos milagros, como los de Cristo, fueron milagros de caridad. Pasó haciendo el bien.

 

 

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