miércoles, 3 de noviembre de 2021

Parate un momento: El Evangelio del dia 5 - DE NOVIEMBRE – VIERNES – 31ª – SEMANA DEL T. O. – B – Santa Ángela de la Cruz

  

 

5 - DE NOVIEMBRE – VIERNES –

31ª – SEMANA DEL T. O. – B –

Santa Ángela de la Cruz

 

    Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (15,14-21):

 

Respecto a vosotros, hermanos, yo personalmente estoy convencido de que rebosáis buena voluntad y de que os sobra saber para aconsejaros unos a otros. A pesar de eso, para traeros a la memoria lo que ya sabéis, os he escrito, a veces propasándome un poco.

Me da pie el don recibido de Dios, que me hace ministro de Cristo Jesús para con los gentiles: mi acción sacra consiste en anunciar la buena noticia de Dios, para que la ofrenda de los gentiles, consagrada por el Espíritu Santo, agrade a Dios.

Como cristiano, pongo mi orgullo en lo que a Dios se refiere. Sería presunción hablar de algo que no fuera lo que Cristo hace por mi medio para que los gentiles respondan a la fe, con mis palabras y acciones, con la fuerza de señales y prodigios, con la fuerza del Espíritu Santo. Tanto, que, en todas direcciones, a partir de Jerusalén y llegando hasta la Iliria, lo he dejado todo lleno del Evangelio de Cristo.

Eso sí, para mí es cuestión de amor propio no anunciar el Evangelio más que donde no se ha pronunciado aún el nombre de Cristo; en vez de construir sobre cimiento ajeno, hago lo que dice la Escritura: «Los que no tenían noticia lo verán, los que no habían oído hablar comprenderán.»

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 97

 

R/. El Señor revela a las naciones su salvación.

 

Cantad al Señor un cántico nuevo

porque ha hecho maravillas:

su diestra le ha dado la victoria,

su santo brazo. R/.

 

El Señor da a conocer su victoria,

revela a las naciones su justicia:

se acordó de su misericordia y su fidelidad

en favor de la casa de Israel. R/.

 

Los confines de la tierra han contemplado

la victoria de nuestro Dios.

Aclama al Señor, tierra entera;

gritad, vitoread, tocad. R/.

 

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (16,1-8):

 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

«Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo:

"¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador."

Entonces el administrador se puso a pensar:

"¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan."

Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó:

"¿Cuánto le debes a mi amo?"

El hombre respondió:

"Cien barriles de aceite."

El administrador le dijo:

"Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta."

Luego preguntó al siguiente:

"Y tú, ¿cuánto debes?"

Éste respondió:

"Cien sacos de trigo."

El administrador le dijo:

"Toma tu recibo y haz otro por ochenta."

El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz».

 

Palabra del Señor

 

1.  ¿Se puede poner como ejemplo a un canalla que roba a su amo y luego, además, lo engaña? 

Es decir, un indeseable que roba por dos veces.   

- ¿Qué felicitación puede merecer un tipo así?  

- ¿Es que no habría otro ejemplo para ponderar que los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz?

- ¿Qué lectura hay que hacer de todo   esto para que tenga algún sentido?

 

2.   Como es lógico, Jesús no elogia el robo y la mentira. Ni siquiera para poner

tales vicios como ejemplos de astucia. Los entendidos en la interpretación de las parábolas han dado, en este caso, las más diversas explicaciones, sin llegar a un acuerdo común.   Se ha pensado que la explicación más plausible es la que toma como clave de interpretación, no la tramposa conducta del administrador, sino los criterios que rigen el pensamiento del rico. Y es así. Pero esto necesita una cuidadosa aclaración.

Estamos de acuerdo en que el administrador, tal como lo presenta el relato, era un sinvergüenza sin escrúpulos. Y eso lo entiende cualquiera.  Pero más sinvergüenza era el rico, que no solo había acumulado una fortuna, en un país donde la mayoría de la población se moría de hambre, sino que además era un tipo que valoraba sumamente el negocio (incluso sucio) y la ganancia. Y no   contento con eso, además elogiaba al canalla que le ha robado.

Para el rico, lo único que tiene valor en la vida es ganar, aunque eso se haga con trampas, falsificando documentos y mintiendo a todas horas.

 

3.  La riqueza -hoy diríamos el sistema capitalista puro y duro- pervierte a las personas.  Y cuando el beneficio es lo único que interesa en la vida, todo se descompone y huele a podrido. Es lo peor que el sistema capitalista ha hecho con todos nosotros. 

La canallada del sistema ha llegado a tal extremo, que los que más roban son los que más votos ganan cuando llegan unas elecciones.

En el fondo, todos estamos elogiando al administrador injusto. Esta manera de pensar es la que nos ha hundido en la crisis. Porque es la manera de pensar de la burbuja inmobiliaria, de los banqueros que han facilitado la compra de viviendas, de quienes las han vendido y de quienes las han comprado, de los gobernantes que han permitido semejante sistema económico, que ha destrozado el ambiente, las costas, los montes y las playas.

El sistema que ha llevado a tantos millones de españoles (sobre todo a los jóvenes) al paro. Y el sistema que alimenta la voracidad de los mercados y los mercaderes, con el silencio cómplice de quienes no se debían haber callado, conociendo el desastre en el que todos nos hemos hundido.

 Y nuestros obispos (y quienes les aconsejan) calladitos, para no poner en peligro los privilegios que la Iglesia obtiene del sistema vigente.

¡Qué vergüenza!

 

Santa Ángela de la Cruz

 


Santa Ángela de la Cruz Guerrero González

 María de los Ángeles Guerrero González nació en Sevilla el 30 de enero de 1846 y murió también allí el 2 de marzo de 1932. Humilde religiosa española, fundó la congregación religiosa llamada Compañía de las Hermanas de la Cruz dedicada a ayudar a los pobres y a los enfermos.

Fue canonizada en Madrid por san Juan Pablo II el 4 de mayo de 2003.

Ángela Guerrero González, Sor Ángela de la Cruz, Madre de los pobres, nació el 30 de enero de 1846 en Sevilla en el seno de una familia sencilla. Sus padres, Francisco Guerrero y Josefa González, tuvieron catorce hijos, pero sólo seis llegaron a mayores de edad a causa de la terrible mortalidad infantil, aún persistente durante todo el s. XIX.

Sus padres eran—hasta la exclaustración de los religiosos en 1836—los cocineros del Convento de los Padres Teatinos de Sevilla. Su padre murió pronto. Sin embargo, la madre llegara a ver la obra de su hija, y las Hermanitas de la Cruz la llamaran con el dulce nombre de "la abuelita" y quedaran admiradas de las muchas virtudes que florecían en el jardín de su alma. Ella supo trasplantarlas al jardín del alma de su hija Ángela. Se dice que un día, siendo aún muy pequeña, desapareció y todos la buscaron. Todos menos su madre que enseguida adivinó donde estaba: en la iglesia. Allí la encontraron rezando y recorriendo los altares. Ya mayor dirá: "Yo, todo el tiempo que podía, lo pasaba en la iglesia, echándome bendiciones de altar como hacen las chiquillas".

Por carecer de recursos, apenas puede aprender a leer y escribir. Ángela, que crecía en un piadoso ambiente familiar, pronto daría cumplidas pruebas de bondad natural. Ya de joven, nadie osaba hablar mal o pronunciar blasfemias en su presencia. Si hablaban algo menos puro, al verla llegar, decían, cambiando de conversación: "Callad, que viene Angelita".

Ángela necesita trabajar desde los doce años para ayudar a su familia, cuando apenas ha tenido ocasión de asistir a la escuela: en el taller de calzado de doña Antonia Maldonado, en la calle del Huevo, trabajó durante algún tiempo como zapatera. Dña. Antonia estaba encantada de ella y exhortaba a las demás a que la imitaran. Hacia rezar el rosario y rendían más que antes.

El Padre Torres Padilla era muy amigo de la familia donde trabajaba como zapatera. Le habían hablado de la maravilla de aquella joven.

De 1862 a 1865, Ángela, que asombra por sus virtudes a cuantos la conocen, reparte su jornada entre su casa, el taller, las iglesias donde reza y los hogares pobres que visita. En 1865 se cierne una oleada de cólera sobre Sevilla que azota a las familias pobres hacinadas en los "corrales de vecindad". Ángela se multiplica para poder ayudar a estos hombres, mujeres y niños castigados tan duramente por la miseria. Y en ese mismo año pone en conocimiento de su confesor, el padre Torres, su voluntad de "meterse a monja". Cuenta ahora con diecinueve años.

Quiso entrar en las Carmelitas Descalzas del barrio de Santa Cruz de Sevilla, aunque no la admitieron por temor a que no pudiera soportar los duros menesteres del convento en su cuerpo menudo y débil.

Después ingresó en las Hermanas de la Caridad. Llegó a vestir el hábito, pero hubo de salir del convento al enfermar. Viendo que no podía ser monja en el convento, se dijo a si misma: "Seré monja en el mundo" e hizo los Votos religiosos. Un billete de 1º de noviembre de 1871 nos revela que "María de los Ángeles Guerrero, a los pies de Cristo Crucificado" promete vivir conforme a los consejos evangélicos: ya que le ha fallado ser monja en el convento, será monja fuera. Dos años más tarde, Ángela pone en manos del doctor Torres Padilla unas reflexiones personales en las que se propone, no vivir siguiendo a Jesús con la cruz de su vida, sino vivir permanentemente clavada en ella junto a Jesús. De ahora en adelante se llamará Ángela de la Cruz.

Ángela comienza a afirmarse en una idea que le ha venido con fuerza: "hay que hacerse pobre con los pobres".

En invierno de 1873 Ángela formula votos perpetuos fuera del claustro, y por el voto de obediencia queda unida al padre Torres. Pero su mente y su corazón inquietos comienzan a "reinar" en una idea que continuamente le asalta: formar la "Compañía de la Cruz". Obstinada en su empeño el 17 de enero de 1875 comienza a trazar su proyecto, que, como toda obra noble, se verá colmado por el éxito, más ante los ojos de Dios que ante los ojos de los hombres.

Ángela ha encontrado tres compañeras: Josefa de la Peña, una terciaria franciscano "pudiente", que ha decidido dar el paso que su contacto con los pobres le está pidiendo; Juana María Castro y Juana Magadán, dos jóvenes pobres, sencillas y buenas. Con el dinero de Josefa Peña alquilan su "convento": un cuartito con derecho a cocina en la casa número 13 de la calle San Luis, y desde allí organizan su servicio de asistencia a los necesitados a lo largo del día y de la noche. Poco después se trasladan al número 8 de la calle Hombre de Piedra, y comienzan a adquirir notable consistencia en el clima religioso de Sevilla. Estrenan hábito y sus compañeras comienzan a llamarle "Madre", cuando aún no se ha borrado de su rostro la primavera de la niñez. Entre duras penitencias y mortificaciones, fieles a la causa de los pobres, consiguen obtener en 1876 la admisión y bendición del Cardenal Spinola.

Todo el resto de su vida estaría marcado por el signo doliente de la Cruz, pero también por la felicidad de quien se siente "luz en el mundo mostrando una razón para vivir". La Compañía va a crecer, y con ella el agradecimiento del pueblo sevillano y de todos los rincones de Andalucía a donde llega el espíritu de Sor Ángela. Como afirma José María Javierre en su preciosa obra Madre de los pobres: 'Que yo sepa, es el único caso en el mundo. Existe una ciudad donde pronunciáis el nombre de una persona y todos los habitantes, todos, sonríen: -Era buena, era una santa."

La siguen bastantes jóvenes y mayores que quieren imitar a Sor Ángela y seguir su mismo género de vida. Todos caben en sus casas. La austeridad será nota distintiva de sus casas. Roma da aprobación a su Obra.

 

Fallecimiento

Falleció el 2 de marzo de 1932 como consecuencia de un accidente cerebrovascular, personas de todas las clases sociales rindieron homenaje a la hoy Santa que, por privilegio del Gobierno de la Segunda República Española, fue sepultada en la cripta de la Casa Madre en Sevilla.

Dos días después el Ayuntamiento republicano de la ciudad de Sevilla, presidido por el alcalde don José González Fernández de Labandera, decidió por unanimidad que constase en acta el sentimiento de la Corporación por la muerte de la religiosa y decidió se rotulase con su nombre la entonces llamada calle Alcázares, donde estaba y continúa el convento. Esta decisión tiene gran importancia, si tenemos en cuenta las ideas anticlericales imperantes en la época.

                       

Canonización

El Papa Juan Pablo II la beatificó el 5 de noviembre de 1982. El 20 de diciembre de 2002, la Iglesia reconoció oficialmente su santidad, al aprobar el milagro que le había sido atribuido, la curación, científicamente inexplicada, de un niño que sufría una obstrucción de la arteria central de la retina del ojo derecho y recuperó repentinamente la visión. Fue canonizada por Juan Pablo II el 4 de mayo de 2003 en la madrileña Plaza de Colón, con el nombre de Santa Ángela de la Cruz.

El 7 de mayo de 2003, el cuerpo incorrupto de la Santa es trasladado desde la Casa Madre hasta la Catedral de Sevilla, donde presidió los actos en su honor, por la Canonización. Una gran multitud se concentró a su paso, adornándose los templos y calles del recorrido para la ocasión.

En 2012, la Compañía de la Cruz tiene más de cincuenta conventos, 700 hermanas y unas 50 novicias que realizan el noviciado en Sevilla. Los países donde se encuentra son España, Argentina e Italia. En España en las comunidades autónomas de Andalucía, Extremadura, Canarias, Madrid, Comunidad Valenciana, Castilla y León, Castilla La Mancha y Galicia.

 

Oración a Santa Ángela de la Cruz

Dios de toda bondad, que iluminaste a Santa Ángela virgen, con la sabiduría de la cruz, para que reconociese a tu Hijo Jesucristo en los pobres y enfermos abandonados, y los sirviese como humilde esclava, concédenos la gracia que te pedimos por su intercesión, en esta novena.

Así también, inspira en nosotros el deseo de seguir su ejemplo, abrazando cada día nuestra propia cruz, en unión con Cristo crucificado y sirviendo a nuestros hermanos con amor.

Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.

Amén.

 

(Fuente: hermandades-de-sevilla.org y wikipedia)

 

 

   

 

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