10 - DE
NOVIEMBRE – MIERCOLES
– 32ª –
SEMANA DEL T. O. – B –
San León Magno papa
Lectura del libro de la Sabiduría
(6,1-11):
Escuchad,
reyes, y entended; aprendedlo, gobernantes del orbe hasta sus confines; prestad
atención, los que domináis los pueblos y alardeáis de multitud de súbditos; el
poder os viene del Señor, y el mando, del Altísimo: él indagará vuestras obras
y explorará vuestras intenciones; siendo ministros de su reino, no gobernasteis
rectamente, ni guardasteis la ley, ni procedisteis según la voluntad de Dios.
Repentino y estremecedor vendrá sobre
vosotros, porque a los encumbrados se les juzga implacablemente. A los más
humildes se les compadece y perdona, pero los fuertes sufrirán una fuerte pena;
el Dueño de todos no se arredra, no le impone la grandeza: él creó al pobre y
al rico y se preocupa por igual de todos, pero a los poderosos les aguarda un
control riguroso. Os lo digo a vosotros, soberanos, a ver si aprendéis a ser
sabios y no pecáis; los que observan santamente su santa voluntad serán
declarados santos; los que se la aprendan encontrarán quien los defienda.
Ansiad, pues, mis palabras; anheladlas,
y recibiréis instrucción.
Palabra de Dios
Salmo: 81,3-4.6-7
R/. Levántate, oh, Dios, y juzga
la tierra
«Proteged al
desvalido y al huérfano,
haced justicia al humilde y al necesitado,
defended al pobre y al indigente,
sacándolos de las manos del culpable.» R/.
Yo declaro:
«Aunque seáis dioses,
e hijos del Altísimo todos,
moriréis como cualquier hombre,
caeréis, príncipes, como uno de tantos.» R/.
Lectura del santo evangelio según
san Lucas (17,11-19):
Yendo Jesús
camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.
Cuando iba a entrar en un pueblo,
vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le
decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de
nosotros.»
Al verlos, les dijo:
«ld a presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras iban de camino, quedaron
limpios.
Uno de ellos, viendo que estaba curado,
se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de
Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo:
«¿No han quedado limpios los diez?; los
otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar
gloria a Dios?»
Y le dijo:
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»
Palabra del Señor
1. Es evidente que, en
este relato, se destacan tres contrastes:
1) El contraste entre agradecimiento e ingratitud.
2) El contraste entre judíos y samaritanos.
3) El contraste entre el hecho de la curación y su
interpretación en el ámbito de la religión (J. A. Fitzmyer).
2. El relato es polémico y está redactado con una intencionalidad claramente polémica (H. D. Betz). Porque el episodio se plantea de forma que el agradecimiento y la fe se atribuyen precisamente al samaritano, es decir, al hereje, al alejado del camino de la salvación, al que, para cualquier judío ortodoxo, era un indeseable, un impuro, alguien con quien ni se podía hablar y al que se le negaba incluso el saludo (Lc 9, 52-53; Jn 4, 9).
El desprecio de los judíos hacia los
habitantes de Samaria era tan fuerte, que llamarle a uno samaritano equivalía a
un insulto, ya que era como decirle "endemoniado" (Jn 8, 48).
3. Pues bien, lo sorprendente es que Lucas recoge este episodio y lo redactó de forma que del relato resulta que el pervertido y el despreciable, según los criterios de la religión, ese precisamente es el que tiene sentimientos humanos y de bondad, reconocimiento y gratitud. Y ese también es el que, en definitiva, tiene la fe que salva: "tu fe te ha salvado".
Cosa que Jesús no dice de los nueve
judíos, que han cumplido con el trámite "religioso" de acudir al
Templo, y presentarse a los sacerdotes.
La intención de Jesús es patente: para
Jesús, la observancia religiosa deshumaniza, en cuanto que deja la conciencia
tranquila, por más que se dejen de cumplir los más elementales gestos de
humanidad y de fe. Por desgracia, todo esto ocurría en tiempo de Jesús, pero
sigue pasando ahora en no pocos ambientes religiosos, piadosos y observantes.
Hay gente "muy religiosa" que
roba. Pero cumpliendo sus observancias religiosas, duermen tan tranquilos y
"con buena conciencia".
San León Magno papa
Papa y Doctor
de la Iglesia
Nació en la Toscana, y en el año 440 fue
elevado a la cátedra de Pedro, ejerciendo su cargo como un verdadero pastor y
padre de las almas. Trabajó intensamente por la integridad de la fe, defendió
con ardor la unidad de la Iglesia, hizo lo posible por evitar o mitigar las
incursiones de los bárbaros, obras que le valieron con toda justicia el
apelativo de Magno.
Su doctrina clara y profunda nos ha llegado en decenas de homilías que
siguen el año litúrgico.
Convocó el Concilio de Calcedonia en 451, donde se definió la doble
naturaleza humana y divina de Cristo en una única persona.
Murió en el año 461.
Martirologio Romano: Memoria de san León I, papa, doctor de la Iglesia, que, nacido en Etruria,
primero fue diácono diligente en la Urbe y después, elevado a la cátedra de
Pedro, mereció con todo derecho ser llamado “Magno”, tanto por apacentar a su
grey con una exquisita y prudente predicación como por mantener la doctrina
ortodoxa sobre la encarnación de Dios, valientemente afirmada por los legados del
Concilio Ecuménico de Calcedonia, hasta que descansó en el Señor en Roma, donde
en este día tuvo lugar su sepultura en San Pedro del Vaticano (461).
Etimología: León = Aquel hombre audaz, imperioso y valiente, es de origen latino
Breve
Biografía
El Papa León, que
nació en Toscana a fines del siglo IV, es recordado en los textos de historia
por el prestigio moral y político que demostró ante la amenaza de los Hunos de
Atila (a los que logró detener sobre el puente Mincio) y de los Vándalos de
Genserico (cuya ferocidad mitigó en el saqueo de Roma del 455). Elevado al
solio pontificio en el 440, en sus 21 años de pontificado (murió el 10 de
noviembre del 461) llevó a cabo la unidad de toda la Iglesia alrededor de la
sede petrina, impidiendo usurpaciones de jurisdicción, arrancando de raíz los
abusos de poder, frenando las ambiciones del patriarcado constantinopolitano y
del vicariato de Arles.
Desafortunadamente,
no existen muchas noticias biográficas de él. Al Papa León no le gustaba hablar
mucho de sí en sus escritos. Tenía una idea elevadísima de su función: sabía
que encarnaba la dignidad, el poder y la solicitud de Pedro, jefe de los
apóstoles. Pero su posición de autoridad y la fama de rigidez y hieratismo no
le impedían comunicar el calor humano y el entusiasmo de un hombre de Dios, que
se notan por los 96 Sermones y por las 173 cartas que han llegado hasta
nosotros. Sobre todo, las homilías nos muestran al Papa, uno de los más grandes
de la historia de la Iglesia, paternalmente dedicado al bien espiritual de sus
hijos, a los que les habla en lenguaje sencillo, traduciendo su pensamiento en
fórmulas sobrias y eficaces para la práctica de la vida cristiana.
Sus cartas, por el
estilo culto, demuestran su rica personalidad. De espíritu comprensivo y
previsor, se destacó también por su impulso doctrinal, participando activamente
en la elaboración dogmática del grave problema teológico tratado en el concilio
ecuménico de Calcedonia, pedido por el emperador de Oriente para condenar la
herejía del monofisismo.
Su famosa Epístola
dogmática ad Flavianum, leída por los delegados romanos que presidían la
asamblea, presentó el sentido y también las fórmulas de la definición
conciliar, creando así una efectiva unidad y solidaridad con la sede de Roma.
León fue el primer Papa que recibió de la posteridad el epíteto de “magno”,
grande, no sólo por las cualidades literarias y la firmeza con la que mantuvo
en vida al decadente imperio de Occidente, sino por la solidez doctrinal que
demuestra en sus cartas, en sus sermones y en las oraciones litúrgicas de la
época en donde se ven evidentes su sobriedad y precisión características.
Murió el año 461.
Fuente: Un santo para cada día Ediciones San Pablo
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