viernes, 26 de noviembre de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 28 - DE NOVIEMBRE – DOMINGO – 1ª – SEMANA DE ADVIENTO – C – San Santiago de la Marca, Presbítero Franciscano

 


28 - DE NOVIEMBRE – DOMINGO –

1ª – SEMANA DE ADVIENTO – C –

San Santiago de la Marca, Presbítero Franciscano

 

Lectura del libro de Jeremías (33,14-16):

YA llegan días

—oráculo del Señor—

en que cumpliré la promesa

que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.

En aquellos días y en aquella hora,

suscitaré a David un vástago legítimo

que hará justicia y derecho en la tierra.

En aquellos días se salvará Judá,

y en Jerusalén vivirán tranquilos,

y la llamarán así:

“Es Señor es nuestra justicia”.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 24

 

R/. A ti, Señor, levanto mi alma

Señor, enséñame tus caminos,

instrúyeme en tus sendas:

haz que camine con lealtad;

enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

El Señor es bueno y es recto,

y enseña el camino a los pecadores;

hace caminar a los humildes con rectitud,

enseña su camino a los humildes. R/.

 Las sendas del Señor son misericordia y lealtad

para los que guardan su alianza y sus mandatos.

El Señor se confía a los que lo temen,

y les da a conocer su alianza. R/.

 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (3,12–4,2)

 

Hermanos:

Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.

Por lo demás, hermanos os rogamos y os exhortamos en el Señor Jesús: ya habéis aprendido de nosotros cómo comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguir adelante. Pues ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.

 

Palabra de Dios

 

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (21,25-28.34-36):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.

Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.

Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.

Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.

Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

 

Palabra del Señor

 

Justicia, paz y liberación.

 


 

Comenzamos un nuevo año litúrgico, preparándonos, como siempre, para celebrar la Navidad. La primera lectura promete la venida de un descendiente de David que reinará practicando el derecho y la justicia y traerá para Judá una época de paz y seguridad.

El evangelio anuncia la vuelta de Jesús con pleno poder y gloria, el momento de nuestra liberación.

¿Cómo se explica la unión de estas dos venidas tan distintas?

 Lo intentaré con la siguiente historia.

 

La esposa del astronauta y la Iglesia

 

Un día la NASA decidió una misión espacial fuera de los límites de nuestro sistema solar. Una empresa arriesgada y larga que encomendaron al comandante más experimentado que poseía. Cuando se despidió de su mujer y sus hijos, la familia pasó horas ante el televisor viendo como la nave se alejaba de la tierra.

Los niños, pequeños todos ellos, preguntaban continuamente: “¿Cuándo vuelve papá?” Y la madre les respondía: “Vuelve pronto, no os preocupéis”. Al cabo de unos meses, cansada de escuchar siempre la misma pregunta, decidió organizar una fiesta para celebrar la vuelta de papá. Fue la fiesta más grande que los niños recordaban. Tanto que la repitieron con frecuencia. La llamaban “la fiesta de la vuelta de papá”. Pero la inconsciencia de los niños creaba una sensación de angustia en la madre. ¿Cuándo volvería su marido? ¿El mes próximo? ¿Dentro de un año? “La fiesta de papá”, que podía celebrarse en cualquier día del mes y en cualquier mes del año, se le convirtió en una tortura. Hasta que se le ocurrió una idea: “En vez de celebrar la vuelta de papá dijo a los niños vamos a celebrar su cumpleaños. Sabéis perfectamente qué día nació, así que no me preguntéis más cuándo vamos a celebrar su fiesta.

     A la iglesia le ocurrió algo parecido. Al principio hablaba era de la pronta vuelta de Jesús, la que menciona el evangelio de este domingo. Pero esa esperanza no se cumplía, y la iglesia pasó de celebrar su última venida a celebrar la primera, el nacimiento. Sin embargo, no ha querido olvidar la estrecha relación entre ambas venidas, y así se explica que encontremos textos tan distintos.

 

De reyes inútiles y canallas a un rey justo (Jeremías 33, 14-16)

 

…suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra.

 “El Señor es nuestra justicia”.

 

     Para comprender esta lectura hay que recordar la trágica historia de los últimos reyes judíos. Josías, del que tanto se esperaba a nivel religioso y político, murió en la batalla de Meguido luchando contra los egipcios (609). Su hijo, Joacaz, fue deportado a Egipto al cabo de tres meses de reinado. Le sucede Yoyaquim/Joaquin (608-598), al que el profeta Jeremías condena por sus terribles injusticias. Mientras tanto, el dominio internacional ha pasado de Egipto a Babilonia. Nabucodonosor deporta a Joaquín/Jeconías (598-597) y nombra rey a Matanías, cambiándole el nombre por el de Sedecías, que significa “Yahvé es mi justicia”. Este nombre parece una broma, un insulto. ¿De qué justicia habla Nabucodonosor? ¿Qué se puede esperar de un fantoche impuesto por el babilonio? Y la gente se preguntaría: ¿de qué sirve la promesa hecha por Dios a David de una dinastía eterna? ¿Para qué queremos un descendiente de David, si todos los reyes son inútiles o sinvergüenzas?

En este contexto se entiende la promesa hecha por Dios a Jeremías de un rey que se llamará “Yahvé es nuestra justicia”. Un monarca cuyo mismo nombre expresa la estrecha relación de Dios con todo el pueblo, y que salvará a Judá y Jerusalén mediante un gobierno justo. Frente a la angustia y la incertidumbre, implantará la tranquilidad.

Lo fundamental es la idea de un monarca que procura el bienestar del pueblo. En el contexto del Adviento, esta lectura nos recuerda que Dios no se desentiende de los graves problemas políticos y sociales de la humanidad.

 

El amor como preparación a la Navidad: 1 Tesalonicenses 3, 12- 4,2

 

Lectura muy importante: indica con qué espíritu debemos vivir siempre la vida cristiana, en especial estas semanas del Adviento.

 

Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos…

 

Esperar y preparar nuestra liberación: Lucas 21, 25-28. 34-36.

 

El evangelio comienza con las señales típicas de la literatura apocalíptica a propósito del fin del mundo (portentos en el sol, la luna y las estrellas) que provocan en las gentes angustia, terror y ansiedad. Pero el evangelio sustituye el fin del mundo con algo muy distinto: la venida de Jesús con gran poder y gloria; y esto no debe suscitar en nosotros una reacción de miedo, sino todo lo contrario: “cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación”.

 

…Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.

 

A continuación, nos dice el evangelio cómo debemos esperar esta venida de Jesús. Negativamente, no permitiendo que nos dominen el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de la vida. Positivamente, con una actitud de vigilancia y oración.

 

Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

 

San Santiago de la Marca, Presbítero Franciscano

 


 

Predicador incansable

 

De este santo, cuyo nombre está unido al de San Bernardino de Siena y al de San Juan de Capistrano, que lo acompañó en sus peregrinaciones apostólicas por Europa, tenemos muchas noticias: unas nos la refiere él mismo y otras el humilde fraile laico, Venancio de Fabriano, que lo acompañó constantemente desde 1463.

 

Santiago de la Marca, cuyo nombre de pila era Domingo Gangali, nació en Monteprandone (Ascoli Piceno) en 1394. Quedó huérfano de padre siendo todavía muy niño, y a los siete años fue enviado a apacentar las ovejas; asustado por la continua presencia de un lobo misterioso, que más tarde él llamará ángel de Dios y no lobo como parecía abandonó el rebaño y huyó a Offida acogido por un sacerdote familiar suyo.

 

Siguió los estudios de derecho civil en Perusia; llegó a ser notario. Después se estableció en Florencia, en donde fue elegido alcalde. Regresó a las Marcas por asuntos familiares, se detuvo en Asís y aquí, después de un coloquio con el prior de Santa María de los Ángeles, resolvió entrar a formar parte de la familia franciscana.

 

Hizo su profesión religiosa el 1 de agosto de 1416 y seis años después, ya sacerdote, fue encargado de la predicación, ocupación que abarcaría toda su vida hasta la muerte, el 28 de noviembre de 1476 en Nápoles.

 

Durante más de medio siglo recorrió Europa oriental y centro septentrional no sólo para predicar el nombre de Jesús (tema constante de sus homilías, siguiendo el ejemplo de su maestro San Bernardino), sino también para cumplir delicadas misiones encomendadas por los Papas Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III.

 

Este gran caminador parecía que sólo se detenía el tiempo necesario para fundar un nuevo convento o para restablecer la observancia de la genuina regla franciscana en los ya existentes. Los últimos 18 años de su vida los pasó casi todos predicando en las varias regiones de Italia. Se encontraba en Aquila cuando murió San Bernardino de Siena, en 1444, y a los seis años pudo presenciar en Roma su solemne canonización. Lo seguía devotamente fray Venancio, quien nos cuenta que durante una misión predicada en Lombardía le propusieron a fray Santiago la elección para obispo de Milán; pero el humilde fraile no aceptó. Fray Venancio, después de la muerte del maestro, escribió una Vida en la que narra los muchísimos milagros que hizo en vida y después de la muerte.

 

 

 

 

 

 

 

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