miércoles, 17 de noviembre de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 19 - DE NOVIEMBRE – VIERNES – 33ª – SEMANA DEL T. O. – B – Santo Profeta Abdías

  


 

19 - DE NOVIEMBRE – VIERNES –

33ª – SEMANA DEL T. O. – B –

Santo Profeta Abdías

Lectura del primer libro de los Macabeos (4,36-37.52-59):

 

En aquellos días, Judas y sus hermanos propusieron:

«Ahora que tenemos derrotado al enemigo, subamos a purificar y consagrar el templo.»

Se reunió toda la tropa, y subieron al monte Sión. El año ciento cuarenta y ocho, el día veinticinco del mes noveno, que es el de Casleu, madrugaron para ofrecer un sacrificio, según la ley, en el nuevo altar de los holocaustos recién construido.

En el aniversario del día en que lo habían profanado los paganos, lo volvieron a consagrar, cantando himnos y tocando cítaras, laúdes y platillos. Todo el pueblo se postró en tierra, adorando y alabando a Dios, que les había dado éxito. Durante ocho días, celebraron la consagración, ofreciendo con júbilo holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza.

Decoraron la fachada del templo con coronas de oro y rodelas. Consagraron también el portal y las dependencias, poniéndoles puertas. El pueblo entero celebró una gran fiesta, que canceló la afrenta de los paganos. Judas, con sus hermanos y toda la asamblea de Israel, determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar, con solemnes festejos, durante ocho días, a partir del veinticinco del mes de Casleu.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 1Cro 29,10.11abc.11d-12a.12bed

 

R/. Alabamos tu nombre glorioso, Señor.

 

Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel,

por los siglos de los siglos. R/.

 

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,

la gloria, el esplendor, la majestad,

porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. R/.

 

Tú eres rey y soberano de todo.

De ti viene la riqueza y la gloria. R/.

 

Tú eres Señor del universo,

en tu mano está el poder y la fuerza,

tú engrandeces y confortas a todos. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,45-48):

 

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:

«Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos."»

Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

 

Palabra del Señor

 

1.  Este episodio no fue uno más en la larga lista de enfrentamientos y conflictos que Jesús tuvo con los dirigentes religiosos del judaísmo. Fue un acontecimiento de tal importancia, que en él se resume, en gran medida, una parte determinante de todo lo que Jesús quiso enseñar. Esto supuesto, debe quedar claro que este episodio sucedió. Así lo reconocen los más autorizados estudiosos de los evangelios (D. Flusser, G. Vermes. P. Sanders...).

Ahora bien, - ¿qué significado tiene este episodio?

Al preguntar esto, lo que realmente se trata de poner en claro es lo siguiente:

          - ¿qué es lo que pretendió Jesús mediante este gesto tan violento?

          - ¿Pretendió la "purificación" del Templo?  

          - ¿O lo que quiso fue la "destrucción" del Templo?

No falta quien defiende que el ataque de Jesús se dirigía sobre todo contra los que pervertían la función del santuario en su provecho y no contra el Templo en sí (F. Bovon).

Y si es que fue esto lo que quiso,

- ¿por qué pretendió semejante cosa?

 

2.  Hay datos que hacen pensar que, desde muy pronto, quienes sabían bien lo que allí sucedió, enseguida se dieron cuenta de que lo que estaba en peligro era la existencia misma del Templo.

En el juicio religioso, a Jesús lo acusaron de que podía "echar abajo el santuario" (Mt 26, 61) o que había dicho: "yo derribaré este santuario" (Mc 14, 58). Acusaciones que le echan en cara al mismo Jesús en la cruz (Mt 27, 40; Mc 15, 29).

Y después de la resurrección, Esteban aseguraba que Jesús había dicho: "yo destruiré este lugar" (Hech 6 14).

En todos estos casos, no se habla de purificación, sino de destrucción.  Y ese es el peligro o amenaza que el Sanedrín en pleno temió que se le venía encima, si no liquidaban ellos a Jesús (Jn 11, 48).

Por tanto, los dirigentes judíos vieron en Jesús una amenaza directa a la existencia misma del Templo.

Que, en el fondo, es lo que Jesús había anunciado a la mujer samaritana: se acababa la adoración a Dios en un lugar determinado ("ni en este monte ni en Jerusalén") (Jn 4, 21).

 

3. ¿Qué había detrás de todo esto, en la intención de Jesús? Sin duda alguna, Jesús se dio cuenta de una cosa que es enteramente fundamental en el hecho religioso.

El "templo" es el espacio sagrado que se contrapone, se separa, se diferencia y es distinto del "espacio profano".  Por tanto, el templo, expresión de lo sagrado en cuanto separado de lo profano, rompe la uniformidad y la homogeneidad de la realidad existente a nuestro alcance (M. Eliade).

Esto supone que hay espacios (edificios, locales, sitios...) que tienen una dignidad y merecen unos "privilegios" que no tienen el resto de las realidades humanas.

 

Ahora bien, desde el momento en que se introduce este elemento extraño a la realidad de la vida en su conjunto, desde ese momento se rompe la armonía de la convivencia humana. Y se introduce en el mundo un principio de confrontación que, de una forma u otra, genera violencia, divisiones, enfrentamientos. Esto es lo que vio Jesús. Y con esto es con lo que Jesús quiso acabar de una vez para siempre.

Pero, por desgracia, la Iglesia evolucionó, en los siglos siguientes, de forma que paulatinamente se fue alejando del Evangelio y se fue identificando con el Imperio y sus prácticas religiosas.

Jesús puso "lo sagrado" en las personas. El clero lo ha metido, de nuevo, en los templos. Con todo lo que eso lleva consigo.

 

Santo Profeta Abdías




Abdías, cuyo nombre significa "siervo de Dios" aparece mencionado el cuarto de los doce llamados “profetas menores” del Antiguo Testamento. Vivió acerca del año 500 antes de Cristo, reinando Ozías.

Su obra, de la que solo conservamos un capítulo, pero que probablemente fue más extensa versa sobre Edom (símbolo de los que se alejan de Dios y su promesa) y el anuncio del castigo que habría de caer sobre los edomitas, por volverse "contra su hermano Jacob". El caso es que Edom en primer lugar se había aliado con Israel frente a Babilonia, pero cuando vio que este imperio asolaba Jerusalén con éxito, traicionó y se pasó al bando vencedor. Y no solo eso, sino que entró a la ciudad santa saqueando como los babilonios. Es la eterna pugna entre los hijos de Jacob y los de Esaú, entre los hijos de Dios que le permanecen fieles al Señor y los que le traicionan. Finalmente, Israel resplandecerá y Edom será destruido.

En ocasiones a San Abdías se le representa con un pan y una jarra de agua, pero esto es porque se le confunde con Abdías, mariscal de Acab que aparece en 1 Reyes 18, y que alimentó a los profetas perseguidos por Jezabel. Es este error muy antiguo, pues incluso San Jerónimo (30 de septiembre y 9 de mayo, traslación de las reliquias) cae en él. El mismo Doctor habla de su sepultura junto a la de San Eliseo (14 de junio) en Sebaste, que él mismo veneró, y donde Dios realizaba estupendos milagros. En el siglo IV, Juliano el Apóstata profanó el sepulcro y quemó las reliquias, pero unos monjes lograron salvar unos pocos huesos y se fueron con ellos a Alejandría, desde donde pasó la supuesta cabeza de Eliseo y algunas reliquias de Abdías a la basílica de San Apolinar, en Rávena.

Fuentes:

http://ecatolico.com/biblia/38_biblia_libro_abdias.htm -Biblia de Jerusalén.

 

 

 

 

 

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