martes, 23 de noviembre de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 25 - DE NOVIEMBRE – JUEVES – 34ª – SEMANA DEL T. O. – B – Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir

 

 

 


25 - DE NOVIEMBRE – JUEVES –

 34ª – SEMANA DEL T. O. – B –

Santa Catalina de Alejandría,

virgen y mártir

 

    Lectura de la profecía de Daniel (6,12-28):

 

En aquellos días, unos hombres espiaron a Daniel y lo sorprendieron orando y suplicando a su Dios.

Entonces fueron a decirle al rey:

«Majestad, ¿no has firmado tú un decreto que prohíbe hacer oración, durante treinta días, a cualquier dios o cualquier hombre fuera de ti, bajo pena de ser arrojado al foso de los leones?»

El rey contestó:

«El decreto está en vigor, como ley irrevocable de medos y persas.»

Ellos le replicaron:

«Pues Daniel, uno de los deportados de Judea, no te obedece a ti, majestad, ni al decreto que has firmado, sino que tres veces al día hace oración a su Dios.»

Al oírlo, el rey, todo sofocado, se puso a pensar la manera de salvar a Daniel, y hasta la puesta del sol hizo lo imposible por librarlo.

Pero aquellos hombres le urgían, diciéndole:

«Majestad, sabes que, según la ley de medos y persas, un decreto o edicto real es válido e irrevocable.»

Entonces el rey mandó traer a Daniel y echarlo al foso de los leones.

El rey dijo a Daniel:

«¡Que te salve ese Dios a quien tú veneras tan fielmente!»

Trajeron una piedra, taparon con ella la boca del foso, y el rey la selló con su sello y con el de sus nobles, para que nadie pudiese modificar la sentencia dada contra Daniel. Luego el rey volvió a palacio, pasó la noche en ayunas, sin mujeres y sin poder dormir. Madrugó y fue corriendo al foso de los leones.

Se acercó al foso y gritó afligido:

«¡Daniel, siervo del Dios vivo! ¿Ha podido salvarte de los leones ese Dios a quien veneras tan fielmente?»

Daniel le contestó:

«¡Viva siempre el rey! Mi Dios envió su ángel a cerrar las fauces de los leones, y no me han hecho nada, porque ante él soy inocente, como tampoco he hecho nada contra ti.»

El rey se alegró mucho y mandó que sacaran a Daniel del foso. Al sacarlo, no tenía ni un rasguño, porque había confiado en su Dios. Luego mandó el rey traer a los que habían calumniado a Daniel y arrojarlos al foso de los leones con sus hijos y esposas.

No habían llegado al suelo, y ya los leones los habían atrapado y despedazado.

Entonces el rey Darlo escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra:

«¡Paz y bienestar! Ordeno y mando que en mi imperio todos respeten y teman al Dios de Daniel. Él es el Dios vivo que permanece siempre. Su reino no será destruido, su imperio dura hasta el fin. Él salva y libra, hace signos y prodigios en el cielo y en la tierra. Él salvó a Daniel de los leones.»

 

Palabra de Dios

 

Salmo: Dn 3,68.69.70.71.72.73.74

 

    R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos

 

Rocíos y nevadas,

bendecid al Señor. R/.

 

Témpanos y hielos,

bendecid al Señor. R/.

 

Escarchas y nieves,

bendecid al Señor. R/.

 

Noche y día,

bendecid al Señor. R/.

 

Luz y tinieblas,

bendecid al Señor. R/.

 

Rayos y nubes,

bendecid al Señor. R/.

 

Bendiga la tierra al Señor. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,20-28):

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción.

Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito.

¡Ay de las que estén encintas o criando en aquellos días!

Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo.

Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora.

Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje.

Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.

Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.

Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.»

 

Palabra del Señor

 

1.  Es muy dudoso que Jesús pronunciase este discurso tal y como aquí quedó recogido por el evangelio de Lucas (J. A. Fitzmyer).

Este es un punto en el que los estudiosos de este evangelio están generalmente de acuerdo.  Lo más razonable es pensar que, si este evangelio, redactó así el presunto discurso de Jesús, eso se debe a que el tema de la destrucción de Jerusalén por las legiones de Roma, en la guerra del año 70, se asociaba (en aquel tiempo) con el tema del fin del mundo. 

Por lo visto, había mucha gente que pensaba que el fin de Jerusalén era como el fin del mundo.

 

2.  De todas formas tampoco parece que este discurso del evangelio de Lucas sea una composición literaria redactada después de los acontecimientos de la guerra del año 70. Porque esa guerra nos es bien conocida por el historiador judío Flavio Josefo.

Y, sin embargo, el texto de Lucas no recoge aquí datos muy importantes de lo que realmente ocurrió en aquella contienda. Parece, pues, que esto, que se escribió antes de la destrucción de Jerusalén, lo que nos viene a decir es que Jesús habló del tema tal como aquí se indica, por más que lo hiciera con otras palabras.

 

3.  Por lo tanto, Jesús vio claramente que la ruina de Jerusalén, de su Templo,

de aquella religión y de aquellas gentes, todo eso era inevitable. Era algo que se veía venir.

Pero Jesús no termina ni se queda en una visión negativa y pesimista de tantas desgracias. Jesús ve en todo eso el comienzo de la liberación.

Es importante tener siempre una visión positiva de las cosas y del futuro,

incluso cuando las previsiones razonables producen la impresión de que todo se hunde. 

El optimismo de Jesús tiene que alimentar nuestra visión positiva de la vida.

Santa Catalina de Alejandría,

virgen y mártir

 


Santa Catalina de Alejandría - (siglo IV)

 

 Natural de Alejandría, fue una mujer de noble cuna que estudió filosofía. Se convirtió al cristianismo inspirada por el sueño de un ermitaño. Después, convirtió a la esposa del emperador Magencio, a un oficial y a doscientos soldados. En venganza, el emperador reunió a cincuenta eruditos paganos y la retó a un debate religioso.

Después de una larga y acalorada discusión, las palabras de Catalina indujeron a los cincuenta eruditos a convertirse. Magencio ordenó que la ataran a un potro, que la despedazó enseguida. Después fue decapitada.

Es patrona de la elocuencia, los filósofos, los predicadores, las solteras, las hilanderas y los estudiantes.

 

 

BIOGRAFIA

Alejandría fue fundada por Alejandro Magno, que no quería pasar sólo a la historia como guerrero, sino también como mecenas de los sabios. Alejandría será conocida en el mundo de las letras por su famosa universidad, por su célebre escuela y por su biblioteca de unos 700.000 volúmenes. Una de las siete maravillas del mundo estaba también aquí, el faro de Alejandría. Hubo otros faros luminosos, como Plotino, Filón, Porfirio, Orígenes, Tertuliano, Atanasio, Cirilo.

   Alejandría era una algarabía de pueblos y razas, de sectas y sistemas filosóficos. «Griegos y judíos, dice la condesa de Pardo Bazán, andaban a la greña continuamente. Con el advenimiento de los cristianos se complicó el asunto. La confusión de sectas y teologías se hizo formidable».

La colonia judía era muy importante. Sus Libros Sagrados eran muy apreciados. Fue aquí en Alejandría donde Tolomeo II mandó que setenta intérpretes tradujeran del hebreo al griego el Antiguo Testamento.

La religión cristiana también empezó a tener mucha influencia. Según una antigua tradición, la Iglesia de Alejandría fue fundada por el evangelista San Marcos. Tuvo luego la mejor escuela catequética de su tiempo, el Didascaleo, donde enseñaron grandes maestros: Tertuliano, Orígenes, Lactancio, San Clemente Alejandrino y San Dionisio de Alejandría.

Aquí nació nuestra Santa, faro más luminoso que el faro de Alejandría y que todos los sabios. La leyenda áurea la presenta con grandes elogios. El nombre de Catalina -la pura, la blanca- respondería a una linda princesa, hija del rey siciliano Costo, nacida en Alejandría a fines del siglo III.

Posee Catalina una personalidad radiante y popular por cuádruple motivo: como hermosa, como sabia, como virgen y como mártir. «Catalina, escribe la Pardo Bazán, no fue sólo una filósofa. Su alma es una historia de amor. Grandes artistas, como Van Dyck, Memling, Leonardo y el Veronés, plasmaron en sus lienzos los Desposorios de la virgen alejandrina con Jesucristo».

Catalina tenía pasión por la verdad. A los dieciocho años descuella por sus conocimientos filosóficos. Es docta y elocuente, bella y con muchos pretendientes, apasionada y enamorada de la belleza.

Había recorrido todas las escuelas. Su favorito era Platón. Discute, analiza, rechaza. La cautiva sobre todo la enseñanza del obispo Pedro el Patriarca. Aquella moral tan pura, aquel Maestro tan sublime, el Sermón de la montaña, aquella Virgen Madre, de tan divina grandeza. Así, por la belleza tangible llegó Catalina a la Belleza increada: Dios.

Un providencial encuentro con el ermitaño Trifón allanó las dificultades. Catalina creyó y se bautizó. Y se dice que Cristo aquella misma noche celebró con ella los místicos Desposorios. Ya es filósofa cristiana.

La intrépida virgen Catalina se presenta audazmente ante el sanguinario Maximino Daia para recriminarle su conducta con los cristianos. Maximino se siente deslumbrado por su elocuencia. Concierta una disputa pública. Se enfrenta Catalina a cincuenta renombrados doctores. Con versos de Homero, con citas de Platón, con textos de los profetas, unidos a su gracia y elocuencia, no sólo deshace los argumentos de sus adversarios, sino que les convierte a casi todos, y sellan su fe con el martirio.

A Catalina le aplican la rueda con cuchillos. Pero se rompe en vez de lastimarla. Finalmente le llega la muerte por la espada. La desposada se iba al cielo a celebrar las bodas con su celestial Esposo. El martirologio romano dice que los ángeles trasladaron los virginales restos al Sinaí.

 

 


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