15 - DE FEBRERO – MARTES –
6ª – SEMANA DEL T.O. – C
Beato Onésimo
Lectura de la carta del apóstol Santiago
(1,12-18):
Dichoso el
hombre que soporta la prueba, porque, una vez aquilatado, recibirá la corona de
la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman.
Cuando alguien se ve tentado, no diga
que Dios lo tienta; Dios no conoce la tentación al mal y él no tienta a nadie.
A cada uno le viene la tentación cuando
su propio deseo lo arrastra y seduce; el deseo concibe y da a luz el pecado, y
el pecado, cuando se comete, engendra muerte.
Mis queridos hermanos, no os engañéis.
Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en
el cual no hay fases ni periodos de sombra. Por propia iniciativa, con la
palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus
criaturas.
Palabra de Dios
Salmo: 93,12-13a.14-15.18-19
R/. Dichoso el hombre a quien tú educas,
Señor
Dichoso el
hombre a quien tú educas,
al que enseñas tu ley,
dándole descanso tras los años duros. R/.
Porque el
Señor no rechaza a su pueblo,
ni abandona su heredad:
el justo obtendrá su derecho,
y un porvenir los rectos de corazón. R/.
Cuando me
parece que voy a tropezar,
tu misericordia, Señor, me sostiene;
cuando se multiplican mis preocupaciones,
tus consuelos son mi delicia. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(8,14-21):
En aquel
tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan
en la barca.
Jesús les recomendó:
«Tened cuidado con la levadura de los fariseos
y con la de Herodes.»
Ellos comentaban:
«Lo dice porque no tenemos pan.»
Dándose cuenta, les dijo Jesús:
«¿Por qué comentáis que no tenéis pan?
¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no
veis, y los oídos si no oís?
A ver, ¿cuántos cestos de sobras
recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?»
Ellos contestaron:
«Doce.»
«¿Y cuántas canastas de sobras
recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?»
Le respondieron:
«Siete.»
Él les dijo:
«¿Y no acabáis de entender?»
Palabra del Señor
1. La levadura (zymé) no significa lo mismo que fermento, cosa que en
tiempos antiguos era poco frecuente. La nueva masa se fermentaba mezclándola
con una pequeña porción de masa de la semana anterior, que se había
guardado con el fin de que se convirtiera en levadura, tal y como hoy se
hace con el yogur de la cocción anterior. De ahí que la palabra
"levadura", en este texto, puede significar aproximadamente como
"pan con levadura" o fermentado (cf. Lv 7, 13) (Marcus Joel, L. I.
Robinowitz).
Esta sencilla explicación ayuda a comprender que, por más que fuera poco
frecuente el uso de nuestra levadura actual, podía utilizarse como metáfora
para referirse a conductas que tenían poder de transformación de la realidad.
2. Esto supuesto, Jesús les advierte a los discípulos que tengan
cuidado con la levadura de los fariseos y de Herodes.
Por tanto, Jesús les advierte a sus seguidores (los de entonces y los de
ahora) que tengan cuidado con la influencia (normalmente negativa) que una
persona o un mensaje puede tener.
Esta imagen se utilizaba como advertencia (Lev 2, 11; Mt 13, 13; 1 Cor 5,
6-8; Gal 5, 9) (H. Windisch).
¿Por qué esta advertencia en este caso?
Los fariseos y la gente de Herodes aparecen, en el evangelio de Marcos,
asociados nada menos que para matar a Jesús (Mc 3, 6).
Jesús advierte a los discípulos del peligro de ceguera, que les puede
llevar a situarse en contra de él.
¿Por qué?
3. Porque no acababan de fiarse de Jesús. Y por eso mismo, no creían
de verdad en él.
En este caso: no creían en la fuerza que tiene la decisión de ir por la
vida compartiendo lo que se tiene. Por tanto, no creían que quien comparte lo que tiene,
jamás se verá falto de lo que necesita. O sea, aquellos hombres no creían en la
fuerza de cambio que tiene la solidaridad.
Por eso mismo, lo que realmente les pasaba es que no creían en Jesús. Esto
ocurre demasiadas veces en la vida: "no terminamos de creer -en serio y de
verdad- en Jesús".
No estamos persuadidos de que, viviendo como él vivió, la vida cambia por
completo. En esto radica nuestro mayor problema.
Beato Onésimo
Conmemoración
del beato Onésimo, que, siendo esclavo huido, fue acogido por Pablo y
engendrado como hijo en la fe, pasando a estar vinculado a Cristo, tal como el
apóstol escribió a su amo Filemón (s. I).
Este esclavo,
muerto en el año 90, lo nombra san Pablo brevemente en una de sus cartas: Te
ruego en favor de mi hijo, a quien engendré entre cadenas, Onésimo, que en otro
tiempo te fue inútil, pero ahora es muy útil para ti y para mí (Flm 10-11). Se
sabe que estaba al servicio de Filemón, el líder de la ciudad de Colosas.
Tenía una amistad
muy íntima con Pablo porque fue uno de sus conversos. Gozaba de una buena
reputación como persona amable, generosa y hospitalaria.
El pecado de haber
robado a su dueño, lo confesó y pidió perdón. Desde entonces ya nunca dejaría
los pasos de san Pablo, el apóstol de las gentes.
Volvió de nuevo a
casa de Filemón y lo aceptó como a un verdadero hermano, ya que san Pablo lo
nombró de nuevo en la carta a los de Colosas: En cuanto a mí, de todo os
informará Tíquico, el hermano querido, fiel ministro y consiervo en el Señor, a
quien os envío expresamente para que sepáis de nosotros y consuele vuestros
corazones. Y con él a Onésimo, el hermano fiel y querido compatriota vuestro.
Ellos os informarán de todo cuanto aquí sucede (Col. 4;7-9).
Todo el resto de
su vida es un tanto desconocido. Sin embargo, autores de la solvencia y
garantía como san Jerónimo, afirman que Onésimo llegó a ser predicador de la
Palabra de Dios, y algo más tarde fue consagrado obispo, posiblemente de Berea
en Macedonia, y su anterior dueño fue también consagrado obispo de Colosas.
Otras fuentes
afirman que Onésimo predicó en España y aquí sufrió el martirio.
Lo que realmente
impactó a este santo fue la visita que le hizo a san Pablo cuando estaba
encarcelado en Roma, en las prisiones Mamertinas, en el mismo Foro romano. Hoy
día se pueden ver.
Este encuentro le
dejó el alma tan llena, tan feliz y tan impresionada por la actitud de Pablo
prisionero por Cristo, que fue el origen de su verdadera conversión a la fe de
Cristo para toda su vida.
Domiciano sintió
ganas de conocerlo, no tanto por ver sus milagros y costumbres, sino para acabar
con su vida en el año 90 o 95.
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