27 - DE FEBRERO – DOMINGO –
8ª – SEMANA DEL T.O. – C
San Gabriel de la Dolorosa, religioso
Lectura del libro del Eclesiástico,
27,4-7
Cuando se agita la criba, quedan los desechos; así, cuando la persona habla,
se descubren sus defectos. El horno prueba las vasijas del alfarero, y la
persona es probada en su conversación.
El fruto revela el cultivo del
árbol, así la palabra revela el corazón de la persona.
No elogies a nadie antes de oírlo
hablar, porque ahí es donde se prueba una persona.
Palabra de
Dios.
Salmo: 91, 2-3. 13-14. 15-16
R/. Es bueno darte gracias, Señor.
Es bueno dar
gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo;
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad. R/.
El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios. R/.
En la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
mi Roca, en quien no existe la maldad. R/.
Lectura de la primera carta del
apóstol san Pablo a los Corintios: 15, 54-58.
HERMANOS:
Cuando esto corruptible se vista de
incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la
palabra que está escrita:
«La muerte ha sido absorbida en la victoria.
¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?».
El aguijón de la muerte es el pecado, y la
fuerza del pecado, la ley.
¡Gracias a Dios, que nos da la victoria por
medio de nuestro Señor Jesucristo!
De modo que, hermanos míos queridos,
manteneos firmes e inconmovibles.
Entregaos siempre sin reservas a la obra del
Señor, convencidos de que vuestro esfuerzo no será vano en el Señor.
Palabra de
Dios.
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas.
EN aquel tiempo,
dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?
¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien,
cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la
mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el
tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota
del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo?
¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu
ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo,
ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto;
porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los
espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en
su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de
lo que rebosa el corazón habla la boca».
Palabra del
Señor.
Cuatro errores a que debes evitar
Si un ciego
guía a otro ciego...
La
última parte del “Discurso de la llanura” desconcierta por la variedad de
personajes que aparecen: dos ciegos, un discípulo y su maestro, dos miembros de
la comunidad, un hombre bueno y otro malo; uno inteligente, que construye su
casa sobre roca, otro insensato, que la edifica sobre arena. Y también son muy
diversas las imágenes: un hoyo, la mota y la viga en el ojo, el árbol sano y el
árbol podrido; higos y zarzas, uvas y espinos. Evidentemente,
se trata de frases de Jesús pronunciadas en diversos momentos y circunstancias.
Sin embargo, pueden relacionarse con el tema que preocupa a Lucas, leído el
domingo pasado: “no juzguéis, no condenéis”.
[Nota: la liturgia, con su afición a mutilar
el evangelio, ha suprimido la importantísima advertencia final sobre la
necesidad de poner en práctica todo lo anterior. La añado en el comentario.]
Cuatro errores que debes evitar
1. Si te
consideras con buena vista para juzgar y condenar a los demás, te equivocas.
Estás ciego. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caen en el hoyo.
¿Acaso puede un ciego guiar
a otro ciego?
¿No caerán los dos en el
hoyo?
2. Si
te consideras muy listo y bien preparado para juzgar y condenar a los demás, te
equivocas. No eres un catedrático, sino un alumno de 1º. A lo más que puedes
aspirar, después de mucho esfuerzo, es a ser como el catedrático.
Un discípulo no es más que
su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
3. Si te
consideras digno de juzgar y condenar a los demás, te equivocas y eres un
hipócrita. Tus fallos son mucho mayores. La viga de tu ojo es mucho más grande
que la mota en el ojo de tu hermano y te impide ver bien.
¿Por qué te fijas en la mota
que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?
¿Cómo puedes decirle a tu hermano:
"Hermano, déjame que te
saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo?
¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar
la mota del ojo de tu hermano.
4. Si piensas que cuando juzgas y críticas a
los demás lo único que haces es disfrutar o hacerles daño, te equivocas. Te
haces daño a ti mismo, porque las palabras que salen de tu boca dejan al
descubierto la maldad de tu corazón. [En esta última comparación del árbol
bueno y el malo, cada uno con sus frutos, la clave está en las palabras
finales: “De lo que rebosa el corazón habla la boca”. Del hombre bueno nunca
saldrán críticas, juicios malévolos ni murmuraciones; solo saldrá perdón y
generosidad. En cambio, quien critica, juzga, murmura, revela que tiene el
corazón podrido.]
No hay árbol sano que dé
fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su
fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de
los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el
bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del
corazón, lo habla la boca».
Advertencia final (suprimida en la liturgia)
El
discurso ha terminado. Jesús ha indicado a sus seguidores que hay dos grupos
opuestos: pobres-odiados y ricos-elogiados. Ellos pertenecen al primero. Pero
no deben enfrentarse a sus enemigos, sino amarlos, tratarlos bien, bendecirlos,
rezar por ellos. Su modelo debe ser el Padre misericordioso y compasivo,
“generoso con ingratos y malvados”. Con respecto a los hermanos, los miembros
de la comunidad, las exigencias han sido también grandes: no juzgar, no
condenar, perdonar, dar.
Cabe un
peligro: considerar lo anterior un bonito discurso que no es preciso poner en
práctica. Basta con llamar a Jesús “¡Señor, Señor!”, que es una gran confesión
de fe. Como quien dice: “Basta con ir a misa”. No. La enseñanza de Jesús hay
que ponerla en práctica. En caso contrario, serías como el insensato que
construye una casa al borde de un río. Cuando ocurre la inundación, se la
lleva. Sé sensato y ponlo en práctica.
1ª lectura: ¿Quieres saber cómo es una persona? (Eclesiástico 27,5-8)
Este
breve texto, desconcertante a primera vista, resulta claro cuando lo
relacionamos con las palabras del evangelio: “De lo que rebosa el corazón habla
la boca”. ¿Quieres saber cómo es una persona? Fíjate en lo que hace la gente de
tu entorno (estamos en el siglo II a.C.).
Cuando
quiere separar el trigo de la paja, criba.
Cuando
quiere probar una vasija de barro, la mete en el horno del alfarero.
Cuando
quiere saber si un árbol es bueno, mira sus frutos.
Cuando
tú quieras conocer a fondo a una persona fíjate en cómo razona y en
lo que dice. “De lo que rebosa el corazón habla la boca”.
Se agita la criba y queda el desecho,
así el desperdicio del hombre cuando es examinado.
El horno prueba la vasija del alfarero,
el hombre se prueba en su razonar.
El fruto muestra el cultivo de un árbol,
la palabra, la mentalidad del hombre.
No alabes a nadie antes de que razone,
porque esa es la prueba del hombre.
Reflexión
El
“Discurso de la llanura”, aunque no tenga la fama del “Sermón del monte” de
Mateo, es un resumen muy bueno de la actitud que debemos tener ante enemigos y
hermanos. Generalmente se recuerda el amor a los enemigos. Pero es frecuente
olvidar el amor a los otros miembros de la iglesia, la obligación de no juzgar
ni condenar a quienes piensan o actúan de forma distinta.
En el
siglo I, el papa Clemente preveía este peligro: «Cuando [los paganos] nos
oigan decir que Dios dice: “No tenéis mérito si amáis a los que os aman; tenéis
mérito si amáis a los enemigos y a los que os odian”, al escuchar esto se
admirarán de una bondad tan grande; pero si ven que no solo no
amamos a los que nos odian, sino que ni siquiera amamos a los que nos aman, se
reirán de nosotros y blasfemarán” (Segunda carta de Clemente a los
Corintios, 13,4).
Por otra
parte, el carácter tan radical de algunas afirmaciones requiere explicación.
Pero el mejor comentario no está en inglés ni en alemán. Es el mismo evangelio
de Lucas. Leyendo y releyéndolo se iluminan muchas frases misteriosas.
San Gabriel de
la Dolorosa, religioso
Francisco Possenti fue el undécimo de los trece hijos de una familia de
clase media alta; en 1841, su madre murió, cuando el futuro santo tenía cuatro
años de edad, y fue criado por su padre y hermanos. Su padre era un personaje
muy importante en aquel entonces: comerciante y embajador de los Estados
Pontificios.
Francisco se trasladó con su familia a la ciudad de Spoleto e inició sus
estudios en el Internado de los Hermanos de las Escuelas Cristianas
(lasallanos) y en el liceo jesuita de dicha ciudad. Muchacho guapo, alegre y
cariñoso, y algo mimado por ser el más joven de la numerosa familia Possenti,
recibió el llamado divino varias veces (dos de ellas durante graves
enfermedades, otra tras la muerte de una de sus hermanas mayores), pero o lo
rechazaba o lo postergaba por diversas razones; pero mientras asistía a una
procesión mariana, tuvo una visión donde la imagen de la Virgen se movía y le
decía: "Francisco, el mundo ya no es para ti, te espera la vida
religiosa", y decidió entrar a la vida religiosa definitivamente, pese a
las objeciones de su familia que casi consideró esto como un capricho
adolescente.
En 1856 convence a su gente de la sinceridad de sus intenciones, y luego de
un año de prueba por parte de su familia, recibe la aprobación formal de su
padre e ingresa como religioso pasionista en el noviciado de Morrovalle,
Macerata, tomando el nombre de Hermano Gabriel de la Virgen Dolorosa. En su
breve, pero fructífero tiempo como religioso, Gabriel se caracterizó por su
piedad, su infatigable vida de oración y penitencia, y, sobre todo, por su amor
a Cristo y la Eucaristía.
Gabriel murió en el Monasterio Pasionista de Isola del Gran Sasso víctima
de tuberculosis, en 1862. Sus reliquias hoy se veneran en un moderno santuario
contiguo al antiguo monasterio en el mismo pueblo donde falleció muy cerca de
[Teramo], S.S Pío XII lo bautizó como "El Santo de la Sonrisa". Fue
canonizado por S.S. Benedicto XV en 1920.
No hay comentarios:
Publicar un comentario