19 - DE FEBRERO – SÁBADO –
6ª – SEMANA DEL T.O. – C
BEATO ALVARO DE CORDOBA
Lectura de la carta del apóstol Santiago
(3,1-10):
Sois demasiados los que
pretendéis ser maestros, y tened por cierto que nuestra sentencia será más
severa. Todos faltamos a menudo, y si hay uno que no falta en el hablar es un
hombre perfecto, capaz de tener a raya a su persona entera.
A los caballos les ponemos el bocado para
que nos obedezcan, y así dirigimos a todo el animal; fijaos también en los
barcos: por grandes que sean y por recio que sople el viento, se gobiernan con
un timón pequeñísimo y siguen el rumbo que quiere el piloto. Eso pasa con la
lengua: como miembro es pequeño, pero puede alardear de muchas hazañas. Mirad cómo una chispa de nada prende fuego a
tanta madera. También la lengua es una chispa; entre los miembros del cuerpo,
la lengua representa un mundo de iniquidad, contamina a la persona entera, pone
al rojo el curso de la existencia, y sus llamas vienen del infierno.
Toda especie de fieras y pájaros, de
reptiles y bestias marinas, se pueden domar y han sido domadas por el hombre;
la lengua, en cambio, ningún hombre es capaz de domarla: es dañina e inquieta,
cargada de veneno mortal; con ella bendecimos al que es Señor y Padre; con ella
maldecimos a los hombres, creados a semejanza de Dios; de la misma boca salen
bendiciones y maldiciones. Eso no puede ser, hermanos míos.
Palabra de Dios
Salmo: 11,2-3.4-5.7- 8ab
R/. Tú nos guardarás, Señor
Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos,
que desaparece
la lealtad entre los hombres:
no hacen más
que mentir a su prójimo,
hablan con
labios embusteros y con doblez de corazón. R/.
Extirpe el Señor los labios
embusteros y la lengua fanfarrona
de los que
dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
nuestros
labios nos defienden,
¿quién será
nuestro amo?» R/.
Las palabras del Señor son palabras auténticas,
como plata
limpia de ganga, refinada siete veces.
Tú nos
guardarás, Señor,
nos librarás
para siempre de esa gente. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(9,2-13):
En aquel tiempo, Jesús se llevó
a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se
transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco
deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron
Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a
Jesús:
«Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a
hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió
una voz de la nube: «Este es mi Hijo
amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a
nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les
mandó:
«No contéis a nadie lo que habéis visto,
hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué
querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».
Le preguntaron:
«¿Por qué dicen los escribas que primero
tiene que venir Elías?»
Les contestó él:
«Elías vendrá primero y lo restablecerá
todo. Ahora, ¿por qué está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer
mucho y ser despreciado?
Os digo que Elías ya ha venido, y han hecho
con él lo que han querido, como estaba escrito.»
Palabra del Señor
1.- En
el camino de la vida, hay momentos de oscuridad y tiempos de luz. En el camino
del seguimiento de Jesús, hay momentos de confusión y tiempos de ser
confortado.
Hoy la Palabra nos habla de un momento de
luz de los discípulos. A partir de su camino con el Maestro, desde la luz de la
Pascua, los más cercanos descubren su verdadera identidad:
Jesús es el Profeta, que, siguiendo la
tradición de Moisés y Elías, viene a traer la Palabra definitiva del Padre. Jesús
es el Hijo amado de Dios, en quien el Padre nos la ha dado todo. Él es el
Camino que nos lleva a Dios, la Verdad más auténtica sobre la existencia y el
mundo, la Vida que nos abre horizontes insospechados, que se prolongan incluso
más allá de la muerte. El Agua que sacia toda sed. La Luz que ilumina toda
oscuridad. El Pan que alimenta en todo cansancio. La Palabra que da sentido…
incluso a la cruz.
2.- Al
contemplarle, todo cobra un nuevo sentido. A veces, nos gustaría quedarnos ahí,
haciendo tres tiendas… Aunque, como a Pedro, también a nosotros nos invita a
bajar de la montaña, al valle donde está la vida de cada día, para vivir desde
esa luz y con ese horizonte que hemos recibido de su Persona.
3.- En
medio de tus luces y tus sombras, en la mitad del camino de tu vida, también
Jesús quiere mostrar su ser Hijo y Hermano para, mostrándote la meta, hacer más
fácil el recorrido. Que tú también puedas experimentar, como aquellos primeros
discípulos, la fuerza que da saberse amado y enviado.
Predicador Dominico
Martirologio Romano: En Córdoba, en la región española de Andalucía, conmemoración del beato Álvaro de Zamora, presbítero de la Orden de Predicadores, que se hizo célebre por su modo de predicar y contemplar la Pasión del Señor (c. 1430).
Etimológicamente Álvaro = Aquel que es el defensor de todos, es de origen germánico.
Fecha de beatificación: El Papa Benedicto XIV, aprobó su culto el 22
de septiembre de 1741.
Breve Biografía
Álvaro
de Córdoba, el beato, nació a mediados del siglo XIV, en Zamora (1360) y murió
en Córdoba el año 1430. Perteneció a la noble familia Cardona.
Entró
en el convento dominico de S. Pedro en Córdoba, en el año 1368. Fue un famoso y
ardiente predicador, y con su ejemplo y sus obras, contribuyó a la reforma de
la Orden, iniciada por el Beato Raimundo de Capua y sus discípulos.
Después
de volver de una peregrinación a Tierra Santa, quedó impactado en el corazón
por el doloroso Camino del Calvario, recorrido por nuestro Salvador.
Deseoso
de vivir una existencia en soledad y perfección, donde poder templar el
espíritu para un apostolado más provechoso, con el favor del rey D. Juan II de
Castilla, del que era su confesor, pudo fundar a tres millas de Córdoba el
famoso y observante convento de Sto. Domingo Escalaceli (Escalera del Cielo),
donde había varios oratorios que reproducían la “vía dolorosa”, por él venerada
en Jerusalén. Esta sagrada representación fue imitada en otros conventos, dando
origen a la devoción tan bella del “Vía Crucis”, apreciadísima en la piedad
cristiana.
De
noche, se retiraba a una gruta distante del convento donde, a imitación de su
Sto. Padre Domingo, oraba y se flagelaba. Con el tiempo, ésta se convirtió en
meta de peregrinaciones para los fieles. Poseía el don de profecía y obró
milagros.
Murió
el 19 de febrero de 1430 y fue sepultado en su convento.
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