domingo, 6 de febrero de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 7 - DE FEBRERO – LUNES – 5ª – SEMANA DEL T.O. – C San Ricardo rey

 


7 - DE FEBRERO – LUNES –

5ª – SEMANA DEL T.O. – C

San Ricardo rey

Lectura del primer libro de los Reyes (8,1-7.9-13):

 

En aquellos días, Salomón convocó a palacio, en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a los jefes de tribu y a los cabezas de familia de los israelitas, para trasladar el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David (o sea Sión).

Todos los israelitas se congregaron en torno al rey Salomón en el mes de Etanín (el mes séptimo), en la fiesta de los Tabernáculos. Cuando llegaron los ancianos de Israel, los sacerdotes cargaron con el Arca del Señor, y los sacerdotes levitas llevaron la Tienda del Encuentro, más los utensilios del culto que había en la Tienda.

El rey Salomón, acompañado de toda la asamblea de Israel reunida con él ante el Arca, sacrificaba una cantidad incalculable de ovejas y bueyes.

Los sacerdotes llevaron el Arca de la Alianza del Señor a su sitio, el camarín del templo, al Santísimo, bajo las alas de los querubines, pues los querubines extendían las alas sobre el sitio del Arca y cubrían el Arca y los varales por encima.

En el Arca sólo había las dos Tablas de piedra que colocó allí Moisés en el Horeb, cuando el Señor pactó con los israelitas al salir del país de Egipto, y allí se conservan actualmente. Cuando los sacerdotes salieron del Santo, la nube llenó el templo, de forma que los sacerdotes no podían seguir oficiando a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba el templo.

Entonces Salomón dijo:

«El Señor quiere habitar en las tinieblas; y yo te he construido un palacio, un sitio donde vivas para siempre».

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 131, 6-7. 8-10

R/. Levántate, Señor, ven a tu mansión

 

Oímos que estaba en Éfrata,

la encontramos en el Soto de Jaar:

entremos en su morada,

postrémonos ante el estrado de sus pies. R/.

 

Levántate, Señor, ven a tu mansión,

ven con el arca de tu poder:

que tus sacerdotes se vistan de gala,

que tus fieles vitoreen.

Por amor a tu siervo David,

no niegues audiencia a tu Ungido. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,53-56):

 

En aquel tiempo, cuando Jesús y sus discípulos terminaron la travesía, tocaron tierra en Genesaret, y atracaron. Apenas desembarcados, algunos lo reconocieron, y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas.

En la aldea o pueblo o caserío donde llegaba, colocaban a los enfermos en la plaza, y le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto; y los que lo tocaban se ponían sanos.

 

Palabra del Señor.

 

1. Estos relatos en forma de sumario, que   recogen curaciones masivas de Jesús, concretamente en el evangelio de Marcos (1, 32-34; 3, 7-12; 6, 53-56; cf. Mt 4, 23-24 par), han sido interpretadas como relatos que no merecen credibilidad. Porque dan la impresión de que cuentan la actividad de un curandero. Y también porque han sido interpretados como el efecto de prácticas de magia.

Los escritores que han hablado en este sentido han sido numerosos.

 

2.- Pero, para entender correctamente estos resúmenes (y en general los relatos de curaciones), conviene tener en cuenta dos cosas:

 

a) En el antiguo mundo grecorromano, los milagros eran aceptados como parte del paisaje religioso (J. P. Meier).

 

b) Nunca deberíamos olvidar que los evangelios, antes que "libros de historia", son un "mensaje religioso". Y lo que interesa al creyente que lee estos episodios, no es analizar al detalle las enfermedades y la posible (o imposible) curación de tales enfermedades, sino comprender que el lenguaje y la forma de "hechos prodigiosos", que tanto usan los evangelios, eran una figura literaria que utilizaban los escritores de la Antigüedad para comunicar un determinado mensaje.

En el caso de los evangelios, no se trata de un mensaje religioso, sino de un proyecto de vida.

 

3.  Esto supuesto, lo único que está claro y, por tanto, no admite dudas es que Jesús pasó por el mundo dando vida y remediando penas y sufrimientos.

En esto consiste el "proyecto de vida" que nos transmiten los evangelios. Este es, sin duda, uno de los rasgos más claros y más insistentemente repetidos en la "teología narrativa" que son los evangelios.

Según esta teología, queda claro que Jesús vino, por supuesto, para acercar a la gente a Dios. Pero el medio fundamental que utilizó, para llevar a la gente a Dios, no fue la piedad, la devoción o la religiosidad, sino sobre todo la curación de enfermos y, por tanto, contagiar vida, salud y felicidad.

Jesús se salió de la religión tradicional. Y vivió intensamente una religiosidad alternativa. La religiosidad que consiste en ser y vivir como una persona que va contagiando felicidad y ganas de vivir. El que hace eso es el que ha tomado el camino más directo para llegar a Dios.

 

San Ricardo rey


 

En Luca, de la Toscana, san Ricardo Rey, padre de los santos Willibaldo y Waldburgis, el cual, peregrinando junto con sus hijos desde Inglaterra a Roma, falleció durante el camino (c. 720).

 

Era una familia de Wessex, compuesta del padre, cuyo nombre no se menciona, y sus hijos Wilibaldo y Winebaldo. Hicieron la travesía por el Sena, desembocaron en Rouen visitaron varios santuarios franceses y salieron para Roma. Pero en Lucca el padre murió y fue sepultado en la iglesia de san Frediano. Se registraron milagros en su tumba, donde están todavía sus reliquias y donde se observa su fiesta con devoción.

Su hijo Wilibaldo se unió más tarde a san Bonifacio y llegó a ser el primer obispo de Eichstätt en Baviera. Los detalles anteriores los debemos a un documento llamado el «Hodoeporicon», escrito por una de sus parientes, monja de Heidenheim, quien anotó los recuerdos que tenía sobre la vida del santo, tal como él se las relató de palabra. Dicho documento es la fuente de todo lo que sabemos del padre de san Wilibaldo y san Winebaldo y su hermana santa Walburga: pero esto no era suficiente para los fieles de Lucca y de Eichstátt, que tanto veneraban al santo varón. Entonces le inventaron un nombre «Ricardo», una vida y una posición: «rey de los ingleses». En realidad en Inglaterra no hubo ningún rey Ricardo antes de Corazón de León, y nada se sabe de la condición del padre de Wilibaldo, excepto que tenía buena posición social, pues podía costear viajes de larga duración. Sin embargo, en el Martirologio Romano antiguo se inscribía como «sanctus Richardus rex Anglorum», aunque en el actual se ha retirado esa caracterización de «rey de los ingleses», que sólo permanece en la iconografía del santo. Lo poco que sabemos acerca de él queda compensado por los amplios informes dignos de confianza sobre sus hijos.

 

 

 

 

 

 

   

 

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