domingo, 15 de mayo de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 17 - DE MAYO – MARTES – 5 – SEMANA DE PASCUA – C – SAN PASCUAL BAILON

 

 

17 - DE MAYO – MARTES –

5 – SEMANA DE PASCUA – C –

SAN  PASCUAL  BAILON

 

      Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (14,19-28):

EN aquellos días, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron a la gente; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dejándolo ya por muerto. Entonces lo rodearon los discípulos; él se levantó y volvió a la ciudad.

Al día siguiente, salió con Bernabé para Derbe. Después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquia, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios.

En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquia, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. Se quedaron allí bastante tiempo con los discípulos.

 

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 144,10-11.12-13ab.21

    R/. Que tus amigos, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

 

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,

que te bendigan tus fieles.

Que proclamen la gloria de tu reinado,

que hablen de tus hazañas. R/.

 

Explicando tus hazañas a los hombres,

la gloria y majestad de tu reinado.

Tu reinado es un reinado perpetuo,

tu gobierno va de edad en edad. R/.

 

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,

todo viviente bendiga su santo nombre

por siempre jamás. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Juan (14,27-31a):

 

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no turbe vuestro corazón ni se acobarde.

Me habéis oído decir:

“Me voy y vuelvo a vuestro lado”.

Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.

Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo yo».

 

 

Palabra del Señor

1.  El miedo es quizá la peor de las   amenazas que tenemos que soportar los cristianos. Por eso, Jesús les pide a sus discípulos que no se dejen dominar por el miedo, que no tiemblen ni se acobarden. 

- ¿Por qué esta petición? 

Porque Jesús les estaba pidiendo algo que le produce miedo a una persona religiosa.

Se trataba de desmontar la idea de Dios y la experiencia de Dios, que habían heredado de sus mayores y que habían vivido en su cultura. Y, en lugar del "Dios de siempre", tenían que acostumbrarse a ver a Dios, no en lo divino "sino en lo humano"; no en "lo sagrado", sino "en lo profano"; no en "lo religioso", sino "en lo laico".

- ¿No es esto como para suscitar verdadero miedo?  

 

2.   Por más que Jesús sea "imagen"   de Dios, el mismo Jesús dice que él no es igual a Dios: "El Padre es más que   yo". Jesús sabe y afirma su condición de creatura (protótocos), el "primogénito" de la creación (Col 1, 15). Lo cual pone al descubierto la gravedad de lo que Jesús les está pidiendo a los discípulos y a todos sus seguidores: tienen que ver a Dios en un ser humano.  Esto, para aquellos    hombres y para nosotros, es fuerte, demasiado fuerte.

 

3.   Por más que lo pensemos y lo digamos, el hecho es que a Dios no lo vemos en lo humano, en un ser humano.  Por la sencilla razón de que lo humano   nos resulta insignificante, rutinario, feo, incluso despreciable o repugnante. 

- ¿Ver en eso a Dios?

Esta es la cuestión, la gran cuestión, para nuestra fe en Dios.

 

  SAN  PASCUAL  BAILON

 


Religioso - (año 1592)

 

Nace en el año 1540 en Torrehermosa, perteneciente al reino de Aragón, donde ejerce el humilde oficio de pastor. Ingresó en la Orden de los Frailes Menores, y sobresalió por su devoción a la Virgen y por su amor a la eucaristía.

Murió en Villarreal de los Infantes, cerca de Valencia, el 17 de mayo de 1592. Fue ­canonizado por Alejandro VIII en 1690. León XIII lo nombró patrono de las Asociaciones y Congresos eucarísticos por el breve apostólico Providentissimus, el 28 de noviembre de 1897.

 

VIDA

 

Le pusieron por nombre Pascual, por haber nacido el día de Pascua (del año 1540). Nació en Torre Hermosa, Aragón, España.

Es el patrono de los Congresos Eucarísticos y de la Adoración Nocturna. Desde los 7 años hasta los 24, por 17 años fue pastor de ovejas. Después por 28 será hermano religioso, franciscano.

Su más grande amor durante toda la vida fue la Sagrada Eucaristía. Decía el dueño de la finca en el cual trabajaba como pastor, que el mejor regalo que le podía ofrecer al niño Pascual era permitirle asistir algún día entre semana a la Santa Misa. Desde los campos donde cuidaba las ovejas de su amo, alcanzaba a ver la torre del pueblo y de vez en cuando se arrodillaba a adorar el Santísimo Sacramento, desde esas lejanías. En esos tiempos se acostumbraba que al elevar la Hostia el sacerdote en la Misa, se diera un toque de campanas. Cuando el pastorcito Pascual oía la campana, se arrodillaba allá en su campo, mirando hacia el templo y adoraba a Jesucristo presente en la Santa Hostia. Un día otros pastores le oyeron gritar: "¡Ahí viene!, ¡allí está!". Y cayó de rodillas. Después dijo que había visto a Jesús presente en la Santa Hostia.

De niño siendo pastor, ya hacía sus mortificaciones. Por ej. la de andar descalzo por caminos llenos de piedras y espinas. Y cuando alguna de las ovejas se pasaba al potrero del vecino le pagaba al otro, con los escasos dineros que le pagaban de sueldo, el pasto que la oveja se había comido.

A los 24 años pidió ser admitido como hermano religioso entre los franciscanos. Al principio le negaron la aceptación por su poca instrucción, pues apenas había aprendido a leer. Y el único libro que leía era el devocionario, el cual llevaba siempre mientras pastoreaba sus ovejas y allí le encantaba leer especialmente las oraciones a Jesús Sacramentado y a la Stma. Virgen.

Como religioso franciscano sus oficios fueron siempre los más humildes: portero, cocinero, mandadero, barrendero. Pero su gran especialidad fue siempre un amor inmenso a Jesús en la Santa Hostia, en la Eucaristía. Durante el día, cualquier rato que tuviera libre lo empleaba para estarse en la capilla, de rodillas con los brazos en cruz adorando a Jesús Sacramentado. Por las noches pasaba horas y horas ante el Santísimo Sacramento. Cuando los demás se iban a dormir, él se quedaba rezando ante el altar. Y por la madrugada, varias horas antes de que los demás religiosos llegaran a la capilla a orar, ya estaba allí el hermano Pascual adorando a Nuestro Señor.

Ayudaba cada día el mayor número de misas que le era posible y trataba de demostrar de cuantas maneras le fuera posible su gran amor a Jesús y a María. Un día un humilde religioso se asomó por la ventana y vio a Pascual danzando ante un cuadro de la Stma. Virgen y diciéndole: "Señora: no puedo ofrecerte grandes cualidades, porque no las tengo, pero te ofrezco mi danza campesina en tu honor". Pocos minutos después el religioso aquel se encontró con el santo y lo vio tan lleno de alegría en el rostro como nunca antes lo había visto así. Cuando los padres oyeron esto, unos se rieron, otros se pusieron muy serios, pero nadie comentó nada.

Pascual compuso varias oraciones muy hermosas al Santísimo Sacramento y el sabio Arzobispo San Luis de Rivera al leerlas exclamó admirado: "Estas almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes".

Sus superiores lo enviaron a Francia a llevar un mensaje. Tenía que atravesar caminos llenos de protestantes. Un día un hereje le preguntó: "¿Dónde está Dios?". Y él respondió: "Dios está en el cielo", y el otro se fue. Pero enseguida el santo fraile se puso a pensar: "¡Oh, me perdí la ocasión de haber muerto mártir por Nuestro Señor! Si le hubiera dicho que Dios está en la Santa Hostia en la Eucaristía me habrían matado y sería mártir. Pero no fui digno de ese honor". Llegado a Francia, descalzo, con una túnica vieja y remendada, lo rodeó un grupo de protestantes y lo desafiaron a que les probara que Jesús sí está en la Eucaristía. Y Pascual que no había hecho estudios y apenas si sabía leer y escribir, habló de tal manera bien de la presencia de Jesús en la Eucaristía, que los demás no fueron capaces de contestarle. Lo único que hicieron fue apedrearlo. Y él sintió lo que dice la S. Biblia que sintieron los apóstoles cuando los golpearon por declararse amigos de Jesús: "Una gran alegría por tener el honor de sufrir por proclamarse fiel seguidor de Jesús".

Lo primero que hacía al llegar a algún pueblo era dirigirse al templo y allí se quedaba por un buen tiempo de rodillas adorando a Jesús Sacramentado.

Hablaba poco, pero cuando se trataba de la Sagrada Eucaristía, entonces sí se sentía inspirado por el Espíritu Santo y hablaba muy hermosamente. Había recibido de Dios ese don especial: el de un inmenso amor por Jesús Sacramentado.

Siempre estaba alegre, pero nunca se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un rato orando ante el Sagrario del altar.

Pascual nació en la Pascua de Pentecostés de 1540 y murió en la fiesta de Pentecostés de 1592, el 17 de mayo (la Iglesia celebra tres pascuas: Pascua de Navidad, Pascua de Resurrección y Pascua de Pentecostés. Pascua significa: paso de la esclavitud a la libertad). Y parece que el regalo de Pentecostés que el Espíritu Santo le concedió fue su inmenso y constante amor por Jesús en la Eucaristía.

Cuando estaba moribundo, en aquel día de Pentecostés, oyó una campana y preguntó: "¿De qué se trata?". "Es que están en la elevación en la Santa Misa". "¡Ah que hermoso momento!", y quedó muerto plácidamente.

Después durante su funeral, tenían el ataúd descubierto, y en el momento de la elevación de la Santa Hostia en la misa, los presentes vieron con admiración que abría y cerraba por dos veces sus ojos. Hasta su cadáver quería adorar a Cristo en la Eucaristía. Los que lo querían ver eran tantos, que su cadáver lo tuvieron expuesto a la veneración del público por tres días seguidos.

Por 200 años muchísimas personas, al acercarse a la tumba de San Pascual oyeron unos misteriosos golpecitos. Nadie supo explicar por qué pero todos estaban convencidos de que eran señales de que este hombre tan sencillo fue un gran santo. Y los milagros que hizo después de su muerte, fueron tantos, que el Papa lo declaró santo en 1690.

El Sumo Pontífice nombró a San Pascual Bailón Patrono de los Congresos Eucarísticos y de la Adoración Nocturna.

 

 

 

 

 

   

 

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