17 - DE
MAYO – MARTES –
5 –
SEMANA DE PASCUA – C –
SAN PASCUAL BAILON
Lectura del libro de los Hechos de los
apóstoles (14,19-28):
EN aquellos días, llegaron unos judíos de
Antioquía y de Iconio y se ganaron a la gente; apedrearon a Pablo y lo
arrastraron fuera de la ciudad, dejándolo ya por muerto. Entonces lo rodearon
los discípulos; él se levantó y volvió a la ciudad.
Al día siguiente, salió con Bernabé para Derbe. Después de predicar el
Evangelio en aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, volvieron a
Listra, a Iconio y a Antioquia, animando a los discípulos y exhortándolos a
perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar muchas tribulaciones para
entrar en el reino de Dios.
En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban
al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y
después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron
para Antioquia, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la
misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron
lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles
la puerta de la fe. Se quedaron allí bastante tiempo con los discípulos.
Palabra de Dios
Salmo: 144,10-11.12-13ab.21
R/. Que tus amigos, Señor, proclamen la
gloria de tu reinado
Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor,
que te bendigan
tus fieles.
Que proclamen
la gloria de tu reinado,
que hablen de
tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y
majestad de tu reinado.
Tu reinado es
un reinado perpetuo,
tu gobierno
va de edad en edad. R/.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente
bendiga su santo nombre
por siempre
jamás. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Juan (14,27-31a):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no
turbe vuestro corazón ni se acobarde.
Me habéis oído decir:
“Me voy y vuelvo a vuestro lado”.
Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más
que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda
creáis.
Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe del mundo; no
es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo
amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo yo».
Palabra del Señor
1. El miedo es quizá la peor de las amenazas
que tenemos que soportar los cristianos. Por
eso, Jesús les pide a sus discípulos que no se dejen dominar por el miedo, que no tiemblen ni se acobarden.
- ¿Por qué esta petición?
Porque Jesús les estaba pidiendo algo que le produce miedo a una persona
religiosa.
Se trataba de desmontar la idea de Dios y la experiencia de Dios, que
habían heredado de sus mayores y que habían
vivido en su cultura. Y, en lugar del "Dios de
siempre", tenían que acostumbrarse a ver a Dios, no en lo divino
"sino en lo humano"; no en "lo sagrado", sino "en lo
profano"; no en "lo religioso", sino "en lo laico".
- ¿No es esto como para suscitar verdadero miedo?
2. Por más que Jesús sea
"imagen" de Dios, el mismo Jesús dice que él no es igual a Dios: "El Padre es más que yo". Jesús
sabe y afirma su condición de creatura
(protótocos), el "primogénito" de la creación (Col 1, 15). Lo cual
pone al descubierto la gravedad de lo que
Jesús les está pidiendo a los discípulos y a todos sus seguidores: tienen que
ver a Dios en un ser humano. Esto, para
aquellos hombres y para nosotros, es fuerte, demasiado
fuerte.
3. Por más que lo pensemos y lo digamos, el hecho es que a
Dios no lo vemos en lo humano, en un ser humano. Por la sencilla
razón de que lo humano nos resulta insignificante, rutinario,
feo, incluso despreciable o repugnante.
- ¿Ver en eso a Dios?
Esta es la cuestión, la gran cuestión, para nuestra fe en Dios.
SAN PASCUAL BAILON
Religioso - (año 1592)
Nace en el año
1540 en Torrehermosa, perteneciente al reino de Aragón, donde ejerce el humilde
oficio de pastor. Ingresó en la Orden de los Frailes Menores, y sobresalió por
su devoción a la Virgen y por su amor a la eucaristía.
Murió en
Villarreal de los Infantes, cerca de Valencia, el 17 de mayo de 1592. Fue canonizado
por Alejandro VIII en 1690. León XIII lo nombró patrono de las Asociaciones y
Congresos eucarísticos por el breve apostólico Providentissimus, el 28 de
noviembre de 1897.
VIDA
Le pusieron por nombre Pascual, por haber
nacido el día de Pascua (del año 1540). Nació en Torre Hermosa, Aragón, España.
Es el patrono de los Congresos
Eucarísticos y de la Adoración Nocturna. Desde los 7 años hasta los 24, por 17
años fue pastor de ovejas. Después por 28 será hermano religioso, franciscano.
Su más grande amor durante toda la vida
fue la Sagrada Eucaristía. Decía el dueño de la finca en el cual trabajaba como
pastor, que el mejor regalo que le podía ofrecer al niño Pascual era permitirle
asistir algún día entre semana a la Santa Misa. Desde los campos donde cuidaba
las ovejas de su amo, alcanzaba a ver la torre del pueblo y de vez en cuando se
arrodillaba a adorar el Santísimo Sacramento, desde esas lejanías. En esos tiempos
se acostumbraba que al elevar la Hostia el sacerdote en la Misa, se diera un
toque de campanas. Cuando el pastorcito Pascual oía la campana, se arrodillaba
allá en su campo, mirando hacia el templo y adoraba a Jesucristo presente en la
Santa Hostia. Un día otros pastores le oyeron gritar: "¡Ahí viene!, ¡allí
está!". Y cayó de rodillas. Después dijo que había visto a Jesús presente
en la Santa Hostia.
De niño siendo pastor, ya hacía sus
mortificaciones. Por ej. la de andar descalzo por caminos llenos de piedras y
espinas. Y cuando alguna de las ovejas se pasaba al potrero del vecino le
pagaba al otro, con los escasos dineros que le pagaban de sueldo, el pasto que
la oveja se había comido.
A los 24 años pidió ser admitido
como hermano religioso entre los franciscanos. Al principio le negaron la
aceptación por su poca instrucción, pues apenas había aprendido a leer. Y el
único libro que leía era el devocionario, el cual llevaba siempre mientras
pastoreaba sus ovejas y allí le encantaba leer especialmente las oraciones a
Jesús Sacramentado y a la Stma. Virgen.
Como religioso franciscano sus oficios
fueron siempre los más humildes: portero, cocinero, mandadero, barrendero. Pero
su gran especialidad fue siempre un amor inmenso a Jesús en la Santa Hostia, en
la Eucaristía. Durante el día, cualquier rato que tuviera libre lo empleaba
para estarse en la capilla, de rodillas con los brazos en cruz adorando a Jesús
Sacramentado. Por las noches pasaba horas y horas ante el Santísimo Sacramento.
Cuando los demás se iban a dormir, él se quedaba rezando ante el altar. Y por
la madrugada, varias horas antes de que los demás religiosos llegaran a la
capilla a orar, ya estaba allí el hermano Pascual adorando a Nuestro Señor.
Ayudaba cada día el mayor número de misas
que le era posible y trataba de demostrar de cuantas maneras le fuera posible
su gran amor a Jesús y a María. Un día un humilde religioso se asomó por la
ventana y vio a Pascual danzando ante un cuadro de la Stma. Virgen y
diciéndole: "Señora: no puedo ofrecerte grandes cualidades, porque no las
tengo, pero te ofrezco mi danza campesina en tu honor". Pocos minutos
después el religioso aquel se encontró con el santo y lo vio tan lleno de
alegría en el rostro como nunca antes lo había visto así. Cuando los padres
oyeron esto, unos se rieron, otros se pusieron muy serios, pero nadie comentó
nada.
Pascual compuso varias oraciones muy
hermosas al Santísimo Sacramento y el sabio Arzobispo San Luis de Rivera al
leerlas exclamó admirado: "Estas almas sencillas sí que se ganan los
mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan
con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes".
Sus superiores lo enviaron a Francia a
llevar un mensaje. Tenía que atravesar caminos llenos de protestantes. Un día
un hereje le preguntó: "¿Dónde está Dios?". Y él respondió:
"Dios está en el cielo", y el otro se fue. Pero enseguida el santo
fraile se puso a pensar: "¡Oh, me perdí la ocasión de haber muerto mártir
por Nuestro Señor! Si le hubiera dicho que Dios está en la Santa Hostia en la
Eucaristía me habrían matado y sería mártir. Pero no fui digno de ese
honor". Llegado a Francia, descalzo, con una túnica vieja y remendada, lo
rodeó un grupo de protestantes y lo desafiaron a que les probara que Jesús sí
está en la Eucaristía. Y Pascual que no había hecho estudios y apenas si sabía
leer y escribir, habló de tal manera bien de la presencia de Jesús en la
Eucaristía, que los demás no fueron capaces de contestarle. Lo único que
hicieron fue apedrearlo. Y él sintió lo que dice la S. Biblia que sintieron los
apóstoles cuando los golpearon por declararse amigos de Jesús: "Una gran
alegría por tener el honor de sufrir por proclamarse fiel seguidor de
Jesús".
Lo primero que hacía al llegar a algún
pueblo era dirigirse al templo y allí se quedaba por un buen tiempo de rodillas
adorando a Jesús Sacramentado.
Hablaba poco, pero cuando se trataba de
la Sagrada Eucaristía, entonces sí se sentía inspirado por el Espíritu Santo y
hablaba muy hermosamente. Había recibido de Dios ese don especial: el de un
inmenso amor por Jesús Sacramentado.
Siempre estaba alegre, pero nunca se
sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un rato
orando ante el Sagrario del altar.
Pascual nació en la Pascua de Pentecostés
de 1540 y murió en la fiesta de Pentecostés de 1592, el 17 de mayo (la Iglesia
celebra tres pascuas: Pascua de Navidad, Pascua de Resurrección y Pascua de
Pentecostés. Pascua significa: paso de la esclavitud a la libertad). Y parece
que el regalo de Pentecostés que el Espíritu Santo le concedió fue su inmenso y
constante amor por Jesús en la Eucaristía.
Cuando estaba moribundo, en aquel día de
Pentecostés, oyó una campana y preguntó: "¿De qué se trata?".
"Es que están en la elevación en la Santa Misa". "¡Ah que
hermoso momento!", y quedó muerto plácidamente.
Después durante su funeral, tenían el
ataúd descubierto, y en el momento de la elevación de la Santa Hostia en la
misa, los presentes vieron con admiración que abría y cerraba por dos veces sus
ojos. Hasta su cadáver quería adorar a Cristo en la Eucaristía. Los que lo
querían ver eran tantos, que su cadáver lo tuvieron expuesto a la veneración
del público por tres días seguidos.
Por 200 años muchísimas personas, al
acercarse a la tumba de San Pascual oyeron unos misteriosos golpecitos. Nadie
supo explicar por qué pero todos estaban convencidos de que eran señales de que
este hombre tan sencillo fue un gran santo. Y los milagros que hizo después de
su muerte, fueron tantos, que el Papa lo declaró santo en 1690.
El Sumo Pontífice nombró a San Pascual
Bailón Patrono de los Congresos Eucarísticos y de la Adoración Nocturna.
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