27 - DE
MAYO – VIERNES –
6 –
SEMANA DE PASCUA – C –
San Agustín de Cantorbery
Lectura del libro de los Hechos de
los apóstoles (18,9-18):
CUANDO estaba
Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión:
«No temas, sigue hablando y no te
calles, pues yo estoy contigo, y nadie te pondrá la mano encima para hacerte
daño, porque tengo un pueblo numeroso en esta ciudad».
Se quedó, pues, allí un año y medio,
enseñando entre ellos la palabra de Dios.
Pero, siendo Gallón procónsul de Acaya,
los judíos se abalanzaron de común acuerdo contra Pablo y lo condujeron al
tribunal diciendo:
«Este induce a la gente a dar a Dios un
culto contrario a la ley».
Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Gallón dijo a los judíos:
«Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón
escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de
vuestra ley, vedlo vosotros. Yo no quiero ser juez de esos asuntos».
Y les ordenó despejar el tribunal.
Entonces agarraron a Sóstenes, jefe de
la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal, sin que Galión se
preocupara de ello.
Pablo se quedó allí todavía bastantes días; luego se despidió de los
hermanos y se embarco para Siria con Priscila y Aquila. En Cencreas se había
hecho rapar la cabeza, porque había hecho un voto.
Palabra de
Dios
Salmo: 46,2-3,4-5.6-7
R/. Dios es el rey del mundo
Pueblos todos,
batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R/.
Él nos somete
los pueblos
y nos sojuzga las naciones;
él nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado. R/.
Dios asciende
entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.
Lectura del santo evangelio según
san Juan (16,20-23a):
EN aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: vosotros
lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis
tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente
tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se
acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.
También vosotros ahora sentís tristeza;
pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra
alegría. Ese día no me preguntaréis nada».
Palabra del
Señor
1. Este evangelio alcanza una
profundidad sorprendente. Cada ser humano es lo que es su
"afectividad". El motor de nuestra conducta es nuestro mundo interior
afectivo. Pero nunca deberíamos olvidar que el "afecto" es
"pasión". Y la pasión no es "decisión", sino "atracción".
De ahí que el "poder coactivo" se está desplazando hacia el
"poder seductor".
Toda la tecnología de la Informática,
como las técnicas de la publicidad y la propaganda, se basan en este principio.
Que opera también en lo político. Es lo que Byung - Chul Han ha denominado la
Psicopolítica.
Siglos antes, habían intuido este
mecanismo de nuestra conducta hombres geniales como Tomás de Aquino (Sum. Theol.
q. 26, a. 3) y F. Suárez, que define el amor por el "principio de
pasividad" (De Passion. I, IV, 2). De ahí que la pregunta constante que
tenemos que afrontar es esta:
- "¿Qué es lo que más me seduce en
la vida?". - ¿El Evangelio? - ¿El dinero? - ¿El bienestar?
2. Pero no se trata de
que, en la mentalidad de Jesús, la privación, la renuncia, el fastidiarse y
pasarlo mal, el sufrimiento y la ascética, todo eso por sí mismo y por sí solo,
nos lleve a Dios.
No es posible creer en un Dios así. Ni aceptar un Evangelio tan deforme. Eso va contra un derecho básico y primordial de todo ser humano: el derecho a vivir feliz.
Entonces, - ¿por qué habla Jesús como
habla en este evangelio?
3. Porque, tal como está configurado y funciona el psiquismo humano, el "deseo de satisfacción inmediata" tiene más fuerza y es más determinante de nuestra conducta que todo cuando nos puede ofrecer la fe y la esperanza de cualquier religión.
Como también es más fuerte, para el
común de los mortales, que las propuestas sociales que se nos hacen desde los
movimientos más utópicos y altruistas. Por eso Jesús termina haciendo una
oferta de alegría que nada ni nadie nos podrá arrebatar.
El Evangelio vivido con coherencia lleva derechamente a la alegría, a la paz, al gozo y al disfrute de todo lo bueno, bello y satisfactorio que ofrece la vida. Este tiene que ser el criterio rector de nuestra vida.
San Agustín de Cantorbery
San Agustín, obispo de Canterbury, en Inglaterra, el cual, habiendo sido
enviado junto con otros monjes por el papa [san Gregorio I Magno] para predicar
la palabra de Dios a los anglos, fue acogido de buen grado por el rey Etelberto
de Kent, e imitando la vida apostólica de la primitiva Iglesia, convirtió al
mismo rey y a muchos otros a la fe cristiana y estableció algunas sedes
episcopales en esta tierra. Murió el día 26 de mayo (604/605).
Vida de San Agustín de Cantorbery
San Agustín de Cantorbery es considerado uno de los más grandes
evangelizadores, al lado de San Patricio de Irlanda y San Bonifacio en
Alemania. Tiene el gran mérito de haber dirigido la evangelización de
Inglaterra.
Era superior del convento benedictino de Roma, cuando el Sumo Pontífice San
Gregorio Magno se le ocurrió en el año 596 tratar de evangelizar a la isla de
Inglaterra que era pagana. Conociendo el espíritu generoso y emprendedor de
Agustín, que no se acobardaba ante ninguna dificultad, y además sus grandes
virtudes, el Papa lo envió con 39 monjes más a tratar de convertir a esos
paganos sajones.
Y sucedió que, al llegar Agustín y sus 39 compañeros a la costa, donde
se tomaba la embarcación para llegar a Inglaterra, allí les contaron terribles
barbaridades acerca de los habitantes de esa isla, y los otros misioneros
sintieron mucho miedo y enviaron al santo a que fuera a Roma a contarle al
Pontífice lo peligroso que era esto que iban a emprender. Agustín fue a hablar
con el Papa, pero san Gregorio lo animó de tal manera, recordándole que Dios
les concedería la buena voluntad de aquellas gentes, que ya desde entonces
Agustín no se dejó desanimar por los temores.
En Inglaterra mandaba el rey Etelberto que tenía una esposa muy santa (que
después se llamó Santa Berta) y el primer regalo que Dios les concedió a los
nuevos misioneros fue darles la buena voluntad del rey. Este los recibió muy
cariñosamente y les pidió que le enseñaran la religión, y tanto le agradó que
pronto se hizo bautizar y les regaló su palacio real para que les sirviera de
convento a los misioneros y les dio un templo en Cantorbery para que allí
enseñaran. Y en ese sitio está ahora la más famosa catedral de Inglaterra: la
Catedral de Cantorbery.
El rey dejó en libertad a los súbditos para que escogieran la religión que
quisieran, pero les recomendó que se instruyeran en la religión de Jesucristo y
tanto les agradaron a aquellas gentes las enseñanzas de Agustín y sus monjes,
que en la Navidad del año 597 se hicieron bautizar 10.000 ingleses y entre los
nuevos bautizados estaban los que ocupaban los cargos más importantes de la
nación.
Agustín envió a dos de sus mejores monjes a Roma a contarle al Sumo
Pontífice tan hermosas noticias, y el Papa en cambió le envió el nombramiento
de arzobispo, y otro buen grupo de misioneros, y cálices y libros para las
celebraciones y muchas imágenes religiosas que a esas gentes recién convertidas
les agradaban en extremo. San Gregorio se alegró muchísimo ante noticias tan
consoladoras, y le recomendó a San Agustín un simpático plan de trabajo.
San Gregorio, sabiendo que la principal virtud del obispo Agustín era la
docilidad a sus superiores, le envió las siguientes recomendaciones 1º. No
destruir los templos de los paganos, sino convertirlos en templos cristianos.
2º. No acabar con todas las fiestas de los paganos, sino convertirlas en
fiestas cristianas. Por ejemplo, ellos celebraban las fiestas de sus ídolos con
grandes banquetes en los cuales participaban todos. Pues hacer esos banquetes,
pero en honor de los mártires y santos. 3º. Dividir el país en tres diócesis:
Cantorbery, Londres y York.
Nuestro santo cumplió exactamente estas recomendaciones, que le produjeron
muy buenos resultados. Y fue nombrado por el Papa, jefe de toda la Iglesia
Católica de Inglaterra (Arzobispo Primado). En las reuniones sobresalía entre
todos por su gran estatura y por su presencia muy venerable que infundía
respeto y admiración.
San Agustín escribía frecuentemente desde Inglaterra al Papa San Gregorio a
Roma pidiéndole consejos en muchos casos importantes, y el Sumo Pontífice le
escribía ciertas advertencias muy prácticas como estas: "Dios le ha
concedido el don de hacer milagros, y le ha dejado el inmenso honor de
convertir a muchísimos paganos al cristianismo, y de que las gentes lo quieran
y lo estimen mucho. Pero cuidado, mi amigo, que esto no le vaya a producir
orgullo. Alégrese de haber recibido estos regalos del buen Dios, pero tenga
temor de no aprovecharlos debidamente. Consuélese al ver que con los milagros y
la predicación logra que tantos paganos se vuelvan cristianos católicos, pero
no vaya a creerse mejor que los demás, porque entonces le estaría robando a
Dios el honor y la gloria que sólo Él se merece. Hay muchos que son muy santos
y no hacen milagros ni hablan hermosamente. Así que no hay que llenarse de
orgullo por haber recibido estas cualidades, sino alegrarse mucho al ver que
Dios es más amado y más glorificado por las gentes". Mucho le sirvieron a
Agustín estos consejos para mantenerse humilde.
Después de haber trabajado por varios años con todas las fuerzas de su alma
por convertir al cristianismo el mayor número posible de ingleses, y por
organizar de la mejor manera que pudo, la Iglesia Católica en Inglaterra, San
Agustín de Cantorbery murió santamente el 26 de mayo del año 605. Y un día como
hoy fue su entierro y funeral. Desde entonces ha gozado de gran fama de
santidad en esa nación y en muchas partes más.
(Fuente: churchforum.org)
Oración a San Agustín de Cantorbery
San Agustín: apóstol de Inglaterra: te
rogamos por la Iglesia Católica en esa nación y en todas las naciones del
mundo. Pídele a Dios que nos envíe muchos evangelizadores que sean como tú.
Amén.
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