jueves, 5 de mayo de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 7 - DE MAYO – SÁBADO – 3 – SEMANA DE PASCUA – C – San Juan de Beverley

 

 


 

7 - DE MAYO – SÁBADO – 3 – SEMANA DE PASCUA – C –

San Juan de Beverley

 

    Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9,31-42):

 

EN aquellos días, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba construyendo y progresaba en el temor del Señor, y se multiplicaba con el consuelo del Espíritu Santo.

Pedro, que estaba recorriendo el país, bajó también a ver a los santos que residían en Lida. Encontró allí a un cierto Eneas, un paralítico que desde hacía ocho años no se levantaba de la camilla.

Pedro le dijo:

«Eneas, Jesucristo te da la salud; levántate y arregla tu lecho».

Se levantó inmediatamente. Lo vieron todos los vecinos de Lida y de Sarón, y se convirtieron al Señor.

Había en Jafa una discípula llamada Tabita, que significa Gacela. Tabita hacía infinidad de obras buenas y de limosnas. Por entonces cayó enferma y murió. La lavaron y la pusieron en la sala de arriba.

Como Lida está cerca de Jafa, al enterarse los discípulos de que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres a rogarle:

«No tardes en venir a nosotros».

Pedro se levantó y se fue con ellos. Al llegar, lo llevaron a la sala de arriba, y se le presentaron todas las viudas, mostrándole con lágrimas los vestidos y mantos que hacía Gacela mientras estuvo con ellas. Pedro, mandando salir a todos, se arrodilló, se puso a rezar y, volviéndose hacia el cuerpo, dijo:

«Tabita, levántate».

Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó. Él, dándole la mano, la levantó y, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.

Esto se supo por todo Jafa, y muchos creyeron en el Señor.

 

Palabra del Señor

 

Salmo: 115,12-13.14-15.16-17

 

    R/. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?

 

¿Cómo pagaré al Señor

todo el bien que me ha hecho?

Alzaré la copa de la salvación,

invocando el nombre del Señor. R/.

Cumpliré al Señor mis votos

en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor

la muerte de sus fieles. R/.

Señor, yo soy tu siervo,

siervo tuyo, hijo de tu esclava:

rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,

invocando el nombre del Señor. R/.

 

     Lectura del santo evangelio según san Juan (6,60-69):

 

EN aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús dijeron:

«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?».

Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:

«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen».

Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.

Y dijo:

«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».

Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.

Entonces Jesús les dijo a los Doce:

«¿También vosotros queréis marcharos?».

Simón Pedro le contestó:

«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».

 

Palabra del Señor

 

1.  Para comprender este evangelio, es imprescindible tener en cuenta que una cosa es "el hecho" de la presencia de Jesús en la eucaristía; y otra cosa es "la explicación" de este hecho. Esta "explicación" se ha intentado en la historia de la Iglesia, sobre todo a partir del siglo XI, concretamente desde Berengario de Tours. El hecho de la presencia no se ha puesto nunca en duda entre los cristianos. Es decir, nunca se ha cuestionado que, en el pan de la eucaristía, está presente Jesús. Otra cosa es explicar cómo se debe entender esa presencia.

Esta presencia se ha explicado desde diversos puntos de vista. Y aquí es donde se han presentado las dificultades y las discusiones teológicas.

 

2.   Parece lógico afirmar que muchos de los oyentes de Jesús, en la sinagoga de Cafarnaúm, pensaron que Jesús estaba diciendo que "se lo tenían que comer", en el sentido más material y burdo de esa expresión. Es evidente que Jesús no quiso decir eso. Además, es importante saber que, en la larga historia de los diez primeros siglos de la Iglesia, no hubo ni una controversia seria sobre este asunto. Y eso que, como sabemos, en aquellos siglos existió una gran diversidad y libertad entre los autores cristianos más reconocidos cuando explican al pueblo cómo está Jesús en el pan eucarístico. Por ejemplo, es seguro que, hoy en día, la Congregación de la Doctrina de la Fe pondría muy serios reparos para admitir las explicaciones que san Agustín daba, en sus catequesis o al comentar el evangelio de Juan, sobre la eucaristía. Hoy, el lenguaje de san Agustín sobre la presencia de Cristo en la eucaristía sería un escándalo.

 

3.  El nudo de este asunto está en que los autores anteriores al s. X, utilizaron el lenguaje "simbólico" de Platón. Mientras que, a partir del s. XI, se empezó a utilizar el pensamiento metafísico de Aristóteles. De ahí que, ya en el s. IX, cuando un monje de las Galias, Pascasio Radberto, se puso a decir que, al comulgar, nos comemos la misma carne que nació de María o que murió en la cruz, aquello fue motivo de escándalo. 

El obispo de Maguncia, Rabano Mauro, que fue un escritor eminente, al enterarse de lo que enseñaba Pascasio, dijo que jamás había oído semejante disparate. Estas discusiones arreciaron en el s. XI, con Berengario de Tours. Hasta que el concilio de Trento, al condenar a Lutero, definió que la presencia de Cristo en, la eucaristía, es verdadera, real y sustancial.

En definitiva, Jesús está en la eucaristía. Y, al comulgar, nos unimos a él. A su vida y su proyecto. Esto es lo fundamental.

 

San Juan de Beverley

 




 En Berveley, en Northumbria, san Juan, obispo de Hexham, y después de York, en Inglaterra, que unió el trabajo pastoral a la oración en soledad y, después de haber renunciado a su cargo, transcurrió los últimos años de su vida en el monasterio que él mismo había fundado.

 

Vida de San Juan de Beverley

 

San Juan de Bevérley, obispo de York, 1721. Puede ser considerado como un precursor del benedictino Pedro Ponce de León, inventor del método de hacer hablar a los sordomudos. También él fue monje, después de haber estudiado letras divinas y humanas en el monasterio de Whitby, gobernado por una monja princesa, Santa Hilda. Gobernó primero la diócesis de Hexam, de donde pasó a la de York. Cuenta de él su biógrafo que llegó a hacer hablar a un sordomudo, enseñándole la vocalización paciente e ingeniosamente. Murió en 721.

Monje de Whitby, Inglaterra, y después obispo de York; en su afán de caridad, llega para sanar a un sordomudo, a descubrir un modo de paciente vocalización. Aunque muerto el año 721, ha sido considerado por ello como un precursor del sabio benedictino Ponce de León.

 

Fuente: mercaba.org

 

 

 

 

 

   

 

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