8 - DE MAYO
– DOMINGO –
4 –
SEMANA DE PASCUA – C –
Beata
Madre Carmen
Lectura del libro de los Hechos de
los apóstoles (13,14.43-52):
En aquellos
días, Pablo y Bernabé desde Perge siguieron hasta Antioquia de Pisidia; el
sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Muchos judíos y prosélitos
practicantes se fueron con Pablo y Bernabé, que siguieron hablando con ellos,
exhortándolos a ser fieles a la gracia de Dios. El sábado siguiente, casi toda
la ciudad acudió a oír la palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les
dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo.
Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones:
«Teníamos que anunciaros primero a
vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos
de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles.
Así nos lo ha mandado el Señor:
"Yo te haré luz de los gentiles,
para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra."»
Cuando los gentiles oyeron esto, se
alegraron y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la
vida eterna creyeron. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la
región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas y devotas y a los
principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y
los expulsaron del territorio. Ellos sacudieron el polvo de los pies, como
protesta contra la ciudad, y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos
de alegría y de Espíritu Santo.
Palabra de
Dios
Salmo: 99,2.3.5
R/. Somos su pueblo y ovejas de su
rebaño
Aclama al
Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.
Sabed que el
Señor es Dios:
que él nos hizo, y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
«El Señor es
bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R/.
Lectura del libro del Apocalipsis (7,9.14b-17):
Yo, Juan, vi
una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo
y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras
blancas y con palmas en sus manos.
Y uno de los ancianos me dijo:
«Éstos son los que vienen de la gran
tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.
Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo.
El que se sienta en el trono acampará
entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el
bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los
conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugara las lágrimas de sus
ojos.
Palabra de
Dios
Lectura del santo evangelio según san
Juan (10,27-30):
En aquel
tiempo, dijo Jesús:
«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las
conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para
siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre, que me las ha dado, supera a
todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre.
Yo y el Padre somos uno.»
Palabra del
Señor
Las ovejas, el pastor y los ladrones.
El evangelio del 4º domingo de Pascua se
dedica, en los tres ciclos, a recordar a Jesús como buen pastor. Aunque hoy día
mucha gente solo ha visto un rebaño en televisión, la imagen sigue siendo muy
expresiva. Pero el capítulo 10 del cuarto evangelio es tan largo (42
versículos) que la liturgia ha seleccionado unos pocos para cada ciclo. Al
ciclo “C” le ha tocado un fragmento tan breve que no se entiende bien si no se
conoce lo anterior.
Un debate largo y complicado (el c.10 de san
Juan)
Jesús comienza contando una extraña
parábola a propósito de ladrones y bandidos que intentan robar el rebaño sin
entrar por la puerta, saltando la tapia. El pastor entra por la puerta, conoce
a las ovejas por su nombre y ellas lo siguen confiadas, mientras que de los
ladrones no se fían. Cuando termina de contarla, los presentes “no entendieron
de qué les hablaba”.
Jesús, en vez de aclarar las cosas, las
complica. A veces dice que él es la puerta del redil; otras, que es el buen
pastor; y lo importante no es que conduce al rebaño a buenos pastos, sino que
da la vida por las ovejas, porque tiene el poder de darla y de recuperarla. Y en
medio introduce nuevos personajes: su Padre, “que me conoce y al que yo
conozco”, y otras ovejas que no son de este redil.
La conclusión a la que llegan muchos de
los oyentes no extraña demasiado:
“Está loco de remate. ¿Por qué lo
escucháis?” (literalmente: “tiene un demonio y delira”). El autor del cuarto
evangelio disfruta irritando al lector y casi poniéndolo en contra de Jesús.
El debate no termina aquí. Continúa en
invierno, en la fiesta de la Dedicación del templo, mientras Jesús pasea por el
pórtico de Salomón. Las autoridades judías (este es el sentido frecuente de
“los judíos” en el cuarto evangelio) lo rodean y le piden que diga claramente
si es el Mesías. Jesús responde que ya se lo ha dicho y que no creen en él. Y
continúa ofreciendo el ejemplo tan distinto de sus ovejas, que es el texto de
este domingo.
Las ovejas, el pastor, los ladrones y el
padre del pastor (Juan 10,27-30)
…dijo Jesús: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me
siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las
arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y
nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno.
Las ovejas. El pasaje no comienza hablando del pastor, como sería lógico, sino de
“mis ovejas”, las que escuchan la voz de Jesús y lo siguen, a diferencia de las
autoridades judías, que no creen en él. Una lectura precipitada del capítulo
puede producir la impresión de que hay personas predestinadas por Dios a seguir
a Jesús y otras predestinadas a negarlo. Pero esta contraposición hay que
entenderla a partir de lo dicho en el prólogo del evangelio: “Vino a los suyos,
y los suyos no lo recibieron; pero a quienes lo recibieron les concedió
convertirse en hijos de Dios”. La aceptación y el seguimiento de Jesús no
excluyen la libertad humana.
El pastor. En la parábola inicial el pastor llega al rebaño, le abren la puerta y
saca a las ovejas. ¿A dónde las lleva? No se dice. Recordando el salmo 22 (“El
Señor es mi pastor”), podríamos completar: “en verdes praderas me hace
recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas”. Pero Jesús introduce
un cambio capital: las lleva a “la vida eterna”. Algo que se realiza no
solo después de la muerte, sino ya en este mundo. La fe en Jesús da
una dimensión nueva a la existencia de quien cree en él.
Los ladrones. La parábola comienza hablando de ellos. Aquí no se los menciona
expresamente, pero son los que intentan arrebatar a las ovejas de las manos de
Jesús. En el contexto del evangelio serían los fariseos y demás autoridades que
se oponen a que la gente lo siga. En la iglesia de finales del siglo I serían
los “cristianos” que niegan que Jesús sea el Mesías y el hijo de Dios (a los
que se denuncia en la 1ª carta de Juan). En cualquier caso, no tendrán éxito,
no podrán “arrebatarlas de mi mano”. El salmo 22, hablando desde la
perspectiva de la oveja, dice algo parecido: “Aunque atraviese cañadas
oscuras nada temo, porque tú vas conmigo”.
El Padre. A lo largo del c.10 hay diversas referencias a la relación de Jesús con
“mi Padre”. A primera vista, más que ayudar, estorban y confunden al lector. La
clave podría estar de nuevo en el salmo 22, donde el pastor es Dios. Jesús, al
arrogarse el título y la función, deja claro que no elimina al Padre. “Yo
y el Padre somos uno”. La reacción del auditorio es más dura en este
caso: “cogieron piedras para apedrearlo”, y Jesús terminará huyendo
al otro lado del Jordán (esto no se lee en la liturgia).
Síntesis. ¿Qué nos
dice este breve pasaje hoy día?
1) Lo esencial del cristiano
es creer en Jesús y seguirlo. Algo que no es absurdo recordar, porque
mucha gente piensa que lo importante es practicar una serie de normas y cumplir
con determinados ritos. Todo eso tiene que basarse en una relación personal con
Jesús.
2) Confianza en él.
En otros momentos del capítulo se subraya su bondad, que culmina en dar la
vida. Aquí la fuerza recae en que él no permitirá que nadie arrebate a las
ovejas de su mano. Lo cual no significa que nos veamos libres de dificultades, como
han dejado claro las dos primeras lecturas de este domingo.
3) Conocimiento de Jesús. Como
en tantos otros pasajes del evangelio, se indica su estrecha relación con el
Padre, hasta llegar casi a la identificación. Más adelante, en el discurso de
la cena, dirá Jesús a Felipe: “El que me ha visto ha visto al Padre”.
Algo que sigue resultando escandaloso a muchos cristianos, como lo fue para
muchos judíos de su época.
Insultos y expulsión (Hechos de los
apóstoles 13,14. 43-52).
La liturgia ha omitido los versículos
15-42, provocando algo absurdo. Al final del v.14 se dice Pablo y Bernabé
“tomaron asiento”; e inmediatamente se añade que “muchos judíos y prosélitos se
fueron con ellos”. Entonces, ¿para qué toman
asiento?
Si no hubieran mutilado el texto habría
quedado claro que se sientan para tomar parte en la liturgia del sábado. Al
cabo de un rato, les invitan a hablar, y Pablo hace un resumen muy rápido de la
historia de Israel para terminar hablando de Jesús. Ahora se comprende que, al
terminar la ceremonia, muchos judíos y prosélitos se fueran con los apóstoles.
Pero, al cabo de una semana, cuando vuelven a la sinagoga, la situación será
muy distinta. Los judíos responden a Pablo y Bernabé con insultos. Más tarde
los expulsan del territorio. Dentro de lo que cabe, tuvieron suerte. Más
adelante apedrearán a Pablo hasta darlo por muerto.
Martirio y victoria (Apocalipsis
7,9.14b-17)
Cuando el cristianismo comenzó a
difundirse por el imperio, encontró pronto la oposición de las autoridades
romanas y de la gente sencilla. Veían a los cristianos como gente impía, que
daba culto a un solo dios en vez de a muchos, inmoral, enemiga del emperador,
al que no querían reconocer como Señor, etc. El punto final en bastantes casos
fue la muerte, como ocurrió a Pedro, Pablo y a los otros durante la persecución
de Nerón (lo que cuenta el historiador romano Tácito impresiona por la crueldad
con que se los asesinó). Sin embargo, la lectura del Apocalipsis no se centra
en sus sufrimientos sino en su victoria.
Beata Madre
Carmen
La congregación que fundara la beata
Madre Carmen se ha extendido por toda España y el mundo, pero sigue teniendo en
Antequera su noviciado y casa general, en calle Madre Carmen, junto a los
cuales se encuentra el colegio de la Victoria, de Enseñanza Infantil, Primaria
y Secundaria.
Asimismo, las Franciscanas de los Sagrados Corazones sostienen, también en
Antequera, el Colegio María Inmaculada, con Infantil, Primaria, Secundaria y
Bachillerato, además del Centro Adscrito de Magisterio María Inmaculada
(CAMMIA), donde se imparte enseñanza universitaria del profesorado.
En nuestra diócesis hay actualmente 2 novicias y un total de 54 religiosas
repartidas entre Antequera, la residencia para personas mayores Madre Carmen,
que poseen en Málaga capital, y el colegio Nuestra Señora del Buen Consejo, en
Melilla.
En la lista de
santos y beatos más
cercanos, no
puede faltar el de la
antequerana Madre
Carmen, cuya fiesta, aunque está recogida en el martirologio romano el 9 de
noviembre coincidiendo con el día de su fallecimiento, es celebrada, entre
nosotros, el 8 de mayo.
El motivo es que
ese día se celebra la fundación de sus hijas espirituales, las Franciscanas de
los Sagrados Corazones de Jesús y María.
Nacida en 1834,
María del Carmen
González Ramos
manifiesta un espíritu
generoso desde su
más tierna infancia.
A los 22 años se
siente llamada a la
vocación matrimonial,
lugar en el que se encuentra con una dura prueba de cruz que ella vive de forma
heroica. Tras 20 años de paciente oración y penitencia, su marido reconoce al
fin sus errores y cambia de vida.
A los 47 años, Carmen queda viuda
y sin hijos, sintiendo entonces que el
Señor le pedía “enseñar a las almas
a conocer y amar a Dios”. La llamada
requería una atención especial por los
niños más pobres y necesitados, en los
que ve la presencia del niño Jesús.
Junto a algunas jóvenes que
compartían su inquietud, fundó la
congregación y llegó a abrir 11 casas en
las que alternaba atención de enfermos,
guardería o escuelas nocturnas de
jóvenes obreras. En esta nueva vocación
tuvo que sufrir, asimismo, numerosas
pruebas y dificultades que ella sobrellevó
con humildad, fortaleza y caridad hasta
su muerte en 1899.
No hay comentarios:
Publicar un comentario