jueves, 5 de mayo de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 8 - DE MAYO – DOMINGO – 4 – SEMANA DE PASCUA – C – Beata Madre Carmen

 


 

8 - DE MAYO – DOMINGO –

4 – SEMANA DE PASCUA – C –

Beata Madre Carmen

 

    Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,14.43-52):

 

En aquellos días, Pablo y Bernabé desde Perge siguieron hasta Antioquia de Pisidia; el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Muchos judíos y prosélitos practicantes se fueron con Pablo y Bernabé, que siguieron hablando con ellos, exhortándolos a ser fieles a la gracia de Dios. El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo.

Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones:

«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles.

Así nos lo ha mandado el Señor:

"Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra."»

Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas y devotas y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio. Ellos sacudieron el polvo de los pies, como protesta contra la ciudad, y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo.

 

Palabra de Dios

 

 

Salmo: 99,2.3.5

 

    R/. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño

 

Aclama al Señor, tierra entera,

servid al Señor con alegría,

entrad en su presencia con vítores. R/.

Sabed que el Señor es Dios:

que él nos hizo, y somos suyos,

su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.

«El Señor es bueno,

su misericordia es eterna,

su fidelidad por todas las edades.» R/.

 

    Lectura del libro del Apocalipsis (7,9.14b-17):

 

Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.

Y uno de los ancianos me dijo:

«Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo.

El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugara las lágrimas de sus ojos.

 

Palabra de Dios

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (10,27-30):

 

En aquel tiempo, dijo Jesús:

«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre.

Yo y el Padre somos uno.»

 

Palabra del Señor

 

Las ovejas, el pastor y los ladrones.


 


El evangelio del 4º domingo de Pascua se dedica, en los tres ciclos, a recordar a Jesús como buen pastor. Aunque hoy día mucha gente solo ha visto un rebaño en televisión, la imagen sigue siendo muy expresiva. Pero el capítulo 10 del cuarto evangelio es tan largo (42 versículos) que la liturgia ha seleccionado unos pocos para cada ciclo. Al ciclo “C” le ha tocado un fragmento tan breve que no se entiende bien si no se conoce lo anterior.

 

Un debate largo y complicado (el c.10 de san Juan)

 

Jesús comienza contando una extraña parábola a propósito de ladrones y bandidos que intentan robar el rebaño sin entrar por la puerta, saltando la tapia. El pastor entra por la puerta, conoce a las ovejas por su nombre y ellas lo siguen confiadas, mientras que de los ladrones no se fían. Cuando termina de contarla, los presentes “no entendieron de qué les hablaba”.

Jesús, en vez de aclarar las cosas, las complica. A veces dice que él es la puerta del redil; otras, que es el buen pastor; y lo importante no es que conduce al rebaño a buenos pastos, sino que da la vida por las ovejas, porque tiene el poder de darla y de recuperarla. Y en medio introduce nuevos personajes: su Padre, “que me conoce y al que yo conozco”, y otras ovejas que no son de este redil.

La conclusión a la que llegan muchos de los oyentes no extraña demasiado:

“Está loco de remate. ¿Por qué lo escucháis?” (literalmente: “tiene un demonio y delira”). El autor del cuarto evangelio disfruta irritando al lector y casi poniéndolo en contra de Jesús.

El debate no termina aquí. Continúa en invierno, en la fiesta de la Dedicación del templo, mientras Jesús pasea por el pórtico de Salomón. Las autoridades judías (este es el sentido frecuente de “los judíos” en el cuarto evangelio) lo rodean y le piden que diga claramente si es el Mesías. Jesús responde que ya se lo ha dicho y que no creen en él. Y continúa ofreciendo el ejemplo tan distinto de sus ovejas, que es el texto de este domingo.

 

Las ovejas, el pastor, los ladrones y el padre del pastor (Juan 10,27-30)

 

…dijo Jesús: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre.  Yo y el Padre somos uno.

 

Las ovejas. El pasaje no comienza hablando del pastor, como sería lógico, sino de “mis ovejas”, las que escuchan la voz de Jesús y lo siguen, a diferencia de las autoridades judías, que no creen en él. Una lectura precipitada del capítulo puede producir la impresión de que hay personas predestinadas por Dios a seguir a Jesús y otras predestinadas a negarlo. Pero esta contraposición hay que entenderla a partir de lo dicho en el prólogo del evangelio: “Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron; pero a quienes lo recibieron les concedió convertirse en hijos de Dios”. La aceptación y el seguimiento de Jesús no excluyen la libertad humana.

El pastor. En la parábola inicial el pastor llega al rebaño, le abren la puerta y saca a las ovejas. ¿A dónde las lleva? No se dice. Recordando el salmo 22 (“El Señor es mi pastor”), podríamos completar: “en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas”. Pero Jesús introduce un cambio capital: las lleva a “la vida eterna”. Algo que se realiza no solo después de la muerte, sino ya en este mundo.  La fe en Jesús da una dimensión nueva a la existencia de quien cree en él.

Los ladrones. La parábola comienza hablando de ellos. Aquí no se los menciona expresamente, pero son los que intentan arrebatar a las ovejas de las manos de Jesús. En el contexto del evangelio serían los fariseos y demás autoridades que se oponen a que la gente lo siga. En la iglesia de finales del siglo I serían los “cristianos” que niegan que Jesús sea el Mesías y el hijo de Dios (a los que se denuncia en la 1ª carta de Juan). En cualquier caso, no tendrán éxito, no podrán “arrebatarlas de mi mano”. El salmo 22, hablando desde la perspectiva de la oveja, dice algo parecido: “Aunque atraviese cañadas oscuras nada temo, porque tú vas conmigo”.

El Padre. A lo largo del c.10 hay diversas referencias a la relación de Jesús con “mi Padre”. A primera vista, más que ayudar, estorban y confunden al lector. La clave podría estar de nuevo en el salmo 22, donde el pastor es Dios. Jesús, al arrogarse el título y la función, deja claro que no elimina al Padre. “Yo y el Padre somos uno”. La reacción del auditorio es más dura en este caso: “cogieron piedras para apedrearlo”, y Jesús terminará huyendo al otro lado del Jordán (esto no se lee en la liturgia).

 

Síntesis. ¿Qué nos dice este breve pasaje hoy día?

1Lo esencial del cristiano es creer en Jesús y seguirlo. Algo que no es absurdo recordar, porque mucha gente piensa que lo importante es practicar una serie de normas y cumplir con determinados ritos. Todo eso tiene que basarse en una relación personal con Jesús.

2) Confianza en él. En otros momentos del capítulo se subraya su bondad, que culmina en dar la vida. Aquí la fuerza recae en que él no permitirá que nadie arrebate a las ovejas de su mano. Lo cual no significa que nos veamos libres de dificultades, como han dejado claro las dos primeras lecturas de este domingo.

3) Conocimiento de Jesús. Como en tantos otros pasajes del evangelio, se indica su estrecha relación con el Padre, hasta llegar casi a la identificación. Más adelante, en el discurso de la cena, dirá Jesús a Felipe: “El que me ha visto ha visto al Padre”. Algo que sigue resultando escandaloso a muchos cristianos, como lo fue para muchos judíos de su época.

 

Insultos y expulsión (Hechos de los apóstoles 13,14. 43-52).  

 

La liturgia ha omitido los versículos 15-42, provocando algo absurdo. Al final del v.14 se dice Pablo y Bernabé “tomaron asiento”; e inmediatamente se añade que “muchos judíos y prosélitos se fueron con ellos”. Entonces, ¿para qué toman asiento?        

Si no hubieran mutilado el texto habría quedado claro que se sientan para tomar parte en la liturgia del sábado. Al cabo de un rato, les invitan a hablar, y Pablo hace un resumen muy rápido de la historia de Israel para terminar hablando de Jesús. Ahora se comprende que, al terminar la ceremonia, muchos judíos y prosélitos se fueran con los apóstoles. Pero, al cabo de una semana, cuando vuelven a la sinagoga, la situación será muy distinta. Los judíos responden a Pablo y Bernabé con insultos. Más tarde los expulsan del territorio. Dentro de lo que cabe, tuvieron suerte. Más adelante apedrearán a Pablo hasta darlo por muerto.

 

Martirio y victoria (Apocalipsis 7,9.14b-17)

 

Cuando el cristianismo comenzó a difundirse por el imperio, encontró pronto la oposición de las autoridades romanas y de la gente sencilla. Veían a los cristianos como gente impía, que daba culto a un solo dios en vez de a muchos, inmoral, enemiga del emperador, al que no querían reconocer como Señor, etc. El punto final en bastantes casos fue la muerte, como ocurrió a Pedro, Pablo y a los otros durante la persecución de Nerón (lo que cuenta el historiador romano Tácito impresiona por la crueldad con que se los asesinó). Sin embargo, la lectura del Apocalipsis no se centra en sus sufrimientos sino en su victoria.


Beata Madre Carmen

 


 

La congregación que fundara la beata Madre Carmen se ha extendido por toda España y el mundo, pero sigue teniendo en Antequera su noviciado y casa general, en calle Madre Carmen, junto a los cuales se encuentra el colegio de la Victoria, de Enseñanza Infantil, Primaria y Secundaria.

Asimismo, las Franciscanas de los Sagrados Corazones sostienen, también en Antequera, el Colegio María Inmaculada, con Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato, además del Centro Adscrito de Magisterio María Inmaculada (CAMMIA), donde se imparte enseñanza universitaria del profesorado.

En nuestra diócesis hay actualmente 2 novicias y un total de 54 religiosas repartidas entre Antequera, la residencia para personas mayores Madre Carmen, que poseen en Málaga capital, y el colegio Nuestra Señora del Buen Consejo, en Melilla.

 

   En la lista de santos y beatos más

cercanos, no puede faltar el de la

antequerana Madre Carmen, cuya fiesta, aunque está recogida en el martirologio romano el 9 de noviembre coincidiendo con el día de su fallecimiento, es celebrada, entre nosotros, el 8 de mayo.

   El motivo es que ese día se celebra la fundación de sus hijas espirituales, las Franciscanas de los Sagrados Corazones de Jesús y María.

   Nacida en 1834, María del Carmen

González Ramos manifiesta un espíritu

generoso desde su más tierna infancia.

A los 22 años se siente llamada a la

vocación matrimonial, lugar en el que se encuentra con una dura prueba de cruz que ella vive de forma heroica. Tras 20 años de paciente oración y penitencia, su marido reconoce al fin sus errores y cambia de vida.

   A los 47 años, Carmen queda viuda

y sin hijos, sintiendo entonces que el

Señor le pedía “enseñar a las almas

a conocer y amar a Dios”. La llamada

requería una atención especial por los

niños más pobres y necesitados, en los

que ve la presencia del niño Jesús.

Junto a algunas jóvenes que

compartían su inquietud, fundó la

congregación y llegó a abrir 11 casas en

las que alternaba atención de enfermos,

guardería o escuelas nocturnas de

jóvenes obreras. En esta nueva vocación

tuvo que sufrir, asimismo, numerosas

pruebas y dificultades que ella sobrellevó

con humildad, fortaleza y caridad hasta

su muerte en 1899.

 

 

 

   

 

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