miércoles, 4 de mayo de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 6 - DE MAYO – VIERNES – 3 – SEMANA DE PASCUA – C – SAN PEDRO NOLASCO

 


 

6 - DE MAYO – VIERNES –

3 – SEMANA DE PASCUA – C –

SAN PEDRO NOLASCO

 

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9,1-20):

 

EN aquellos días, Saulo, respirando todavía amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse encadenados a Jerusalén a los que descubriese que pertenecían al Camino, hombres y mujeres.

Mientras caminaba, cuando ya estaba cerca de Damasco, de repente una luz celestial lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía:

«Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?».

Dijo él:

«¿Quién eres, Señor?».

Respondió:

«Soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tienes que hacer».

Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.

Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión:

«Ananías».

Respondió él:

«Aquí estoy, Señor».

El Señor le dijo:

«Levántate y ve a la calle llamada Recta, y pregunta en casa de Judas por un tal Saulo de Tarso. Mira, está orando, y ha visto en visión a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista».

Ananías contestó:

«Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén, y que aquí tiene autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre».

El Señor le dijo:

«Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a pueblos y reyes, y a los hijos de Israel. Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi nombre».

Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo:

«Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno de Espíritu Santo».

Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y fue bautizado. Comió, y recobró las fuerzas.

Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a anunciar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 116,1.2

R/. Ir al mundo entero y proclamad el Evangelio

 

Alabad al Señor, todas las naciones,

aclamadlo, todos los pueblos. R/.

Firme es su misericordia con nosotros,

su fidelidad dura por siempre. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,52-59):

 

EN aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí:

«¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».

Entonces Jesús les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.

Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

 

Palabra del Señor

 

1.  El acontecimiento central del cristianismo fue (y es) lo que llamamos el Misterio de la Encarnación. Dios (la Palabra) "se hizo carne" (sarx) (Jn 1, 14), es decir, Dios "se humanizó", se rebajó, "se despojó de su rango" y "no se aferró a su categoría de Dios" (Fil 2, 6-7).

Este acontecimiento, central en el cristianismo, no es solo un contenido de la fe, sino que además y sobre todo es el "hecho normativo" fundamental para los creyentes en Jesús: la norma de conducta, central en la vida, es la renuncia a todo rango, categoría o poder que nos aleja de lo humano y, en definitiva, nos "deshumaniza".

 

2.  A partir de este criterio, hay que entender las palabras de Jesús sobre la eucaristía. Comer la carne de Jesús es, desde luego, integrar en la propia vida a Jesús mismo. Pero esto nos lleva, a su vez, a la convicción de que la comunión eucarística no es solamente recibir al Señor, sino algo indeciblemente más fuerte: comulgar la "carne" (sarx) de Jesús es integrar en la propia vida el proyecto y el proceso de humanización de Dios en Jesús.

 

3.  Comulgar no es ninguna dignidad. Es un abajamiento, es la renuncia a toda distinción o categoría. La renuncia, incluso, a la separación de dignidad y "santidad" que implica "lo santo", "lo sagrado".

Por tanto, encarnarse en lo simplemente humano, en lo laico, en lo secular. Sencillamente, hacerse como uno de tantos.

 

SAN PEDRO NOLASCO


   Fundador de la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced para la redención de cautivos. Mercedarias

 

          Martirologio Romano: En Barcelona, en España, san Pedro Nolasco, presbítero, que, según la tradición, junto a san Ramón de Penyafort y el rey Jaime I de Aragón fundó la orden de la Bienaventurada María de la Merced, para la redención de los cautivos. Se entregó ardientemente con trabajo y esfuerzo a procurar la paz y a liberar del yugo de la esclavitud a los cristianos, en tiempo de los infieles († 1258).

 

     Observación: En el antiguo santoral se lo recordaba el 29 de enero

 

     Fecha de canonización: 30 de septiembre de 1628 por el papa Urbano VIII

 

     Breve Biografía

 

   Nace en Barcelona, España, 1189. A los 15 años sufre la muerte de su padre y se dispone a repartir santamente sus muchos bienes a lo que su madre asiente.

Años mas tarde, estando en edad de casarse, peregrina a Monserrat. Allí, a los pies de la Virgen, pudo comprender mejor el vacío de las vanidades mundanas y el tesoro que es la vida eterna. Prometió entonces a la Virgen mantenerse puro y dedicarse a su servicio. Eran tiempos en que los musulmanes saqueaban las costas y llevaban a los cristianos como esclavos al Africa. La horrenda condición de estas víctimas era indescriptible. Muchos por eso perdían la fe pensando que Dios les había abandonado. Pedro Nolasco era comerciante. Decidió dedicar su fortuna a la liberación del mayor número posible de esclavos. Recordaba la frase del evangelio: "No almacenen su fortuna en esta tierra donde los ladrones la roban y la polilla la devora y el moho la corroe. Almacenen su fortuna en el cielo, donde no hay ladrones que roben, ni polilla que devore ni óxido que las dañe" Mt 6,20.

 

   En 1203 el laico San Pedro Nolasco iniciaba en Valencia la redención de cautivos, redimiendo con su propio patrimonio a 300 cautivos. Forma un grupo dispuesto a poner en común sus bienes y organiza expediciones para negociar redenciones. Su condición de comerciantes les facilita la obra. Comerciaban para rescatar esclavos. Cuando se les acabó el dinero forman grupos -cofradías- para recaudar la "limosna para los cautivos". Pero llega un momento en que la ayuda se agota. Pedro Nolasco se plantea entrar en alguna orden religiosa o retirarse al desierto. Entra en una etapa de reflexión y oración profunda.

 

     Intervención de la Virgen para la fundación

    

     La noche del 1 al 2 de agosto del año 1218, la Virgen se le apareció a Pedro Nolasco. Según una tradición dudosa, también se apareció la Virgen a San Raimundo de Peñafort, y al rey Jaime I de Aragón, y les comunicó a los tres por separado su deseo de fundar una orden para redimir cautivos.

 

   El hecho es que la Virgen María movió profundamente el corazón de Pedro Nolasco para fundar la orden de la Merced y formalizar el trabajo que él y sus compañeros hacían ya por 15 años. El 10 de agosto de 1218 en el altar mayor de la Catedral de Barcelona, en presencia del rey Jaime I de Aragón y del obispo Berenguer de Palou, se crea la nueva institución. Pedro y sus compañeros vistieron el hábito y recibieron el escudo con las cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo de la corona de Aragón y la cruz blanca sobre fondo rojo, titular de la catedral de Barcelona. Pedro Nolasco reconoció siempre a María Santísima como la auténtica fundadora de la orden mercedaria. Su patrona es La Virgen de la Merced. "Merced" significa "misericordia". (Mas sobre La Virgen de la Merced y San Nolasco).

 

   La nueva orden fue laica en los primeros tiempos. Su primera ubicación fue el hospital de Santa Eulalia, junto al palacio real. Allí recogían a indigentes y a cautivos que regresaban de tierras de moros y no tenían donde ir. Seguían la labor que ya antes hacían de crear conciencia sobre los cautivos y recaudar dinero para liberarlos. Eran acompañados con frecuencia de excautivos, ya que, cuando uno era rescatado, tenía obligación de participar durante algún tiempo en este servicio. Normalmente iban cada año en expediciones redentoras. San Pedro continuó sus viajes personalmente en busca de esclavos cristianos. En Argelia, África, lo hicieron prisionero, pero logró conseguir su libertad. Aprovechando sus dones de comerciante, organizó con éxito por muchas ciudades colectas para los esclavos.

 

   Los frailes hacían, además de los tres votos de la vida religiosa, pobreza, castidad y obediencia, un cuarto: dedicar su vida a liberar esclavos. Al entrar en la orden los miembros se comprometían a quedarse en lugar de algún cautivo que estuviese en peligro de perder la fe, en caso que el dinero no alcanzara a pagar su redención. Entre los que se quedaron como esclavos está San Pedro Ermengol, un noble que entró en la orden tras una juventud disoluta. Este cuarto voto distinguió a la nueva comunidad de mercedarios.

 

   El Papa Gregorio Nono aprobó la comunidad y San Pedro Nolasco fue nombrado Superior General.

 

   El rey Jaime decía que, si había logrado conquistar la ciudad de Valencia, ello se debía a las oraciones de Pedro Nolasco. Cada vez que obtenía algún triunfo lo atribuía a las oraciones de este santo.

 

   Antes de morir, a los 77 años (el 25 de diciembre de 1258), pronunció el Salmo 76: "Tú, oh, Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos y con tu brazo has rescatado a los que estaban cautivos y esclavizados".

 

   Su intercesión logró muchos milagros y el Papa Urbano VIII lo declaró santo en 1628.

 

   La misión redentora la continúa hoy la familia mercedaria a través de sus institutos religiosos y asociaciones de laicos. Es también la misión de todo buen cristiano.

 

 

 

 

 

   

 

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